Lo que pretendo explicar es lo magnánima que es la naturaleza cuando una colmena de Matajey, de esas que producen miel pura, que son mas visibles en los árboles de la montaña, puede convivir como si fueran hermanos carnales junto a un limonero de la ciudad.
La prueba la tenemos en casa, cuando una legión de avispas montañeras subsanadoras del néctar proveniente de las flores, quizás inmigrados del cerro El Vigía, una de las colinas que circundan el valle de la ciudad de Villa de Cura, del estado Aragua, se presentaron de improviso y sin aviso ni reproches comenzaron a construir casa propia en la rama de hojas verdes de un limonero, que igualmente nació de forma ingenua en el patio de la casa.
Al principio observamos que llegaron más o menos diez avispones de color oscuro, seguramente a inspeccionar el lugar, y luego el grupo fue prosperando y nuevos miembros se fueron sumando. Al mismo ritmo fue engordando la bola de masa barrosa donde ya habita una familia completa, cuyo redondeado ya alcanza aproximadamente los sesenta centímetros de diámetro. Ya comienza a cargarse de esa sustancia de color pardo tan sabroso y dulce que llaman miel, beneficiosa para la salud humana, para los dolores reumáticos y el aburrimiento.
En la foto tomada un atardecer sabatino con mi dispositivo marca Sony Xperia, se observa la rama del limonero y la casa de los nuevos huéspedes, sin ningún miedo, ya se oyen discutiendo en voz baja y mirando el blanco-azul y profundo cielo aragüeño.
Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 02 se septiembre de 2018
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