EL OCASO DE LAS BODEGAS DEL FIADO Y LA ÑAPA
Sobrevive la Bodega
"Régulo" calle Comercio con callejuela Mateo Vargas, actualmente. cambó su formato y se llama
"Comercial Villa Alameda". Foto Ramón Alfredo Corniel.
Por
Oscar Carrasquel
Un espacio que tiene sus vínculos con muchas anécdotas y añoranzas. Serviciales ofreciendo sus productos y un ambiente acogedor. Quienes ejercieron de pulperos fueron unos verdaderos héroes del deber, creo que nos dejaron un mensaje. El bardo Aquiles Nazoa les cantó en uno de sus poemas más memorables. La historia como dicen los viejos "tiene un tiempito". En la época gomecista la Hacienda La Violeta en la Sierra del Sur, el hacendado tenía su propia bodega donde había de todo, desde productos de imprescindible necesidad hasta mercancía seca. Se pagaba con fichas como si fueran monedas.
En la Villa de Cura de mediados del siglo xx, todo el mundo sabía dónde quedaba la pulpería de su preferencia, en donde
adquiría los productos de la dieta diaria; casi siempre
ubicada en la esquina de la cuadra en donde se vivía. En el centro, en cada barrio
y sus adyacencias quedaron las huellas de estos memorables establecimientos.
El pulpero y
dependiente eran hombres del pueblo, respetados, atendían con una impresionante
gentileza a la gente de todas las edades que acudían a hacer sus compras de
rigor a precios increíbles. Las bodegas eran como boticas, abrían de lunes a
domingo y hasta en horas de la noche.
Se surtían en su totalidad de los grandes almacenes
mayoristas, importadores, que hacían vida en La Villa y también de viajeros con
arreos de mulas que llegaban del campo. Los muchachos escolares lo aceptaban los bodegueros como aprendices.
Las familias hacían su mercado para una semana o una quincena, se tenía una libreta de notas en donde el
bodeguero nos anotaba el fiado. Recuerdo que los dueños llamaban al cliente “marchante" y viceversa. El fin de semana
o quincena se presentaba el señor de la casa, o mandaba a la mujer con el dinero
en la mano a saldar cuenta. Nuestras madres y abuelas guardaban la libreta en una canasta dentro de la cocina.
El bodeguero de vocación
era una persona que pasaba la vida entera sumergido en su negocio, con un horario
agotador, pero siempre
prestando un eficiente servicio a la comunidad.
El nombre de algunas bodegas, las más nombradas
en la Villa de San Luis y sus dueños lo obtuvimos de nuestras
vivencias, y gracias al aporte en una entrevista con nuestros
amigos René González y José Tomás Hernández, hijo del almacenista y bodeguero
Falito Hernández.
Es tarea difícil mencionarlas a todas. En dicha búsqueda tenemos a mano algunas antiguas bodegas, por ejemplo “El Gran Detal” de Gerardo Breto, “La Loca” de Francisco Martínez, quizá uno de las últimas; “5 de Julio” Rafael Ortega, “Las Brisas” Carlos Lovera; “Régulo” de Régulo Ortega, “La Sapera”, le conocimos tres dueños, priinero Lope Esáa, luego Ángel Castillo y Emilio Lovera; “Bella Vista” Salomón Núñez; “El Sol” Miguel Hinojosa; ; “El Detal” Aníbal Hernández; “El Samán” Eusebio Colmenares; "La Tuya" de León Muñoz que tenía construida una gallera; bodega “El Barrio” en Aragüita de José Alejandro Martínez, “Sucre” Ignacio Borges, “La Abdemia” de José Tenería; “La Nueva Ola” o indistintamente " El Matapalo" de doña María Ovalles, y el mismo derrotero bodega “Esther” de Heriberto Sumoza.
El muchacho de mandado siempre se llenaba de emoción cuando lo mandaban a la bodega "Sol y Sombra" de don Víctor León, frente al Grupo Escolar Arístides Rojas. Y dentro del Mercado de la plaza Miranda estaba "El centavo menos", propiedad de Pedro Ramos,
Vayámonos para la Parroquia Las Mercedes, a pocos metros de La Iglesia "La Felicidad" de Máximo Carrasquel; después la tuvo don Abrahan Nieves; "La Reforma" de Rafael Colmenares; "El Salivazo" de Máximo López; "Las Mercedes" Pedro Martínez, "La Sirena" de Lucio Ontiveros, "La Perseverancia" de Evangelio González.
“La Rosa Blanca” fue fundada por don Carlos Almenar en la calle Miranda. Y en la media cuadra de la calle Jaime Bosch, la pulpería de don Carlos Emilio Quero, con un gran surtido de alpargatas. Así la compra fuera pequeña los "tocayos" daban la ñapa en caramelos de papelón. Por cierto José Gregario Valera junto con Pablo Flores fundaron la bodega "El Descanso" a pocos metros de la casa del Santo Sepulcro,
Don Ramón Parra, iniciador de una dinastía musical, también tuvo pulpería al lado de lo que hoy llaman El Tinguaro. En la cuadra siguiente vía el cementerio funcionó bodega "La Alameda", propiedad de Aristides González..
"Juan Bimba" se llamó la bodega de don Federico Gutierrez, (calle Miranda cruce con doctor Morales) tenia como dependiente a su sobrino Jesús Gutierrez, quien al mismo tiempo ocupó el cargo de Comandante del Cuartel de Policía. La pesquisa nos llevó hasta la pulpería "La Muchachera" en la calle Padre Jiménez del charaleño Pedro Silva Méndez; y al norte en la calle Urdaneta bodega "La Coromoto", fundada por el legendario Pío Olivares. Nuestro recorrido llega hasta el barrio La Represa la bodega "La Represa" de José Tomás Hernández, atendida siempre por el maestro Serapio Alvarado.
Hace unos cuantos años estuvieron establecidas en la calle Comercio cerca de la Plaza Miranda, tres negocios cuyos nombres no recuerdo, las bodegas de hombres útiles del pasado como José Antonio Hernández, Nerio Hernández y Javier Mena.
El barrio Las Tablitas es un sector de una laboriosidad increíble. La barriada era un potencial llena de pulperías, comenzando con bodega "Las Tablitas" de Julio Romero, "La Cuevita" de doña Cecilia Arias, "Santa Cecilia" de Cirilo Maury; "Altamira" de Alejandro Silvera ; "La Esperanza" de Manuel Flores. "La Fortuna" de Juan Elías Padrón, bodega "El Regreso" de Julián Martínez, "La Negra" de Pablo López. al frente del cementerio se encuentra la bodega "San Martín" de Remigio Labastidas. Bodega "La Covacha" cuyo propietario hasta su fallecimiento fue don Juan Alejandro Nadal. quien simultáneamente fue miembro fundador del partido Acción Democrática, "el viejo partido".
Por considerarlo de interés en la década del 40 del siglo xx en una Parroquia de Caracas,, fue muy renombrada la "Bodega La Villacurana", fundada por el señor Ángel Castillo, de grato recuerdo, por haber sido una de los jugadores estrellas del San Luis BBC de Villa de Cura. Castillo vivió mucho tiempo en la capital.
En las bodegas de antes la ñapa tenía diversas maneras, a veces era un frasco de vidrio para
cada cliente, en donde el pulpero iba depositando por cada compra granos de
caraota o frijol, al llenarse, lo canjeaba por cualquier artículo, o en un bolívar para comprar un cuaderno y un lápiz. Pero cuando la cantidad de la venta era mayor,
entregaba una pequeña cartulina numerada del 1 al 30, y por cada compra, el pulpero le abría una perforación con una piqueta. Al final, le obsequiaba un artículo comestible o un bolívar, depende.
Existía lo que se
llamaba la ñapa relancina, para el
muchacho de mandado, la cual consistía en dos o tres cambures, o
una pequeña ración de papelón y queso, lo cual nos dejó en la mente y en el
alma momentos de felicidad. Recuerdo que con una locha se compraba una mano de 20 cambures maduros.
El pulpero de antes, en
muchos casos utilizaba otros términos de medida y peso para comprar y vender: cuartilla, quintal, almud, fanega. El pulpero siempre andaba de buen humor contando
anécdotas y chistes. Aquel era un hombre
imposible de engañar, ni de ser
engañado; para vender utilizaba un peso
fiel de balanza, y para comprar un peso cochinero de resorte. En la zona de El Cortijo había una bodega grande con estas mismas
características. En la época no existían aparatos para los sumandos, el
bodeguero toda cuenta la sacaba mentalmente.
En la mayoría de estos negocios se podía
encontrar, granos, papelón, queso llanero a cuatro bolívares el kilo; 0.25 de manteca
vegetal, maíz en concha a tres centavos el kilo, sardinas en lata a un real, hilo elefante, tacos de linterna a
0.50; velas de cebo a centavo, leche klim a 2.50; kerosén dos centavos el litro.una lata de mantequilla Maracay a un bolívar; dos
centavos de café y otros artículos de primera mano. Cuánto daría una ama de casa de hoy por conseguir estos precios.
Una lista para quince días en la bodega “Régulo” , la cual guardamos en
papeles viejos, no pasaba de 43 bolívares de aquellos. A estas alturas ya casi
no se ven pulperos viejos. Va quedando como empleado Oswaldo Ortuño, el popular “verdura” en la
bodega de Ortega . Recuerdo
que la bodega "Régulo" tenía en existencia, desde pastillas para el dolor de cabeza,
hasta aceite para carros.
Muchas veces, después que uno llegaba de la escuela, llevaba la libreta a la bodega para que le despachara, un real de queso, una envoltura de mantequilla de un real, dos huevos de gallina, medio de sal y una sardina de un real.
Por cierto, eran contados los pulperos que no daban fiado y ñapa, el cual adquiría fama de "pichirre"; ese tipo de comerciante andaba más solo que capilla sin santo, como dice la composición de Andrés Eloy Blanco.
Vivíamos con limitaciones economizas pero conformes; con el estómago lleno, había excelentes marcas de productos, existía
la interacción, hasta se llegaba a
compartir la comida con el vecino, "vaya donde fulana que me regale una cabeza de ajo y un poquito de sal". !Ah!... Y en aquella Venezuela no faltaba en los solares del barrio, un marrano engordando y animales de corral.
El fin
de las bodegas, de la ñapá y el fiado, según opiniones diversas, tiene motivaciones diversas, la
creación de grandes supermercados y abastos chinos, la quiebra, la imposición del dolar para comprar, en ese mismo orden, los causantes
en Venezuela.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís,Tricentenaria