Oscar Carrasquel
Lentamente desmaya la tarde
y sobre el paisaje de La Villa
la muerte asecha
La calle del medio
con su sepulcral silencio
derramando miedos
!Alguien se habrá muerto!
Lentamente desmaya la tarde
y sobre el paisaje de La Villa
la muerte asecha
La calle del medio
con su sepulcral silencio
derramando miedos
!Alguien se habrá muerto!
La muerte
Es como una rueda que no tiene fin
Pasa de prisa el entierro..
sin flores, sin dobles de campana,
sin lloros, ni acompañamiento
La sombra de los aleros
de los antiguos caserones
ganan espacio sobre la acera
Cae un rayo de sol alto,
Pasa de prisa el entierro..
sin flores, sin dobles de campana,
sin lloros, ni acompañamiento
La sombra de los aleros
de los antiguos caserones
ganan espacio sobre la acera
Cae un rayo de sol alto,
moribundo,
sobre el macadam.
El sudor le rueda por el rostro
En oscura su tez, .
sobre el macadam.
El sudor le rueda por el rostro
En oscura su tez, .
Pies elefancíacos descalzos,
Ronca la voz,
Ancha la espalda,
De paltó y sin franela.
Tarda el hombre en avanzar
¡Chas… Chas… Chas…!
rueda como un coche fúnebre
de carne y huesos.
Su tétrica misión?
trasladar difuntos sin mortaja
dentro de cuatro tablones .
Desde el hospital Santo Domingo
hasta el camposanto
es el itinerario desplegado.
Ronca la voz,
Ancha la espalda,
De paltó y sin franela.
Tarda el hombre en avanzar
¡Chas… Chas… Chas…!
rueda como un coche fúnebre
de carne y huesos.
Su tétrica misión?
trasladar difuntos sin mortaja
dentro de cuatro tablones .
Desde el hospital Santo Domingo
hasta el camposanto
es el itinerario desplegado.
Duro para mirar
tanta veces a la muerte
Duro
para acariciar la muerte
tantas veces con las manos
Pobres de solemnidad.
Pobres de solemnidad.
Para ellos no hay salones velatorios,
Ni cortejos.
Ni redoble de pasos.
Las Casas de Abastos
entrejuntan los portones,
cierran sus puertas,
mientras dura el paso del fantasma
con su fúnebre carga.
El transeúnte (conmovido)
Ni cortejos.
Ni redoble de pasos.
Las Casas de Abastos
entrejuntan los portones,
cierran sus puertas,
mientras dura el paso del fantasma
con su fúnebre carga.
El transeúnte (conmovido)
detiene la marcha,
se despoja del sombrero
y se hace la cruz en la frente.
.
El mundo infantil
frunce su ceño esquivo.
La “recta final”,
la calle El Comercio
queda empañada de licor,
de soledad y silencio.
Lucio “Pateturca”
se aleja íngrimo por la calle
con la penúltima carga del día
.
El pesado cajón se deja abrazar
y sobre su hombro izquierdo
lo pone a descansar.
El fúnebre enterrador
ya pisa el cementerio.
Busca entre cruces y tumbas
el surco y la bóveda sola
Plantar los despojos a ras
para él no es nada.
El mendigo de ojos enrojecidos
se retira con risa férrea,
livianito el cajón
a buscar otras muertes.
se despoja del sombrero
y se hace la cruz en la frente.
.
El mundo infantil
frunce su ceño esquivo.
La “recta final”,
la calle El Comercio
queda empañada de licor,
de soledad y silencio.
Lucio “Pateturca”
se aleja íngrimo por la calle
con la penúltima carga del día
.
El pesado cajón se deja abrazar
y sobre su hombro izquierdo
lo pone a descansar.
El fúnebre enterrador
ya pisa el cementerio.
Busca entre cruces y tumbas
el surco y la bóveda sola
Plantar los despojos a ras
para él no es nada.
El mendigo de ojos enrojecidos
se retira con risa férrea,
livianito el cajón
a buscar otras muertes.
La Villa de San Luis, invierno 2016
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