Este inocente pesebre
que mi porche adorna,
nunca se parece
a aquel de otros diciembres
Ahora no ocupa toda la sala
está lleno de silencio,
hay un cielo sin viento
y lucen oscuras sus noches
El tamaño de su lugar
no es monumental,
como aquellos que admiraba
hace años en la Villa
cuando yo era chaval
Se miraba entre balaustres
de un inmenso ventanal
en la casona de Las Matos
por la calle central
El encuentro de José y María
acompañados del buey,
de una mula disciplinada
y un Ángel rey
En el viaje los pastores
(Abrahán, Moisés y David)
transitando un caminito,
echando por delante
a unas mansas ovejitas
Los tres Reyes Magos
sobre unos camellos,
la cima remontando
hasta llegar al cielo
Por las noches,
en la calle vespertina
Improvisaban aguinaldos
parranderos de mi pueblo
Reposaba el Niño,
hasta cuando se paraba,
entre cánticos y rezos
una Noche Buena
de mediados de enero.
Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, diciembre 2017
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