lunes, 23 de septiembre de 2019

ANITICA PÉREZ... ASÍ FUE SU VIDA ANDUVO MUCHOS AÑOS LIDIANDO CON ENFERMOS Y PARTURIENTAS







ANITICA PÉREZ...ASÍ FUE SU VIDA  ANDUVO MUCHOS AÑOS LIDIANDO CON ENFERMOS Y PARTURIENTAS 


                                                                                                                                                                         Por Oscar Carrasquel

ANITICA PÉREZ fue una mujer de fervoroso amor religioso y de una gran sabiduría que amó desmesuradamente la vida...Todavía nos parece sentir sus apresurados  pasos por la sala de emergencia  de la Maternidad.  Y  su voz dando  instrucciones y sugiriendo ideas en una sala de maternidad del antiguo hospital Dr. José Rangel de Villa de Cura, cuando funcionaba frente a la Plaza Bolívar; o bien entrando a la habitación de cualquier casa de vecindad a ver un enfermo. Esto nos lleva a decir que ANITICA llevó muchos años dedicada a la salud pública, poniendo su sabiduría al servicio de sus pacientes,  preparando a una embarazada que iba a dar a luz, con o sin la presencia del médico, poniendo en práctica sus conocimientos en obstetricia.  Al mismo tiempo encomendando los enfermos al poder de Dios. Sus acciones fueron muy diligentes, y de gran puntualidad.. 
En aquellas casas de ventanas de madera de doble postigo,  y en el ante portón de los caserones coloniales de La Villa, adonde había sido llamada a visitar un enfermo, aun debe escucharse  el sonido del toque con el puño cerrado de su mano, a cualquier hora de la noche, o tal vez en la madrugada, adonde debía de atender con urgencia a un enfermo o a una paciente que iba a dar luz.
En vida  fue premiada llamándola con ternura ·"Mamá Anitica",  pero en la pila bautismal y en la papeleta de nacimiento su nombre real era ANA PÉREZ SUÁREZ. Es muy probable que debido a su pequeña estatura le redujeran el nombre, y por eso  en todas partes se conocía solo con el cariñoso apelativo de ANITICA, Ella fue una servidora que recordaremos siempre con devoción y respeto. 
Ahora que vemos detenidamente su rostro en el retrato de la portada, la verdad es que todavía nos parece que estuviese viva. La mirada y la sonrisa a flor de labios  de cielo claro, son más que suficientes para no olvidarle, y es la mejor manera de retener en la memoria su nombre. Lo signa el hecho de tener  la distinción de haber nacido en este pueblo Villa de Cura el 20 de septiembre de 1920..  Andaba a pie a diario casi todo el pueblo, de casa en casa, en horario fijo como el tic tac de un antiguo reloj de pared,  sin detener la marcha.  
Ya hubiera traspasado los cien años llena de vida y amor maternal. A ella la trajo al mundo su progenitora cuando la Iglesia Católica conmemora el día de Nuestra Señora de la Misericordia. Las personas de su generación que aun existen y que la conocieron  pueden rubricar fácilmente  la trayectoria y el discurrir de vida de esta señora, mucho  mejor que quien escribe.
Se le tuvo como la primera enfermera villacurana graduada con título otorgado por una institución  reconocida, dentro y fuera de país, egresada de la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja de Venezuela con sede en la ciudad de Maracay, estado Aragua, profesión que siempre desempeñó a la orden del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, concretamente en la Unidad de  Maternidad de Villa de Cura, hasta ocurrir su jubilación. La Sanidad en ese tiempo funcionó en una casa de alto de estilo colonial ubicada por la calle Blanca ( hoy calle Miranda). La casona quedó después en el archivo de los que escriben la historia  como “La Casa de Las Matos”,  frente a la conocida empresa tipográfica Editorial Miranda. 
El  primer director que tuvo la citada Maternidad fue el galeno  merideño doctor Manuel F. Rondón, testigo de la ejemplar vida de Anitica Pérez. Entre los otros fundadores que estuvieron en campaña hasta logar esta dependencia de servicio social para Villa de Cura, y que posteriormente le dieron impulso para sostenerla  a partir de 1943, el año de su creación, se mencionan a cuatro distinguidas personalidades de pensamiento y acción. :Ellos fueron la citada Ana Pérez Suárez, el médico Francisco López, el doctor Manuel F. Rondón y el comerciante mayorista don Juan Pablo Álvarez Rodríguez..
La señora ANITICA fue una mujer sencilla, humilde, pilar y horcón -partera y enfermera- y nunca se cansó en aquel ayer lejano de traer hijos ajenos al mundo entre sus manos tiernas como las de una niña. Todos sabíamos de su pobreza. Además de ejercer su oficio de enfermera y partera se dedicó a la tarea de aplicar inyecciones de casa en casa,  ricos o pobres, sin importar la distancia, cualesquier día y  hora en que fuera requerida con el fin de cumplir cabalmente su misión.   
Entonces no era nada extraño verla caminar como una incansable peregrina bajo el sol y el polvo las antiguas calles de Villa de Cura, ataviada  con su uniforme blanco de enfermera y una pulcra bandeja de peltre en la mano donde llevaba su instrumentación de trabajo. Su objetivo fue  cumplir sin una queja, con los planes de vacunación del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social a domicilio, o de atender el riguroso tratamiento de un paciente delicado en su propio aposento y de llevar siempre un poco de esperanza a los familiares. 
Miles de niños  hembras y varones nacidos en Villa de Cura en la clara luz del sol de un mediodía, o en la oscura noche  vinieron al mundo en las delicadas manos de esta gran mujer. Aparte de eso, también llegaron en sus cálidas manos cientos de nacidos en la Maternidad y el Centro de Salud de la amable población de Cagua, donde ella también prestó sus valiosos servicios, y donde aprovechó para dejar  muchas enseñanzas a las generación que le sucedieron..
Tengo un cuento en la boca sin pena ni verguenza. Fue la ocasión en que yo la tuve más cerca en tiempos de calentura y resfriado. Contemporánea y amiga con mi mamá. Apenas oía que nuestra madre mencionaba su nombre y veía que ella entraba a casa, yo corría inmediatamente a refugiarme al fondo del patio. Más aún, le tenía miedo cuando  la veía  cargando una jeringa como si fuera una pluma fuente...Pero después que pasaba el dolor y la fiebre, centrado en mi inocencia decía: ¿Como hago para dejar de quererla?... Estas vivencias de cuando yo tenía doce años  fue una de las razones que me indujeron a escribir esta crónica, seguir su huella y  recordar su inmortal recorrido por la vida. 
Así era ella, la enfermera Anitica, en los últimos días que la tuvimos de frente, con todo su brillo, su mirada inteligente, llena de bondad, tal como la retrató el lente de la cámara de  José Seijas, Aunque pasen los años siempre será recordada tal como la retraté en mi memoria. De contextura media, su piel ya plisada, su mirada firme, luminosa, una leve sonrisa dibujada en su cara,  su cabello ya nevado, blanco como espuma de ubre de recién ordeño, y una aureola de bendiciones en su pecho.
        . ¡Que Dios la tenga en la Gloria!

La Villa de San Luis, 22 de septiembre 2019

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