Por Oscar Carrasquel
La mente es capaz de comprender todo lo que dolorosamente sucede en nuestro entorno y lo que estuviera por
venir, pero lo que no es fácil ni sencillo es que el corazón pueda comprender la
implacabilidad de la muerte de un amigo o de un familiar.
Hace un año le tocó
el turno despedirse del sendero de la vida a nuestro querido amigo Nelson Álvarez, el vecino del frente . "El hermano", como a él le gustaba llamar y que lo llamaran, el de la casa cerrada de rejas amarillas de la calle Comercio. Un hombre singular, trabajador y emprendedor hasta que Dios detuvo su ultimo respiro. Luchó y trabajó bastante al
lado de su padre quien además de militar fue productor agropecuario. Nelson fue un consecuente y amoroso padre de familia.
El "hermano Nelson" conoció todo
lo bueno, y lo no tan bueno de la vida. Aprendió con su padre el trabajo de campo. En los años frescos de su existencia trabajó como maestro de escuela en el área rural allá en la Sierra del Sur donde dejó sus enseñanzas. En su casa de campo funcionaba una escuelita rural.
Había días en que, sin poder sentir sus
pasos dejaba oír sus ráfagas de risa por entre el enrejado de su casa. Tenía una vozarrón que se escuchaba lejos.Su voz sonaba duro cariñosa a la
vez. Las veces cuando lo veíamos nos saludábamos
con afecto de !Hermano!, como el acostumbraba a tratar a todo el
mundo que consideraba su amigo, lo que en él era muy común, y uno en verdad lo
veía como un familiar cercano. Guardamos aparte, en el lado del corazón su trato
maravilloso y emocionado.
Un día
cualquiera salía de viaje manejando su camioneta Wyllis de estacas y remontaba
para Santa Rosa del Sur donde trabajaba su parcela. “Voy pa´el cerro hermano, vayámonos, me decía, y
regresamos el otro día", sin importarle las condiciones climáticas. Pasaba
tiempo sin ver a don Oldman Botello y a su hermano Pedro Botello pero siempre preguntaba por ellos, muchas veces coincidíamos todos y platicábamos, su amistad era amplia y generosa.
Hace mas de un año algunas personas que eran sus clientes habituales sin saberlo, llegaban a
preguntar por el vendedor de café procesado. Su café molido en casa era de primera. Allí vendía también maíz listo para preparar cachapas. Nelson hizo muchas y buenas relaciones de amistad con todo el mundo.
Un vacío inmenso de profundo dolor sentimos dentro del corazón hace un año por la despedida de este amigo de fecundas evocaciones. Ese día 29 de marzo de 2020 bien temprano al levantarnos, sentimos la amargura de
unas cuantas lagrimas. Ya sabíamos de los achaques de su enfermedad
de diabetes que no pudo vencer, y le arremetió la vida, y por el dolor que nos deja la ausencia el buen amigo y compañero. La muerte se lo llevó vencido.
Dios hizo transportar bien lejos su vozarrón y su risa de buen tono, quizás se la
llevó la brisa o se fue detrás del vuelo de una golondrina de verano. Descansa en paz Hermano, que Dios
te dé el lugar preponderante que te mereces en el cielo.
Renovamos hoy en el primer aniversario de su despedida nuestra
palabra de hondo pesar a nombre de toda la familia a su viuda,
hijos, amigos y demás familiares.
La Villa de
San Luis/2021
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