jueves, 10 de enero de 2019

SEMBLANZA DE DON MATÍAS RODRÍGUEZ UN VILLACURANO EJEMPLAR


SEMBLANZA DE DON MATÍAS RODRÍGUEZ EJEMPLAR CIUDADANO

Por Oscar Carrasquel

Entre ese desfile de personajes simbólicos que han surgido de esta noble tierra de Villa de Cura,  escarbando las raíces de nuestro pueblo nos encontramos en la memoria con la figura de don Matías Rodríguez, el cual por sus innumerables virtudes humanas  se sembró en el sentimiento y afecto colectivo. Fue de aquellos ciudadanos que tuvieron en suerte vivir una época distinta. Eran aquellos que veíamos en su diario trajinar sin retroceder ni desviar una pizca su camino. Antes de clarear el día ya andaban en la calle buscando que hacer. Llegar bien temprano y puntualmente a su puesto de trabajo era su norma de conducta. En la conciencia de cada uno de ellos latía la convicción de que eran legítimos servidores públicos y se debían a su gente. Corrían entonces la década de los años cincuenta.

Recuerdo el entusiasmo conque en estos días  se lo refería hablando en una especie de remembranza con mi vecino y amigo Pedro Botello, a quien  detuvimos un día en la calle para que nos diera información sobre el personaje. Hablamos que don Matías Rodriguez fue una de esas personas serias con aptitudes dignas de ser valoradas por su honradez y verticalidad reconocida. 

Puede decirse con justicia y sin temor a equivocarse que don Matías Rodríguez, en el desempeño del trabajo que le toco realizar y en su actitud ante la vida, fue un hombre suficientemente formal, responsable, decente, callado, meticuloso al vestir, cualidades que le distinguieron. Así tuvimos la suerte de conocer en nuestra juventud a este hombre honrado y cabal. 

Angel Matías Rodríguez Sumoza nació en la parroquia Las Mercedes jurisdicción del entonces llamado Distrito Zamora del estado Aragua el 2 de marzo de 1930. En sus pasos infantiles cursó hasta sexto grado en las aulas de la escuela Arístides Rojas de Villa de Cura  con notables maestros como don Víctor Ángel Hernández, quien con el correr de loa años va a ser también su maestro musical.  Hasta allí no llegó su fase de formación educativa ya que pudo estudiar y graduarse en la especialidad de Contabilista en la ciudad de Caracas. Después de llegar a ser un hombre hecho y derecho fue que avanzó en una sola dirección, con  el añadido de más de tres décadas de servicios prestados a la administración pública.

Se caracterizaba por su manera de manejarse eficientemente como escribiente, poseedor de una clara y cursiva caligrafía. En el Ministerio del Interior en Identificación fue rotando prácticamente por todas dependencias de servicio y finalmente le tocó asumir el cargo de Jefe de la Oficina de Identificación y Extranjería en la ciudad de San Juan de los Morros. Fueron más de tres décadas en esto, cuyo cometido llevó a cabo en ese ir y venir cotidianamente desde Villa de Cura con destino a San Juan de los Morros donde se le quería y se sigue recordando en muchos sectores de aquella ciudad.

Don Matías, además  de su sencillez fue un caballero muy cuidadoso al vestir y muy decente en el trato personal, por eso se ganó la consideración y el respeto de sus superiores y también de sus conciudadanos,  muy conocido tanto en La Villa como en la capital del estado Guárico, allí estaba siempre el hombre viviendo sus vicisitudes en el terreno de su labor.

Desde la Oficina de Identificación de aquella ciudad llanera le sirvió a mucha gente que acudía en busca de su ayuda para los trámites en esa dependencia, sirviendo con probidad, esmero y sencillez a la comunidad. Eran aquellos tiempos en que te respondían los “buenos días” y se decía “con su permiso”. Nunca se escuchaba en ninguna oficina de servicio público la frase retrechera casi común en algunos de “cuanto hay pa`eso”.

Cuando era joven además de su largo periplo como empleado publico, su gusto vocacional por la música fue también como un complemento en su existencia, se nutrió de la experiencia y conocimientos del violinista y director de orquesta don Víctor Ángel Hernández, de quien se instruyó  hasta formarse como trompetista. Aprendió también a ejecutar el saxofón bajo la batuta del profesor Germán Cordero Padrón en la Escuela de Música “Rafael Hernández León” fundada en la época en de Villa de Cura;  como es sabido hay que tener vocación para aprender este arte y Matías la tenía de sobra. Cuando eso la ciudad era apenas  un pequeño ámbito pueblerino.

Desde cuando era un joven ya formado, en los días y horas de solaz descanso, cuentan muchas personas vecinos que lo escuchaban ensayar  su instrumento  por entre los solares de empalizadas,  entretenidas las familias con sus interpretaciones en los viejos corredores de las casas de la vecindad.

Don Matías Rodríguez provenía de una familia humilde. Lo trajo al mundo doña  Ramona María Sumoza Reina de Rodríguez, su padre fue don Leonardo Rodríguez González. Resta decir algo muy importante; desde que era un párvulo supo de los cuidados y crianza de su abuela materna doña Josefa Antonia Reina de Sumoza, de familia arraigada en la hermosa y pintoresca comunidad de Nuestra Señora de Las Mercedes.

Don Matías  tuvo tres hermanos varones: Ángel Alfonzo Rodriguez, Ángel Matías Rodriguez y el menor Jesús del Socorro Rodriguez "Chuito". todos ya fallecidos. "Chuito"  fue comerciante, fotógrafo, coleccionista de objetos antiguos y cineasta, reforzado con la venta discos. El maestro clave que le inculcó el arte  fue el señor José Girlando.

La música le viene a nuestro personaje por herencia  que pasa por una cantera de músicos. Los Rodriguez estuvieron emparentados con el maestro Salvador Rodríguez, el cual  como es sabido ejecutaba maravillosamente el arpa y el joropo aragueño  y cautivó con sus composiciones e interpretaciones los estados centrales  Miranda, Carabobo, Aragua y el Distrito Capital.

Ángel Matías Rodriguez Sumoza contrajo nupcias con la villacurana Petra Matilde Aranda Girón de Rodríguez, de la unión de ambos nacieron cuatro hijos, dos varones y dos hembras.  Matías Enrique, es el mayor,  Ingeniero Petrolero graduado en EEUU, uno de los beneficiarios de las becas  de la célebre fundación creada durante el mandato de Carlos Andrés Pérez denominada “Gran Mariscal de Ayacucho”. Desde hace muchos años está residenciado en los Estados Unidos. Le sigue  Asdrúbal Armando y luego Enilda Yakelin, graduada de Ingeniero Agrónomo y Doctora en Educación; y por último Solange Rodríguez Aranda, de profesión abogado.  Fue un dedicado y responsable padre de familia que supo combinar su función de trabajo de viajes constantes a otra ciudad, con la obligación de formar y darle una imperecedera educación  a sus hijos. Su viuda doña Petra Matilde Aranda vive gracias a Dios con la majestuosidad y el arrullo del paisaje villacurano.

Los nietos de Matías Rodríguez son Jacqueline Sophia, de nacionalidad norteamericana, hija de Matías Enrique, y Alejandro, hijo de Asdrúbal Armando, médico de profesión actualmente viviendo en España,  este año 2019 cursando un posgrado en la Universidad de Salamanca. 

Don Matías Rodríguez fue un hombre perseverante con una extraordinaria hoja de servicio.  Tanto sus facultades corporales como su salud fueron disminuyendo, fuimos informados que un infarto fulminante acabó con su existencia. Dios decidió el final de sus luchas a la edad de 76 años cumplidos el 29 de enero de 2006 en Villa de Cura, la ciudad todavía discreta, la ciudad que junto a San Juan de los Morros fue parte de su batallar en la vida y el espacio que tanto amó. Nuestra razón de este escrito fue rendirle un homenaje de admiración y recordación a este ciudadano ejemplar.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, enero 2019
Fotos tomadas del álbum familiar
Reconocimiento: Al señor Pedro Botello que fue vena comunicante con la familia 
Diagramación y publicación Ramón Alfredo Corniel.












 

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