¿Cuántos recuerdos juntos nos trajo hoy a la
memoria Celso Valera?. Un hombre de una movilidad comercial
sorprendente. Era el vendedor a pregón del típico Templón. Fue uno de esos sencillos
y particulares personajes de la Villa de San Luís, nacido en el sector Campo Alegre, un paraje solitario donde corren libremente los arroyos, ubicado a la orilla de la carretera hacia San Juan de los Morros. En la época que le conocimos vivía en el sector La Represa donde fue criado y cosechó muchas
amistades.
En aquellos tiempos desde cuando la mañana abría su claridad, en las
tardes, o en pleno mediodía, cuando los rayos de sol parecían meterse dentro de los ojos, era frecuente el tránsito por todas partes de don Celso Valera, con un azafate
de madera sobre el hombro derecho. No llevaba otra cosa que una
camada de templones , pregonando por las calles de la ciudad la venta
de ese confite.
¡Teeemplón…Teeemplón…Teemplón…!
Hace algunos años fueron varias
las ocasiones –hasta tres veces por día- veíamos pasar a este caballero por el
frente de la calle Comercio en el sector Las Tablitas, con su estridente pregón a flor de labios y la
muchachada atrás que salían de las escuelas a encontrarlo.
El típico dulce es nombrado Templón,
a veces Rúscano o también Aliado, es indistinto el nombre que se le da a este popular dulce casero de incomparable sabor, de forma alargada y color amarillo pálido,
revolcado en harina, muy conocido por los paladares desde tiempos inmemorables. Quiero que tomemos en cuenta que en la década del cuarenta quien acumuló fama como hacedora de Ruscanos fue doña Raimunda Esaa de Nieves, vecina del barrio Las Tablitas..
Además de lo contado en los tiempos modernistas lo fabricaba un familiar de don Celso, una dulce matrona llamada Josefina
Valera quien era especialista en animar a los paladares, ella era quien surtía de Templón al pregonero. La
mencionada repostera tenía su domicilio
en la calle Bolívar, cruce con Leopoldo Tosta, cerca de la casa del Santo
Sepulcro.
Como es de recordar este popular
dulce se obtiene de mezclar papelón rayado con harina de trigo,
esencia de vainilla y se le agrega el tuétano de pata de ganado, y luego se le
da cocción hasta que llega a su punto, allí en realidad en este último paso es donde
está el secreto de la cuestión. Es de consistencia gelatinosa. Delicioso.
Lo cierto que en La Villa nunca vimos a don Celso desarrollar un trabajo diferente, desde que era mozo hasta que fue un hombre formado se dedicó a la venta ambulante de este tradicional dulce criollo con una elocuencia verbal que todavía resuena en nuestros oídos...Lo bastante extraño es que se haya silenciado la voz y el taconear de este popular vendedor de templón..
Lo cierto que en La Villa nunca vimos a don Celso desarrollar un trabajo diferente, desde que era mozo hasta que fue un hombre formado se dedicó a la venta ambulante de este tradicional dulce criollo con una elocuencia verbal que todavía resuena en nuestros oídos...Lo bastante extraño es que se haya silenciado la voz y el taconear de este popular vendedor de templón..
A don Celso Valera lo conocimos como un hombre amigable, serio, pero siempre dibujando en su rostro una sonrisa para todas las alegrías cuando le dejaban vacío el canasto, y entonces se retiraba a buscar otro viaje de Templón.
Oscar Carrasquel .La Villa de San Luis 2019/ Reeditado 2021
Muchísimas gracias Sr. Oscar hermosas palabras q describen a mi abuelo, es lindo saber q aun lo recuerdan. El motivo x el cual ya no se lo ve en las bellas calles de villa de cura, es xq ya mi abuelito descansa (Falleció).
ResponderBorrarQue dios lo tenga en su santa gloria
ResponderBorrarPoeta Oscar, qué importante la labor que realiza rescatando los rostros y microhistorias que forman parte de la identidad de nuestra querida Villa de Cura. Una labor loable de cuyos frutos esperemos podamos disfrutar por largo tiempo. Muchas gracias.
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