Foto referencia. bajada de Internet
Por Oscar Carrasquel
Todos los honores este día de los cristianos católicos a San Ramón Nonato, patrono de las parteras y de las parturientas. Español, nacido hacia 1200. Dicen que fue extraído con una daga del vientre materno después de muerta la madre.
Antes que desapareciera lo antiguo de nuestro lar nativo, en cualquier casa de familia, pobre o rica, no existía momento de mayor expectativa y emoción que el día del nacimiento de un bebé. Mayor era la alegría si la madre era primeriza. El día de mayor gozo en una familia era cuando se oía de sus labios que se encontraba encinta. La noticia corría con fuerza entre los familiares y por todo el vecindario.
Obviamente, en aquella lejana época no había en Venezuela tanto adelanto, no se conocía la "Ecografía·, ni lo que llama la ciencia médica "Análisis Lorgen", usado hoy por hoy para determinar el sexo en un embarazo. En aquellos lejanos tiempos nunca jamás se oía pronunciar la palabra "Cesárea".
El octavo y noveno mes la casa se convertía en carrera y en una colmena de oración. La mayoría de las veces quien primero daba un acertado y confiado pronóstico era la mujer de confianza designada para el acompañamiento del parto, es decir la partera o comadrona. En Villa de Cura se hablaba en la época de doña Ana Pérez Suárez, mejor conocida como "Mamá Anitica", que ejerció toda su vida como enfermera partera graduada. Una leyenda como comadronas de prestigio en los años 50 fueron también la siempre mítica Juana Méndez, Fulgencia Izaguirre Quero, Josefina Naranjo, Maruja Escorihuela, y Alejandrita Castillo. Se sabe que la comunidad de El Cortijo en el Valle de Tucutunemo tuvo como comadronas y enfermeras de oficio a las señoras Columba Garboza y Josefina Martínez. En la Parroquia Las Mercedes era atendida por las señoras Loreta Díaz de Belmonte y María de Jesús Pérez Morales, madres ante todo de entrega absoluta.
La Comadrona sabía palpando el perfil de la paciente y la circunferencia de la barriga distinguir si la criatura iba a nacer hembra o varón, obviamente de ello solo estaba al corriente Dios. Era tanta la expectativa que el caso se ventilaba entre familiares y personas cercanos que se reunían en casa. Por sólo pronosticar el sexo del bebe por nacer se formulaban apuestas tontas entre los presentes. No se sabe por qué razón, pero las mujeres siempre eran las más curiosas y con un grado de emoción superior a la del hombre.
En la mayoría de los casos la jugada consistía en votar y ofrecer una cena a cualquier hora de la noche. Detrás de todo aquel murmullo de apuestas venia el beneficio de dos gallinas que habían dejado de poner, las más crecidas y gordas del corral y un gallo que ya no cubría; o bien el sacrificio de una cochina horra enchiquerada en el patio engordada para tal fin. Lo cierto es que todo el mundo en la casa estaba preparado para vivir el especial momento.
Los presentes murmuran y se lanzan ansiosas miradas, pendientes cuando la comadrona terminara su trabajo y saliera de la habitación con la noticia por todos esperada, especialmente sobre el sexo del recién o la recién nacida.
La próxima en enterarse de la esperada noticia es la madre de la criatura. La comadrona sin decir palabras, eleva frente a ella la criatura con las piernitas en alto y le manda la primera nalgada, y detrás, se oye el primer lloro que estremecía la habitación.
Euforia, abrazos, besos, brindis, carreras a dar la noticia por el vecindario. Era el momento culminante cuando familiares y curiosos se dirigen al santuario a orar, a dar las gracias a un cuadro del Corazón de Jesús con un cirio encendido sobre una mesita. La tía dirige la mirada a un vidrio donde está confinado el maravilloso "Almanaque Rojas Hermanos”, con la finalidad de investigar el nombre que llevaría el bebé de acuerdo con el santoral católico del día, y salir en carrerón a llevar la noticia de primero, y al mismo tiempo rebuscar en una alacena una botella de vino "La Sagrada familia" ya comenzado, para brindar.
En Villa de Cura cuando corría la mitad del año 38 fue la novedad, a una cuadra del sendero por donde pasaban en tropel los arreos de ganado para la sabana. Ya han transcurrido ocho décadas de aquella vez cuando era de noche, llovía recio y tronaba porque eran meses de invierno, cuando empezamos a beber el néctar de la vida y la Comadrona la señora Amparo salía de casa a pasos apresurados pues debía traer otra criatura al mundo.... Una vez, mi mamá que en paz descanse, pobre de recursos, pero sin saborear lo ácido de las penurias de los nuevos tiempos. Sentada una noche de frío en la orilla de mi cama me relató cómo fue el ocasional momento.
Si así naciste tú?. ! Enhorabuena! Feliz día de San Ramón
La Villa de San Luis, 31 agosto 2018
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