miércoles, 7 de agosto de 2019

LAS SILLAS DE MONTAR A CABALLO VILLACURANAS CONQUISTAN EL LLANO VENEZOLANO Y OTROS PAÍSES


El jinete sobre el caballo es un símbolo del arte de la talabartería. La escultura adorna la fachada de una de una importantes tiendas de productos talabarteros en Villa de Cura.


Por Oscar Carrasquel
                                                                                                 

Nuestro afán en los días ha estado en ponderar a esta ciudad tricentenaria que ha sido testigo del trabajo de aquellos inteligentes hombres de dimensiones heroicas que trabajaron el arte de la talabartería, desde cuando La Villa era un pueblo casi desierto, pero que su pequeña economía se sustentaba en la industria talabartera,  pues como es sabido,  estaba también el comercio ganadero, la agricultura, la alpargatería y las fabricas de tejas. 

Yo  me acuerdo que de vez en cuando llegaban gente de dinero de los llanos guariqueños y apureños, dueños de hatos y comerciantes con sus vehículos y los cargaban de sillas para montar a caballo y demás aperaje, suministro de las fabricas de  Villa de Cura. Desde hace algunos años se ha visto reducida la fabricación a mano, creemos que es debido a la moderna tecnología  y en especial por la situación económica y sanitaria por la cual pasamos. Sin embargo existen diversas tiendas especializadas para  exposición y venta de estos productos.

Nada mejor y  satisfactorio para el dueño de una talabartería de antes que entregar una silla de montar bien hecha, labradas a mano. La silla tenía que pasar primero por la vista y la mente  del propietario antes de salir al mercado.. Sin lugar a exageración a Villa de Cura tiene  preponderancia como  el lugar  donde se fabrica la mejor silla para montar a caballo de toda Venezuela.

Yo que viví muchos años en el llano central y occidental, recuerdo cuando un hombre de aquellos de la sabana, manifestaba con orgullo que su remonta llevaba marca de fábrica villaccurana.. 

La más importante empresa encargada del suministro del cuero para las talabarterías de La Villa, ya curtido y listo para trabajarlo, en pequeña y gran escala, se llamaba Tenería El Águila, que estaba ubicada al comienzo de la recta de Cagua, sentido hacienda Casupito-La Encrucijada, hoy de puerta cerrada.

Los más connotados fabricantes que se conocieron a mitad del siglo pasado fueron en primer lugar La Talabartería de don Josè Reyes en la calle Blanca (hoy Miranda). La de don Francisco José Pérez Rodríguez, en plena calle Real. En la calle Comercio  la talabartería de don Antonio Rivas Vegas (colombiano). Al lado quedaba  la antigua  “Talabartería Venezuela” la más grande y relevante de todas, fundada en 1925 por don  Juancho Cabrera , quien también abrió una fabrica de chinelas (calzado) suela-goma. Don Juancho fue primer proveedor de productos de talabartería  de la gran firma Saldivia y Compañía, comercio de libaneses que tenía su sede en la ciudad de Barquisimeto. 
La Talabartería de don Carlos Villalobos empezó a dar ejemplo en los años 60-70  distribuidora para todo el país de todo lo relacionado con el caballo. Especialista en la elaboración y venta de otros artículos con cuero como cinturones, carteras, maletines, etc.


  Reinal Silvera. Foto cortesía de su hija Nelly Silvera

Don Reinaldo Silvera, fue después creador de otra industria muy importante también con el nombre de “Talabartería Venezuela”, situada en el callejón 3 del barrio Las Tablitas, incluso llegó a comerciar en países hispanoamericanos. El historiador Oldman Botello recién salido de la adolescencia fue vendedor y agente viajero de esta factoría satisfaciendo el comercio del llano. Como es sabido Talabartería Venezuela en la actualidad una de las talabarterías mas importantes en la fabricación de artículos en cuero..La industria talabartera le debe mucho al maestro Reinaldo Silvera quien además dejó huellas como formador de artesanos, su factoría era como una escuela de muchos discípulos..El legado lo siguen los hijos de don Reinaldo que ahora llevan las riendas de la firma.. 


Francisco J. Pérez Rodríguez. Foto sin crédito

Una de las empresas del ramo que empezó a dar ejemplo en La Villa fue el taller de talabartería de don Francisco J. Pérez Rodríguez, una de las más grandes y antiguas que empleaba mayor número de trabajadores, reconocida en toda Venezuela y en el exterior. Hubo un año que fue distinguido  con un pergamino por la Presidencia de la República, por haber confeccionado una reproducción exacta de la silla que usaba el caballo de El Libertador; del mismo diseño, tamaño y los mismos accesorios. La pieza fue colocada en un salón expositivo  en el Museo de Transporte de la ciudad de Caracas fundado en 1970. El único museo de su tipo en Venezuela y Latinoamérica. Este especial acontecimiento fue motivo de júbilo reseñado por los más importantes medios impresos de Caracas.

De grata recordación es la talabartería de Don  Félix Montaña, un hombre alegre, juguetón, de convivencia respetuosa, sabía  desempeñar perfectamente  el oficio.  Estableció su  taller en un cuartucho al lado del conocido almacén de víveres de don Norberto Ramón Vásquez (su cuñado) ubicado en la calle Comercio. Comerciaba sus productos para el llano guariqueño y apureño, directamente o por medio de un agente viajero de dicho almacén.

Estas importantes factorías eran como una especie de escuela donde se formaban  operarios jóvenes en el arte. Es bueno señalar que entre los más expertos artesanos de tiempos antiguos en Villa de Cura se recuerdan a: Enrique Pérez, Jesús Pérez, Alcides Álvarez, Urbano Padilla, Reinaldo Silvera,  Félix Montaña, Heriberto Parra, José Reyes, Rafael Êxime, el Negro Nieves Cabrera,  Carlos Flores, Bernabé Colmenares, Carlos Colmenares, Lucio Pérez, Tomás Anzola, Cruz Parra, entre muchos que después se formaron . La lista es muy larga.

Los modelos de silla  íntegramente elaboradas  a mano eran diversos, fueron las más conocidas los siguientes estilos: la "llanera" para trabajo de vaquería; la "especial" para el deporte del coleo; la "chocontana americana"; la "mexicana"; la "tejana"; una "clásica" para montar caballos de paseo.Los artesanos villacuranos aprendieron a fabricar el "sillín" especial para montar caballos  pura sangre de carrera en  los hipódromos de Caracas, Valencia y Maracaibo. Los mismos hockeys la venían a encargar a La Villa. Estas expertos hacían manualmente de todo, correa, roseta, cabezà, jáquima,  y cualquier adorno fabricado en cuero. Y la silla completa.

No hay que soslayar que Villa de Cura contó en los años 50-60-70  con el más grande taller artesanal de fabricación de fustes en Venezuela. Este armazón es  como decir la columna dorsal de una montura.  Su propietario fue el finado don Hermógenes Rodríguez, el galpón estaba ubicado en la calle Doctor Manzo casi llegando a la calle Páez.
 
También en la misma época era fabricante de fustes don Román Hinojosa, en su taller de herrería, a la vez  de dedicaba a ka reparación de carretas la dirección era entre la calle Dr Morales y Comercio. Entre esa gama de importantes artesanos escofinadores en la fabricas de fustes de Villa de Cura se cuentan: Víctor Rojas Esàa "washington", Josè Rodríguez, hijo de don Hermógenes, por cariño sus amigos lo llamaban  "grillo”, quien en el patio de su casa en el callejón 2 de Las Tablitas armó su propio taller; don Miguel Peña, Miguel Ángel Peña,  Félix Peña “Lefis”, Félix González “el niño”, Antonio Izaya "el mono”, don Luis Albert y otros.

Las viejas talabarterías arriba nombradas distribuían el producto para los estados llaneros, para el occidente, Margarita, Zulia y estados orientales, además las sillas hechas en La Villa fueron enviadas al exterior. El artesano villacurano don Enrique Pérez, nos refirió en una entrevista la vez que hizo un encargo para la República de Argentina y otras naciones suramericanas.
Villa de Cura sigue dando qué hablar en esta materia. A pesar de como ha cambiado la situación hay comercios que la producen en gran escala para exhibición y venta, pero ahora  con un conjunto de técnicas modernas.. Para defenderse producen también, maletines, neceseres, carteras, cinturones, calzados,  llaveros, etc.  Aquel forastero que lo quiera comprobar puede darse una vueltica por Los Colorados, por  la calle del Comercio, o bien por la avenida Lisandro Hernández o carretera troncal vía San Juan de los Morros, donde seguro encontrará en cada esquina, entusiastas  proveedores que le atenderán con  confianza sus pedidos.

En la periferia de la ciudad existieron también operarios que trabajaban en sus propios hogares. Estas grandes y pequeñas factorías absorbieron decenas de trabajadores directos, pero esta afirmación es cosa del pasado. Ojalá hiciéramos  un esfuerzo por tratar de revivir completamente la industria talabartera en nuestro pueblo.
"Las calles y avenidas de Villa de Cura siempre están olorosas a cuero curtido de talabarterías", palabras expresadas por el poeta Aquiles Nazoa en su bibliografía.

Cualquier día que se le antoje a  propios y viajantes que utilizan la carretera nacional (Avenida Lisandro Hernández), pueden observar al frente de las ttiendad, o en la terraza de cada negocio talabartero, la escultura de un caballo del mismo tamaño a uno de verdad,  con todos sus aparejos, como elemento simbólico el arte en Villa de Cura, lo cual es motivo de atracción para los viajantes.

Nos hemos expresado con franqueza y con verdadero orgullo,  sobre una industria que enorgullece a la  apacible tierra nativa, que por décadas se ha constituido como la mas grande proveedora de este producto de toda Venezuela. Todavía es así (aunque no como antes)... Para ello  ha sido vital el esfuerzo  del hombre progresista y trabajador que hoy por hoy,sigue poniendo su empeño  a pesar de todas las vicisitudes.
 
Como Villa de Cura es un icono venezolana en la fabricación de artículos para el caballo, quedaría muy bello en la entrada de la ciudad, una escultura en un pedestal alusiva al caballo como símbolo oficial y figura de atracción turística de la ciudad tricentenaria. 


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis,  julio 2019







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