“Tango que me hiciste mal y sin embargo quiero...”
Por Oscar Carrasquel
Eran aquellos
tiempos cuando la vieja comunidad de Nuestra Señora Las Mercedes de Villa de Cura era
un poco más pequeña y por supuesto con una población más reducida, atravesada de norte a sur, como si fuese por una lanza, por la calle doctor Jaime Bosch, Había primero que llegar al sitio conocido como las "Cuatro Esquinas" y pasar frente a la Iglesia de Las Mercedes para uno llegar hasta el caserío. Era como un Camino Real vital para pasar al valle de Tucutunemo. El recuerdo de aquellos días vuelve a arroparnos.
De vida apacible este caserío y de gente muy laboriosa, la brisa soplaba desde la parte Este y con ganas estremecía las ramas de los samanes en los solares de las casas de la sutil comunidad, con sus orillas olorosas a greda de Tejerías y tufo de botiquines.
De vida apacible este caserío y de gente muy laboriosa, la brisa soplaba desde la parte Este y con ganas estremecía las ramas de los samanes en los solares de las casas de la sutil comunidad, con sus orillas olorosas a greda de Tejerías y tufo de botiquines.
Hasta las
últimas viviendas de bahareque llegaba el eco de la música
argentina de la Rokola del famoso botiquín “TANGO BAR” de nuestro siempre
recordado amigo JOSÉ PÉREZ. El negocio al igual que el de su vecino el botiquin de "Ruñío" llamaba mucho la atención y eran muy visitados; tenía tres puertas de entrada, dos por
la calle Jaime Bosch, y una por la callejuela que va al remanso del río
Tucutunemo.
El juglar Josè Pèrez había
nacido en Villa de Cura en el barrio Las Tablitas el 18 de octubre de 1925. Era
hijo natural de don Ramón Rodríguez, mejor conocido en la comunidad como "Ramòn El Lotero", en doña Marìa Cecilia Pèrez. La pareja levantò cinco hijos mas: Josefa, Carmen Elena, Crispín, Julio y Teresa Pérez.
Se arraigó la mayor parte de su vida en el sector de Las Tablitas pero al parecer fue en Las Mercedes donde mujeres le juraron al gordo el primer amor y oyó por primera vez un “Te quiero”, después con el correr del tiempo oiría la misma frase una cantidad de veces. En sus tiempos mozos fue un hombre trabajador y luchador con ahínco.
Se arraigó la mayor parte de su vida en el sector de Las Tablitas pero al parecer fue en Las Mercedes donde mujeres le juraron al gordo el primer amor y oyó por primera vez un “Te quiero”, después con el correr del tiempo oiría la misma frase una cantidad de veces. En sus tiempos mozos fue un hombre trabajador y luchador con ahínco.
La abnegada
mujer que logró llevarlo al altar sobrevive en nuestra comunidad, se llama Gladys Padrón de Pérez, hija de la reconocida maestra dulcera doña Carlina Padrón. El matrimonio tuvo un solo hijo
que lleva por nombre Antonio José Pérez Padrón, Psicólogo Clínico, combina su profesión con la música, creador de grupos en Villa de Cura y Caracas.
En la vieja
rokola RCA Víctor, recostada a un rincón del TANGO BAR puyaban canciones los
clientes que iban llegando a platicar o jugar dominó y partidas de bolas
criollas. No me lo contaron, sino que lo ví con mis propios ojos, la selección era como una explosión de pura música gaucha. No
había música de otros estilos. Aquel bar era un rinconcito romántico, como una especie de peña de personas que les
gustaba disfrutar la música rioplatense.
Abría su negocio todos los días. A menudo la
cantina TANGO BAR recibía la visita de una profusión de voces de tangueros
villacuranos acompañados de guitarristas, entre los cuales cabe mencionar a José
Chacìn “Gardelito”, el poeta Vinicio Jaén Landa, Ramón María Acosta, el doctor
Eladio Lovera, Juan Alayòn, Julio “El Che” Martínez, Teobaldo Parra, Agustín Ascanio, Antonio Martínez
Santaella, el cantor de tangos Martín González, Antonio Tamiche, Andrés Delgado “El gallo”,
entre otros. Hubo un día en una fiesta de nuestra Señora de Las Mercedes de fines de septiembre, el tanguero Vinicio Jaèn
arrimó al bar a un músico de apellido Di Maggio, traído de la ciudad de Maracay, quien era un artista tocando un
bandoneón.
JOSÉ PÉREZ fue
su nombre real y “El Moreno Porteño” su nombre artístico, apelativo que después
se oyó pronunciar en todos los escenarios donde se presentaba este cantor popular
villacurano con una calidad de voz. Este sobrenombre de faenas artísticas se lo endosó el poeta
Vinicio Jaén Landa por allá en los años 50, cuando lo presentaba en el estelar programa
“Variedades Pampas” que se radiaba todos los días a partir de las 8 de la noche
por la frecuencia de Radiodifusora La Villa. Este cantante llamado José Pérez sabía
Interpretar de todo dentro del campo de la música argentina, con el alma y corazón y la convertía en puñales.
JOSÉ PÉREZ fue
un hombre pobre pero alegre y de costumbres sanas, sabía cómo gozar la vida, se desvivía por
el canto, bohemio y parrandero. Falleció en su pueblo natal Villa de Cura el 6
de febrero de 1980; apenas había cumplido 55 años de edad. Fue un personaje muy
querido en la parroquia Las Mercedes y en el Barrio Las Tablitas; muchos sábados se lanzaba en las noches claras de luna y su canto se perdía por la polvorienta calle Páez, en su prolongación.
No se cansaron las ventanas del barrio Las Tablitas, en las tranquilas noches, y el grupo de sus amigos de oír tangos en su recia voz.
Muchas veces conversé
con José cuando visitaba el barrio donde tenía familiares, siempre manejando una bicicleta Raleig de paseo, fuimos muy amigos al igual que lo soy de su hermana Teresita, lo escuché cantar en el auditorio de la radio, en el cine El Corralón, que era donde se hacían veladas artísticas con regularidad, y en reuniones de cumpleaños, vestía sobrio, prefería siempre
una larga guayabera de color claro despidiendo un aroma de perfume Paco Rabanne en todo el ambiente.
Hace un rato
en la alta madrugada lo vi cantar como un auténtico artista argentino (me entusiasmó la
alegría de ese sueño) interpretando un tango de Carlitos Gardel; cantaba “Melodía
de Arrabal” con toda la fuerza de su alma,
acompañado del sonido de la brisa de la sabana villacurana, con sus dos brazos en alto que
parecían llegar al cielo y volvían y la alegre sonrisa de su dentadura de oro, porque "El Negro" siempre sonreía cuando cantaba, y así lo quería recordar. Poseía un inmenso repertorio de música argentina.
Así pués, la
mente y el soñar, gracias a Dios, siguen amontonando historias pequeñas que
llegan desde el alma para contar en esta marcha de la existencia, de tiempos que fueron alegres en
el terruño villacurano que nos vio nacer y crecer, con el recuerdo de aquel "Viejo barrio de mi ensueño/ El de ranchitos iguales", para recordar a nuestro barrio Las Mercedes y decirlo con letras de don Carlitos Gardel, el Morocho del Abasto.
La Villa de
San Luís, agosto 2019
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