ERNESTO ROJAS UN PERSONAJE MÍTICO 102 AÑOS DE EDAD NO ES
CUALQUIER COSA
Por Oscar Carrasquel
Cuando nos ha tocado referirnos a la producción rudimentaria
de la alpargata en Villa de Cura de mediados del siglo pasado, una de las
referencia más emblemática y honrosa es cuando nos topamos con este legendario personaje
llamado don Ernesto Rojas.
Tuve la suerte de ser su amigo, y en aquellos floridos días
de nuestra vida, a pesar de la diferencia de edad, fuimos compañeros de
parranda en alguna oportunidad. Debemos
añadir que estamos hablando de un hombre que está próximo a alcanzar 102 años
de edad. Todavía brotan cuentos y leyendas de su hábil y bien conservada
memoria.
Este hombre proviene de una estirpe bastante longeva. Ernesto
Rojas nació en Villa de Cura el 4 de julio de 1919. Hijo de don Ezequiel Gaón
de origen vasco y de la matrona villacurana doña Estefana Rojas. Los hermanos
de Ernesto fueron Juan Rojas (el popular “Juan Torero”); Ana Rojas y Marcolina
Rojas, ya fallecidos. Tiene dos hermanas por parte de padre; una reside en
Charallave estado Miranda, se llama Leonidas Gaón de 98 años de edad, la otra, Victoria
Gaón de Azuaje, fallecida de edad
avanzada.
Ernesto Rojas contrajo matrimonio en Villa de Cura en 1948 con Romelia Perdomo de Rojas, de cuya unión
procrearon a Gisela Rojas Perdomo, Gladys Josefina Rojas Perdomo, Nancy Rojas
Perdomo y Ernesto Rodrigo Rojas Perdomo. En 1998 falleció Doña Romelia Perdomo
su esposa, el apellido Perdomo es muy conocido en la calle Páez este en la
esquina El Muelle. De otra relación nacieron
Ana Emilia, Norma y Ender. Sigue una parentela muy numerosa en nietos,
biznietos y tataranietos que alegran la familia.
Ernesto desde muy joven comenzó a trabajar la alpargatería
para ayudar al sostén de la casa materna. Estudió las primeras lecciones en “El
Libro Mantilla” con una maestra preceptora, la señorita Isabel Bernal, asistía
a clases en la tarde-noche para dedicarse a trabajar el resto del día.
Juan Rafael Breto, un pionero de la alpargatería en Villa de
Cura que laboró todo el tiempo hasta su muerte en la alpargatería de don
Leandro Nieves fue quien le dio las primeras lecciones para aprender todos los
secretos de este oficio. Ernesto manifiesta que comenzó como cocedor pegando
taloneras y posteriormente ascendió a “oficial ” laborando varios años en la
alpargataría “El Abanico” de don Rafael Correa ubicada en la calle Comercio. Después
tuvo su propia alpargatería en su casa donde cortaba, cosía, rulaba y
maceteaba. En su momento trabajaron con él otros alpargateros. Trabajaba para
los negocios mayoristas en Villa de Cura, surtía al almacén de su compadre Enrique Piñero, a la alpargatería de don Rafael
María Martínez y el almacén de don Juan Pablo Álvarez Rodríguez.
Ernesto Rojas no obstante la edad tiene la mente clarita como
agua de manantial. Cuenta que en su época fueron afamados artesanos de la
alpargata en Villa de Cura, Héctor Ruíz, Julián Rojas, Lucio Agraz, Alfredo
Gutiérrez, Manuel Luna, Dimas Zambrano, Marcelino Blanco, Ignacio Borges,
Ricardo Flores, José López, Manuel Zamora, Mateo Vargas, y su compadre Jesús Maure, entre otros.
Buscando otros horizontes ya mayor dejó de realizar esta actividad y
se dedicó a comprar y vender alpargatas utilizando una camioneta
tipo panel Chevrolet, como agente viajero, comerciando la alpargata para los
pueblos del sur de Aragua y los estados
Guárico y Apure donde tenía muchos clientes. En aquellos pueblos llaneros que
visitaba, muchas veces entregaba alpargatas y a cambio recibía queso blanco, carne
de chigüire , aves de corral, pescado salado y otros rubros los cuales
comerciaba en La Villa. En sus viajes al llano lo acompañaba siempre como
ayudante Miguel Cordero a quien apodaban “Tintan”. Siempre me topaba con ellos
en Calabozo y en El Sombrero.
No hay que olvidar que en sus ratos de sano esparcimiento,
Ernesto Rojas fue un gran apasionado por el juego de bolas criollas actuando en
equipos. Bastante partidos realizó en la
cancha del bar El Samán y en el patio de bolas de don Carlos Villalobos en La
Represa. Teniendo como compañeros a Bernabelito Colmenares y su hermano Carlos “morocho” Colmenares. Muy amigo fue de
Manuel Zamora, quien desgraciadamente encontró
la muerte en un patio de bolas.
Como es de suponer ya Ernesto Rojas se encuentra retirado de esta actividad después de dedicarle 80 años de su vida, con sus limitaciones y achaques de la edad, con una pensión de “Amor
Mayor” aprobada hace tres meses que no alcanza ni para uno de los medicamentos.
El rostro se marchita naturalmente con el tiempo, pero tiene buena memoria que es algo fundamental.
En Santa Cruz de Aragua, capital del municipio José Ángel
Lamas, vive este villacurano sencillo
rodeado del calor y del cariño de una de sus hijas la señora Gladys Josefina
Rojas Perdomo de Contreras y familiares, con quien logramos conversar para
evocar algunos años, los más frescos e imborrables de la vida de esta leyenda
viviente que gracias a Dios todavía se llama Ernesto Rojas.
Sabiduría, salud y más vida te deseamos tus amigos de La
Villa, en especial de familias que habitan la calle Páez oeste, la Dr Manzo subiendo para la esquina “El Coco”
y todo el sector
de Las Tablitas y La Represa que te extrañamos.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís/2021
Foto y publicación a cargo de don Ramón Alfredo Corniel.
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