¿QUIEN ERA JOSEFINA ROJAS LOVERA?..CONOZCA A UNA ILUSTRE EDUCADORA Y POETISA
Por Oscar Carrasquel
Nunca se borra de la mente el regocijo que se siente al escribir esta nota sobre la señorita Josefina Rojas Lovera. Ella, además de docente tuvo otra atracción, se hizo sentir como una poetisa de renombre. Se cuenta
entre unas de las maestras de antaño más admirada y respetada que conoció
Villa de Cura en el siglo pasado. Sus amigos cercanos la
describen como una muchacha buenamoza, alta, blanca, de larga cabellera, con entereza
de carácter, grandiosa también en humildad
y de entrega a la educación toda su vida. En sus tiempos mozos se hace
maestra por amor y encanto a tantos niños que no tenían escuela. Josefina Rojas perteneció
a aquella legión de educadoras que no conocieron de obstáculos, tampoco de
caminos imposibles para cumplir su labor.
La niña vino al mundo en la población de Belén, al sur del
Lago de Valencia, estado Carabobo el 06 de febrero de 1905 en el seno de una
familia muy humilde, entre el arrullo de quebradas y el trino de los pajaritos
de la montaña. Hija de don Avelino Rojas Cerezo y de doña Josefina Lovera de
Rojas. Aprendió sus primeras lecciones en una escuela privada en su lar nativo. Pero uno no sabe hasta donde lo va a llevar los aires del destino. No había cumplido los 19 años de edad cuando en una demostración de empeño se
marcha al Estado Apure. Cursó estudios secundarios en el Instituto Pedagógico "EL MACARO LUIS FERMIN” de la
ciudad de San Fernando de Apure donde obtiene el titulo de Maestra Normalista
el año 1930. Allí muestra sus primeros escarceos literarios recitando en los eventos
culturales organizados por la Institución lo cual desarrolla de manera continua..
Aún con
el corazón acelerado por su juventud fue un ejemplo de constancia y de la fe en Dios. Nunca la detuvo
el sol ni tampoco la lluvia. En su largo transitar como maestra, no hubo lugares por indómitos y
remotos que fuesen, en donde se adentraba solo navegando grandes ríos que no
supieran de sus andanzas. No es exagerado destacar lo animosa, la valentía y lo guerrero de
la joven educadora.

Una investigación nos demuestra que inició su periplo como
educadora en una región de los llanos apureños poblada de indios, a la margen
izquierda del río Meta, afluente del Orinoco, atravesando Puerto Páez en limites de
Puerto Carreño, Departamento del Vichada
colombiano; penetrando en territorio indígena, habitado por la etnia Uahiba y los Cuivas de la llanira colombiana; unos lugares inhóspitos azotados constantemente por el paludismo. Por saberlo con propiedad quien esto escribe por habitar esa región, allí los riesgos son
enormes. Por los años pasados allá en
esas comunidades, no tiene nada de extraño que haya tenido que aprender algunos
léxicos de la lengua uahibana. Allí servia también de enfermera teniendo que adoptar medidas extremas
de salubridad.
Comenzó su carrera en junio de 1930 en una escuelita rural
para niñas, niños y jóvenes indígenas en una comunidad conocida con el nombre de Buena Vista a
orillas del caudaloso río Meta, a donde se llega solo en “fueraborda”, una
embarcación ligera. Formando parte del programa de escuelas rurales creadas
bajo la presidencia del General Eleazar López Contreras. Sus pasos anduvieron
dando clases en aldeas, en Bohíos y Churuatas, desbordados de algarabía infantil
donde cursaba la población aborigen los primeros grados de educación básica, y la maestra les
enseñaba manualidades, competencias deportivas y las propias diversiones rutinarias que la maestra Josefina sabía por experiencia.
A lo largo del tiempo,
la propia Josefina se carteaba se encargaba de diligenciar con el propio Presidente
del Estado Apure, para esa época doctor Francisco Parra, para conseguir libros, cuadernos,
lápices y demás utensilios para la inscripción de la población escolar
indígena.
Es muy natural que de tanto vivir y sentir el paisaje llanero
le haya provocado el desbordamiento de su vena poética, indudablemente quedaría
deslumbrada de la majestuosidad de
aquellas latitudes para su inquietud lírica, no cesaba de escribir versos y
prosas. Llegó a comentarse en San Fernando de Apure, donde dejó mucha
gente conocida, que sus poemas eran de mucha tendencia romántica. Llegaron a
escribir los poetas en los periódicos de la capital apureña que, “En sus poemas ama
y siente el paisaje y las noches de luna clara”.
En el periódico “El Espejo” de San Fernando de Apure, la
maestra y poetisa carabobeña publicó poemas dispersos, los principales fueron “¿Cuando te pienso más?”, ”La Vida”, “A la
Niña Trina Omaira” (dedicado a la heroína apureña Trina Omaira Salerno
Encinozo). Y otras elegías posteriores como “Miranda” de corte histórico; y “Lo que guarda mi Huerto”, que hoy deben permanecer resguardados en
el álbum familiar al cuido de su sobrina Rosario Rojas de Jimenez... Probablemente tuvo sus
admiradores ya que fue una mujer físicamente bella y atractiva. Fue siempre especial
motivo de inspiración de poetas y escritores. Encuentro un manuscrito donde el bardo apureño
Juan Cartens le dedicó hermosos poemas a la señorita Josefina Rojas. He aquí
una sinopsis.
Un estuche de aroma,
perla y grana/es tu boca divina y seductora/es tu gracia gentil de
sevillana/más bella que el destello de la aurora/Un poema de aroma es tu
sonrisa/son un encanto tus divinos ojos/y por eso es que anhelo la caricia/de
un tierno beso de tus labios rojos.
En San Fernando durante su
permanencia en la ciudad trabó amistad con mucha gente de intelecto. Se convirtió en ávida lectora. Constantemente
se hacía llevar desde la capital apureña, periódicos, poemarios y revistas. Le
enviaban encomiendas por el río Apure y el Orinoco, entre otras cosas le enviaban el
semanario “Letras”, editado por el destacado periodista apureño Antonio María
Encinozo. En sus páginas había de modo frecuente trabajos literarios con la firma de escritores de renombre como
Diego Chacón, Felipe Valderrama, Nicanor Bolet Peraza, y los poetas Juan
Cartens, Julio Flores, Rubén Darío, Amado Nervo, Andrés Eloy Blanco, Nicolás
Bolet Peraza, el poeta y médico calaboceño Francisco Lazo Martí, Alfredo Arvelo
Larriva y otros autores más.
La señorita Josefina
Rojas Lovera fue una mujer que jamás renunció a su dignidad ni faltó a su ética;
no tomó estado ni tuvo descendencia; con el producto de su tesonero trabajo
cumplió papel de madre protectora de sobrinos (hembras y varones) hijos de sus
hermanos Oscar Rojas Lovera y María de Jesús López de Rojas. Tía-abuela de la profesora Milagros Rafaela Almenar
Rodríguez. En nuestro noble pueblo ha estado cohesionada toda la
familia Rojas Lovera y ramificaciones El entronque familiar en Villa de Cura es
extenso; los Calles Rojas, Rojas Aponte, Avila Rojas, Rojas Carvajal, Jiménez Rojas, Rojas López, Almenar Rojas, del mismo ramaje es la profesora Alvis Rivas Yusti.
Como es bastante conocido, el año 1945 cambia la estructura
política del país y ello trae como consecuencia la organización del sistema
educativo venezolano. Obtuvo traslado para Villa de Cura. Su primer salón escolar
después que regresa para el centro del país lo comanda en el apacible territorio
de El Espinital en el Valle de Tucutunemo, en una hacienda del señor Genaro De
Mayo, en jurisdicción de Villa de Cura estado Aragua. Allí prácticamente continúa
su marcha como educadora. Fue descrita como persona altamente religiosa dada a
enseñar catecismo a sus alumnos, acostumbrada a levantar altares de oración en
la casa y en las escuelas, asistía a misa todos los domingos en la mañana. A
todos los representantes y alumnos aconsejaba, los ayudaba sin reproches y con
ternura. Nunca perdió el gusto por
escribir poesía, de allí de un sitio llamado Pozo Azul, un río que
rugía en la cercanía fue que salió su poema “POZO AZUL”
“De altas montañas donde manan fecundas tus aguas puras/van sobre rocas
cantando ufanas/ la gloria eterna de tu hermosura….
Besa tus ondas la
brisa suave/silvestres galas luce la flor/ en el ramaje cantan las aves/y tu
río pasa murmurador.
La maestra Josefina Rojas, ya acusando el paso del tiempo se
establece de nuevo en La Villa, se reencuentra con el pequeño valle, con sus
seres queridos. Se vuelven a escuchar en la casa las voces de la querida tía Josefina.
Bajo oficio del Ministerio de Instrucción Pública fue
trasladada a la Escuela Unitaria número 5 ubicada en la calle Páez este, en un
inmueble que perteneció a la señora Amelia de Reyes, hoy en día casa de habitación de la señora
Berta de Arias. Su meta era cumplir con un proyecto que cruzaba en su mente
como era la de laborar en una escuela en
el centro de la población, siempre concentrada en el pensamiento del padre de
la Patria “Las naciones marchan hacia su
grandeza con el mismo paso que camina la educación”. Enseguida
se llenó la escuelita de alumnos de diversos sectores villacuranos, en especial
de la barriada de Aragüita y la calle Paez..
Pasado un tiempo le
fue conferido nombramiento por el Ministerio de Educación Nacional para integrar
el personal docente de la Escuela Nacional Graduada Leopoldo Tosta, hoy
nombrada “Unidad Educativa Estadal Leopoldo Tosta”, asentada en la ciudad de Villa de Cura, en la
prolongación de la avenida Lisandro Hernández. Allí no solo se dedica al
trabajo de aula, sino también a enseñar pintura sobre muralla y lienzo, teatro,
danza, confeccionar uniformes para el estudiantado y cultivar el amor por la literatura. En este
plantel permaneció ejerciendo como
docente hasta que fue acordada su jubilación en octubre de 1963, cuando completó
33 años de servicios a la educación nacional.
A la postre se incorpora junto con otras educadoras a las
actividades gremiales en la Asociación de Educadores Jubilados seccional
Zamora, la cual transcurrido el tiempo se convierte en AMEJUP, Asociación
Nacional de Educadores Jubilados
Por su contribución al campo de la cultura, pero sobre todo
por su entrega a la educación le fueron conferidos premios y condecoraciones,
entre los más importantes entregados figuran: Medalla Honor al Mérito por el Ejecutivo
del estado Aragua; Medalla por la Federación
Venezolana de Maestros (FVM), seccional Zamora; medalla Honor al Mérito por UEE
Leopoldo Tosta, Placa de la Escuela de Artes y Oficios “Leoncio Martínez”. Con
el nombre de “Josefina Rojas Lovera” fue
bautizado el anfiteatro de la UEE Leopoldo Tosta.
Pasó por nuestros ojos una obra inédita titulada “Josefina
Rojas Lovera Tejedora de Sueños”, escrito por las profesoras Luisa Arias Nelo y
Albis Rivas Tusty en 1990, el cual es un viaje por el sendero de su vida, disciernen las autoras sobre su
colección poética y sobre todo su trabajo magisterial.
El nombre de Josefina Rojas Lovera fue escogido y
oficialmente registrado por la Asociación de Maestros Pensionados y Jubilados
“AMEJUP ZAMORA”, para instituir la “Orden de Honor al Mérito”, la cual tiene
como objeto “Honrar la labor de Maestros y Profesores pasados al merecido y honroso retiro de una aula de clases”.
Para reconocerle sus méritos de insigne maestra y personaje
inmemorial, en la Villa de Cura actual
fue fundada una Unidad Educativa privada que enseña a la juventud villacurana
desde Preescolar hasta 3er año de bachillerato, gracias a la visión de la destacada
educadora villacurana Martha Fuentes de Martínez. A esta Academia se
le colocó por nombre “Escuela Josefina
Rojas Lovera”, la cual sigue dando frutos y crece cada día al igual que
esos árboles de Samán que brindan sombra permanente en viejos solares. En esta escuela recibió sus primeras luces mi nieto Juan Pablo Carrasquel Bolívar. La sede de la escuela está ubicada en la calle Comercio frente al Salón Parroquial.
Aprovechamos para felicitar a la
profesora Martha Fuentes, a su población estudiantil y al personal docente de esta moza
institución, para que desde el cielo la señorita Josefina Rojas Lovera les siga dando muchas luces y continué iluminando caminos.
La maestra y poetisa Josefina Rojas quiso demasiado a la ciudad
de Villa de Cura como si fuese suya… Tras tantos años dedicados a la formación
de generaciones nuevas, encontrándose “sufriendo
de delicados quebrantos de salud” (como ella escribe en una carta que tuvimos en nuestras manos) falleció
en esta ciudad el 22 de noviembre de 1984.
Se le han rendido innumerables homenajes. Le fue conferido reconocimiento Post mortem por la Oficina
de la Organización Nacional de Derechos Humanos (ONG). En el viejo cementerio municipal al final de la
calle Comercio quedó sepultada su osamenta. Descanse en paz señorita Josefina Rojas..
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, 12/ 2020
Agradecimiento
A la profesora jubilada Milagro Almenar de Pérez, por sus
diligencias, documentos y fotos aportadas
Publicación a cargo de Ramón Alfredo Corniel..