jueves, 25 de enero de 2018

RAFAEL RODRIGUEZ GALINDO UNA TARDE INOLVIDABLE




Por Oscar Carrasquel


La casa de la infancia de grandes recuerdos, de zaguán y ante portón, de cálidos y viejos paredones, de largos corredores con aroma de jazmín que con el tiempo llegamos a conocer. Un paraíso apropiado para los sentimientos de afecto, para retratarse hombro con hombro, tiempo hermoso.. Allí viven unas amigas del alma al rescoldo  de un jardín de rosas que casi rosan el suelo. Una gran poeta y escritora de un gran pueblo. Un viajante con sus barbas níveas de sabio. Un febril visitante viejo amigo de la casa se juntaron los tres. Rosana Hernández Pasquier, Rafael Rodríguez Galindo y Oscar Carrasquel, unidos por la arteria vital y fraternal de la amistad.

Una tarde inolvidable entre cafecito y cafecito, un cirio pascual que relampaguea apurado en todo el medio de un mesón, unos libros de poesía de luz propia de la escritora, y una conversación que gira entre tres polos: lo religioso, la literatura y la sublimidad de la existencia. Gracias a Dios Rosana y Flor María, dos botones de la floresta materna cultivando fragancias, siguen su marcha heroica con sus sueños y luchas a pesar de los eriales que rodean la vida. Una tarde de alegría para disfrutar cuando uno se encuentra con unos amigos de verdad, los de siempre, los que están al lado del corazón.Sin tener que pensar que la vida es solo un pasar de hojas del almanaque. 

Foto  tomada por la profesora María Teresa Fuenmayor. 


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, noviembre/ 2017

sábado, 20 de enero de 2018

EL PARQUE NIÑO SIMÓN

Villa de Cura
Estado Aragua


Por Oscar Carrasquel

           

Yo, cada mañana,
antes que el sol 
despierte de su sueño, 
viajo a pasos agigantados
a este jardincito
llamado "Niño Simón"

En unas callecitas de cemento
de pliegues ondulantes,
doy  vueltas y vueltas 
caminando a su rededor

La brisa otoñal en un vergel
despeina en las noches
las matas de Acacia

El sendero se alfombra
de hojas disecadas
que caen sobre una callejuela
pintada de adoquines

Bien temprano,
llegan unos brazos 
con una rama de palmera
que cepilla la calzada

En las barras, 
las madres,
bajo la tutela de Reyes Matos,
inician sus recreativos
movimientos

Toca entonces el turno
al   grito ensordecedor 
de las gimnastas bailadoras.

Comienza la música
de orquesta 
con su sonoro ritmo 

Mujeres en formación
saltan, danzan
abren los brazos
Como ala de mariposas
alzando su vuelo

Otras, accionan su silueta,
sobre unos aparatos
donde se conjugan:
movimiento y belleza.

Yo venero 
a este lugar de mi Villa,
que hoy también,
hizo encrespar 
mi pluma de poeta.

 

                                                   La Villa de San Luis, enero 2018









Ilustración y diagramación profesora María Teresa Fuenmayor




EL POETA ELIO

   


Hoy mi alma 
se sintió compungida

En la hora precisa
que se extingue el día

Oí una voz  del otro lado
que  me decía,
que el poeta andaba por la Villa
despistado

Fue visto por la senda norte,
en los feudos de La Coromoto
desplazándose plácidamente

Una libreta de poemas
en su mano derecha, 
Y una flor de margarita 
enganchada en su pechera

Sobre el cerro de Los Chivos
lo vieron
fotografiando, 
una bandada de perdices
que cruzaban la hondonada. 

              Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 18.01.2017

lunes, 15 de enero de 2018

DON CRISANTO NACIÓ EL DÍA DE LA CANDELARIA




                                                                                                                      Por Oscar Carrasquel


Setenta  años de edad acaba de cumplir  don Crisanto, siempre viviendo en el viejo pueblo ribereño, mi amigo.. Oriundo de la comunidad de Sucre, jurisdicción de El Baúl, estado Cojedes. El tiempo no ha cambiado sus costumbres de hombre del llano. Símbolo de una raza aborigen. La Nariz aguileña, piel morena, alto, delgado, sombrero peloeguama, se saca un bigotico semejando a las alas de una mariposita disecada. Llegó a tener uno de los primeros jeep que llegaron al pueblo.

Un señor sumamente modesto y de espíritu joven, tan así que sus allegados le pusieron "Pica flor"  de sobrenombre, metido en su acostumbrada indumentaria dominguera; botas color marrón de cuero y un liquiliqui beige abrochado en los últimos dos botones. En un ojal de la blusa  le cuelga una cadenilla  de plata con  reloj esfera. Campechano, de exquisito y criollo decir.

Se criò desde pequeño al lado de un tìo padrino -según me contó- hermano de su mamá, que tenía la única barbería del poblado y tocaba muy bien el violín. De aquel heredó el oficio de cortar pelo, el sillón y los implementos de trabajar.. Don Crisanto, a pesar de la edad todavía ejerce de barbero desde hace unos cuantos años. No se le conocen fracasos con mujeres.

No es la primera vez que lo vemos y visitamos, hace dos años que pasamos a conocerlo y continuamos la comunicación con él. En su casa siempre hay un espacio para sus amigos. Esta vez le buscamos la conversa,y  tras un breve saludo nos arrima un banquito de madera y suela...Eran las nueve y pico de la mañana de un domingo cualquiera. El hombre no abre los domingos ni tampoco el día de la Virgen de La Candelaria. Quien transite la calle arriba o abajo del pueblo por la orilla del río lo puede encontrar en una silleta recostado de una pared, casi llegando a la esquina, rasgando y afinando  las treinta y tres cuerdas de un arpa llanera. 

A veces viendo pasar las horas recuesta el instrumento a descansar y ve pasar las horas  arrellanado en una silleta de cuero, con una pierna sobre la otra, apuntando  hacia la corriente del río como una carabina.

Yo me doy cuenta de todos sus movimientos. El respetable don Crisanto no es  hombre de esconder las cartas, le da poca importancia  a lo dicho por su mujer: que "muchacha no le hace caso a viejo". Obsequia a las sutiles damas que avista pasar para la misa, puñados de caramelos extraídos de uno de sus bolsillos. A unas, le recita versos de su propia cosecha, a otras, se los pasa en un hoja de cuaderno en su precaria caligrafía. La mayoría recibe la flor de su prosa con embeleso, pero entre  damas hay quien  lo recibe de mala gana y hasta le dicen !viejo come chimò!.

Es feliz con su fe puesta en la intimidad de un sueño que no termina nunca. Como hemos visto la llama encendida  de su espíritu parecía eterna. En lo que uno pisa su fuero el día 2 de febrero cuando se celebra el día de La Virgen de La Candelaria, la fecha que don Crisanto   cumpleaños, se siente volar la poesía y la música llanera muy  en alto. Se emparrandaba, como dicen en el llano..

El tiempo a veces nos impide volver a ver a los seres  que nos rodean en determinadas  circunstancias de la vida, aquellos que nos han  brindando su amistad. Pasò .lo de siempre, se marchó sin retorno don Cipriano, la ingrata noticia me la dieron un día que yo pasaba por Tinaco. Que Dios lo tenga en la Gloria.

Araure,  estado Portuguesa verano 1991



Oscar Carrasquel


Sitio web de la imagen:https://www.pinterest.es/explore/paisajes-llaneros/

domingo, 7 de enero de 2018

RECUERDOS DE MIS REYES MAGOS




RECUERDO DE MIS REYES MAGOS


              Oscar Carrasquel


No dejo de sentir nostalgia
por la época de mi niñez.
Ni cuenta me doy
que ya viejo soy

A los Reyes Magos
dibujaba yo
en una hoja de cuaderno

No les ponía cara de Reyes,
sino de magos.
No venían  del Oriente
ni en camellos cabalgando

Eran aliados del niño pobre
y al igual que  al Niño Jesús
regalos nos dejaban

¡Qué maravilla
al levantarnos!

Los Reyes mandaban
a José, mi padre
a veces a María, mi madre

Sobre mis nuevas
alpargatas me dejaban

Un lápiz de a locha,
envuelto
en un cuaderno de a real.



     La Villa de San Luis, 06 de enero 2018



sábado, 6 de enero de 2018

LA CAIMANA DE DON JOSÉ FAORO EN SAN FERNANDO DE APURE

             
LA CAIMANA DE DON JOSE FAORO EN SAN FERNANDO DE APURE


                                                                     Por Oscar Carrasquel


Era yo muy joven, ni tan tan chamo,  cuando estuve por razones de trabajo, un tiempo de siete años residenciado  allá en San Fernando de Apure, para aquella época lejana una ciudad pequeña de vida tranquila y pueblerina, hospitalaria y bastante sana.

Me dispongo a recordar  una de esas tardes sanfernandinas cuando visité  la JOYERÍA FAORO. La visité con una sensación de asombro a  buscar dos piedrecitas de cabeza de corvina incrustadas en oro, encargadas por mi papá, convertidas en un par de zarcillos  para regalar a una de sus nietas; y aquella coyuntura me dio oportunidad de ser atendido por don José Faoro, su propietario… Así  fue mi único y efímero encuentro con aquel musiú de camisa manga larga abrochada hasta el cuello, tratable y amante de su trabajo. De manera que el conocimiento de él no fue de mucho tiempo, pero a través de la crónica y testimonios orales de amigos, como llanero cabalgando en la sabana, poco a poco le fui siguiendo la huella a la vida de este querido europeo enamorado del llano, quien supo recorrer y querer a la tierra apureña y orinoqueña, palmo a palmo y de rincón a rincón.

Los encargados de describir esta historia afirman que don Giuseppe Faoro fue un inmigrante italiano nacido a finales del siglo XIX, flaco, pequeño, rubio, de ojos azulinos, era aún joven con una gran vitalidad cuando llegó a Venezuela, natural de la provincia de Brescia, situada al norte de la región de Lombardía, de cuya ciudad partió un día, y sin que estuviera en sus planes fue a detener su periplo a la ciudad de San Fernando de Apure,  corrían entonces las primeras décadas del siglo XX. Se tendría que agregar que la patria de cada ciudadano es el pedazo de tierra donde se vive,  trabaja y se nutre para la vida y también para la muerte.

En la capital apureña fue bien recibido y nunca más  sintió atracción para regresar a su tierra. Llegó sin mucha experiencia a trabajar por primera vez en la joyería del italiano Antonio D`Anello. En esta ciudad conoció también y contrajo nupcias con una muchacha risueña y bondadosa natural de San Fernando de Apure de nombre Ángela Filomena Estévez;  proveniente de los Estévez de Calabozo, estado Guárico, familia del músico, compositor y director de orquestas don Antonio Estévez, con quien compartió vida hasta que la muerte los separó.. La muerte de Faoro acaeció  en la capital apureña el 9 de julio de 1972. Dicen que el matrimonio no tuvo descendencia pero adoptó una prole de muchachos, entre hembras y varones, que conformaron un hermoso y unificado grupo familiar. 

Don Josè Faoro, como era conocido en todo el territorio apureño, fue un hombre que amaba la flora, la fauna y toda la naturaleza para sentirse bien consigo mismo; hablaba con facilidad de las propiedades de la flora venezolana, esto lo indujo a utilizar las plantas selváticas para curar y aliviar enfermedades y afirmaba que las hojas de los árboles sirven para curar a los pueblos.

Anhelando don FAORO en hacer cosas diferentes fue apasionado de la crianza de animales silvestres y de la fauna acuática, los cuales con frecuencia le traían los llaneros y los indios de regalo. En su casa habitaban aves cantoras, peces de diferentes especies, tortugas, galápagos, váquiros, chigüires, y otros animales del agua y el monte. Adquiría cantidades de pieles de caimán disecadas y plumas para revenderlas posteriormente al antigua casa de los Hermanos Barbarito y Cia en San Fernando.

La historia tiene su génesis cuando le regalaron al musiú un saurio de tres días de nacido. Crió la especie desde que era bebé, un pichón de caimán de 28 centímetros de largo proveniente de las aguas  del río Orinoco.  

Con el correr del tiempo el reptil fue creciendo dócil y disciplinado. Su mansedumbre era tan singular que los muchachos de la casa jugaban y se le encaramaban para que los paseara. Debe medir en edad adulta unos 3,50  metros de longitud, ya que en su hábitat natural las hembras alcanzan  un máximo de 4 metros, con un peso aproximado de 200 a 250 kilogramos. Dicen  las crónicas que unos 5 kilogramos de pollo o de carne de res  necesitaba el orfebre diariamente para su sustento. Al parecer rechazaba la dieta piscívora y de animales vivos. Fue domesticado en un acuario en la casa que compartía con su esposa y la prole. En la misma casa  funcionó su famosa y reconocida JOYERÍA FAORO,  situada a media cuadra del   llamado Palacio Fonsesquero, por la calle 24 de julio de la capital apureña. 

Escriben los cronistas que el orfebre elaboró con mucha curiosidad unas conchas en oro y se las incrustó al caimán en dos de sus colmillos, los cuales    mostraba  cada vez que abría sus grandes fauces. Al principio "se creyó que era macho, pero tras estudios realizados resultó  ser hembra" y don José que la consintió  extremadamente y la cuidaba tanto le puso el cariñoso nombre de “La Negra”.

Desde pequeña la acostumbró a arrastrar su fornido cuerpo por todos los cuartos y corredores de la casa. Incluso, aseguran que aprendió a subirse a su cama y dormía la siesta con su amo y "muchas veces se echaba horas y horas en la cama junto a la pareja". Muy obediente el animal, atendía con un silbido  y con un gesto de los brazos de su dueño. Cuando “La Negra” no estaba flotando como una gran mancha en un estanque de aguas mansas construido atrás en el patio de la casa, se pasaba horas y horas al lado de su patrón en el negocio de joyería en reposo aparente. 

Se afirma que un destacado veterinario amigo íntimo de la familia mantuvo la salud plena de la caimana durante 68 años que vivió la atractiva y hermosa mascota. Alcanzó a ser atracción de niños y adultos y de personajes importantes que visitaban la ciudad en calidad de turistas. Existen evidencias que el presidente Raúl Leoni junto con el gobernador don Ricardo Montilla llegó de visita a esta casa para admirar el enorme animal, seguramente acompañado de su familia y comitiva. 

Así como también aprovecharon de  fotografiarse al lado de la caimana muchas personalidades vinculadas a la farándula venezolana, entre los que se recuerdan a Susana Duijm,  Miss Mundo, y el tío Simón Díaz. El Saurio aparece en el rodaje de la película venezolana “Séptimo Paraíso”, en la cual participó la reconocida actriz y reina de belleza  Susana Duijm. 

Aunque don José Faoro era un hombre tratable y cordial que se bebió la infinitud de la llanura, también fue un individuo de carácter taciturno, delicado; es sabido que nunca permitió exhibirla, ni tomarle películas, ni fotografiarla con fines comerciales, y así mantuvo la familia la tradición. 

Hubo un día que le llegó a LA NEGRA la fatalidad en manos de la muerte repentina de su amo, para quedar en el más absoluto mutismo y fue cuando para sorpresa de la familia, comparable con un ser humano que de alguna manera busca disipar una gran tribulación, "la caimana no dormía y  tampoco quiso probar más comida por unos meses".

En la indagación nos topamos con una reseña periodística del escritor  Manuel Abrizo y con recopilación  de  E. C. Cañizales en un encarte del periódico Ultima Hora de Acarigua de febrero de 2001, en cuyas páginas colaboramos en algunas ediciones, donde entre otros detalles se recoge  un testimonio de doña Ángela Estévez, viuda de Faoro, por cierto ya fallecida hace aproximadamente 10 años. La histórica  cita que se le atribuye es la siguiente:

“Al ingresar el ataúd a la sala con los restos de Faoro, la caimana pasó inmediatamente al salón donde se llevaba cabo el velatorio y Hernán Falcón, sobrino de doña Ángela, al ver que La Negra se dirigía hacia ellos, ordenó colocar la urna en el piso y la caimana dio un impresionante salto y se encaramó encima del cadáver. Todos los presentes entre los cuales se encontraba dos personalidades apureños: don Pedro Salas y don Eduardo Hernández  lloraban sin poder dominar los sentimientos de dolor. Niños y adultos presente no podían contener su llanto. Hubo que esperar horas y dejarla quieta hasta que ella decidió bajarse por su propia cuenta”.

El 27 de febrero de 1989 día del “Caracazo” murió LA NEGRA víctima de un infarto. Hoy puede admirarse completamente disecado su robusto y aplanado cuerpo dentro de una vitrina de museo, donde se exhibe como si estuviera viva en la vieja mansión  de un sobrino de la familia Faoro en San Fernando de Apure, para perpetuar el cuerpo del animal en la memoria colectiva del presente. 

No vacilamos explicar a las jóvenes generaciones, especialmente a los niños, que los animales sienten como seres vivos que son, no se le debe maltratar ni hacerles daño intencionadamente; igual queda demostrado con este humilde articulo que por muy feroces que se comporten en su hábitat natural, algunas especies pueden ser domesticadas y convivir de manera natural con los seres humanos.


La Villa de San Luis, enero 2018



Texto: OSCAR CARRASQUEL

Fuentes consultadas:

Manuel Abrizo (Escritor y Periodista)
J. E. Carrasquel (testimonio oral)
Prof. Oldman Botello (Periodista e Historiador)
Suplemento HOY, diario Ultima Hora (Acarigua)