sábado, 31 de octubre de 2020

JOSÉ "CHINO" RUJANO.

 

     

                             José Rujano "El Chino" Foto cortesía de Villa Literaria Zamora



         ADIÓS AL CANTADOR

 

                                Por Oscar Carrasquel

 

En las primera horas,

de la madrugada, de repente,}

antes que llegara el sol de la mañana

Se nos marchó el animador

el cantador de Joropo Central

 

Cayó como un celaje la estrella,

mudo me quedé,

se marchó el bravo corcel

De rienda suelta, sin avisar,

cayó como hoja de otoño 

 

Se marchó entre Revuelta y Yaguazo

capachos en mano

una mañana de sombras

 

Ya te vas amado cantor

paso a paso por la recta final

a donde van

los que jamás regresarán

 

Los montes, el suelo patrio

de la ciudad

ya no oirán más

pasajes y golpes

en la voz  del joropero

 

En un surco abierto

en el suelo villacurano

Recoge en sus entrañas

los restos letales

del Chino Rujano.

 

                      La Villa de San Luís, 31-10-2020

 

 

jueves, 29 de octubre de 2020

¿QUIEN ERA JOSEFINA ROJAS LOVERA?... CONOZCA A UNA ILUSTRE EDUCADORA Y POETISA.

 

                           

¿QUIEN ERA JOSEFINA ROJAS LOVERA?..CONOZCA A UNA ILUSTRE EDUCADORA Y POETISA 

                                                                        Por Oscar Carrasquel

 

Nunca se borra de la mente el regocijo que se siente al escribir esta nota sobre la señorita  Josefina Rojas Lovera. Ella, además de docente tuvo otra atracción, se hizo sentir como una poetisa de renombre. Se cuenta entre unas de las maestras de antaño más admirada y respetada que conoció Villa de Cura en el siglo  pasado. Sus amigos cercanos  la describen como una muchacha buenamoza, alta, blanca, de larga cabellera, con entereza de carácter, grandiosa también en humildad  y de entrega a la educación toda su vida. En sus tiempos mozos se hace maestra por amor y encanto a tantos niños que no tenían escuela. Josefina Rojas perteneció a aquella legión de educadoras que no conocieron de obstáculos, tampoco de caminos imposibles para cumplir su labor.

La niña vino al mundo en la población de Belén, al sur del Lago de Valencia, estado Carabobo el 06 de febrero de 1905 en el seno de una familia muy humilde, entre el arrullo de quebradas y el trino de los pajaritos de la montaña. Hija de don Avelino Rojas Cerezo y de doña Josefina Lovera de Rojas. Aprendió sus primeras lecciones en una escuela privada en su lar nativo. Pero  uno no sabe hasta donde lo va a llevar los aires del destino. No había cumplido los 19 años de edad cuando en una demostración de empeño se marcha al Estado Apure. Cursó estudios secundarios en el Instituto  Pedagógico "EL MACARO LUIS FERMIN” de la ciudad de San Fernando de Apure donde obtiene el titulo de Maestra Normalista el año 1930. Allí muestra sus primeros escarceos literarios recitando en los eventos culturales organizados por la Institución lo cual desarrolla de manera continua..

Aún con el corazón acelerado por su juventud fue un ejemplo de constancia y de la fe en Dios. Nunca la detuvo el sol ni tampoco la lluvia. En su largo transitar como maestra, no hubo lugares  por indómitos y remotos que fuesen, en donde se adentraba solo navegando grandes ríos que no supieran de sus andanzas. No es exagerado destacar lo animosa, la valentía y lo guerrero de la joven educadora.

 

                            

Una investigación nos demuestra que inició su periplo como educadora en una región de los llanos apureños poblada de indios, a la margen izquierda del río Meta, afluente del  Orinoco, atravesando Puerto Páez en limites de Puerto Carreño, Departamento  del Vichada colombiano; penetrando en territorio indígena, habitado por la etnia Uahiba y los Cuivas de la llanira colombiana; unos lugares inhóspitos azotados constantemente por el paludismo. Por saberlo con propiedad quien esto escribe por habitar esa región, allí los riesgos son enormes.  Por los años pasados allá en esas comunidades, no tiene nada de extraño que haya tenido que aprender algunos léxicos de la lengua uahibana. Allí servia también de enfermera teniendo que adoptar medidas extremas de salubridad.                  

Comenzó su carrera en junio de 1930 en una escuelita rural para niñas, niños y jóvenes indígenas en una comunidad  conocida con el nombre de Buena Vista a orillas del caudaloso río Meta, a donde se llega solo en “fueraborda”, una embarcación ligera. Formando parte del programa de escuelas rurales creadas bajo la presidencia del General Eleazar López Contreras. Sus pasos anduvieron dando clases en aldeas, en Bohíos y Churuatas, desbordados de algarabía infantil donde cursaba la población aborigen los primeros  grados de educación básica, y la maestra les enseñaba manualidades, competencias deportivas  y las propias diversiones rutinarias que la maestra Josefina sabía por experiencia.

A lo largo del tiempo, la propia Josefina se carteaba se encargaba de diligenciar con el propio Presidente del Estado Apure, para esa época doctor Francisco Parra, para conseguir libros, cuadernos, lápices y demás utensilios para la inscripción de la población escolar indígena.

Es muy natural que de tanto vivir y sentir el paisaje llanero le haya provocado el desbordamiento de su vena poética, indudablemente quedaría deslumbrada de  la majestuosidad de aquellas latitudes para su inquietud lírica, no cesaba de escribir versos y prosas. Llegó a comentarse en San Fernando de Apure, donde dejó mucha gente conocida, que sus poemas eran de mucha tendencia romántica. Llegaron a escribir los poetas en los periódicos de la capital apureña que, “En sus poemas ama y siente el paisaje y las noches de luna clara”.

En el periódico “El Espejo” de San Fernando de Apure, la maestra y poetisa carabobeña publicó poemas dispersos, los principales fueron “¿Cuando te pienso más?”, ”La Vida”,  “A la Niña Trina Omaira” (dedicado a la heroína apureña Trina Omaira Salerno Encinozo). Y otras elegías posteriores como “Miranda” de corte histórico; y “Lo que guarda mi Huerto”, que hoy deben permanecer resguardados en el álbum familiar al cuido de su sobrina Rosario Rojas de Jimenez... Probablemente tuvo sus admiradores ya que fue una mujer físicamente bella y atractiva. Fue siempre especial motivo de inspiración de poetas y escritores. Encuentro un manuscrito donde el bardo apureño Juan Cartens le dedicó hermosos poemas a la señorita Josefina Rojas. He aquí una sinopsis.

Un estuche de aroma, perla y grana/es tu boca divina y seductora/es tu gracia gentil de sevillana/más bella que el destello de la aurora/Un poema de aroma es tu sonrisa/son un encanto tus divinos ojos/y por eso es que anhelo la caricia/de un tierno beso de tus labios rojos.

En San Fernando durante su permanencia en la ciudad trabó amistad con mucha gente de intelecto. Se convirtió en ávida lectora. Constantemente se hacía llevar desde la capital apureña, periódicos, poemarios y revistas. Le enviaban encomiendas por el río Apure y el Orinoco, entre otras cosas le enviaban el semanario “Letras”, editado por el destacado periodista apureño Antonio María Encinozo. En sus páginas  había de modo frecuente trabajos literarios con la firma de escritores de renombre como Diego Chacón, Felipe Valderrama, Nicanor Bolet Peraza, y los poetas Juan Cartens, Julio Flores, Rubén Darío, Amado Nervo, Andrés Eloy Blanco, Nicolás Bolet Peraza, el poeta y médico calaboceño Francisco Lazo Martí, Alfredo Arvelo Larriva y otros autores más.

 La señorita Josefina Rojas Lovera fue una mujer que jamás renunció a su dignidad ni faltó a su ética; no tomó estado ni tuvo descendencia; con el producto de su tesonero trabajo cumplió papel de madre protectora de sobrinos (hembras y varones) hijos de sus hermanos Oscar Rojas Lovera y María de Jesús López de Rojas.  Tía-abuela de la profesora Milagros Rafaela Almenar Rodríguez. En nuestro noble pueblo ha estado cohesionada toda la familia Rojas Lovera y ramificaciones El entronque familiar en Villa de Cura es extenso; los Calles Rojas, Rojas Aponte, Avila Rojas, Rojas Carvajal, Jiménez Rojas, Rojas López, Almenar Rojas, del  mismo ramaje es la profesora Alvis Rivas Yusti.

Como es bastante conocido, el año 1945 cambia la estructura política del país y ello trae como consecuencia la organización del sistema educativo venezolano. Obtuvo traslado para Villa de Cura. Su primer salón escolar después que regresa para el centro del país lo comanda en el apacible territorio de El Espinital en el Valle de Tucutunemo, en una hacienda del señor Genaro De Mayo, en jurisdicción de Villa de Cura estado Aragua. Allí prácticamente continúa su marcha como educadora. Fue descrita como persona altamente religiosa dada a enseñar catecismo a sus alumnos,  acostumbrada a levantar altares de oración en la casa y en las escuelas, asistía a misa todos los domingos en la mañana. A todos los representantes y alumnos aconsejaba, los ayudaba sin reproches y con ternura.  Nunca perdió el gusto por escribir  poesía, de allí de un sitio llamado Pozo Azul, un río que rugía en la cercanía fue que salió su poema “POZO AZUL”  

“De altas montañas donde manan fecundas tus aguas puras/van sobre rocas cantando ufanas/ la gloria eterna de tu hermosura….

Besa tus ondas la brisa suave/silvestres galas luce la flor/ en el ramaje cantan las aves/y tu río pasa murmurador.

La maestra Josefina Rojas, ya acusando el paso del tiempo se establece de nuevo en La Villa, se reencuentra con el pequeño valle, con sus seres queridos. Se vuelven a escuchar en la casa las voces de la querida tía Josefina.

Bajo oficio del Ministerio de Instrucción Pública fue trasladada a la Escuela Unitaria número 5 ubicada en la calle Páez este, en un inmueble que perteneció a la señora Amelia de Reyes,  hoy en día casa de habitación de la señora Berta de Arias. Su meta era cumplir con un proyecto que cruzaba en su mente como era la de laborar en una escuela  en el centro de la población, siempre concentrada en el pensamiento del padre de la Patria “Las naciones marchan hacia su grandeza con el mismo paso que camina la educación”.   Enseguida se llenó la escuelita de alumnos de diversos sectores villacuranos, en especial de la barriada de Aragüita y la calle Paez..

 Pasado un tiempo le fue conferido nombramiento por el Ministerio de Educación Nacional para integrar el personal docente de la Escuela Nacional Graduada Leopoldo Tosta, hoy nombrada “Unidad Educativa Estadal Leopoldo Tosta”,  asentada en la ciudad de Villa de Cura, en la prolongación de la avenida Lisandro Hernández. Allí no solo se dedica al trabajo de aula, sino también a enseñar pintura sobre muralla y lienzo, teatro, danza, confeccionar uniformes para el estudiantado y  cultivar el amor por la literatura. En este plantel  permaneció ejerciendo como docente hasta que fue acordada su jubilación en octubre de 1963, cuando completó 33 años de servicios a la educación nacional.

A la postre se incorpora junto con otras educadoras a las actividades gremiales en la Asociación de Educadores Jubilados seccional Zamora, la cual transcurrido el tiempo se convierte en AMEJUP, Asociación Nacional de Educadores Jubilados

Por su contribución al campo de la cultura, pero sobre todo por su entrega a la educación le fueron conferidos premios y condecoraciones, entre los más importantes entregados figuran: Medalla Honor al Mérito por el Ejecutivo del estado Aragua;  Medalla por la Federación Venezolana de Maestros (FVM), seccional Zamora; medalla Honor al Mérito por UEE Leopoldo Tosta, Placa de la Escuela de Artes y Oficios “Leoncio Martínez”. Con el nombre de “Josefina Rojas Lovera”  fue bautizado el anfiteatro de la UEE Leopoldo Tosta.

Pasó por nuestros ojos una obra inédita titulada “Josefina Rojas Lovera Tejedora de Sueños”, escrito por las profesoras Luisa Arias Nelo y Albis Rivas Tusty en 1990, el cual  es un viaje por el sendero de su vida, disciernen las autoras sobre su colección poética y sobre todo su trabajo magisterial.

El nombre de Josefina Rojas Lovera fue escogido y oficialmente registrado por la Asociación de Maestros Pensionados y Jubilados “AMEJUP ZAMORA”, para instituir la “Orden de Honor al Mérito”, la cual tiene como objeto “Honrar la labor de Maestros y Profesores pasados al merecido  y honroso retiro de una aula de clases”.

Para reconocerle sus méritos de insigne maestra y personaje inmemorial,  en la Villa de Cura actual fue fundada una Unidad Educativa privada que enseña a la juventud villacurana desde Preescolar hasta 3er año de bachillerato, gracias a la visión de la destacada educadora villacurana Martha Fuentes de Martínez. A esta  Academia se  le colocó por nombre “Escuela Josefina Rojas Lovera”, la cual sigue dando frutos y crece cada día al igual que esos árboles de Samán que brindan sombra permanente en viejos solares. En esta escuela recibió sus primeras luces mi nieto Juan Pablo Carrasquel Bolívar. La sede de la escuela está ubicada en la calle Comercio frente al Salón Parroquial.

Aprovechamos para felicitar a la profesora Martha Fuentes, a su población estudiantil y al personal docente de esta moza institución, para que desde el cielo la señorita Josefina Rojas Lovera les siga dando muchas luces y continué iluminando caminos.

La maestra y poetisa Josefina Rojas quiso demasiado a la ciudad de Villa de Cura como si fuese suya… Tras tantos años dedicados a la formación de generaciones nuevas, encontrándose “sufriendo de delicados quebrantos de salud” (como ella escribe en una carta que tuvimos en nuestras manos) falleció en esta ciudad el 22 de noviembre de 1984.

Se le han rendido innumerables homenajes. Le fue conferido reconocimiento Post mortem por la Oficina de la Organización Nacional de Derechos Humanos (ONG). En el  viejo cementerio municipal al final de la calle Comercio quedó sepultada su osamenta. Descanse en paz señorita Josefina Rojas..

 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, 12/ 2020

 

Agradecimiento

A la profesora jubilada Milagro Almenar de Pérez, por sus diligencias, documentos y fotos aportadas

Publicación a cargo de Ramón Alfredo Corniel..

sábado, 24 de octubre de 2020

BACHILLER PEDRO RAFAEL COBOS SU LUCHA DENTRO DEL MAGISTERIO Y TRABAJO EN FAVOR DE LA COMUNIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASÍS



 

                                                                        Por Oscar Carrasquel

 

Una meritoria hoja de servicio como maestro de escuela cumplió el bachiller Pedro Rafael Cobos durante más de medio siglo de su vida, desde el año 1937 que inició su labor docente en una escuela rural del municipio  Palo Negro del estado Aragua, a donde fue enviado por el Ministerio de Instrucción Pública  a enseñar el abecedario, a leer y escribir a la población escolar de esa localidad. Había entonces en la entidad pocos bachilleres. Nacido en la población de Santa Cruz de Aragua el 14 de febrero del año 1910.

Realizó sus estudios primarios en una Escuela Unitaria en la comunidad de Santa Cruz de Aragua pero su Certificado de Educación Elemental le fue entregado en el “Colegio Federal de Varones”, el más antiguo y prestigios de la ciudad de Maracay. Prosiguió sus estudios secundarios en la capital y se gradúa de bachiller en la especialidad de filosofía y letras. Continuando sus estudios en 1952 le es conferido el título de Maestro Normalista en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio (IMPM), donde asimismo cumplió con todos los requisitos para obtener la calificación de Director de Escuelas, a partir de entonces fue un educador toda su vida.

Su primera experiencia como docente la cumplió en la “Escuela Unitaria número 3021” de San Francisco de Asís, inicialmente un caserío nombrado “Garabato” perteneciente al Municipio Zamora del estado Aragua. El Ministerio de Educación le da nombramiento de Maestro en la Escuela Básica “TACASURUMA”, donde ayuda a educar a muchos san franciscanos; de allí lo mandaron a ocupar la dirección de una escuela en la apacible Parroquia urbana de Choroní, en el litoral aragüeño.

En esa época fue también director, desde 1950 hasta 1960, de la escuela “CUYAGUA” en el sector Carrizalito de Villa de Cura, la que después le fue cambiado el nombre por “UEN Melicia Nieves de Tejada”. Finalmente emprendió un nuevo camino y definitivo destino, fue nombrado director de la escuela “TACASURUMA” de San Francisco de Asís, hasta que sale jubilado por el Ministerio de Educación de la época.

El Bachiller Pedro Rafael Cobos fue un hombre llano, de carácter taciturno, de sólidos principios morales, entendedor de la amistad con una pasión admirable. En Villa de Cura dejó pruebas de su noble y sincera amistad con gente de proyección política, educativa y cultural. Ocupó funciones públicas en el Estado y dueño de diversas facetas que cumplió cabalmente, fue elegido durante varios periodos  Presidente de la Junta Comunal  de San Francisco de Asís, como una fórmula para encontrar la manera de ayudar a solucionar los problemas de la Parroquia y promover su desarrollo social y cultural.

Apunta el profesor Parada Flores que entre los premios recibidos durante su largo periplo al servicio de la educación se cuentan “Orden 27 de Junio”, concedida a los educadores más destacados, conferida por el presidente de Venezuela; “Orden Andrés Bello” en primera clase, otorgada por méritos en la educación, por la Presidencia de la República; “Orden 15 de Enero” en su única clase por la Gobernación del Estado Aragua; “Orden Ciudad de Villa de Cura” entregada por el Concejo Municipal del Distrito Zamora; reconocimiento del “Sindicato de Maestros del Estado Aragua”.  Además de diplomas, medallas, botones y placas por diversas  instituciones públicas y privadas, deportivas y culturales.

Es loable la labor magisterial desarrollada en el estado Aragua, A pesar de no encontrarse ya entre nosotros su nombre sigue rodando presto a hacerse evocar siempre.  Una premisa importantes para destacar es  que su descendencia es una dinastía de educadores, aspecto que lamentablemente no alcanzamos a conocer. 

Escribió una de las páginas más dignas de exaltar, tanto como docente así como también  Director de Escuela, fue un educador por excelencia toda su vida llena de bondad, y de la misma manera un luchador social esmerado por un mejor destino para la comunidad. Dios lo tenga en la Gloria.

 

La Villa de San Luis. Octubre 2020

 

 

MI SENCILLO HOMENAJE AL TANGUERO JOSÉ CHACÍN "GARDELITO" CONOCIDO TAMBIÉN COMO "EL GARDEL VILLACURANO"


          José Chacín "El Gardel Villacurano". Foto Editorial Miranda. EXPRESIÓN 35/sept/1994


                                                                            Por Oscar Carrasquel

 

Con inmenso cariño traigo a la crónica de hoy a José Chacín, un personaje de un gran arraigo popular en la Villa de Cura de los años 50 y 60 del siglo pasado. Bastante lo conocí por andar siempre en la compañía del poeta Vinicio Jaén Landa. El otro carnal que nos acompañaba era “El gallo” Andrés Delgado, quien era sastre, ademas cantante de tangos y buen ejecutante de una guitarra grande a la que le arrancó bellos arpegios de la música argentina.

José Chacín era nacido en la población de Zaraza, estado Guárico hacia 1920.   Buscando la ruta del centro llegó a Villa de Cura en 1935, con su progenitora cuando aún el muchacho no había cumplido los quince años de edad. El chico muy dinámico y de buen comportamiento.  enseguida se incorporó buscando la cuerdita de amistades jugadores de pelota en la sabana de La Villa y entregado a las diversiones sanas junto con los muchachos en la plaza Miranda.

Su educación se resentía porque prematuramente abandonó los estudios. Escribió Vinicio Jaén en la revista EXPRESIÓN que, en La Villa por penurias económicas hizo de mandadero en casas de familia pudientes, fue vendedor en una canastilla de confites y maní tostado en el cine El Corralón, además de aprendiz de barman laborando en el popular “Bar Palumbo” de la calle Real (Hoy avenida Bolívar). 

Sus amigos cercanos como mi compadre Juan Alayón y el Ché Julio Martínez, sostenían  que de tanto escuchar cantar a Carlitos Gardel, a Libertad Lamarque y un sinnúmero de cantantes en películas y en sinfonolas de bares en la época, le fue cogiendo y creciendo el gusto a la melodía argentina.

Algunas veces lo encontrábamos reunido en el bar Morfetta o en la panadería El Comercio de don Juan Pancho Rodríguez… “Chimiguencha” fue como yo por cariño y confianza saludaba  a “Gardelito” y los dos  estallábamos en hilaridad. Su  sonrisa era veloz como una centella. Siempre de buen humor. Arregladito, de buen vestir el caballero, envuelto en pantalón de dril blanco o crema y camisa por fuera, y zapatos de patente. La mayoría de las veces andaba a pie, algunas veces lo veíamos por la calle dándole pedal a una bicicleta Raleig de las grandes.

No existía milonga en el el repertorio y el cancionero del mítico artista argentino Carlos Gardel que “Gardelito” no supiera,  cantaba acompañado de guitarras o a la sordina sin que se le olvidara la música y la letra. La peña tanguera villacurana lo bautizó con el sobrenombre de “Gardelito”. 

Lugares periféricos de La Villa, pero en particular  el barrio Las Mercedes que era su ruta preferida,  conocieron muchas veces su voz de cantor popular. Melodías argentinas muy conocidas como “Mano a Mano”, “Las Cuarenta” “Melodía de Arrabal”, “El Día que me Quieras”, fueron tangos gardelianos que se oyeron en su voz inolvidable en la barra del botiquín “Tango Bar” allá en Las Mercedes del también milonguero José Pérez. 

Cuando cantaba sus hermosas interpretaciones todo el mundo se paraba de las mesas a escucharlo. No interpretaba otro género musical que no fuera la música Rioplatense. Cantaba tangos en su voz de barítono desgarrado de nostalgia en los actos culturales, celebraciones, reuniones de la peña y en las inolvidables serenatas villacuranas de media noche para la madrugada.

            Nuestro fraterno amigo Vinicio Jaén  en plan de trabajo, de vendedor y cobrador por cuotas, para no viajar solo y disfrutar de sus cuentos y de sus canciones, lo contrató como ayudante, lo montaba de pasajero en su camioneta Willys y pasaban días en el llano, pernoctaban en la población de El Sombrero, estado Guárico. En las noches causaban furor los dos cantando en casas de amigos. De allá para acá Gardel  nos entretenía con sus chistes y evocaciones.

A don Crispulo Gallo, director de teatro, le habían comentado el talento del joven cantor, le bastó con oírlo cantar una sola vez en un botiquín y enseguida se lo llevó con su compañía de teatro a participar en las veladas artísticas y musicales que programaba El Cine El Corralón. A partir de allí don Gallo con su capacidad pedagógica se convirtió en su protector.  Del maestro Crispulo Galo fue que adquirió el artístico nombre de “El Gardel Villacurano”. El poeta  Vinicio lo presentaba en su estelar programa de las 8 de la noche “Variedades Pampas” por las ondas de Radiodifusora La Villa como “El Gardel Villacurano”, donde difundía sus más hermosas canciones acompañado de las guitarras del Ché Julio Martínez y el "gallo" Andrés Delgado.

En Villa de Cura, el pueblo que lo adoptó desde que era un adolescente recibió las más consideradas expresiones de aprecio y cariño de sus contemporáneos, por su trato amigable, por su forma de cantar, por ser un hombre humilde y sin tachas.

Con el paso del tiempo, poco a poco, su voz se fue desvaneciendo. En los años finales de su existencia se vio caer en un mutismo interminable cuando  eligió una bohemia absurda y descontrolada. Esto según lo escrito por  su entrañable amigo Vinicio Jaén “lo llevó a una prematura muerte”.

Aún nos queda el recuerdo cerca del alma de este gran amigo que hoy venimos a recordar como si fuesen las notas de" La Comparsita", ese viejo tango que siempre interpretaba Gardel.  Descanse en paz amigo.

 

La Villa de San Luís, octubre 2020

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DOÑA MATEA GALINDO DE RODRÍGUEZ... MADRE DEL INGENIERO RAFAEL RODRÍGUEZ GALINDO .



Matea Galindo de Rodriguez. Foto archivo familiar 

Villa de Cura Estado Aragua 

                                                                                  Por Oscar Carrasquel

 

De esta señora cuyo nombre completo era Matea Ifigenia Galindo de Rodríguez es poco lo que conocen las nuevas generaciones, bastante la tratamos desde que éramos infantiles. Evoco aquellos años mozos y nunca dejaré de recordar su trato amable de tantos años, una dama de buen carácter con su rostro siempre risueño y la bondad entera. Hoy ha vuelto a surgir su nombre en la pantalla de los recuerdos; una   madre  que junto a los suyos habitó una casa solariega por la  calle "el ganado" hoy llamada Lisandro Hernández, que en ese tiempo todavía no estaba pavimentada. Y sobre todo porque después que se conoció con nuestra madre,  trabaron amistad y compañerismo, tuvieron la dicha de compartir la ilimitada dedicación al mundo de la costura, soñaban y se ayudaban recíprocamente.

A esta matrona la comparo con mi madre María Inocencia. Muy buena costurera fue Matea Galindo de Rodríguez, creativa tanto en su arte de coser como en la pobreza.  La comienzo a buscar en la memoria y puedo resumirla como una mujer honesta y trabajadora, bondadosa y digna de admiración, de tez morena, baja de estatura, de  rasgos indígenas, de pelo largo y liso. Doña Matea fue del tamaño de su paso por la vida porque la muerte apareció a edad temprana una mañana primaveral.

 Nacida en 1918 en la comunidad de El Cortijo en la cuenca del Río Tucutunemo, a 5 kilómetros al noroeste de Villa de Cura. Hija de Luisa Galindo de vida doméstica y del agricultor Sixto Carmona. Tomó estado con  Marcos Rafael Rodríguez Barrios, hijo de Rosendo Rodríguez y Fabiana Barrios, se conocieron en sus años moceriles. Ejerció de costurera toda una vida cosiendo en una máquina marca Singer de pedal de kas negrita, desde que clareaba el día hasta altas horas de la noche entregada a su trabajo.

Acometió con mucha destreza su labor, su técnica consistía en tomar la medida directa de la ropa de la persona, para  después llevarla con intelecto a la tela, nunca usaba patrones de cartón como era de ley; cortaba en el extremo de una larga mesa de madera; trabajaba con telas de marca, como lino cien blanco, kaki y gabardina. Su fama creció en La Villa como buena costurera.

  En aquellos años 40 apenas estaba llegando a La Villa la era de la energía eléctrica, La sala la iluminaba la mortecina luz de dos bombillos de 20 watios, y eventualmente se alumbraba con una lampara a base de kerosene. Cuenta su hijo, el ingeniero Rafael Rodríguez, con un gran sentimiento por dentro,  que durante largas horas de la noche podía escuchar el "chas chas" cosiendo en su máquina envuelta en un silencio profundo. Fue costurera de confianza de labriegos que llegaban de las aldeas aledañas a Villa de Cura hasta que el pueblo empezó a cambiar. 

Don Marcos Rodríguez era un hombre flaco, menudo, fuerte, muy dinámico, desempeñó muchos años el oficio de albañil, nacido en 1890, era ciego pues perdió el sentido de la visión a los 45 años de edad, sin embargo, sabia de sobra por donde andaban sus pasos. Ejerció la agricultura, cultivaba él solo un conuco en el sector de Los Tanques, con la única ayuda de los hijos varones, una vez que que salían del colegio y los fines de semana,  para ayudar al sustento de la casa. Los muchachos fungían de lazarillos. Todos los días atravesaban a pie la sabana, transitaban ese camino acompañando y guiando a  su padre.

Producto de este matrimonio nacieron: José Vicente, Rafael, Carlos Ponciano, Gonzalo, Luisa Amalia, Nestor, Carmen, Delia e Hilda. Para la señora Matea no había obstáculos ni imposibles que valieran, siempre tuvo tiempo para todos. Don Marcos y doña Matea siempre compartieron la idea que sus hijos pudieran estudiar y llegar lo más lejos posible. Ese empeño y voluntad de marido y mujer  aferrados a la esperanza que sus hijos estudiaran, hizo que finalmente Rafael ingresara a la Universidad y en efecto se gradúa de Ingeniero Forestal en 1961, egresado de La Universidad de los Andes; Carlos Ponciano fue Ingeniero Agrónomo de la UCV y José Vicente obtuvo el título de Maestro Normalista,  se desempeñó en las escuelas públicas de Villa de Cura toda su vida.

Doña Matea era quien sacaba tiempo para asistir a las convocatorias de padres y representantes en la escuela Arístides Rojas y en el liceo Alberto Smith en donde estuvieron estudiando los muchachos. La verdad es que el matrimonio acostumbró a todos sus hijos a trabajar desde pequeños, apoyaron el esfuerzo de sus padres realizando  oficios del hogar, tales como hacer labores en la cocina, moler maíz, servir la mesa, lavar platos, barrer. También se entregó a enseñarlos a que la ayudaran en la costura, ya sabían bastear,  pegar botones y coser ruedos. Además realizaron actividades de crianza de gallinas y cerdos enchiquerados. Parte  de aquellas labores domésticas consistía en la crianza y manejo de un corral lleno de chivos, atrás en un espacio del patio.

 Cuenta el ingeniero Rafael que hembras y varones “Aprendimos a  tejer capelladas en un telar en casa, trabajamos mucho tiempo para la alpargatería de don Enrique Flores. Bs 6 era el trabajo de un día. De este producto los muchachos recibíamos un real para asistir al cine El Corralón, lo demás lo ingresábamos para los gastos de la casa". Es bueno señalar que nunca los venció el desaliento. más bien lo hacían con entusiasmo.

La casa de familia, aún se encuentra instalada en una ancha y moderna avenida. sombreada de matas de almendrón y un patio grande al lado del “Pan Pan”.  

Así fue transcurriendo la vida de esta matrona hasta que en 1960, (faltando un año para graduarse su hijo Rafael). En unas vacaciones de Semana Santa, madre e hijo se confundieron en un interminable abrazo de despedida aquí en La Villa... Mayúscula sorpresa la que se llevó su hijo Rafael después que llegó a Mérida  buscando culminar sus estudios, al abrir un telegrama urgente se encontró con la fatídica noticia de que había fallecido su mamá de forma repentina. "La noticia peor que yo haya recibido en la vida", nos dice Rafael.

Rafael heredó de doña Matea Galindo, no solamente su tamaño y parecido físico, también su resistencia, su coraje,  casta, y también su bonhomía. Don Marcos, el padre invidente, quedó a la cabeza de la familia con el apoyo de todos sus hijos. No fue necesario que pasara tanto tiempo para darse cuenta la falta que hace una buena esposa y una madre..

 La muerte siempre en acecho llegó de manera repentina  y se acaba  aquella vida todavía útil con escasos 47 años de edad.  Uno al final sintió un escalofrío en el cuerpo y en el corazón al no comprender cuál es la verdadera misión de la muerte y su inmenso misterio. Doña Matea Galindo de Rodríguez siempre merecerá  nuestro recuerdo.

 En resumen,  su pequeña historia queda plasmada en un poema que le dedicó, con su cariño tan constante, nuestra querida poeta Rosana Hernández Pasquier, así fue lo que escribió:

 

La mujer lloró sin consuelo

El día que su hijo se despidió

Exhibía disminuida voz

Sonaba a cuenco roto

Nadie comprendía el por qué

Era un viaje de rutina

La madre tenía la certeza

No se sabe qué voz la advirtió

Que no volverían a verse jamás.

 

Queda demostrado  que de nada vale luchar contra la fogosidad del destino, de cualquier forma las hojas verdes se llegan a secar y se las lleva el viento. Qué decir de esta madre que se llamó Matea Ifigenia Galindo de Rodriguez que no haya salido de lo infinito del alma y de lo que tiene de musical el verbo.. Descanse en paz señora Matea.

 

Oscar Carrasquel...La Villa de San Luís, noviembre 2020

Gracias a nuestro amigo el poeta Elio Martínez por servirnos de posta.

 

 

jueves, 22 de octubre de 2020

DE QUÉ GENERACIÓN ERES…APRENDISTE A LEER Y ESCRIBIR EN UNA DE ESTAS “ESCUELA UNITARIA” EN VILLA DE CURA?


 


              Por Oscar Carrasquel

 

Hubo en Villa de Cura hasta por los años 50 y 60 una labor de instrucción desarrollada por mujeres que tenía como objetivo la enseñanza primaria, equivalente a un primero y segundo grado de educación oficial, cumplida desde sus propios hogares, recibieron la connotación de “Maestras Preceptoras”. La formación como maestras de escuela era prácticamente autodidacta. Alude esta definición a las educadoras que no poseían aún el título de Maestra Normalista. Nunca era atendida en un salón una cifra que sobrepasara los veinte alumnos de deferentes sexos. Las clases la daban en un espacio de su casa. La mayoría  obtuvieron permiso del Ministerio de Educación Nacional para realizar esta labor.

Eran tan reconocidas como educadoras, y preparaban tan bien al alumno,  que muchas de sus  enseñanzas se adaptaban el programa del sistema educativo oficial, por lo general el muchacho egresaba de esta Escuela Unitaria para las Escuelas Graduadas Oficiales a cursar directamente el tercer grado, sin menester de realizarle examen de admisión.

Ya el educando conocía los símbolos de la patria, urbanidad, ortografía básica, caligrafiar y dibujar algunas formas geométricas. Igualmente sabía de memoria las cuatro reglas de matemática (sumar, restar, multiplicar y dividir) que venían marcadas en la solapa de un cuaderno marca “Caribe” o “Libertad”. Recuerdo que los niños pasaban casi todo el día en la escuelita,  desde la mañana hasta la tarde.

Posteriormente la designación de “Escuela Unitaria”  el Ministerio de Educación Nacional  se encargó de  asignarlo a las escuelas  establecidas en áreas marginales y rurales, las cuales se  identificaron por dígitos, recuerdo que en la calle Comercio vía el cementerio viejo de Villa de Cura, funcionó la Escuela Unitaria número 62, hoy se conoce como “Escuela Básica Vinicio Adames”.

La infraestructura de estas escuelas  era muy pobre, así la nuestra; el salón de clases estaba constituido por unos largos bancos de madera, un pizarrón, borrador y tiza. Y un retrato guindado en la pared, el más fiel de nuestro Libertador Simón Bolívar que nunca se borra de nuestra mente. Los alumnos llevábamos un lápiz Mongol con la punta ya sacada y un cuaderno de a locha metido en el bolsillo de atrás del short.

Una escuela de más tradición en Villa de Cura en las primera décadas del siglo xx fue la escuela de doña Pepita Peraza, en la calle Real (Avenida Bolívar) donde cursaron sus primeras letras el poeta Vinicio Jaén Landa, el ingeniero Héctor Hernández Carabaño y el animador de radio y televisión Amador Bendayán. Por oír este testimonio de don Vinicio Jaén.

Evoco y rindo tributo con mucho cariño a la Escuelita Unitaria fundada por la guariqueña, de San Juan de los Morros, doña Elvira Antonia Rodríguez de Bolívar, andando siempre a la mano de Dios y la Virgen de Lourdes donde el niño se sentía como en familia; el aula de impartir clases era una pieza de la casa, atendida por sus hijas, las señoritas Priscila Bolívar Rodríguez, Tulia Isabel Bolívar Rodríguez y Josefina Bolívar Rodríguez, quienes agregaban como segundo aspecto el aprendizaje del Catecismo de la Iglesia Católica. A esta escuela ubicada en la calle Urdaneta asistió, de ocho y nueve años, el autor de la presente nota. Nunca me canso de machacar que fue como un farol para mi vida.

Una Escuela Unitaria de las más emblemáticas en Villa de Cura en aquellos años fue la regentada por Misia Angelina de Roldán, la madre del dentista Víctor Roldán; estaba ubicada en la calle Miranda entre calles Morales y Urdaneta.  Es bueno recordar que esta matrona Angelina de Roldán era una señora de carácter irascible, de voz suave pero con un vocablo de mucho respeto y autoridad, que yo conocí porque pasaba todos los días por el frente de su escuela; las letras entraban porque sí, los muchachos no tenían tiempo para el esparcimiento sino para el estudio; cero habladera, nada de devaneos, ni guachafitas, aunque sí compartían sanamente. Para algunos, sin embargo, esta fue una escuela muy provechosa en donde asimilaron una sabiduría indestructible.

La maestra Josefina Rojas Lovera, educadora por antonomasia de una larga trayectoria, una verdadera querendona de su pueblo, apegada a las buenas obras educativas; ayudó a levantar escuelas, fundó la Escuela Unitaria de Espinital, en un terreno rural en jurisdicción de la hacienda Los Bagres municipio Zamora. Pasado un tiempo crea la Escuela Unitaria en  Villa de Cura. Funcionó  en una casona en la calle Páez, Este. El inmueble lo ocupan hoy en día la señora Berta de Arias y familia. En su honor funciona en el centro de la Villa de Cura actual, una institución privada moderna signada como “Escuela Josefina Rojas Lovera”, ubicada en la calle Comercio, fundada por la Maestra Martha Fuentes de Martínez, donde estudió el preescolar y primer grado mi nieto Juan Pablo Carrasquel Bolívar. Me tocó llevarlo y traerlo los días de clases.

Siguiendo estas gratas evocaciones no podemos dejar de nombrar también a la escuela  regentada por la señorita Sofía Rodríguez De La Rosa,  una educadora ejemplar, muy nombrada de toda la vida en Villa de Cura, funcionó hasta hace poco en una casa amplia de la calle Comercio a dos cuadras de la Plaza Miranda. Además que tuvo una vida cultural en música, teatro, veladas, recitales, etcétera.

 La señora Teófila Ramírez, en la década de los años sesenta, además de atender a los quehaceres del hogar, dictaba clases junto a su hija la señorita Zulay Manzanilla, el aula  era una salita de su casa ubicada en la calle doctor Urdaneta norte, llegando a la calle Juan de Dios Agraz. Los hijos de este servidor tuvieron el privilegio de haber formado parte de sus enseñanzas.

Para atender a la población escolar de la Parroquia Las Mercedes y sus adyacencias,  fue creada una escuelita Unitaria ubicada en la calle Jaime Bosch, cruce con calle Sucre, en todo el frente de la tasca “La Garita” de don Carlos Almenar Rojas. La escuelita la regentaban las Morillo de Las Mercedes. Aquí aprendieron las primeras letras un grupo de jóvenes doctos, entre ellos nuestro fraternal amigo Alexis Guevara Pérez.

En la calle Bolívar y Villegas Sur, cerca de La Caja de Agua, funcionó bastante aceptable la Escuela Unitaria de las hermanas Poleo, atendida por las maestras Jesuita Poleo y Juana Poleo, en el campo de la enseñanza primaria fue muy apreciada su actuación. Fue relevante el servicio que prestó al universo  de familias residentes de los sectores La Represa y Las Tablitas.

Se entiende entonces que, las maestras Preceptoras desde su propia casa prestaron a aquella Villa de Cura semi rural una formidable contribución a la educación primaria elemental. Un grupo mayoritario de maestros y maestras Preceptoras de Villa de Cura se graduaron posteriormente de Normalistas, a través del programa de Mejoramiento Profesional del Magisterio.

El  Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio (IMPM) fue creado en 1950, su inspiración y logro se le atribuye al doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, un Ministro de Educación preocupado, muy querido y apreciado por los magisteriales de su época.

Hay que reconocer que estas maestras y maestros pusieron especial empeño en capacitarse profesionalmente y a punta de dignidad siguieron dando su concurso a la educación hasta alcanzar la meta que se plantearon. El ejercicio de educación de niños para una maestra de esa época,  era un placer y un orgullo muy grande. Además de poseer una remuneración acorde.

Es evidente que a partir de los años 70, más o menos, la Escuela Unitaria en el municipio Zamora fue sustituida por las Unidades Educativas modernas dependientes del Ejecutivo del Estado Aragua.

 

La Villa de San Luis, 20 de octubre 2020


Sitio web de la imagen; Dialnet-LaHistoriaDeLaEducacionDesdeLaFotografiaEscolar-5207510 (2)

domingo, 18 de octubre de 2020

PROFESOR JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ PARADISI PRIMER ARAGÜEÑO DIRECTOR DEL INSTITUTO NACIONAL DE DEPORTE (IND)

 PROFESOR JUAN JOSE RODRIGUEZ PARADISI PRIMER ARAGUEÑO D


IRECTOR DEL INSTIRUTO NACIONAL DEL DEPORTE D

IRECTOR DELI

Profesor J J Rodríguez. Foto del libro "Cien Personajes y más del Deporte aragüeño" Carlos Cortez Mota. p 240/ Fundes/1996.


                                                                                       Por Oscar Carrasquel

 

La foto y algunos datos sobre la humanidad de este insigne personaje villacurano la encontré en la apasionada lectura de una interesante obra intitulada “CIEN PERSONAJES Y MAS DEL DEPORTE ARAGUEÑO" original del escritor, locutor y periodista maracayero Carlos Cortez Mota. El mencionado libro es de la biblioteca del historiador y Cronista de Maracay profesor Oldman Botello quien me los prestó. Qué bueno que en unas de sus páginas me haya topado con la figura de este ciudadano villacurano de tanto performance en el deporte venezolano.que se llamó Juan José Rodríguez Paradisi.

Juan José era Licenciado en Psicología; en Villa de Cura donde le conocimos de trato en los años 50, aquí se le nombró siempre como el Profesor Rodríguez.   Con aquellos amigos con quien entabló una estrecha comunicación como José Rafael Hernández “Fafa”, "Kanko" Coelles,  Roger Barreto Álvarez (su primo) y Félix Hernández Castillo, entre otros,  simplemente lo llamaban cariñosamente “Jota Jota”. La mayor parte de su vida la vivió ligado al deporte.

Juan José Rodríguez Paradisi nació en Villa de Cura el 22 de julio de 1932, fue su padre don Juan Bautista Rodríguez Zerpa, que tuvo posesión dueño de la hacienda "Macuaya", en donde el muchacho comienza su primer contacto con la vida vegetal y animal.  Su madre se llamó doña Matilde Paradisi de Rodríguez, hermana de Luis Augusto Paradisi. De los Paradisi villacuraanos, un apellido entroncado en la historia política y de las letras de esta tierra aragüeña.

Hubo otros hermanos en este hogar, se llamaron: Emiliano Rodríguez Paradisi, Profesor de Educación Física, fue docente en el Liceo Alberto Smith de Villa de Cura, en sus inicios; Elugia Rodríguez  de Barreto, esposa de don Oscar Enrique Barreto Ruz; Luisa Rodríguez de Besson, esposa de don Luís Besson, y Rafael Rodríguez Paradisi, casado con Nina González de Rodríguez, el cual fue mi profesor de matemática en la antigua Escuela de Artes y Oficios de La Villa hoy Leoncio Martínez. Al profesor Rafael se le recuerda también por su desempeñó como instructor de Educación Física en el Grupo Escolar Arístides Rojas y otras escuelas en Villa de Cura, además fue jugador de fútbol, buen goleador en sus mejores tiempos, Teniendo de compañeros a Primiano y a Mauricio Marcatelli.

No puedo dejar de mencionar que habitó la familia Rodríguez Paradisi una casona de alto, estilo colonial, ubicada  por la calle Real (Avenida Bolívar) frente al ala izquierda de la Iglesia San Luís, todavía en pie donde Juan José vio la primera luz del mundo. Cursó la educación primaria elemental en la escuela Arístides Rojas en donde realizó sus primeras prácticas de Volibol. Pequeño al salir de primaria lo trasladan sus padres a Caracas a continuar sus estudios.

Estudió secundaria en el Liceo Andrés Bello de Caracas donde inicia su pasión por el deporte y dio a conocer sus aptitudes, y comienza a desarrollar con celeridad sus grandes dotes, su talento como atleta de pista y campo. Se graduó de Licenciado en Psicología en la Universidad Católica Andrés Bello de la capital de la República, en esta Universidad termina de consolidar su carrera deportiva. Fue tanto su descollar en el deporte, que, después de finalizar sus estudios universitarios, su primer cargo lo desempeña como instructor de deporte para el Ministerio de la Defensa, adscrito a la Comandancia General del Ejército.

Igual cargo ocupó para el Ministerio del Trabajo y también en el Ministerio de Educación Nacional. Maestro de maestros, se vio vinculado dictando cursos para la formación de profesores de Educación Física del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio (IMPM). Escribió y editó “Volibol” un libro patrocinado y distribuido en aquella época  por la compañía Shell de Venezuela.

Señala el periodista Cortez Mota que Jota Jota se destacó en atletismo y basketball. Representó al Distrito Federal en una competición nacional de basketball realizada en el estado Zulia. En la disciplina de volibol fue integrante de los gloriosos equipos caraqueños de primera categoría. A mediados del siglo xx, jugó  con las escuadras  “Casa Sindical”, “Atlántico”, “Sanidad Militar”; su mejor época la vivió con el equipo “Universidad Central de Venezuela”. Batalló junto al equipo de pista y campo de la UCV... En Caracas despuntó como volibolista en los juegos inter liceístas defendiendo la camiseta del Liceo Andrés Bello.

Lo fuerte de J. J. Rodríguez fue en el volibol. Escribe Cortez Mota en su libro que participó como jugador en la selección nacional en los juegos Panamericanos de México 1955. Destacó como técnico en la disciplina de volibol, dirigió las selecciones que participaron en Vlll, lX y XX  juegos Centro Americanos y del Caribe. Asesor Técnico de la Federación Venezolana de Volibol. Ocupó un tiempo la presidencia del Colegio de Entrenadores Deportivos de Venezuela.

En el Instituto Nacional de Deporte (IND), apunta el escritor Cortez Mota, desempeñó inicialmente los cargos  de Director de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos; Jefe del Departamento docente; Profesor de psicología y estadística de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos de Venezuela. Además, fue profesor de volibol y Psicología Deportiva del Instituto Pedagógico de Caracas y Profesor de deporte del Liceo Andrés Bello de la capital.

Ocupó nada menos que la presidencia del Instituto Nacional del Deporte (IND),  nombrado durante el periodo de gobierno del doctor Rafael Caldera, debemos destacar que fue noticia destacada en la dirección inedista donde realizó un fructífero y satisfactorio trabajo en beneficio de la juventud venezolana. La crónica lo define como el primer aragüeño que presidió esta noble institución deportiva del país.

Le fueron concedidos los más altos premios y condecoraciones, entre los más destacados: Orden Francisco de Miranda, en su única clase, creada durante la presidencia del General Isaías Medina Angarita; Orden al Mérito al Trabajo, en segunda y tercera clase, otorgada por la Presidencia de la República, La Villa lo honró con la "Orden Ciudad de Villa de Cura", entregada por el Concejo Municipal del Distrito Zamora, estado Aragua. Además de múltiples reconocimientos, diplomas,  placas de Instituciones públicas y privadas, liceos y  Universidades nacionales.

Fue el profesor Juan José Rodríguez Paradisi una figura emblemática, sobre todo como atleta y dirigente deportivo, su rasgo mas característico, Sin ninguna duda el profesor Rodriguez es uno de los personajes que le dio mayor lustre a su terrón natal Villa de Cura a mediados del siglo xx que recién acaba de pasar.

Todo este recorrido y mucho más fue en síntesis la actuación del profesor J.J. Rodríguez. A su pueblo llegaba con pasos silenciosos en periodos de vacaciones, en diciembre, en Carnaval y Semana Santa.  Casi toda su permanencia fue en la Capital de la República pero nunca olvidó su terruño natal. Su sensible fallecimiento acaeció en Villa de Cura el 15 de mayo de 2015. Los restos de este destacado y referente villacurano reposan en el panteón familiar en el viejo cementerio de la calle Comercio de Villa de Cura. 


Profesor J.J. Rodriguez Paradisi


 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, enero 2020

Diagramador Ramón Alfredo Corniel


sábado, 10 de octubre de 2020

ROSA GUERRA DE CARTAYA "MELITA" UNA EJEMPLAR VIDA AL SERVICIO A LA EDUCACIÓN


 ROSA GUERRA DE CARTAYA "MELITA" UNA EJEMPLAR VIDA AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN.

Foto archivo O.C. Reproducción Ana Moreno Carrasquel

                                                                                          Por Oscar Carrasquel

 

Con la mañana iluminada por el sol hemos visto pasar desde un rincón a la MAESTRA MELITA, llevando como un collar amplio su cariñoso apelativo. De este modo fue bautizada  en el recinto familiar allá en el oriente venezolano. Pertenece a  las antiguas y queridas maestras por antonomasia que pasearon la profesión durante  largo peregrinar por las escuelas de Villa de Cura y otros lugares, educadoras a tiempo completo. Maestras preparadas para cumplir integralmente  con la formación  social, moral y cívica del alumno.  MELITA, hoy en día es maestra jubilada digna defensora de su gremio y de los trabajadores de la enseñanza y sus derechos, Así como ella hay un listón de su profesión que supieron ganarse el respeto y reconocimiento de toda la nación.

La gente que queda de nuestra generación sabe reconocer como estos educadores de nobles ejecutorias enseñaban castellano, matemáticas, aritmética, ciencias de la naturaleza, y a conocer la historia de Venezuela y a los héroes de nuestra nacionalidad. Un alumno egresado de 6to grado tenia rango de bachiller,

Quién no conoce en esta ciudad a Melita? A esta amable señora, la cual emn muchas oportunidades  la vemos irrumpir cruzando la plaza Bolívar de La Villa sostenida con un bastón de empuñadura. Lo primordial es que casi toda su vida la ha dedicado, sin ninguna enfulla, al oficio de enseñar y a formar ciudadanos entre un aula escolar.

Sus datos personales que reposan en el antiguo Ministerio de Educación señala que su nombre completo es Rosa Esther Guerra Rivas de Cartaya. Vino al mundo en la ciudad de Caicara de Maturín, capital del municipio Cedeño estado Monagas, en el seno de familia lleno de humildad, el 27 de mayo de 1940, donde transcurre su niñez y adolescencia. Su padre se llamó Pedro Manuel Guerra y su madre  Rosario Rivas.

Aprendió las primeras lecciones en la escuela “Monseñor Guevara y Lira” en Cantaura estado Anzoátegui. La educación secundaria la realiza en el Liceo “José Gil Fortul” en Valle La Pascua, estado Guárico. Inició sus estudios de Normal en el “Instituto Privado Simón Bolívar” en Valle de la Pascua. Luego se integró al centro del país donde consolida sus estudios y se gradúa de Maestra Normalista en la “Escuela de Educación Normal  Luis Alejandro Alvarado”, en Cagua, municipio Sucre estado Aragua. A la vuelta de los años hizo cursos de perfección en el “Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio” con el fin de especializarse en la implantación de los conocimientos básicos previstos en los programas oficiales, cubriendo todos los aspectos relacionados con la educación primaria en áreas de lenguaje, matemática moderna, lectura y escritura.

Se capacitó en otras áreas siguiendo cursos preparatorios en la “Escuela Granja Mayorica”, asentada en San Felipe, estado Yaracuy, también realizó estudios en la “Escuela Granja de San Francisco de Asís”, municipio Zamora, estado Aragua.

Rosa Esther Guerra Rivas casó en primeras nupcias con Ramón Romero, de cuya unión nació Ramón Alejandro Romero Guerra. Luego de enviudar contrajo segundas nupcias con Juan José Cartaya Palma. De cual  ha visto nacer a Juan José Cartaya Guerra y Luís Rafael Cartaya Guerra.

             Inicia su labor docente designada por el Ministerio de Educación en la Escuela Estadal Graduada “Leopoldo Tosta” de Villa de Cura, en esta institución impartió sus servicios magisteriales durante dos décadas, cuyos alumnos disfrutaron de su sabia docencia. Debemos agregar que posteriormente fue nombrada subdirectora de la Escuela Básica “Juan Antonio Pérez Bonalde” hasta su merecida jubilación en 1986.

             Hoy en día comparte con sus colegas retiradas el fervor y amor eterno por su gremio quienes van a darle impulso a la Asociación de Maestros Jubilados y Pensionados AMEJUP Zamora, organización a la que siempre ha pertenecido. En un tiempo desempeñó  la Secretaría de Finanzas de la Asociación de Pensionados  y Jubilados del Municipio Zamora, estado Aragua.

En su pecho habita un puñado de satisfacciones que le llegaron como cosa natural. Le ha sido otorgada placa de reconocimiento “15 de enero”, por el Concejo Municipal del Municipio Zamora en 1981. Placa “Al maestro con cariño” por la Escuela Básica “Juan Antonio Pérez Bonalde”; también recibió premios al mérito de la mencionada institución; la placa “Lourdes Cáceres” le fue otorgada por AMEJUP.  

Su nombre está inserto en las páginas de un libro de oro escrito con amor, en homenajes a las mujeres y hombres que desempeñaron la profesión en el ámbito de la educación en el estado Aragua, titulado “Educadores Emblemáticos del Estado Aragua”, (Tomo II) escrito por el profesor Luis Antonio Parada Flores.

Por donde quiera que pasa en MELITA siempre está presente un gesto de cariño, de consideración y de respeto, sigue siendo vista como maestra, hermana, comadre,  tía, abuela, y sobre todo madre para muchos niños que se pasean por  las calles de La Villa que reciben su bendición..

No ha cambiado, en días pasados en la plaza Bolívar la buscaba un carro por el nombre de Rosa Esther; no la encontraron, ni supimos dar razón. Hay necesariamente que preguntar por la Maestra Melita. Seguro de inmediato te indicarán el lugar donde transcurre su vida, siempre llena de simpatías, resolviendo sus particulares ecuaciones con el irrisorio sueldo de maestra jubilada que percibe; multiplicando calendarios y caminado sobre el puente que nos conduce infaliblemente al poniente ya que el paso del tiempo no se detiene..

La Villa de San Luís de Cura, tricentenaria

  

 

 

 

martes, 6 de octubre de 2020

EL VIEJO ROBLE

                                 Foto enviada por el coleccionista Ramón Alfredo Corniel
 

EL VIEJO ROBLE

                                       Oscar Carrasquel

 

Naciste y viviste

alrededor de la plaza

infortunado roble


Moriste 

pero no de pie

como los otros árboles

 

La savia dejó de aceitar

el tictac de tu reloj interno


En otoño renuevas

las hojas de tu almanaque

Fuiste mansión de pájaros

de alas abiertas

 

La lluvia hace rejuvenecer

tu silueta

Como príncipe de la plaza

que eres

 

De carrera se adivina

tu envejecimiento

arañado de soles de verano

 

No resististe los avatares

del viento errante

que aplastó tu sombra

 

No te podrás quejar,

viviste como erizo de mar

una longevidad de siglos

 

La furia del taladro

vestido de grana

una gris y triste mañana

seccionó tu nervudo tronco

 

Ahora tus células resucitarán,

te convertirás en madera,

en embalaje de la última morada

 

Oh! noble Roble,

afincado en la tierra

seguirás viviendo

más allá de la edad de Adán.

 

 

La Villa de San Luís, invierno 2020

 

 

domingo, 4 de octubre de 2020

MISCELÁNEAS DEL ESTADIO DE BÉISBOL "RAMON MARIA ACOSTA" DE VILLA DE CURA

 

                                Foto aportada por el coleccionista Ramón Alfredo Corniel


 

                                                                                         Por Oscar Carrasquel

 

Sobre la figura de don Ramón María Acosta ya hemos hablado y escrito. Vamos a referirnos ahora como  sencilla evocación al estadio que lleva su nombre, para conocimiento de toda la afición venezolana.

Este confortable estadio para jugar béisbol se encuentra ubicado en la calle Leonardo Ruíz Pineda, detrás de la cerca perimetral del hospital Dr. José Rangel de Villa de Cura, capital del municipio Zamora del estado Aragua. Situado al lado del estadio, para los que deseen visitarlo, está el hotel español “La Villa del Sabor”.

En la década del 50 el terreno donado para jugar béisbol se extendía hasta donde es hoy el hospital Doctor José Rangel, duró varios años como campo abierto con solo el baskestop; al principio fue bautizado por la afición con el nombre de “ Estadio Los Cerritos”. Vale recordar que tiempo atrás, lo que existía aqui era una enorme laguna que disfrutamos cuando muchacho. Hacia 1960 se inaugura oficialmente el campo de béisbol “Ramón María Acosta”, ocupando un lote de terreno que fue cedido por el  Concejo Municipal del Distrito Zamora, presidido por el señor José Tomás Ojeda.

Vino a reemplazar al viejo y desaparecido campo de pelota de Villa de Cura que en tiempos antiguos fue solar y potrero de la hacienda La Aduana del General J V Gómez, el cual  estaba ubicado en “La Sabana”, a un lado de lo que es hoy la avenida Aníbal Paradisi.

“La Sabana” daría paso al progreso y a la modernización, en su lugar se alza en tiempos modernos el Centro Comercial Villa Hermosa, la urbanización Ezequiel Zamora y un retazo de la calle Sucre oeste.

 Fue así cuando ese año un grupo de dirigentes conformado por don Pedro Ezequiel González, Víctor Martínez Rodríguez, Eugenio Quero, Victor Hernández Ramos, Carlos Salvatierra, Luís Almeida y otros, inauguran el primer campeonato clase “A” que llevó el nombre de “Primer Torneo de béisbol Inter barrios”. Quien escribe siendo un adolescente defendía la camiseta del “Deportivo Caracas”, del barrio La Represa. Entre las cosas que recuerdo me acompañaba en los jardines el amigo Nerio López. El campocorto lo defendía el hoy médico cirujano Evencio Peña Ramirez. Algunos comparaban el estilo de jugar de Evencio con Luís Aparicio.

El estadio Ramón María Acosta actual ya posee tres tribunas, una central y otra lateral de cemento y un palco de hierro, con techo, con capacidad aproximada para 1.300 espectadores. En certámenes especiales se llena y entonces la gente lleva su propia silla. En muchas oportunidades vemos que algunos fanáticos saltan la pared. Ya se encuentra completamente cercado y con torres de alumbrado para el juego nocturno, dotado de baños, vestuarios, dogout. La dimensión promedio de los jardines es de 370 pies.

En la parte de atrás de la tribuna principal está una especie  de café, venta de comidas y bebidas espumeantes para disfrute del público. Es inaudito que en un tiempo fuera utilizado como campo de futbol lo que afortunadamente fue subsanado a tiempo. Muchas gentes autorizadas utilizan el campo como caminería en las mañanas.

Conserva por el lado de la primera base una estación para dictar clases teóricas y prácticas de bateo para principiantes, casetas para la trasmisión por radio, aquí en una oportunidad se dejó escuchar la voz del ídolo de los narradores Delio Amado León. Tiene estacionamiento interno para pocos vehículos, pero existe la facilidad de poder estacionar en las calles adyacentes.  

En efecto, lleva el nombre de Ramón María Acosta, en honor de este recordado deportista villacurano apasionado por la pelota, quien a mediados del siglo pasado logró importantes triunfos para la disciplina del béisbol local.

Según lo que cuentan algunos aficionados, unos años atrás las tribunas y paredes de concreto eran rejuvenecidas, pintadas por la gentileza de los dueños de la empresa Solintex, poseedora de galpón en la entonces zona industrial de Los Tanques.

En algún tiempo se realizaron en áreas del estadio Ramón María Acosta, conciertos de música y presentaciones de diversos espectáculos artísticos, y ha sido prestado para otros eventos culturales y religiosos.

Ha sido sede de  escuelas comenzando por la liga del béisbol menor, para competencias de béisbol amateur en diferentes categorías. Aquí se enfrentaron equipos pertenecientes a la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Así como fue lugar de campeonatos locales, estatales y nacionales. En los años 1990 y 1998 se realizó una serie amistosa de béisbol menor a nivel internacional, específicamente con delegaciones de Cuba, Curazao y Aruba.

Por este terreno de juego descollaron peloteros villacuranos que se destacaron tales como William Castillo, Emiliano Hernández, Wily Flores, Jesús María Luna; Julián “viejo” Zambrano, quien lanzó en este parque el primer no hit no rum, y muchos beisbolistas profesionales de la época que es muy largo de describir. Construida la pared  el  poderoso bateador César Balza del equipo “Taller Central”de San Juan de los Morros, jugando para "Almacenes Cristo Rey", fue el primer jugador que logró sacar la pelota para la calle por todo el centro filder. En tiempos modernos han vislumbrado por este terreno muchas estrellas. Se dice que un beisbolista profesional, bateador zurdo, logró sacar una pelota que fue a pegar al edificio  del "Puente La Loca". 

Su mantenimiento y conservación  de diferentes aéreas y cuido están bajo  responsabilidad de la Alcaldía del Municipio Zamora del estado Aragua. No se puede soslayar que la administración municipal en diferentes periodos le ha hecho algunas mejoras al estadio.

Todos saben, por otra parte, que el perenne guardián de este estadio es don Juan Nieves, trabajador y viejo deportista del béisbol, quien tiene la sagrada misión de evitar a toda costa que sus instalaciones muestren una cara deplorable. Nieves, es un veterano manejando el rastrillo, acondicionando  el diamante y remarcando las rayas de cal.

Vamos a seguir defendiendo la vieja aspiración de mucha gente, porque se le construya la tribuna del lado derecho, igualmente que se coloque a la entrada del estadio, como estaba proyectado, el busto de don Ramón María Acosta.

 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, invierno 2020