jueves, 27 de julio de 2017

HOY BRINDAR QUIERO

Mi retrato, ingenio de la maestra pastelera Milagros Sàchez.



Hoy quiero brindar
por el follaje remoto
(ya marchito)
de mis temporales

Hoy quiero brindar
por mis pliegues,
que son los surcos 
del sembradío por la vida

Recorrer el tiempo ido,
andar con los ríos y cañadas,
que van a la mar,
con  sus crecidas y bajadas.

Hoy quiero pintar de verde
mis abismos y senderos,
Y brindar arriba en compañía
de  la luna y sus estrellas 

Hoy quiero seguir por el camino
que señala el arriero de los cielos
y las nubes en su recorrido

Hoy quiero dejar la senda
de  angustias y  de pesares,
oír el trino de las aves
y beber del arroyo montañero

Hoy  brindar por la vida quiero
para descubrir sus colores,
sonreír bajo una sombra de claveles
bajo el tintinear de un  aguacero.




Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 27 de julio 2017

miércoles, 19 de julio de 2017

LOS 15 AÑOS DE SAMY

   


Aún cabalgan por mi mente 
aquellas majestuosas mañanas,
Alzada ella, al regazo de la madre
Como un rosado clavelito
envuelta en una aterciopelada manta

Lloraste... Uno, dos, tres sollozos
bajo el cielo guanareño,
Con tus ojos níveos  
Y en tu carita un lunar
relumbrando 
como un angelito negro 

Era la primera vez que visitabas
los jardines primorosos  
del palacete  que guarda 
la Virgen de La Coromoto 

 Presentía  entonces
-para mis adentros-
que yo  iba a ser tu abuelo,
o  que  iba ser tu padrino

Han pasado de ese ayer  
quince primaverales años,
quince  inviernos con sus veranos 

Hoy pido a Dios para  ti Samy,
que ponga  en tu pechera 
muchachita quinceañera,
quince lirios del huerto de la gloria.

Que los ángeles te colmen de ternura
Y que Dios te arrulle y te bendiga
esta noche hermosa de tu día.


        

 Oscar Carrasquel, Acarigua, 20 de julio de 2017

GALERÍA DE CRONISTAS DE VILLA DE CURA MUNICIPIO ZAMORA ESTADO ARAGUA







Por Oscar Carrasquel

                                                                                                                                
Uno no debiera ruborizarse por tener que reconocer que en nuestra época en la escuela primaria, ni en tertulias de gente mayor que llegaba a  casa, ni en la calle, oímos alguna vez hablar de la historia de Villa de Cura tampoco menos su fundador. Lo aprendimos leyendo a nuestros Cronistas. En cambio, lo que sí  oíamos cotidianamente, era la voz de un ciudadano muy espontáneo, sencillo de trato, vestído siempre cerrado de kaki y sombrero de tubo, llamado don Rafael Mosquera.  En confianza le decíamos “Mosquerucio” o “Macutorio”. muy dado a la voraz lectura y explicación sobre historia universal de gruesos libros que guardaba en una voluminosa biblioteca.


Antes del nombramiento del primer cronista de la ciudad,  no  recordamos haber leído ni una línea sobre quien fue su fundador, ni como fue la génesis del pueblo donde nacimos, tampoco, de donde se deriva el nombre de Villa de Cura. La historia que aprendimos en la escuela  de los primeros grados se orientaba hacia una de doble polo: la de la religión católica que nos enseñaron en la escuela de doña Antonia Rodriguez de Bolivar Bolívar y la fecunda Historia de Venezuela, condensada en un libro  muy nombrado en aquella época, escrita por el lasallista Hermano Nectario María. Y por nuestra cuenta, en un libro titulado “Venezuela Heroica” del historiador Eduardo Blanco, donde conocimos nuestras raíces venezolanas y supimos de los héroes de nuestra nacionalidad, ¡Ah! Y  vimos el retrato fiel de Simón Bolívar en un cuadro grande, sin retoques desconcertantes, ese que se nos quedó grabado en la mente y en el corazón.

En las sesiones públicas y reglamentarias de la Cámara Municipal del Distrito Zamora, por allá en los años 58, 59 y 60, donde solíamos acudir a presenciar las deliberaciones, jamás oímos mencionar la palabra Cronista. Pasados los años, en  casa reparamos  que Cronista, se denomina a la persona que se consagra a la recopilación de hechos históricos, igualmente al que se dedica a escribir crónicas. Para aquel entonces no había oficialmente quien te diera a conocer de la historia y del pasado de la ciudad. Fue después de transcurridos algunos años  que la figura del Cronista de la Ciudad empezó a tomar auge. Demostrado y reconocido su provecho,  los gobiernos de este municipio comenzaron a designarlos.

Pronunciar la acepción de Cronista Municipal, es referirse a un orientador de la gestión municipal, tiene a su cargo  escudriñar el pasado, al mismo tiempo es un guardián de la memoria de la ciudad; conocedor de cuestiones jurídicas y patrimoniales del municipio; orientador de instituciones educativas; debe inmiscuirse en los espacios de la cultura; hacer lo que tenga que hacer para  defender al  municipio de  daños de carácter ambiental y tratar de preservar su casco histórico urbano.

En 1968  se crea ANCOV, Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela agrupando a todos los Cronistas del país. Cada año se reúnen en convención en la ciudad o pueblo escogido por ellos, en honor a don Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), primer cronista  de la ciudad de Caracas y quien  ejerció el cargo en el lapso 1945-1964. Aparte, numerosas municipalidades siguieron el ejemplo. Cada comunidad empieza a tener su cronista  para recopilar sobre asuntos diversos  relacionados con el pasado y presente de cada pueblo.

Fue en 1967 que Villa de Cura comienza a tener su primer cronista oficial de la ciudad,  siendo presidente del Concejo Municipal el señor José Tomás Ojeda; esa responsabilidad recae originariamente en la persona del doctor Luis  José Acosta Rodríguez, abogado, diputado del Congreso Nacional, docente universitario y hombre de amplia cultura. Además fue presidente de ANCOV durante tres periodos consecutivos. Tuvo la virtud de señalar vías y actitudes que había que seguirse en el desempeño del cargo. Dejó para la vida villacurana este orticeño fallecido en 1986 su ejemplo de maestro, orador, historiador y pensador. Fundamentó en discursos y en la palabra escrita los aspectos fundamentales sobre la historiografía de Villa de Cura.

Después de ocurrida la desaparición física del doctor Acosta Rodríguez, la designación de Cronista de la Ciudad de Villa de Cura recae en el profesor Oldman Botello, desde 1986 hasta 1995; uno de sus hijos mas ilustres, académico, historiador, periodista, conferencista y escritor villacurano; a la par en ejercicio del mismo cargo como Cronista Oficial de la ciudad de Maracay desde 1981. Tiene publicado un ensayo que poseemos enclaustrado en los estantes de nuestra biblioteca que lleva como título “Historia de Villa de Cura (Tránsito por la vida de un pueblo)”, cordialmente autografiado para la familia, publicación de 2005. La primera edición es de 1971.

Pasado poco tiempo a partir 1996 lo viene a suplantar en tan honrosa posición el profesor Johnny Hernández Calvo, maestro de la palabra, nativo de este solar villacurano; pedagogo egresado de la Universidad de Los Andes, locutor graduado de la UCV y productor de un programa de radio de sintonía en las mañanas, noticioso y comentado; articulista de medios impresos;  investigador de historias y escritor. Últimamente hemos leído  con sumo interés sus debates y reflexiones, tocando temas cruciales y controversiales  relacionados con el proceso fundacional de nuestra ciudad nativa. En estos días abrevamos en una obra suya sobre historia local que se denomina  “Villa de Cura. Pasiones, conflictos y juegos de dominación (1790 1863)” presentado a mis ojos y puesto en mis manos por el coleccionista y  poeta  Elio Martínez, allá en Fundavilla. 

Cumpliendo plena responsabilidad del cargo tenemos, hoy por hoy, a la figura del educador Antonio Cabanillas Yepez, profesor egresado del Instituto Pedagógico de Maracay. Es bueno recordar que su tesis de Maestría versa  sobre un ensayo titulado  “Dinámica geohistòrica de Villa de Cura 1920-1990”, trabajo que se encuentra inédito, pero se contempla su futura edición. La Cámara Municipal lo designa  al frente del cargo de cronista del municipio Zamora a partir del año 2011. El profesor Antonio Cabanillas Yepes, ha sido articulista asiduo de los periódicos regionales El Siglo y El Aragüeño, y entre los medios locales la revista EXPRESIÓN y el quincenario EL VIGÍA. En sus artículos, cada lugar, cada hecho y personaje evocado tienen contextura  en función de la historia local. Dicen que  el hombre vale por sus actos; el fraterno educador no es de aquí, pero es como si lo fuese. Por la ciudad de Villa de Cura  pone a disposición su dedicación y su vasto caudal de conocimiento. Está  al tanto de su largo recorrido histórico. Nos enteramos, con los ojos metidos en una carpeta, que es ponente de un estudio en donde testimonia su diagnostico y advierte sobre los potenciales impactos ambientales que tienen correlación con la disposición de desechos sólidos, y de otro tema que guarda relación con la contaminación ocasionada por el trasvase de aguas a los causes naturales  que atraviesan la ciudad cabecera del  municipio Zamora.

El escritor venezolano de Caracas Enrique Bernardo Núñez, nos dio a  entender con  la originalidad de su pensamiento, además con su temple y  experiencia, que un cronista  municipal no es una figura decorativa de un  salón gubernamental, ni un empleado de segundo nivel; ni es un funcionario público obediente, sino  una persona muy dinámica con una chorrera de conocimientos, con espíritu de autonomía, cuyo trabajo está regido por leyes y reglamentos muy específicos. 

Se estableció como fecha de conmemoración en toda Venezuela el día 20 de mayo de cada año, como “Día Nacional del Cronista”. Respondiendo a una propuesta acreditada al doctor Germán Fleitas Núñez, cronista del municipio José Félix Ribas del estado Aragua, durante el desarrollo de una convención periódica. La presidencia de ANCOV, la ejerce en la actualidad la licenciada Victoria Fuentes de Arias, cronista del municipio Urdaneta del Estado Aragua.

En Villa de Cura particularmente, miramos a nuestros cronistas con mucho admiración y respeto,  diáfano cariño, reconociéndoles como rico semillero de la cultura. Hubo excelentes y provechosos cronistas y los hay, sobrados de lustre; esto lo debemos de reconocer con altísima franqueza.  Hoy en día, por la gravedad de la situación económica, seguramente está guapeando  por la escasez en su despacho de muchas cosas..



Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, julio 2017

Foto composición Ramón Alfredo Corniel



jueves, 13 de julio de 2017

RECORDANDO LOS 100 AÑOS DE DOÑA FELICIA CEBALLOS


                           RECORDANDO LOS 100 AÑOS DE DOÑA FELICIA CEBALLOS


                                                                                                                         Por Oscar Carrasquel


Cien años andando agarrada de la mano de Dios y con la religiosidad católica por dentro acaba de cumplir doña Felicia Ceballos. 100 años no es un día, lleva bastante tiempo recorrerlos. Devota del padre de la Santísima Trinidad y  de la Divina Misericordia, además de conocedora espiritual de los misterios del Santo Rosario, cuya devoción siguiendo la tradición familiar se lo inculcó su madre desde que era pequeña. Son  los estandartes que ella lleva en el corazón,  bendicen su vida y la hicieron crecer dentro de  la fe.
Un siglo, veinte lustros... Así como suena... Ni más ni menos…100 años han transcurrido hoy 11 de junio de 2017 de haber llegado a este maravilloso mundo  este corazón pintado de canas blancas que  sigue diciendo ¡presente! cuando ella escucha pronunciar su nombre. La conocimos  en la urbe en tiempos lejanos cuando yo era un niño.   En nuestra Villa de Cura se respiraba aires de libertad y sosiego, había paz, nuestras casas pobres  entonces no eran un mundo cerrado de rejas.

En su tiempo esta humilde señora mantuvo sola a su prole con el trabajo de la cocina. Los clientes a pie o en lomo de caballo bajaban por todos los caminos a comer en su Pensiòn. Así comenzaba su heroica marcha desarrollando su  trabajo sin desmayo. Eso fue por allá en las décadas de los años 40 y 50 del siglo XX. A decir verdad  su labor de cocinera no tenía hora de empezar ni hora de terminar, no era nada fácil el oficio, ni tampoco cómodo  lidiar con tan variados gustos o paladares. Sin embargo, la  fama de su exquisita comida  se extendía por todos lados, lo cual fue para ella título de orgullo.

A Villa de Cura llegó un día  en un viaje de  arreos por el único camino de recuas a los 12 años de edad,  La comarca era como ella la vivió en su juventud, un pueblo feliz y tranquilo, un cobijo hospitalario, una agradable Villa de ambiente casi rural y de limitado comercio y escaso tránsito automotor.  Arreos de mulas y asnos que deambulan por sus calles solitarias. Eran tiempos  de cuentos de fantasmas como “La Sayona”, "El Anima Sola" y “El Carretón”; además de la figura  del “Encamisonado”, un personaje de carne y hueso del cual  apunta la leyenda fue descubierto una noche disfrazado de espanto;  pues se oía decir que se aprovechaba  cuando el poblado quedaba a oscuras   para saltar las empalizadas ajenas.

Dice  en  un documento  que Felicia María Ceballos Rojas, como es su nombre completo, nació en el sitio de Santa Rosa del Sur a campo abierto el 11 de junio  de 1917. Sin embargo se comprobó que  hay un error del amanuense en la fecha, porque en realidad  abrió sus ojos al mundo  el 11 de julio de 1917. Sus padres fueron María Eugenia Rojas y Melesio Ceballos Rebolledo, ambos campesinos de conuco, labradores de la tierra..

Hoy recordamos que esta agasajada matrona tuvo un total de cinco hijos todos varones  a los cuales vigila desde sus primeros pasos: Cristóbal, Ernesto, Félix, Guillermo y  Marcos. El esfuerzo no fue en balde pues sus hijos todos son hombres  laboriosos de probada conducta ciudadana y distinguidos en el estudio Fue esa la disciplina que recibieron en un hogar de exclusiva vigilia y sostén de la madre. Se casaron, formaron familia aparte y algunos tuvieron que alejarse un poco, pero siempre buscando  estar lo más cerca posible de ella. Y es que el amor maternal no termina por ninguna razón. El amor de una madre es irreemplazable. 
Una vez  le llegó a doña Felicia el infortunio  del destino,  no pudo detener la punzada en el alma y las lagrimas cuando la muerte despiadada le arrancó de sus brazos a  su hijo Cristóbal, nuestro amigo que en paz descanse.

La vida es bella y maravillosa a pesar de todas sus vicisitudes, pero lo es aún más, cuando se  llega a esta edad y la persona se conserva útil y con vitalidad; cuando trascurrido una centuria todavía se encuentra viviendo con sus grandes verdades, queriendo a sus hijos, vecinos y amigos, con el espíritu alegre y  su tono de voz y mente siempre lúcida, evocando el pasado el cual supo  transitar con amor y firmeza.

La edad no ha representado para doña Felicia impedimento alguno para seguir activa en sus menesteres cotidianos. Todavía está pendiente de sus hijos ya de familia propia, más la ramificación de 12 nietos y 7 bieznietos, lo más hermoso de la siembra. Se preocupa por los oficios elementales de la casa, cuidando que se mantenga limpia. Su amor por las matas es tal que riega y cuida de sus plantas y mantiene bello un jardín de rosas que le da sombra la entrada de su vivienda. Y  es tan sobrada su vitalidad que todavía  cocina y le queda tiempo para recibir lecciones de cuatro, tres días a la semana, de parte de su profesora María Teresa Fuenmayor. Además se la pasa tarareando sus canciones favoritas. Le atrae la música que ha sido siempre un complemento de su vida desde que estaba ene el campo,.

Lo que más importa es tener la mentalidad siempre abierta dispuesta para el conocimiento y tener ganas de sobrevivir en estos tiempos tan plenos de  incertidumbre. Asombra su memoria prodigiosa. Se desplaza en la casa con seguridad y con la fuerza espiritual que le viene de Dios. Siempre presta para vencer obstáculos, aconsejar a los mas jóvenes y seguir ayudando hasta donde se pueda a la persona más necesitado.

No debiera ser yo,  que solo vengo a traer a la memoria estas breves evocaciones para agasajarla, quien se atreva a describir  estas vivencias de tanta lejanía.  Quizá  usted doña Felicia con 100 años en lo alto es la que desplegando sus alas mejor conoce su vida y la historia  de esta Villa de Cura. Aquel  pueblo que antes era como un pequeño baúl donde cabíamos todos, la romántica y palpitante de ayer que usted misma ayudó a construir, muy diferente  a la de nuevos tiempos.

No sé si usted se acuerda doña Felicia de su juventud en su centuria de años vividos, cuando en nuestras casas pobres de antes no se incubaba el hambre. La arepa y otros productos alimenticios venían del campo, de la sierra, sobre lomo de asnos. No faltaba el café bien de mañana y se daban fijo, sin falta, dos sentadas o "golpes" en la mesa. La costumbre era a las 10 de la mañana,  el primer golpe, y el segundo a las 4 de la tarde. Así se tratara de caraotas negras revueltas con postura de gallina casera.

Un muchacho -por poner un ejemplo- no pasaba por adelante cuando otras personas mayores estaban conversando. De acuerdo con aquellos valores lo que decían los viejos aunque fuera con una mirada era "santa palabra" Y se le pedía la bendición a las personas mayores a si no fuera de su parentela... En las escasas boticas del pueblo se preparaban las formulas médicas y para la calle salía el olor de los remedios.

Aún tiene doña Felicia Ceballos un montón de días bellos por vivir por la gracia de Dios, y la virgen María también nuestra madre, unos años más que avanzar en el tiempo. Es lo que se percibe en la sabia sonrisa de su rostro y en el aroma de cada brisa que baja de la  Sierra de Santa Rosa del sur, de la alta colina de Picacho Blanco.

Lo atractivo de hoy es la reunión donde estarán presentes todos sus hijos y nietos y demás familiares. El mejor de los regalos. No esperaba regalos "En mi edad lo que deseo es que vengan todos para abrazarlos y bendecirlos" 
  
La vida es un privilegio que nos da Dios, depende de cómo la vivamos, de cómo la enfrentamos. Hoy cuando amanece nuestra villa altiva y bonita, aprovecho esta agradable encrucijada, adonde me condujo con sumo agrado la vida, para felicitarla con justicia y admiración... Permita usted doña Felicia que cuelgue en este hermoso día 100 flores perfumadas de mi humilde poesía sobre su pecho. ¡Feliz cumpleaños!





Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, junio de 2017

domingo, 9 de julio de 2017

“FALO”... VIVENCIAS DE UN VILLACURANO ARTISTA DE UN CIRCO


Villa de Cura
Estado Aragua
                                                                   

                                                Por Oscar Carrasquel



Nuestro pueblo está lleno de historia grande, de episodios que muestran su raíz originaria, obtenidas por sus autores de fuentes documentales; pero también los pueblos son abundantes en historias pequeñas. Como se sabe, estas últimas no se encuentran en archivos, ni en anaqueles de librerías, sino en el testimonio de sus propios  protagonistas o en la referencia oral de aquellos que los conocieron o que estuvieron a su lado..

Traemos en esta ocasión  el recuerdo de un hijo de Villa de Cura con el apodo de “Falo”. Debo decir que estos cuatro caracteres que constituyen un sobrenombre fácilmente de pronunciar, son identificadores de un coterráneo cuyo verdadero nombre  era Rafael Ernesto Agudo. Hijo de una humilde señora muy popular llamada Petra Agudo y de un señor que trabajaba muy bien la albañilería y plomería llamado Carlos Agudo..

A “Falo” lo conocimos en el terruño solariego por allá por los 50.  Vivía  junto con su familia por la calle Doctor Manzo, entre calles Miranda y Sucre. La última vez que lo encontramos, hace ya algunos años, enfundado en ropa de kaki y sombrero fino ala pedrá. Un  hombre liviano de trato, piel blanca, de pelo liso y abundante como el de Johonny Wesmuller, colmillo de oro reluciente y unas manos grandes. 


“Falo” no fue muchacho escolar de todos los días, pero tampoco de malas juntas. Positivo siempre. Por esos lados de la calle Doctor Manzo lo veíamos bajar siempre para la esquina de "Las Brisas" a jugar metras y barajitas. Durante la infancia y parte de la adolescencia, como otros muchachos de la cuadra le llamaban la atención los juegos tradicionales; pero a medida que fue creciendo se convirtió en un hombre terco en el juego y las apuestas. Nunca lo vi tomando licor. Tampoco fue un hombre de fullerías o trampas, pero sí con mucha suerte en el juego, siempre ganaba.. 

“Falo” era una persona imprescindible  donde estuvieran  por medio las apuestas, como  son las bolas criollas, dados, gallos,  y barajas en grupo, ruleta, batea y demás juegos de azar; allí en este escenario siempre estaba él, a ver con quien cazaba una partida; también era dueño de un humor nato. Sus andanzas en el pueblo son innumerables, conocido de todo el mundo. 


Por allá cuando nuestro amigo tenía más o menos 30 años edad, un día lunes preparó maletas y buscando nuevos horizontes se enroló en un  circo llamado  “Circo  Hermanos Castro”. Este circo que ya no existe fue fundado en La Villa por el ciudadano cubano Oscar Castro, sobreviviente del naufragio del gran circo Razzore.

 "Falo"  Ingresó a la compañía circense como utilero, destacado para ayudar a  montar y desmontar las lonas, y las tablas en las partes donde viajaba el circo; y casi de seguidas se incorporó a desempeñar otras atracciones más, aprendidas allí dentro de aquel  universo de almas.


De tal modo que aquel hombre gracias a su poco peso y agilidad de sus piernas fue enseñado a subirse y andar sobre zancos altos, y comenzó su trabajo moviéndose como pez en el agua sobre una tarima,  con un micrófono en mano para  promocionar y animar del espectáculo antes de comenzar la programación..

Como era buen conversador ya conocedor se dedicó a aprender nuevos secretos con las barajas, realizaba un número donde  extendía los brazos al aire como un mago, moviendo un puñado de cartas  entre los dedos con las dos manos, inventando trucos y haciendo magias con las cartas para hacer divertir al público.

Otras de sus especialidades fue vestirse con traje de payaso y en tal sentido le correspondió desempeñarse como el payaso llamado "Charles Chaplin”, formaba parte de una tropa de otros payasos con nombres vegetal: Canillita, Repollito  y Rabanito, divirtiendo especialmente a la chiquillerìa que concurría con sus representantes a las funciones del circo. Además,  vendía confitería y globos inflados entre el público.

También realizaba aparte  un número que llamaban “La mesa de la muerte”, donde se colocaba como un faquir,  martirizado sobre una mesa llena de escarpias por todos lados.. En otro de los papeles, se colocaba parado de perfil al lado de un tablón para que un hombre disfrazado de indio Piel Roja, afinara su puntería,  disparando unos puñales de fuego alrededor de su cuerpo y a  la altura de su cabeza.

Con esta compañía circense  lució y paseó muchos años su arte por la mayoría de pueblos de Venezuela, también le dio oportunidad de hacer giras por varios países  latinoamericanos, las veces que el circo viajaba.  Acabó  conviviendo y soñando entre aquel mundo de tablas y animales amaestrados; entre aquel bullicio de hombres, bellas mujeres y niños de circo, bajo un techo redondo de lona oscuro, como una casa grande donde vivían todos como una sola familia.

No lo volví a ver por mucho tiempo. Desde  los años setenta, más o menos se fue perdiendo de La Villa. Ahora supe que hace aproximadamente dos años, ya retirado de sus quehaceres, tal  como  un fantasma lo vino a reclamar la guadaña de la muerte, alejado de la que fue su casa en Villa de Cura. Ahora estuve al cabo que se enfermó y murió al lado de sus amados hijos en la ciudad de Valencia.


Una joven llamada Yanet Sabina Castro, que habita en  en Villa de Cura, nieta de Oscar Castro, dueño del circo, se atrevió a contarme parte de esta historia, escuchada de su abuela Petra Aponte de Castro, que trajinó como trapecista en el circo. Me fui hasta su casa me consiguió la vieja y malograda imagen, donde "Falo" hace de zaquista en el pórtico del circo, la cual pedí colocar en el portal de esta nota como un homenaje al viejo amigo desaparecido. 

De aquí salimos del mismo pueblo, cuando los compañeros de la niñez y adolescencia, la mayoría no se conocían por su nombre propio, sino por su apelativo. Fue mi gran amigo, igual de mis hermanos. De toda infancia siempre quedan los recuerdos. Que descanse en paz el alma de “Falo”..








Oscar Carrasquel
La Villa de San Luis de Cura, julio de 2017

jueves, 6 de julio de 2017

EL VIEJO FORASTERO




¡Te extraño!
dijo el viejo forastero,
Igual que un río seco 
extraña su cauce y sus riberas

Así como extraña el niño mimoso
el pecho de la madre
en una  madrugada fría

Como extraña la playa la brisa
que le pone el ole a las olas
en la orilla

De aquella mañana de sol
cuando el viejo forastero
se alejó  por  el vegetal sendero

Deshojando un ramo de flores
marchitas

Haciendo zigzag
entre  estrechas callejas
de tumbas vacías

En las manos frotando
su  negro sombrero

Decepcionado, de paso lento,
Como un elefante
buscando la sombra de su cementerio.

Oscar Carrasquel

La Villa de San Luis, julio de 2017



 Imagen: Obra: Viejo con Sombrero
Autor: Diego Salazar Zuluaga , Artista plastico nacido en Medellin, Colombia. Sus composiciones estan basadas en la armonia de la figura y los elementos que las componen.