viernes, 5 de abril de 2024

¡ECHARLE LA CULPA A OTRO! NUNCA PASA DE MODA

 

¡ECHARLE  LA CULPA A OTRO!NUNCA PASA DE MODA


 Por Oscar Carrasquel

 

Se trata de una de las expresiones más comunes, útil y divertida de nuestra vida cotidiana. Este tipo de impulso de echarle la culpa a otro no es una actitud nueva, nos acostumbramos a usarla desde pequeño, en altercados dentro del colegio; en el seno del hogar, y después con el transcurrir de los tiempos, empleada por casi todo el mundo, por jóvenes, adultos,  ancianos, por personas de diversos extractos sociales, hasta en el deporte y altas esferas.

Un caso lo encontramos en un artículo publicado por el famoso comediante y columnista venezolano Claudio Nazoa, que publicó en un diario de circulación nacional, cuyo párrafo tiene bastante que ver con esa reacción de “echarle la culpa otro". Nazoa lo explica en un acertado artículo de la siguiente manera: 

 Abro comillas:

      “En la época colonial en Venezuela, una señora muy encopetada sufría de flatulencia sonora incontrolable. Para que no la descubrieran se hacía acompañar por dos esclavas quienes pagaban las consecuencias de su sonora dolencia. La cosa se  ponía peluda cuando la dama asistía a misa. El silencio del recinto hacia más comprometedora la explosiva situación. Sin embargo, a ella no le importaba porque tan penoso momento era enmendado a costa de las  esclavas.

--- ¡Qué vergüenza. No respetan ni la iglesia –les gritaba la dama (cierro comillas)

El que utiliza esta especie de excusa hace lo humanamente posible para hacer creer que la falta siempre es de los demás, y no suya. Sabe poner buena.  Total, no corregir error, sobrevivir a costa de los demás  para limpiar los pecados y seguirse creyendo que es el niño que descansa en el regazo de la Virgen  María.

Claudio Nazoa, como es sabido, al igual que  su padre el poeta Aquiles Nazoa y su tío Aníbal Nazoa, tuvieron una estrecha relación familiar con Villa de Cura. Por su parte Claudio sabe escribir y emplear el humor con elegancia. En algunas ediciones de  la revista” Expresión”, editada por la Editorial Miranda, con asiento en esta ciudad, quedaron impresos algunos de sus artículos.

 

La Villa de San Luis, agosto de 2018

lunes, 1 de abril de 2024

EL CORTIJO

 


        EL CORTIJO

        Oscar Carrasquel
                
Tu rostro refleja hoy 
una tristeza de estar muriendo
con un semblante macilento
de mastrantal reseco

Se murieron las aguas 
de la madre vieja de tus ríos
que entre barrancos y bambúes
discurrían

Quedó vuelto un erial 
tu tierra fértil
que muchos frutos paría

Ya los mesones 
en tus rancherías
no despiden aroma 
a Noche Buena y Año Nuevo

Se escapó el frenesí,
el néctar embriagador
de los gajos de uva
(blanca y morada)

Se marcharon de la mesa 
EL tamal y la hallaca 
El asado negro
El marrano frito,

De tus valles 
emigraron las abuelas 
de turbante en la cabeza
y sonrisa buena

Las ubres de la vacada 
ya  no destilan
el zumo de las tetillas

Solo queda 
el rostro de los veranos,
y el soplido del viento
en tu garganta de soprano

De niño anduve
recorriendo tu llano,
tus caminos, como antes eran
y tus altivas montañas

Puedo decir que fui adalid 
bajo tu cielo azul
En la senda 
de muchos calendarios.

                                       24-12-2017






miércoles, 24 de enero de 2024

EL OCASO DE LAS BODEGAS DEL FIADO Y LA ÑAPA


EL OCASO DE LAS BODEGAS DEL FIADO Y LA ÑAPA

               Sobrevive la  Bodega "Régulo" calle Comercio con callejuela Mateo Vargas, actualmente. cambó su formato y se llama "Comercial Villa Alameda". Foto Ramón Alfredo Corniel.

 

                                             Por Oscar Carrasquel


Un espacio que tiene sus vínculos con muchas anécdotas y añoranzas. Serviciales ofreciendo sus productos y un ambiente acogedor. Quienes ejercieron de pulperos fueron unos verdaderos héroes del deber, creo que nos dejaron un mensaje. El bardo Aquiles Nazoa les cantó en uno de sus poemas más memorables. La historia como dicen los viejos "tiene un tiempito". En la época gomecista la Hacienda La Violeta en la Sierra del Sur, el hacendado tenía su propia bodega donde había de todo, desde productos de imprescindible necesidad hasta mercancía seca. Se pagaba con fichas como si fueran monedas.

En la Villa de Cura de mediados del siglo xx, todo el mundo sabía dónde quedaba la pulpería de su preferencia, en donde adquiría los productos de la dieta diaria; casi siempre ubicada en la esquina de la cuadra en donde se vivía. En el centro, en cada barrio y sus adyacencias quedaron las huellas de estos memorables establecimientos.

El pulpero y dependiente eran hombres del pueblo, respetados, atendían con una impresionante gentileza a la gente de todas las edades que acudían a hacer sus compras de rigor a precios increíbles. Las bodegas eran como boticas, abrían de lunes a domingo y hasta en horas  de la noche.

Se surtían en su totalidad de los grandes almacenes mayoristas, importadores, que hacían vida en La Villa y también de viajeros con arreos de mulas que llegaban del campo. Los muchachos escolares lo aceptaban los bodegueros como aprendices.

Las familias hacían su mercado para una semana o una quincena, se  tenía una libreta de notas en donde el bodeguero nos anotaba el fiado. Recuerdo que los dueños llamaban al cliente  “marchante" y viceversa. El fin de semana o quincena se presentaba el señor de la casa, o mandaba a la mujer con el dinero en la mano a saldar cuenta. Nuestras madres y abuelas guardaban la libreta en una canasta dentro de la cocina.

El bodeguero de vocación era una persona que pasaba la vida entera sumergido en su negocio, con un horario agotador, pero siempre prestando un eficiente servicio a la comunidad.

El nombre de algunas bodegas, las más nombradas en la Villa de San Luis y sus dueños lo obtuvimos de nuestras vivencias, y gracias  al aporte en una entrevista con nuestros amigos René González y  José Tomás Hernández, hijo del almacenista y bodeguero Falito Hernández.

Es tarea difícil mencionarlas a todas.  En dicha búsqueda tenemos a mano algunas antiguas bodegas, por ejemplo “El Gran Detal” de Gerardo Breto,   “La Loca” de Francisco Martínez, quizá uno de las últimas; “5 de Julio” Rafael Ortega, “Las Brisas” Carlos Lovera; “Régulo” de Régulo Ortega,  “La Sapera”, le conocimos tres dueños, priinero Lope Esáa, luego Ángel Castillo y  Emilio Lovera; “Bella Vista” Salomón Núñez; “El Sol” Miguel Hinojosa; “El Detal” Aníbal Hernández; “El Samán” Eusebio Colmenares; "La Tuya" de León Muñoz que tenía construida una gallera; bodega “El Barrio” en Aragüita de José Alejandro Martínez,  “Sucre” Ignacio Borges, “La Abdemia” de José Tenería; “La Nueva Ola” o indistintamente " El Matapalo" de doña María Ovalles, y el mismo derrotero bodega “Esther” de Heriberto Sumoza.

El muchacho de mandado siempre se llenaba de emoción cuando lo mandaban a la bodega  "Sol y Sombra" de don Víctor León, frente al Grupo Escolar Arístides Rojas. Y dentro del Mercado de la plaza Miranda estaba "El centavo menos", propiedad de Pedro Ramos,

Vayámonos para la Parroquia Las Mercedes, a pocos metros de La Iglesia "La Felicidad" de Máximo Carrasquel; después la tuvo don Abrahan Nieves; "La Reforma" de Rafael Colmenares; "El Salivazo" de Máximo López; "Las Mercedes" Pedro Martínez, "La Sirena" de Lucio Ontiveros, "La Perseverancia" de Evangelio González. 

“La Rosa Blanca” fue fundada por don Carlos Almenar en la calle Miranda. Y en la media cuadra de la calle Jaime Bosch, la pulpería de don Carlos Emilio Quero, con un gran surtido de alpargatas. Así la compra fuera pequeña los "tocayos" daban la ñapa en caramelos de papelón. Por cierto José Gregario Valera junto con Pablo Flores  fundaron la bodega "El Descanso" a pocos metros de la casa del Santo Sepulcro, 

Don Ramón Parra, iniciador de una dinastía musical, también tuvo pulpería al lado de lo que hoy llaman El Tinguaro. En la cuadra siguiente vía el cementerio funcionó bodega "La Alameda", propiedad de Aristides González..  

"Juan Bimba" se llamó la bodega de don Federico Gutierrez, (calle Miranda cruce con doctor Morales) tenia como dependiente a su sobrino Jesús Gutierrez, quien al mismo tiempo ocupó el cargo de Comandante del Cuartel de Policía.   La pesquisa nos llevó hasta la pulpería "La Muchachera" en la calle Padre Jiménez del charaleño Pedro Silva Méndez; y al norte en la calle Urdaneta bodega "La Coromoto", fundada por el legendario Pío Olivares. Nuestro recorrido llega hasta el barrio La Represa la bodega "La Represa" de José Tomás Hernández, atendida siempre por el maestro Serapio Alvarado.

Hace unos cuantos años estuvieron establecidas en la calle Comercio cerca de la Plaza Miranda, tres negocios cuyos nombres no recuerdo, las bodegas de hombres útiles del pasado como José Antonio Hernández, Nerio Hernández y Javier Mena. 

El barrio Las Tablitas es un sector de una laboriosidad increíble. La barriada era un potencial llena de pulperías, comenzando con bodega "Las Tablitas" de Julio Romero, "La Cuevita" de doña Cecilia Arias, "Santa Cecilia" de Cirilo Maury; "Altamira" de Alejandro Silvera ; "La Esperanza" de Manuel Flores. "La Fortuna" de Juan Elías Padrón, bodega "El Regreso" de Julián Martínez, "La Negra" de Pablo López. al frente del cementerio se encuentra  la bodega "San Martín" de Remigio Labastidas. Bodega "La Covacha" cuyo propietario hasta su fallecimiento fue don Juan Alejandro Nadal. quien simultáneamente fue miembro fundador del partido Acción Democrática, "el viejo partido".

Por considerarlo de interés en la década del 40 del siglo xx en una Parroquia de  Caracas,, fue  muy renombrada la "Bodega La Villacurana", fundada por el señor Ángel Castillo, de grato recuerdo, por haber sido una de los jugadores estrellas del San Luis BBC de Villa de Cura. Castillo vivió mucho tiempo en la capital.

En las bodegas de antes la ñapa tenía diversas maneras, a veces era un frasco de vidrio para cada cliente, en donde el pulpero iba depositando por cada compra granos de caraota o frijol, al llenarse, lo canjeaba por  cualquier artículo, o en un bolívar para comprar un cuaderno y un lápiz. Pero cuando la cantidad de la venta era mayor, entregaba una pequeña cartulina numerada del 1 al 30, y por cada compra, el pulpero  le abría una perforación con una piqueta.  Al final, le obsequiaba un artículo comestible o un bolívar, depende.

Existía lo que se llamaba  la ñapa relancina, para el muchacho de mandado, la cual consistía en dos o tres cambures, o una pequeña ración de papelón y queso, lo cual nos dejó en la mente y en el alma momentos de felicidad. Recuerdo que con una locha se compraba una mano de 20 cambures maduros.

El pulpero de antes, en muchos casos utilizaba otros términos de medida y peso para comprar y vender: cuartilla, quintal, almud, fanega. El pulpero siempre andaba de buen humor contando anécdotas y chistes. Aquel era  un hombre  imposible de engañar, ni de ser engañado;  para vender utilizaba un peso fiel de balanza, y para comprar un peso cochinero de resorte. En la zona de El Cortijo había una bodega grande con estas mismas características. En la época no existían aparatos para los sumandos, el bodeguero toda cuenta la sacaba mentalmente.

En la mayoría de estos negocios se podía encontrar, granos, papelón, queso llanero a cuatro bolívares el kilo; 0.25 de manteca vegetal, maíz en concha a tres centavos el kilo, sardinas en lata a un real, hilo elefante, tacos de linterna a 0.50; velas de cebo a centavo, leche klim a 2.50; kerosén dos centavos el litro.una lata de mantequilla Maracay a un bolívar;  dos centavos de café y otros artículos de primera mano. Cuánto daría una ama de casa de hoy por conseguir estos precios. 

Una lista  para quince días en la bodega “Régulo” ,  la cual guardamos en papeles viejos, no pasaba de 43 bolívares de aquellos. A estas alturas ya casi no se ven pulperos viejos. Va quedando como empleado Oswaldo Ortuño, el popular “verdura” en la bodega de Ortega . Recuerdo que la bodega "Régulo"  tenía en existencia, desde pastillas para el dolor de cabeza, hasta aceite para carros.

Muchas veces, después que uno llegaba de la escuela, llevaba la libreta a la bodega para que le despachara, un real de queso, una envoltura de mantequilla de un real, dos huevos de gallina, medio de sal y una sardina de un real.

Por cierto, eran contados los pulperos que no daban fiado y ñapa,  el cual  adquiría  fama de "pichirre"; ese tipo de comerciante andaba más solo que capilla sin santo, como dice la composición de Andrés Eloy Blanco. 

Vivíamos con limitaciones economizas pero conformes; con el estómago lleno, había excelentes marcas de productos, existía la interacción,  hasta se llegaba a compartir la comida  con el vecino, "vaya donde fulana que me regale una cabeza de ajo y un poquito de sal". !Ah!... Y en aquella Venezuela  no faltaba en los solares del barrio, un marrano engordando y animales de corral.

El fin de las bodegas, de la ñapá y el fiado, según opiniones diversas, tiene motivaciones diversas,  la creación de grandes supermercados y abastos chinos, la quiebra,  la imposición del dolar para comprar, en ese mismo orden, los causantes en Venezuela.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís,Tricentenaria