lunes, 29 de mayo de 2017

EL PERIQUITO MÁGICO UN PRESTIDIGITADOR EN FIESTAS EN VILLA DE CURA.



En la foto don Juan Díaz,  de Barbacoas,  estado Aragua, padre de  los artistas don Simón Díaz y Joselo Díaz, las veces que debió trabajar como pajarero, lo dice la señora Sara Carucí en una dedicatoria al dorso de la foto. La imágen fue tomada de LA VENEZUELA DE AYER EN FOTOS. Don Juan Díaz vivió sus últimos años con su familia en Villa de Cura, sus cenizas deben de reposar en el viejo cementerio municipal de esta ciudad.EL PERIQUITO MÁGICO UN PRESTIDIGITADOR  EN FIESTAS EN VILLA DE CURA.



Villa de Cura
Estado Aragua

                                            Por Oscar Carrasquel


Yo no escribo historia, apenas recuerdos que jamás olvidaré. En estos días que Villa de Cura celebra la fiesta patronales en las calles Páez y Sucre, peculiares y alegres  en extremo, creí oportuno rememorar los días felices  de la niñez, cuando en la vieja comarca se desbordaban aquellos rumbosos festejos en honor a San Luis Rey de Francia. En los días de Peregrinación y Semana Santa el pueblo era  muy visitado por gente de otros lugares. Refresco ahora un montón de años en la distancia, podemos decir que la evocación es de la década de los años 50 del pasado siglo xx.

Solía visitar la ciudad en temporada de fiestas un circo extranjero muy famoso llamado Circo Razzore que instalaba su grandes carpas con animales salvajes en nuestra "sabana" , cuya atracción principal era el célebre ilusionista Blakamán, un Fakir que delante de todo el público se acostaba en un tablón lleno de garfios; además ponía a obedecer a los animales salvajes y un cocodrilo, solía hipnotizar gallinas y pavos que quedaban como noqueados, y adormecía a la multitud de las gradas y de palco.
 
El otro espectáculo que venía,  era el show de "El motociclista de la muerte", dando vueltas a toda velocidad en una esfera de 5 metros de circunferencia, durante -más o menos- 30 minutos. Pero la verdad es que llegaba de todo a esta especie de feria popular, carruseles, bazares, ilusionistas, marioneteros, payasos sobre zancos,  ruletas, juegos de batea blanco y negro, galleros, curanderos y adivinadores.

El villacurano Ramoncito Trujillo era un personaje imprescindible en fiestas patronales,  era dueño de un espectáculo bastante ingenuo, Desde el propio Altozano de la Iglesia Matriz, en horas de la noche, lanzaba unos globos de papel al espacio como de un metro de circunferencia inflados con helio, con la particularidad que la bola  llevaba un mechón encendido en el centro, daba la impresión de una gran bola de candela. El globo levantaba y flotaba en el aire. El gentío en la plaza, en especial los infantes  elevaban la mirada hasta que el globo desaparecía en el horizonte..A Ramoncito también le dieron el sobrenombre de “El hombre del chivito”, porque siempre lo acompañaba a todas partes una  cabrita medio loca que le envestía a cualquiera que se le acercara.
 
Deseo destacar de mi lejana infancia a un personaje que llamaba la atención a alguna gente, que te llevaba a pasear por un mundo de curiosidad; dicho señor vestía siempre de buena forma,  llevaba sombrero negro ala ancha, combinado con pantalón y blusa de dril blanco. Aunque venía todos los años  la verdad es que  nadie lo llamaba por su nombre de pila. El mundo ingenuo disfrutaba todo aquello como un pasatiempo. 
El hombre con una jaula abrazada llegaba en autobús por la ARC, andaba  por todos los alrededores de la plaza principal. Se presentaba por las avenidas de la plaza Miranda con un periquito rehén de una pequeña jaula de madera. El pajarero le daba ordenes que el lorito no tardaba en obedecer, lo llamaba por su nombre: “periquito mágico”. Ambos de vida itinerante entre los pueblos. El lorito no hablaba, se trataba de un ave  muda adivinador mensajero del zodiaco, igual a un prestidigitador de la TV  venezolana que se hace llamar Hermes.  

La pequeña jaula en su interior estaba provista de un gavetero o portacartas  donde cargaba una fila de sobres cerrados, cada uno con un mensaje distinto. No era gratuita la consulta, sino que usted pagaba medio real (0,25) y luego el perico cumplía su trabajo.

Después de pagar, en cuestión de segundos, el perico sacaba alzado en su garfio un envoltorio cerrado  con un suave y perfumado papelillo dentro, se lo  coloca en la palma de la mano; al abrirlo se descubría la repuesta, el cual  indicaba un placentero augurio,  un piropo, viajes futuros, predicciones sobre el amor, la salud, sobre el presente y futuro. Había gente ilusa convencidos de ver sus sueños convertidos en realidad.

El pajarero tras exponer su trabajo seguía su camino  entre el gentío de  la plaza y el Altozano de la Iglesia, andando por entre la gente con su jaulita debajo del brazo...Y  de nuevo se escuchaba el divertido gorjeos del lorito y la singular perorata del hombre por la callejuelas de la plaza: ¡El periquito mágico!.., ¡Prueba hoy tu suerte!... ¡El periquito mágico! 
Después que terminaban los días de fiesta deambulaba por diversos sitios y no lo volvíamos a ver hasta el siguiente año. 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 30 de agosto de 2018
Auxiliar de fotografía Ramón Alfredo Corniel.

jueves, 25 de mayo de 2017

BAR PEDROSO

          

 NOTA: Estas fotos fueron tomadas en diciembre 2015
el Día de Santa Bárbara cuando en el Bar Pedroso colocaron 
en toda la entrada un altar con la imagen de la santa e invitaron
a un grupo musical para amenizar su festividad.                   



  Por Oscar Carrasquel


En la calle Comercio de mi pueblo
se halla  un bar muy famoso,
bautizado,  según un aviso luminoso,
con el nombre  de bar “Pedroso”.

Los parroquianos suelen llamarlo: 
“La fonda de José”
Allí acude  la gente a saciar su sed
después de un día de larga  faena,
o en las tardes de asfixiante calor

Te esperan Ángel y Juan,
(maestros cerveceros)
quienes fijan los ojos en la barra
y abren y cargan las neveras

Si  quieres, en una gran pantalla,
colmarte de gozo
verás orquestas famosas
Y libando cerveza  al “Oso Pedroso”

Situado a pocas cuadras de la plaza,
en pleno eje de la localidad
casi llegando a una esquina
de mi hospitalaria ciudad.

Tú primero, te retratas en una taquilla,
Te atiende  una señora trigueña,
O  la sonrisa de una muchacha
de ojos acaramelados.

Ellos le desprenden la chapa
de una botellita
de color dorado, o de tono azabache

Pobre de aquel  que se ponga pesado,
porque entonces, a una iluminada Reina
tendrás que pedirle cacao.

Yo algunas veces, como mínimo,
antes que la noche vaya a llegar,
para  refrescar la mente 
me tomo un par de negras “Regional”

Bien heladitas  estas espumantes
en mis labios se disipan
como pajarito bebiendo  en una vasija

Si  es  por primera vez que le visitas
te darán ganas de volver a esta cantina
por ser bastante cordial la bienvenida.


La Villa de San Luis,  25 de mayo de 2017





"BAR SAVERY" HISTÓRICA TABERNA VILLACURANA DE MEDIADOS DEL SIGLO PASADO



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El respaldo dice que en la foto están Manuelito Rodriguez, Raúl Carrasquel, Justo Ilarraza "carehacha", Ramón Piñero y Víctor Parra Díaz. 


"BAR SAVERY" HISTÓRICA TABERNA VILLACURANA DE MEDIADOS DEL SIGLO PASADO


Por Oscar Carrasquel



La crónica de hoy  viene a recordar y a revivir este  lugar de esparcimiento de la Villa de Cura vieja,  el más vistoso que jamás se haya conocido en nuestra ciudad. En  La Villa imperaba  la hospitalidad,  la cordialidad y el respeto.  Villa de Cura era  un  pueblo pequeño y hermoso, religioso, de brazo cálido y extendido con la llanura guariqueña. La fundación  de esta Taberna debió ser por allá en la tercera década del siglo xx por unos 5 hermanos de nacionalidad italianos. Apropiándome de la memoria de Félix Hernández Castillo, se llamaban ellos: Carlos Savery, José Domingo Savery, Bonifacio Savery, Miguel Savery y Luis Savery. La sede era un caserón que ocupaba la mitad de la manzana en la calle Bolívar cruce con Leopoldo Tosta, a escasos 100 metros de la plaza Miranda.

Hoy en día el lugar es una hilera de establecimientos y edificaciones que ahogan la cuadra. Nada queda de sus vestigios. En la fachada sobre de un ventanal figuraba una cartel con letras grandes amarillas donde se leía “BAR SAVERY”. Me cuentan que se atisbaba en el centro del patio, la enramada de una frondosa planta de uva cargada todo el año de racimos. Provoca decirlo hoy con versos de Andrés Eloy "daba uvas más dulces que la miel de las abejas".

Se parecía a una tasca española, tenía un salón familiar grande. Podía tener acceso cualquier tipo de público, pero  la verdad   es que los hermanos Savery se reservaban el derecho de admisión a la barra, pista de baile y sala de billares. Dentro de la sala de recepción se solía reunir un grupo de gente heterogénea, tal como si se tratara de una sola familia; visitado también por empresarios y agentes viajeros que iban a disfrutar de sana compañía y hablar de negocios.

Básicamente incluía servicio fijo de bar, salón de reuniones, pista para baile y espacio para juego de billar, ajedrez y dominó. Al mismo tiempo era “Café”. Se gastaba una antigua cafetera italiana marca “Victoria Arduino” que ocupaba medio mostrador, se servía toddy frio o caliente, batidos de frutas y Frappes; ofrecía sándwiches en pan cuadrado rellenos de queso Gouda o jamón serrano que venía envuelto en fardos.

En sus vitrinas no fallaba un inventario de licores de orígen escocés; cigarrillos Camel y Chesterfield y tabacos cubanos “Habano”, entre ellos el famoso “Montecristo”. Lo único con sello criollo eran las sabrosas  tortas y dulces de la cocina de misia María Palumbo, y  cola “El Polo” a O.25, que era el refresco de moda, y cerveza Caracas en botellón.

Entre los mozos que atendieron la barra y fueron entrenados para preparar cócteles, se recuerdan los nombres del joven Carlos Almenar, recién llegado de Belén de Carabobo, después fue encargado de la barra. Como se recordará, con el tiempo Carlos Almenar fue dueño del conocido bar "La Garita"; la terna de mozos la completaban Fermín Nieves, el chingo Pablo Villamizar y José Rafael Hernández (el de las tostadas). Y por entre las mesas se veían desfilar con una bandeja  los mesoneros, Samuel Flores, Cecilio Figuera “Glostora” y José Félix Córdova. Tenía un mobiliario y mostradores de lujo estilo Barroco,  de pintoresco efecto italiano,  traídos directamente de Europa.

Las butacas forradas en fino terciopelo. Las bebidas eran todas importadas, menos el botellón de cerveza “Caracas” que valía un bolívar; Cerveza La Perrita a tres bolívares la botella; la sangría de vino Jerez “Moscatel”; una copa de brandy “Felipe II”  o “Martel” costaba dos bolívares, y una ración de escocés 2.50 bolívares, servidos en la barra o en la mesa, con su oportuno pasapalo. Mucha gente de aquella época recordará los llamados “Vermuth” domingueros con disfrute de música en vivo. El piano de la Tasca lo aprendió a tocar el finado Ricardo Sequeda “Mapurite”. Aquel  joven de pelo indio y vida bohemia que  tocaba todo instrumento musical de manera autodidacta.

En aquellos días era muy escaso el tráfico automotor por la calle Real, de vez en cuando pasaba un autobús de la línea “Demócrata” que salía de la ARC hacia el vecino pueblo de San Juan de los Morros, y sus calles y plazas libres de tumultos y de tarantines.  La música grabada se derramaba de una vieja victrola  marca alemana que engalanaba  el recinto.

En estos salones se realizaban bailes de gala y en ocasiones especiales, las primeras invitadas eran las reinas de carnaval o de fiestas patronales de San Luis. Y además era área de reunión de comerciantes, ganaderos, estudiantes universitarios, visitantes de pueblos vecinos, y caballeros de liquilique que concurrían a las candorosas tardes de coleo en bocacalles cerradas con guafas. Se podía encontrar el visitante con las muchachas villacuranas y foráneas más bellas de la época. Se dice que los villacuranos que se  ausentaban y  regresaban en vacaciones,  aprovechaban para reencontrarse en el Bar Savery.  

Sus ambientes estaban aptos para reuniones sociales, sobre todo  bodas, cumpleaños y al mismo tiempo para el recibimiento de personalidades. Se agasajaba y premiaba  a los triunfantes coleadores. En ocasiones, contaba con la presencia de grupos musicales de la localidad animando  las reuniones. Para la ocasión  se alistaba el "tres" de Oscar Hernández acompañando la romántica voz de Teobaldo Parra Coronado. Igualmente las trompetas de Germán Cordero y Del Valle Bustamante. Cuentan que en su oportunidad aquí celebraron sus reinados de las fiestas de San Luis las jóvenes Martha Fuentes y Yolanda Paradisi.

Entre los visitantes y contertulios son mencionados por el señor Omar Gutiérrez Hurtado en su libro "Cuando el tiempo se hace corto": Dionisio Infante, Raúl Barreto y su hermano Oscar Enrique Barreto, Vinicio Jaén, Antonio Saa Fernández, Antonio Silva, el Marqués Montenegro, José Antonio Torrealba, Martin Hernández, los hermanos Fernando Hernández,  Juan Bautista Hernández y Luís Rosendo Hernández; Alejandro Tosta, los hermanos José María Carabaño Tosta y Fernando Carabaño Tosta, Juan José Torres y Morocho Trujillo.

Según me refería el bajista Rafael Almeida “Petit”, en una oportunidad fue agasajado en el bar Savery el célebre pelotero villacurano José Pérez Colmenares "El Temible",  a su regreso de la Habana Cuba donde jugó con la selección nacional campeón mundial en 1941.  En el Savery también se le dio la bienvenida al espléndido equipo villacurano Ayacucho Star BBC en el año 1943, cuando el conjunto villacirano se titula campeones nacionales de béisbol juvenil en Caracas. Contando con la compañía de su ramillete de 9 bellas madrinas. 

En estos salones el año 1944 según informaron recabada fue recibido el Presidente de la República General Eleazar López Contreras y su hermano Don Fernando López Contreras. Igualmente fue visitado en una oportunidad por el General Isaías Medina Angarita con la banda presidencial. Este dato  me lo aporta el profesor Antonio Cabanillas Yepes, Cronista del municipio Zamora,  por haberlo oído del poeta Vinicio Jaén Landa. No falta quien nos diga que otro  de los visitantes de lujo a la Taberna fue el rico ganadero guariqueño Nicolás Felizola, que venía a la Villa en viaje de negocio de ganado. Son incontables las figuras y personalidades que visitaron sus instalaciones. Personajes populares como el célebre Juan Rojas "Juan Torero" que visitaba estos salones del Bar Savery trajeado de flux y corbata.

Sin duda que los hermanos Savery conformaron una familia de inmigrantes europeos amantes del progreso y el buen nombre de Villa de Cura, con preferencia por fomentar la industria y el comercio. Tenían fama de ser gente exquisita, amable y de mucho respeto.  Instalaron en La Villa la maquinaria más moderna accionada por electricidad para la fabricación de pastas alimenticias de la marca “Bresciana”, que se distribuía en gran parte del territorio nacional; además  fundaron en una parte del caserón,  por la calle Leopoldo Tosta, pilones y molienda de maíz y fábrica de hielo tipo panela. Nuestro paisano Adrián Aponte estaba  encargado de las máquinas del vapor. También transitó muchos años trabajando en la fabrica Eladio Martínez el popular ”Muñeco”.   

Traigo a colación esta menuda historia villacurana de la cual han transcurrido más de seis décadas. Sin embargo, no he contado que ya en sus años finales,  El Bar Savery fue campo de mi primer escarceo y escapadas de la adolescencia. No puedo olvidar que fue en  esta cantina mi primer abordaje con una botella de licor, era un  Vermuth “Cinzano” de la región del Piamonte italiano, una Nochebuena de Año Nuevo, compartiendo mesa con “el negro” Francisco Matute Padrón y Pedro José Zapata, siendo todavía muchachos.

Cuando gobernaba el general Marcos Pérez Jiménez estaba en plena efervescencia el Bar Savery, perseveró por muchos años en su misma dirección en la calle Bolívar. Todo el mundo buscaba visitarlo.. Nosotros eramos unos acuciosos jóvenes que recorríamos a pie o en bicicleta nuestro pueblo de confín a confín,.en los inicios de la quinta década del siglo xx. Una Villa de Cura muy distinta a la actual.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 25 de mayo 2017


Fuente oral:

Stefan Carvallo, Esteban Nieves, Jesús González, Rafael Almeida “Petit”, José Carrasquel, Graciliano Aponte, Roger Barreto Álvarez y Félix Hernández Castillo.
Foto archivo O. C.
Montaje Ramón Alfredo Corniel.

viernes, 19 de mayo de 2017

ANÍBAL

                                                     

                                                             Por Oscar Carrasquel


Sin camisa y tostados los zapatos, 
de pantalones anchos
amarrados por un cordón.

Carita de turpial cansado,
mimado por la brisa,
entre tranco y tranco 
doblaba las canillas
como alcaraván en la orilla

Recorría el pueblo en cualquier
dirección
De risita en risita, la calle Comercio,
era su ruta de ida y venida

Quería decir mil cosas,
se hacía sentir a veces
por medio del vuelo fugaz 
de una ligera sonrisa

Ocasionalmente sentía
que la vida era una melodía.
Extendía el brazo como una lanza
sobre su pecho,
y temblando consigo mismo
ponía a bailar su esquelética silueta.

Aníbal, era la atracción
en una procesión de Santo 
y en un velorio de Cruz de Mayo

En las tardes penosas de redoble
de campanas 
cuando sentía entrar  un difunto al Templo
para el responsorio,
le brotaban lágrimas verdaderas, 
sin saber a quién lloraba.

Afligido de dolor al cortejo acompañaba
por el habitual camino.
Cansado por el largo trecho 
enjuagaba sus ojos piadosos con lágrimas


Solo así  podía demostrar
aquel  inocente muchacho,
que  era un ser generoso y humano

No  podía tocar a los muchachos
que atinaba a ver por las calles,
sin embargo se les arrimaba,
como un sonámbulo arrendajo.

Entre mis sienes aún duerme
su angelical nombre:
¡Aníbal!
como aquel general fenicio

Un día le tocó cruzar la senda
que no tiene tornada,
cuando  sin piedad la muerte
le vino a tender una celada.



                                                                                     La Villa de San Luis, mayo de 2017


Foto: Revista Expresión No.28. Cortesía del coleccionista Elio Martinez.

FRANCISCO "PANCHO" OJEDA

             


Villa de Cura
Estado Aragua



                                                                  Por Oscar Carrasquel


Cabizbajo, enjuto, casi seco,
deambulando con sus libros,  
por el sendero de La Villa,
me permito dedicarte mis versos

Mano leal, sencilla, fraternal,
tal es Francisco “Pancho” Ojeda,
un viejo soñador de mirada honda

Se dice viejo,
pero solo tiene teñido el rostro
como un tronco de árbol
desgonzado por el viento 

Estudioso de la ciencia vegetal
y de fundamentos pitagóricos
pero  su intelecto 
difunde una luz filosófica

Ahora aprovecha el tiempo 
para abrevar en la fuente de los Clásicos,
es capaz de hablar de Lutero,
como saber del aforismo de Maquiavelo

Su verbo tiene el mismo sabor
del delicado nùmen de la literatura
del secreto de las palabras

Allí está el hombre, vestido de blanco, 
hablando del pasado y el presente
recorriendo  el aire de una ciudad callada

Baquiano de los senderos del viento,
no importa lo que pase afuera,
Igual puede  soportar el sol canicular
como un incontenible aguacero

Si, él es un amigo sincero,
no sabe de rencores
para él van estos versos 
sin que me tiemblen los dedos.
.




            

  La Villa de San Luis, agosto 2020 (reeditado)




martes, 9 de mayo de 2017

“GÜIRICHI” UN PERSONAJE IMPRESCINDIBLE EN LAS MANGAS DE COLEO

"Guirichi". La Foto  me la regaló el día que lo fui a visitar en su lecho de enfermo

"GUIRICHÍ" UN PERSONAJE IMPRESCINDIBLES EN LAS MANGAS DE COLEO

El transitar por este camino de la escritura algunas veces nos va dejando momentos de sinsabores. Nos llegó tempranera la noticia que el 29-11-2019 con sol de los venados, se nos marchó con su sonrisa buena Juan Ramón Rodriguez, mejor conocido como "Guirichi".. Perdió la ultima batalla en el pueblo que lo vio nacer, donde con el paso del tiempo  alimentaba su espíritu de buen ciudadano, más allá del trato dispensado fue mejor amigo. Paz a su alma y consuelo a su familia. En febrero de 2018 lo visitamos y esto fue lo que escribimos..

Por Oscar Carrasquel

Dentro el deporte del coleo "Güirichi" ha hecho casi todo (menos, jinete coleador). Juan Ramón Rodríguez es el verdadero nombre de este popular personaje villacurano, sus vivencias y sus ocurrencias son dignas de reseñarlas. Chofer de jaula ganadera, amarrador de ganado, sabe como esquivar un toro resistido y cuidador de tapón  Seguro que si a algún forastero  se le ocurriese solicitarlo en La Villa por su legítimo nombre, probablemente le responderían: ¡No lo conozco!  Pero nada más nombrarlo  “Guirichí”, de seguro le informarían de inmediato que, nuestro querido personaje  habita  una casa rural transformada en quinta, ubicada por la calle Comercio, casi llegando al Cementerio Municipal, por la  acera derecha, cerca de las instalaciones del Ince.

Juan Ramón Rodríguez nació en Villa de Cura el 21 de marzo de 1937, específicamente en el barrio Los Colorados. Hijo natural de Dionisia Rodríguez.  Casó con la villacurana Aleida Azuaje de Rodríguez, de cuya unión nacieron cuatro hijos, dos hembras y dos varones. Hasta el momento suman seis nietos y tres biznietos. Una de las nietas  fallecida a temprana edad en  Villa de Cura en la Semana Santa de 2017.

Me cuenta que el sobrenombre de “Güirichí” proviene de sus andanzas por el llano adentro; un día en la tarde que su patrón necesitaba a alguien que le bañara unos caballos, finalizada la faena, y lo eligió a él, indicándole al caporal lo siguiente: “Déselo para que los bañe ese muchacho catire que parece un “Güirichí". El que està sentado en el tranquero”. A partir de ese momento  quedó bautizado para toda la vida como "Guirichi".

Por las precarias condiciones económicas de su familia no pudo estudiar mucho, sino hasta los primeros grados, siendo la maestra Priscila Bolívar quien le impartió los primeros conocimientos; pero a cambio, la vida le sirvió de escuela y lo obligó a defenderse desempeñando una diversidad de trabajos como medio de subsistencia. Su grandeza consistió en su honradez, en su carácter jovial y en el  trabajar sin pausa.

No recuerdo qué edad tendríamos, pero sí me acuerdo que siendo chavales, ambos con otro grupo de muchachos jugamos pelota sabanera, que iniciamos en un terreno lleno de maleza y oloroso a bosta de vaca  por los lados de La Romana, en lo que es hoy en día un conjunto de edificios de apartamentos con locales comerciales al frente.  

Siempre presente desde pequeño en las grandes tardes de coleo bregando con ganado. Por esta razón conoce a las grande figuras del coleo como Marcos Alfonso y Simón Infante. Sabe que en la Villa se instaló la primera manga en Venezuela en 1950 y cuando vino el presidente Marcos Pérez Jimenez a su inauguración... Fue torero espontáneo, Muy conocido en el medio taurino,  despuntó como banderillero vestido con traje de luces- hizo su debut en los festejos realizados por el ex torero Rústico Pacheco, en una plaza de verdad levantada en la esquina “El Taparito”  por ahí en los años 50. Se llamaba: “Plaza de Toros La Giralda”. En varias ocasiones lo vimos adornándose en el centro del ruedo durante la suerte de banderillas  -en el segundo tercio de la lidia-  en compañía de otro banderillero llamado Oscar Borges “Zapatilla”.  En las corridas  le correspondió hacer el paseíllo en el ruedo junto a los diestros villacuranos Rafael Flores y Manuel  Rodríguez “chiquito”.

A manera de anécdota nos cuenta que, en una corrida dominical realizada a plaza llena en "El Taparito", “Zapatilla” salió al ruedo, se adornó con el par de capullos en alto para lucirse con la suerte de banderillas -al son un  pasodoble- con tan mala estrella que en la carrera resbaló, y en vez de hundirlas en la cerviz del toro, se las clavó  en la pantorrilla derecha, tuvo que ser llevado en hombros directo al hospital José Rangel frente a la Plaza Bolívar.

De tanto trajinar con ganado cuando era nuevo, ”Güirichi” estuvo muy ligado a los toros coleados, fue enlazador de ganado y lidiador en las mangas improvisadas, su labor consistía en amarrar y conducir  los toros a los corrales después de terminado el turno  y era el encargado de abrir y cerrar el coso cuando  los coleadores estaban listos para cumplir su turno. Encargado del coso, se denomina  esta acción

Siempre anduvo con la gente que se agolpaban en las adyacencias de La Romana. Por muchos años  se desempeñó como conductor de un camión ganadero  para trasladar reses desde los hatos del llano a las mangas de coleo y luego regresar el ganado a su destino . Visitaba cada pueblo o ciudad donde se celebraban fiestas patronales y torneos; por tanto no era raro encontrarlo en un quiosco o dentro de la manga de coleo con el bluyín y la camisa de cuadritos impregnados de  orine y bosta de ganado. No recuerdo el año, pero una vez  que se celebraba un campeonato, nos  topamos en la manga “Coleadores de Araure” en el estado Portuguesa. Vivía y trabajaba yo en aquella villa araureña.

“Güirichi” entre tantos oficios que le ofreció la vida fue “Busetero”, casi todas las calles de la Villa lo vieron rodar frente al volante de una de las primeras camionetas “Titán”, que concedió a crédito el primer gobierno del doctor Rafael Caldera, adscrito a una línea que cubría las rutas interurbanas. Con nostalgia  recuerda que, antes había mucho respeto y consideración en esa relación transportista y usuario..

En sus mejores tiempos fue un hombre muy dinámico y de mucho coraje. Ciertamente  en la Villa en esos tiempos se pasaba trabajo para ganar el sustento diario. En  su rol de transportista anduvo durante algunos años manejando un camioncito Chevrolet 350 con el cual realizaba fletes, haciendo viajes y cargando enseres y todo tipo de mudanzas, dentro y fuera del perímetro de la entidad aragüeña. y conductor de jaulas ganaderas.

Ahora que ha pasado el tiempo son pocas las ocasiones que lo vemos en la calle, sus pasos lerdos ya no se sienten en las aceras de cemento ni en el asfalto, los años le cayeron encima y también una disminución visual lo recogió en casa y lo mantiene alejado de los sitios que frecuentaba. Hasta hace poco se distinguía de lejos cuando se dirigía al  estadio “Ramón María Acosta” donde regularmente acudía a presenciar los desafíos del béisbol.. 

Pero  lo positivo es que a pesar de tener 80 años encima y vivir aquejado de diversas dolencias, “Güirichi”,, todavía mantiene el espíritu  intacto y alegre. No hay duda que entre tantos otros personajes que deambulan a la luz del día, Gürichi es uno de esos que enriquece el acervo popular villacurano.


Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, febrero 2018






lunes, 8 de mayo de 2017

SAMUEL ALEJANDRO



     Por Oscar Carrasquel



Hoy dichosamente 
celebra Samuel
su fiesta de cumpleaños

Estallará la alegría en su hogar
y su vida seguirá creciendo
Igual  que crece la nata
en una totuma de ordeño

Ya comienza el niño a escalar
sus más  hermosos años,
y en la campiña
hay sentires de celebración

Jubiloso junto con sus amiguitos
por la hierba  se recrea,
con sus ojitos almendrados
y  sonrisitas a flor de labios 

Un pastel parecido a un carrusel
no tardará en llegar,
y una piñata con ela cara de Bambi 
muy pronto irá a derribar

Hoy con mi canto  felicitarlo
yo quisiera
aprovechando que está cumpliendo
sus primeras tres primaveras.




                 Valencia, 07 MAYO de 2017

jueves, 4 de mayo de 2017

TU RETRATO




Por Oscar Carrasquel


A Chencho Adames y Argenis Díaz




Qué raro te ves en este  retrato
de tus veinte años
En esa antigua postal
bajada de un  viejo armario

De cuando  el oleaje 
de la madre vieja
aplacaba la sed 
Allá en tu querencia lejana

Allí tu cuerpo  inhalaba
perfumes de azahares,
Y echabas al vuelo,
tus sueños primaverales

Allí te veo
en el sitio de tus comienzos
recogiendo tus sueños

Igual que un pájaro solitario
con sus cantares al viento.

Brindo  por tu calendario,
por las hojas ya desgajadas,
también por  las que quedan
colgadas del añoso ramaje. 


La Villa de San Luis, mayo 2017