sábado, 24 de agosto de 2019

! SONARON LAS CAMPANAS !

Foto archivo Profesor O. Botello

Villa de Cura
Estado Aragua

                                                                Por Oscar Carrasquel

Con su latido tradicional
hoy repicaron al mismo tiempo
las anticuadas campanas
de la Iglesia parroquial

Desde un banco de la plaza
las diviso allá en las ventanillas
de su remozada fachada

Pesadas y grandes
los bronces, 
parecen las alas 
de un Cóndor de los Andes

Planean rasantes las palomas 

para ingresar al Templo
cuando la tarde señorea.

Se oprime
el viejo corazón
recordando antiguos pasos

Paréceme oírlas repiquetear
un Domingo de Ramos
cuando muchacho.

               La Villa de San Luis, agosto 2019

jueves, 15 de agosto de 2019

CERRO EL VIGÍA

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Villa de Cura
Estado Aragua


                                            Por Oscar Carrasquel




Desde mi patio te veo
viejo cerro,
como un león echado
durmiendo la eternidad.

Con tu color leonado,
después que vistes desfilar
por tu pellejo
las candelillas de marzo

Temprano te acostumbraste
al canto de pericos y de  arrendajos

Eres una sombra de barro
que llega al patio de las casas
enganchadas a tu costado

No te levantas de tu aposento, 
esperando de mayo los chubascos 
que purifican tus entrañas

Y el invierno coloque
sobre tu giba
alas a tus mastrantos.


 Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 2019



JOSÊ PÊREZ...EL MORENO PORTEÑO




 EL MORENO DEL TANGO

“Tango que me hiciste mal y sin embargo quiero...”

                                                              

                                                                                                   Por Oscar Carrasquel

Eran aquellos tiempos cuando la vieja comunidad de Nuestra Señora Las Mercedes de Villa de Cura era un poco más pequeña y por supuesto con una población más reducida, atravesada de norte a sur, como si fuese por una lanza,  por  la  calle doctor Jaime Bosch, Había  primero que llegar al sitio conocido como las "Cuatro Esquinas" y pasar frente a la Iglesia de Las Mercedes para uno llegar hasta el caserío. Era como un Camino Real vital para pasar al valle de Tucutunemo. El recuerdo de aquellos días vuelve a arroparnos.

De vida apacible este caserío y de gente muy laboriosa, la brisa soplaba desde la parte Este y con ganas estremecía las ramas de los samanes en los solares de las casas de la sutil comunidad, con sus orillas olorosas a greda de Tejerías y tufo de botiquines.

Hasta las últimas viviendas de bahareque llegaba  el eco de la música argentina de la Rokola del famoso botiquín “TANGO BAR” de nuestro siempre recordado amigo JOSÉ PÉREZ. El negocio al igual que el de su vecino el botiquin de "Ruñío" llamaba mucho la atención y eran muy visitados; tenía tres puertas de entrada, dos por la calle Jaime Bosch, y una por la callejuela que va al remanso del río Tucutunemo.

El juglar Josè Pèrez  había nacido en Villa de Cura en el barrio Las Tablitas el 18 de octubre de 1925. Era hijo natural de don Ramón Rodríguez, mejor conocido en la comunidad como  "Ramòn El Lotero", en doña Marìa Cecilia Pèrez. La pareja levantò cinco hijos mas: Josefa, Carmen Elena, Crispín, Julio y Teresa Pérez.

Se arraigó la mayor parte de su vida en el sector de Las Tablitas pero al parecer  fue en Las Mercedes donde  mujeres le juraron al gordo el primer amor y oyó por primera vez un “Te quiero”, después con el correr del tiempo oiría la misma frase una cantidad de veces. En sus tiempos mozos fue un hombre trabajador y luchador con ahínco.

La abnegada mujer que logró llevarlo al altar sobrevive en nuestra comunidad, se llama  Gladys Padrón de Pérez, hija de la reconocida maestra dulcera doña Carlina Padrón. El  matrimonio tuvo un solo hijo que lleva por nombre Antonio José Pérez Padrón, Psicólogo Clínico,  combina su profesión con la música, creador de  grupos en Villa de Cura y Caracas.

En la vieja rokola RCA Víctor, recostada a un rincón del TANGO BAR puyaban canciones los clientes que iban llegando a platicar o jugar dominó y partidas de bolas criollas. No me lo contaron, sino que lo ví con mis propios ojos, la selección era como una explosión de pura música gaucha. No había música de otros estilos. Aquel bar era un rinconcito romántico,  como una especie de peña de personas que les gustaba disfrutar la música rioplatense.

Abría su negocio todos los días. A menudo la cantina TANGO BAR recibía la visita de una profusión de voces de tangueros villacuranos acompañados de guitarristas, entre los cuales cabe mencionar a José Chacìn “Gardelito”, el poeta Vinicio Jaén Landa, Ramón María Acosta, el doctor Eladio Lovera, Juan Alayòn, Julio “El Che” Martínez, Teobaldo Parra, Agustín Ascanio, Antonio Martínez Santaella, el cantor de tangos Martín González, Antonio Tamiche, Andrés Delgado “El gallo”, entre otros. Hubo un día en una fiesta de nuestra Señora de Las Mercedes de fines de septiembre, el tanguero Vinicio Jaèn arrimó al bar a un músico de apellido Di Maggio, traído de la ciudad de Maracay, quien era un artista tocando un bandoneón.

JOSÉ  PÉREZ fue su nombre real y “El Moreno Porteño” su nombre artístico, apelativo que después se oyó pronunciar en todos los escenarios donde se presentaba este cantor popular villacurano con una calidad de voz. Este sobrenombre de faenas artísticas se lo endosó el poeta Vinicio Jaén Landa por allá en los años 50,  cuando lo presentaba en el estelar programa “Variedades Pampas” que se radiaba todos los días a partir de las 8 de la noche por la frecuencia de Radiodifusora La Villa. Este cantante llamado José Pérez sabía Interpretar de todo dentro del campo de la música argentina, con el alma y corazón y la convertía en puñales.

JOSÉ PÉREZ fue un hombre pobre pero alegre y de costumbres sanas, sabía cómo gozar la vida, se desvivía por el canto, bohemio y parrandero. Falleció en su pueblo natal Villa de Cura el 6 de febrero de 1980; apenas había cumplido 55 años de edad. Fue un personaje muy querido en la parroquia Las Mercedes y en el Barrio Las Tablitas; muchos sábados se lanzaba en las noches claras de luna y su canto se perdía por la polvorienta calle Páez, en su prolongación. No se cansaron las ventanas del barrio Las Tablitas, en las tranquilas noches, y el grupo de sus amigos de oír  tangos en su recia voz.

Muchas veces conversé con José cuando visitaba el barrio donde tenía familiares, siempre manejando una bicicleta Raleig de paseo, fuimos muy  amigos al igual que lo soy de su hermana Teresita, lo escuché cantar en el auditorio de la radio, en el cine El Corralón,  que era donde se hacían veladas artísticas con regularidad, y en reuniones de cumpleaños, vestía sobrio, prefería siempre una larga guayabera de color claro despidiendo un aroma de perfume Paco Rabanne en todo el ambiente. 

Hace un rato en la alta madrugada lo vi cantar como un auténtico artista argentino (me entusiasmó la alegría de ese sueño) interpretando un tango de Carlitos Gardel;  cantaba  “Melodía de Arrabal” con toda la fuerza de su alma,  acompañado del sonido de la brisa de la sabana villacurana, con sus dos brazos en alto que parecían llegar al cielo y volvían y la alegre sonrisa de su dentadura de oro, porque  "El Negro" siempre sonreía cuando cantaba, y así lo quería recordar. Poseía un inmenso repertorio de música argentina. 

Así pués, la mente y el soñar, gracias a Dios, siguen amontonando historias pequeñas que llegan desde el alma para contar en esta marcha de la existencia, de tiempos que fueron alegres en el terruño villacurano que nos vio nacer y crecer, con el recuerdo  de aquel "Viejo barrio de mi ensueño/ El de ranchitos iguales", para recordar a nuestro barrio Las Mercedes y decirlo con letras de don Carlitos Gardel, el Morocho del Abasto.

La Villa de San Luís, agosto  2019




                                 

martes, 13 de agosto de 2019

DOÑA JUANITA CASTILLO DE OLIVEROS.ELABORADORA DE PIÑATAS Y ARREGLOS FLORALES :


DOÑA JUANITA CASTILLO DE OLIVEROS.ELABORADORA DE PIÑATAS Y ARREGLOS FLORALES : 





Por Oscar Carrasquel


Bueno es recordar el tiempo ido y retrotraer nuestras viejas costumbres y tradiciones, sobretodo  aquellas personas que con su accionar y su talento hasta el final le dieron realce a la tierra que nos vio nacer. Hay muchas cosas que contar sobre la historia de las artesanos en Villa de Cura, basta  tender la mirada por la periferia de la ciudad para darse cuenta sobre la infinidad de personas que derrocharon su arte, realizaron cualquier actividad en beneficio del interés colectivo y aprovecharon su trabajo para ganar algún dinerito, que les servía para  granjearse el sustento, y ayudaron  a levantar a  una familia.
Quien tenga interés y la delicadeza de buscar momentos vividos, puede preguntar en  la calle Guárico, como quien sube para el sector La Represa, sobre el historial y característica humana de doña Juana Castillo de Oliveros. Ya ella no está, falleció en 2012 cuando contaba  98 años de edad. Aunque la creamos lejos en esta casa están sus reminiscencias, viven sus descendientes...Un día decidimos acercarnos  para conocer y divulgar algunas de sus vivencias. Había nacido Juana Castillo en Villa de Cura en 1914.

Cómo olvidar que doña Juanita, como era conocida en el sector, fue una referencia silenciosa de mujer trabajadora, de esas mujeres de temple, llena de fe y esperanza, la gente que deseaba conocer y adquirir su artesanía le bastaba con transitar la calle Guárico (hoy Rafael Bolívar Coronado), sencillamente en una noble casa de tejas al frente a  U.E.E. Simón Rodríguez, donde se ubicaba su residencia familiar, y seguro se iba a topar con una de las artesanas  hacedora de piñatas más relevantes de Villa  de Cura. La sala-recibo de su casa siempre estaba lleno de piñatas.
Su labor consistía en elaborar piñatas para cumpleaños y fiestas infantiles, las hacía con la figura y versiones fidedignas como de Dumbo, Pluto, Mickey, (remedo de personajes del legendario dibujante Walt Disney), también figuras de muñecos, camiones, aeroplanos y helicópteros que parecían de verdad; así como imitación de latas y envases de refrescos, cerveza y otras características. Confeccionaba arreglos florales y  buqué de novias, fabricaba papagayos, barriletes y cometas; aprendió a confeccionar trajes y máscaras de disfraces para comparsas de carnaval con sus atractivos colores y diseños. 
Sus arreglos florales recorrieron fiestas patronales de pueblos y ferias en ciudades en diferentes partes del país, sirvieron para decorar salones de reuniones, bautizos, cumpleaños, así como hacer detalles para celebraciones del "día de la madre" y "día del padre". Eso sin contar que tuvo la costumbre  de colocar para la venta sus diseños de piñatas y arreglos  en tiendas y comercios de Villa de Cura, pero también las fabricaba por encargo en el tamaño y  diseño que escogiera el cliente,  para ello tenía un muestrario siempre abierto en el extremo de un mesón para comodidad de la escogencia, algunos clientes  confiaban en su capacidad creadora, lo relegaban al criterio de ella.
Doña Juanita fue una mujer emprendedora, productiva, trabajaba en su propia casa. En una pieza acondicionada tenía su taller, debajo de un tinglado de planchones de zinc, . En estos menesteres trabajó desde muy joven  cuando el papel moneda tenía una mayor fortaleza.
Esta dulce mujer, primeramente comenzó haciendo piñatas tamaño estándar y de diferentes modelos, posteriormente las fabricaba tamaño gigante. Ella se caracterizaba y esforzaba en atender bien a su clientela, muy a pesar de que los costos subían cada cierto tiempo.  
No se puede dejar de mencionarse el comportamiento solidario de doña Juanita Castillo de Oliveros en el sector en donde luchó toda su existencia, pero quizá lo más importante fue su acendrado amor por la familia y el  cariño y respeto que recibió siempre por parte de la colectividad villacurana. Apadrinó a muchos niños de la barriada y de otros sectores en La Villa. Personas que la conocieron muy bien testimonian que se admiró mucho su labor.  Se supo ganar la estimación de todos los villacuranos y los de fuera, por tanto aporte, esfuerzo y dedicación al trabajo que puso en practica hasta el final de sus días..

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, agosto 2019
Las fotos del álbum familiar
Diagramación: Ramón Alfredo Corniel

domingo, 11 de agosto de 2019

ADIÓS A LA MAESTRA LOLA


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Hace pocas horas
por la ruta del cielo
se nos marchó
para la eterna vida
la maestra Lola

Hoy he visto
los rayos del sol mañanero
cortar los rosales
entre la negra arboleda

Abriò espacio la misteriosa sombra
entre el jardín del viejo cementerio
donde le aguarda la vacante tumba

Domingo de reunión en el cielo,
allá la espera el poeta Vinicio
para recitarle unos apasionado versos.


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luís, domingo 11-08--2019





miércoles, 7 de agosto de 2019

LAS SILLAS DE MONTAR A CABALLO VILLACURANAS CONQUISTAN EL LLANO VENEZOLANO Y OTROS PAÍSES


El jinete sobre el caballo es un símbolo del arte de la talabartería. La escultura adorna la fachada de una de una importantes tiendas de productos talabarteros en Villa de Cura.


Por Oscar Carrasquel
                                                                                                 

Nuestro afán en los días ha estado en ponderar a esta ciudad tricentenaria que ha sido testigo del trabajo de aquellos inteligentes hombres de dimensiones heroicas que trabajaron el arte de la talabartería, desde cuando La Villa era un pueblo casi desierto, pero que su pequeña economía se sustentaba en la industria talabartera,  pues como es sabido,  estaba también el comercio ganadero, la agricultura, la alpargatería y las fabricas de tejas. 

Yo  me acuerdo que de vez en cuando llegaban gente de dinero de los llanos guariqueños y apureños, dueños de hatos y comerciantes con sus vehículos y los cargaban de sillas para montar a caballo y demás aperaje, suministro de las fabricas de  Villa de Cura. Desde hace algunos años se ha visto reducida la fabricación a mano, creemos que es debido a la moderna tecnología  y en especial por la situación económica y sanitaria por la cual pasamos. Sin embargo existen diversas tiendas especializadas para  exposición y venta de estos productos.

Nada mejor y  satisfactorio para el dueño de una talabartería de antes que entregar una silla de montar bien hecha, labradas a mano. La silla tenía que pasar primero por la vista y la mente  del propietario antes de salir al mercado.. Sin lugar a exageración a Villa de Cura tiene  preponderancia como  el lugar  donde se fabrica la mejor silla para montar a caballo de toda Venezuela.

Yo que viví muchos años en el llano central y occidental, recuerdo cuando un hombre de aquellos de la sabana, manifestaba con orgullo que su remonta llevaba marca de fábrica villaccurana.. 

La más importante empresa encargada del suministro del cuero para las talabarterías de La Villa, ya curtido y listo para trabajarlo, en pequeña y gran escala, se llamaba Tenería El Águila, que estaba ubicada al comienzo de la recta de Cagua, sentido hacienda Casupito-La Encrucijada, hoy de puerta cerrada.

Los más connotados fabricantes que se conocieron a mitad del siglo pasado fueron en primer lugar La Talabartería de don Josè Reyes en la calle Blanca (hoy Miranda). La de don Francisco José Pérez Rodríguez, en plena calle Real. En la calle Comercio  la talabartería de don Antonio Rivas Vegas (colombiano). Al lado quedaba  la antigua  “Talabartería Venezuela” la más grande y relevante de todas, fundada en 1925 por don  Juancho Cabrera , quien también abrió una fabrica de chinelas (calzado) suela-goma. Don Juancho fue primer proveedor de productos de talabartería  de la gran firma Saldivia y Compañía, comercio de libaneses que tenía su sede en la ciudad de Barquisimeto. 
La Talabartería de don Carlos Villalobos empezó a dar ejemplo en los años 60-70  distribuidora para todo el país de todo lo relacionado con el caballo. Especialista en la elaboración y venta de otros artículos con cuero como cinturones, carteras, maletines, etc.


  Reinal Silvera. Foto cortesía de su hija Nelly Silvera

Don Reinaldo Silvera, fue después creador de otra industria muy importante también con el nombre de “Talabartería Venezuela”, situada en el callejón 3 del barrio Las Tablitas, incluso llegó a comerciar en países hispanoamericanos. El historiador Oldman Botello recién salido de la adolescencia fue vendedor y agente viajero de esta factoría satisfaciendo el comercio del llano. Como es sabido Talabartería Venezuela en la actualidad una de las talabarterías mas importantes en la fabricación de artículos en cuero..La industria talabartera le debe mucho al maestro Reinaldo Silvera quien además dejó huellas como formador de artesanos, su factoría era como una escuela de muchos discípulos..El legado lo siguen los hijos de don Reinaldo que ahora llevan las riendas de la firma.. 


Francisco J. Pérez Rodríguez. Foto sin crédito

Una de las empresas del ramo que empezó a dar ejemplo en La Villa fue el taller de talabartería de don Francisco J. Pérez Rodríguez, una de las más grandes y antiguas que empleaba mayor número de trabajadores, reconocida en toda Venezuela y en el exterior. Hubo un año que fue distinguido  con un pergamino por la Presidencia de la República, por haber confeccionado una reproducción exacta de la silla que usaba el caballo de El Libertador; del mismo diseño, tamaño y los mismos accesorios. La pieza fue colocada en un salón expositivo  en el Museo de Transporte de la ciudad de Caracas fundado en 1970. El único museo de su tipo en Venezuela y Latinoamérica. Este especial acontecimiento fue motivo de júbilo reseñado por los más importantes medios impresos de Caracas.

De grata recordación es la talabartería de Don  Félix Montaña, un hombre alegre, juguetón, de convivencia respetuosa, sabía  desempeñar perfectamente  el oficio.  Estableció su  taller en un cuartucho al lado del conocido almacén de víveres de don Norberto Ramón Vásquez (su cuñado) ubicado en la calle Comercio. Comerciaba sus productos para el llano guariqueño y apureño, directamente o por medio de un agente viajero de dicho almacén.

Estas importantes factorías eran como una especie de escuela donde se formaban  operarios jóvenes en el arte. Es bueno señalar que entre los más expertos artesanos de tiempos antiguos en Villa de Cura se recuerdan a: Enrique Pérez, Jesús Pérez, Alcides Álvarez, Urbano Padilla, Reinaldo Silvera,  Félix Montaña, Heriberto Parra, José Reyes, Rafael Êxime, el Negro Nieves Cabrera,  Carlos Flores, Bernabé Colmenares, Carlos Colmenares, Lucio Pérez, Tomás Anzola, Cruz Parra, entre muchos que después se formaron . La lista es muy larga.

Los modelos de silla  íntegramente elaboradas  a mano eran diversos, fueron las más conocidas los siguientes estilos: la "llanera" para trabajo de vaquería; la "especial" para el deporte del coleo; la "chocontana americana"; la "mexicana"; la "tejana"; una "clásica" para montar caballos de paseo.Los artesanos villacuranos aprendieron a fabricar el "sillín" especial para montar caballos  pura sangre de carrera en  los hipódromos de Caracas, Valencia y Maracaibo. Los mismos hockeys la venían a encargar a La Villa. Estas expertos hacían manualmente de todo, correa, roseta, cabezà, jáquima,  y cualquier adorno fabricado en cuero. Y la silla completa.

No hay que soslayar que Villa de Cura contó en los años 50-60-70  con el más grande taller artesanal de fabricación de fustes en Venezuela. Este armazón es  como decir la columna dorsal de una montura.  Su propietario fue el finado don Hermógenes Rodríguez, el galpón estaba ubicado en la calle Doctor Manzo casi llegando a la calle Páez.
 
También en la misma época era fabricante de fustes don Román Hinojosa, en su taller de herrería, a la vez  de dedicaba a ka reparación de carretas la dirección era entre la calle Dr Morales y Comercio. Entre esa gama de importantes artesanos escofinadores en la fabricas de fustes de Villa de Cura se cuentan: Víctor Rojas Esàa "washington", Josè Rodríguez, hijo de don Hermógenes, por cariño sus amigos lo llamaban  "grillo”, quien en el patio de su casa en el callejón 2 de Las Tablitas armó su propio taller; don Miguel Peña, Miguel Ángel Peña,  Félix Peña “Lefis”, Félix González “el niño”, Antonio Izaya "el mono”, don Luis Albert y otros.

Las viejas talabarterías arriba nombradas distribuían el producto para los estados llaneros, para el occidente, Margarita, Zulia y estados orientales, además las sillas hechas en La Villa fueron enviadas al exterior. El artesano villacurano don Enrique Pérez, nos refirió en una entrevista la vez que hizo un encargo para la República de Argentina y otras naciones suramericanas.
Villa de Cura sigue dando qué hablar en esta materia. A pesar de como ha cambiado la situación hay comercios que la producen en gran escala para exhibición y venta, pero ahora  con un conjunto de técnicas modernas.. Para defenderse producen también, maletines, neceseres, carteras, cinturones, calzados,  llaveros, etc.  Aquel forastero que lo quiera comprobar puede darse una vueltica por Los Colorados, por  la calle del Comercio, o bien por la avenida Lisandro Hernández o carretera troncal vía San Juan de los Morros, donde seguro encontrará en cada esquina, entusiastas  proveedores que le atenderán con  confianza sus pedidos.

En la periferia de la ciudad existieron también operarios que trabajaban en sus propios hogares. Estas grandes y pequeñas factorías absorbieron decenas de trabajadores directos, pero esta afirmación es cosa del pasado. Ojalá hiciéramos  un esfuerzo por tratar de revivir completamente la industria talabartera en nuestro pueblo.
"Las calles y avenidas de Villa de Cura siempre están olorosas a cuero curtido de talabarterías", palabras expresadas por el poeta Aquiles Nazoa en su bibliografía.

Cualquier día que se le antoje a  propios y viajantes que utilizan la carretera nacional (Avenida Lisandro Hernández), pueden observar al frente de las ttiendad, o en la terraza de cada negocio talabartero, la escultura de un caballo del mismo tamaño a uno de verdad,  con todos sus aparejos, como elemento simbólico el arte en Villa de Cura, lo cual es motivo de atracción para los viajantes.

Nos hemos expresado con franqueza y con verdadero orgullo,  sobre una industria que enorgullece a la  apacible tierra nativa, que por décadas se ha constituido como la mas grande proveedora de este producto de toda Venezuela. Todavía es así (aunque no como antes)... Para ello  ha sido vital el esfuerzo  del hombre progresista y trabajador que hoy por hoy,sigue poniendo su empeño  a pesar de todas las vicisitudes.
 
Como Villa de Cura es un icono venezolana en la fabricación de artículos para el caballo, quedaría muy bello en la entrada de la ciudad, una escultura en un pedestal alusiva al caballo como símbolo oficial y figura de atracción turística de la ciudad tricentenaria. 


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis,  julio 2019