martes, 28 de julio de 2015

LOS MÉDANOS DE CORO






























     Por Oscar Carrasquel


a Milagros y Oscar, compañeros de viaje


                                                                              

Recorro de nuevo la pàgina 
de un placentero viaje.
a la Península de Paraguanà

Atrás, 
un vigoroso paisaje
donde silva la brisa
como canto de arrendajo.

Adelante,
el lírico mar 
con su canto perenne
Con sus ericrespadas olas 
que vienen  y van

Diviso a mi lado
un paseo con figuras de peces,
de quelonios,
y caracoles todos gigantes

Montañas de sílice 
como islas de oro 
Interrumpen el camino

Los verdugos Caterpillar 
invaden su territorio
buscando descubrir 
la cinta negra de asfalto

Bajo el vidrio,
y el viento palpitante
me da latigazos en la frente.

Algunas damas 
con velos en su rostro
marchan como monjes egipcios
en medio de la polvareda

Sus labios ofrecen
besitos de coco,
galletas rellenas de choco
y conservitas de leche   
con sabor a tierra costera,
frescos como brisa vespertina.


Santa Ana de Coro, invierno 2015











Sitios web de las imágenes:http://www.taringa.net/posts/info/9704633/Lugares-Hermosos-de-Sudamerica.html


EN EL MAR




EN EL MAR

Por Oscar Carrasquel

Anoto a plena la luz del día
La cronología de mi travesía
De mí rostro de caballero andante

Invito a una gaviota que,
cae como una sombra
Flotando en el mar azul
Que llame a los peces de la profundidad
Que me acompañen a leer un libro
Que me ofrendó una escritora contagiosa de sueños
(de mi pueblo)

Las olas llegan una tras otra, 
fatigadas,
Más su regreso es inminente
El viento a veces gime 
y las vuelve furiosas.

Una barca que tiene años que no viaja
Se pone frente a los ojos del poeta
El artista dibuja una canción de amor
bajo el blanco-azul de su cielo
Con pinceles de arrebol.



Paraguaná, invierno de 2015.



miércoles, 22 de julio de 2015

SOBRE EL "CINE AYACUCHO" DE LOS VIEJOS TIEMPOS QUE CONOCIMOS


                                                                       
              












  Cine Ayacucho, ambiente y pantalla





















Pablo Centeno en la Sala de Máquinas

La fotos son propiedad de la familia Centeno.

SOBRE EL "CINE  AYACUCHO" DE LOS VIEJOS TIEMPOS QUE CONOCIMOS 



 Por Oscar Carrasquel





Cuando nombramos al CINE AYACUCHO, sencillamente nos estamos refiriendo a un rinconcito romántico que guardamos en el disco duro de los recuerdos. Se trataba como todos saben de una sala de proyección cinematográfica que a pesar del tiempo transcurrido no deja de latir en la mente y  el corazón  Un importante icono del ayer que tuvo su auge en las décadas de los años 40, 50 y 60 del pasado siglo xx.  Sin embargo, se dice que no fue el más antiguo de la ciudad de Villa de Cura.  Existieron  también el "Cine El Corralón" que pasó a llamarse "Cine Central" y "Cine Sucre". Supimos  que del "Cine Ayacucho" fue  dueño y promotor el señor Miguel Borges. Hoy en día el cine ha cambiado mucho, como todo cayeron en el abismo. Vivimos una nueva soledad.. 

Desapareció, se fue como un soplido esta sala de diversión, terminó su recorrido en la séptima década del pasado siglo, posiblemente acorralado por los avances tecnológicos;  y además, la familia tuvo la ocurrencia de salir de la estupenda casona donde funcionaba el cine. Uno de nuestros símbolos  de recuerdos infinitos que no pudo evitar el golpe del martillo y la piqueta.

Aun existen muchas  personas en Villa de Cura que no dejaron de divertirse en esta  sala de cine, el cual estuvo instalado en la calle Real calle Bolívar, diagonal con la plaza Miranda.  En su lugar lo que existe hoy es un pequeño centro comercial, y al frente unos ventorrillos, ventas de jugos, frutas y verduras que ocupan toda la cuadra.

El "Cine Ayacucho" proyectaba películas de vieja data, consignadas por la Distribuidora Salvador Cárcel, además de cintas norteamericanas producidas por la Metro Golden Meyer, cuyas corporaciones disponían de representación en la capital de la República. Día a día despachaban dentro de un saco grueso los rollos de películas a los cines del interior. Particularmente a La Villa las traía en su auto  de cargar pasajeros el señor Rafael Èxime y don Paco Villalobos..

Podemos recordar que las cintas cinematográficas preferidas por los muchachos de mi edad eran las  basadas en el oeste americano, protagonizadas por unos vaqueros de estatura universal de nombre  Clint Eastwood"; .John Wayne,  Bud Lancaster, Gary Cooper y Alan Laad.
Estas remembranzas  sobre el "Cine Ayacucho" cobran importancia,  ya que entre sus trabajadores figuraba un amigo nuestro de nombre Pablo Centeno, un hombre humilde oriundo de Cagua, que ahora no está, porque se fue con el silencio de la muerte. Esta persona en la época de oro de este cine, cuando era bastante joven, lo vimos que paso a paso se fue haciendo experto en la proyección de cintas cinematográficas en  la pantalla gigante.

Pablo Centeno comenzó en el "Cine Ayacucho" como obrero de limpieza, pero a la vez, como buen pensante se ponla a observar de cerca los movimientos de un señor llamado Rafael Ávila....Don Avila venía de La Victoria contratado por don Miguel Borges, ya que en  La Villa, en esa época no se disponía de operadores de cámaras cinematográficas. Ahí Centeno comenzó su marcha.

Pablo Centeno nos habló muy bien del "Cine Ayacucho", agradecido  de su antiguo patrono, cuya empresa lo cobijó  durante 18 años, tal como si fuese uno de sus hijos predilectos. Es oportuno señalar que en otra etapa  fue también operador de proyector el señor Rómulo Bermudez (qepd), un hombre muy sencillo y tratable a quien conocí mucho.. 

Esta sala de cine era bastante  espaciosa, poseía un amplio salón. En tiempos que el país disfrutaba de la política seria, no escapaba para la realización de mítines y conferencias de los partidos políticos, y  eventualmente se presentaron en su espacio veladas de teatro y actos culturales organizados por los planteles públicos y particulares.

La cartelera del "Cine Ayacucho" era muy variada, uno se pasea  por los recuerdos y no puede dejar de enumerar  aquellas películas que más sonaron en la época, tales como:  “Las Aventuras del Capitán Maravilla” con Billy Watson;   “Lo que el viento se llevó” con Clark  Gable y Vihien Leigh;  “Tarzan, El Rey de La Selva”, protagonizada por Johnny Weissmuller; “Los Peligros de Nioska”;  “Allá en el Rancho Grande” con Jorge Negrete y Lilia del Valle;  las series “Fumanchú” y “El Fantasma•“;  “Juan Charrasqueado" ,con Pedro Armendáriz;  todas las películas de Mario Moreno “Cantinflas”, cuyas exibiciones eran devoradas por una gran masa de espectadores.

También veíamos con animoso sentimiento infantil las películas de corte humorístico como “Los Tres chiflados”  y “Viruta y Capulina”  "Tin Tan" y las películas rancheras con Pedro Armendáriz,  Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Aguilar y Luis Aguilar. 

Fueron muy admiradas por nuestra generación las actrices mexicanas de la época como: Sara García, Miroslava Stern, Marìa Fèlix, Silvia Pinal, Dolores del Río. Y particularmente  las mas sensuales rumberas del cine mexicano que nos hacían sentir escalofríos en el cuerpo tal como Marìa Antonieta Pons, Amalia Aguilar, Tongolele,  Rosa Carmina, y otras. En 1950 hizo su debut una de la mas atractiva producción fílmica ambientada en Venezuela, se tituló “La Balandra Isabel llegó esta tarde”  protagonizada magistralmente por Arturo de Córdova y la espectacular Virginia Luque.

En esta sala de cine disfrutamos  una de las películas más impresionantes que hayamos visto cuando eramos muchachos titulada “El Jorobado de Nuestra Señora de Paris”, caracterizada por QUASIMODO.  Pasado el tiempo supimos que esta novela está basada en una obra escrita por el poeta y novelista de origen Francés Vícto Hugo.

Entre otras cosas que podemos reconocer es que esta sala de cine contaba con un público de muy buen comportamiento. Casi no se presentaban trifulcas ni griterías.  El área principal se denominaba “Numerado”, con butacas donde se sentían a gusto las bellas jóvenes villacuranas  que entraban acompañadas de sus respectivos  novios y al garete las chaperonas. Imposible dejar de recordar que  se ingresaba por una puerta ancha cruzada por una refinada cortina de terciopelo encarnado. 

El ambiente  popular se llamaba “Galería” , que algunas personas despectivamente solían llamar “gallinero", por las pequeñas escaramuzas que allí se formaban, con asientos de madera en línea paralela. Una entrada por “Numerado” tenía un valor de Bs 1,00 y por “Galería” Bs 0,50. Algunos lo encontraba caro. Y que no se le ocurriera a alguien entrar ensombrerado porque la rechifla era ensordecedora.

Durante el pase de la película se interrumpía el rodaje por unos minutos, las luces del salón las apagaban para retomar  la proyección..Esta parada se denominaba “Intermedio”. La sala se convertía en un cuarto oscuro; y entonces las parejas aprovechaban el momento para  apechugarse, sin sobrepasarse de la raya amarilla, porque entonces aparecía un buen pellizco. Las damas no usaban pantalones, estaba de moda los vestidos anchos con armador.

Durante la citada pausa hacia su aparición un muchacho, un catire que todos llamábamos “Red Ryder”, por su afición en leer y comerciar novelas vaqueras, vendiendo entre los espectadores unos   deliciosos caramelos rellenos de miel y disponía de otras chucherías..

Por esta sala de cine paseamos los jóvenes  de entonces nuestras penas, también las alegrías Tenía dos cornetas grandes instaladas para producir música popular.. Resuena en mis oídos todavía, el sonido de un timbre colocado en la cornisa del edificio. Dicho timbre era pulsado tres veces; el primer repique era una especie de saludo, el número dos indicaba que se aproximaba la función, enseguida el último  toque  el comienzo de la proyección. 

Existió en este cine un reglón que no debemos de obviar, como eran los llamados Tráilers, que se mostraban en la antesala de la función, unos videos que tenía como objetivo la promoción de las películas en cartelera.  Aparte se pasaba  un porcentaje de cuñas comerciales en diapositivas de productos y servicios..

En la antesala del establecimiento se compraban  los tikets las entrdas. Al lado de la taquilla en un local aparte nos proveíamos  de las cajitas de chicles  Adam’s, por un valor de 0.25, con sabor a menta, canela o yerbabuena. También a locha los cartuchos de maní,  y las raciones de cotufas  costaban 0.25. Algunos saboreaban barquillas y tinitas de una heladería allí ubicada , tenían un valor de  0,25 las pequeñas y 0.50 los vasos grandes,  atendido el negocio por la gentil señorita Belén Álvarez y por su administrador  el popular Macuto. Casi siempre se aparecía por los alrededores   "El Pollino" con su carro de raspados, a locha la ración.

Entre los expendedores de “entradas”  recordamos a   María Sulpicia Parra y  la simpática Inés Terán. Entre los taquilleros en los años 60-70  vamos a nombrar  a Juan P. Álvarez, Manuel Vicente Zapata “Pelón” y Héctor Mena apodado “El Chino Mena”.

Y recorriendo las principales calles del pueblo se veía jineteando una bicicleta, un amigo que se llamó José Gregorio Lovera, quien tenía la misión de amarrar en los postes de las  esquinas las carteleras que anunciaban las películas del  día, con exposición de fotos originales de actores y actrices. Recuerdo que los domingo en toda la entrada del cine, le obsequiaban a uno  unas cartulinas con indicación de la programación de las películas de toda la semana. Como mención especial los cines tenían un día, lunes o martes popular. Las localidades se llenaban.

En resumen, estamos muy agradecidos de Pablo Centeno, ya fallecido, un hombre afable que nos ungió con su amistad y nos contó muchos pasajes que nos hace imaginar el pasado. Todo como si fuese un sueño largo que se va, capaz de estrujar el alma; muchos episodios inolvidables como para armar la trama de una película.




Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis de Cura, la tricentenaria
Fotos archivo Pablo Centeno


































miércoles, 15 de julio de 2015

DOÑA MANUELITA



Por Oscar Carrasquel




Doña Manuelita, 
inolvidable viejecita

Tú que fuiste una mujer buena
y de paz inaudita.
Hoy que Dios
decidió mandarte a buscar
mi alma de trovador te viene a recordar

Chiquitica, arrugadita 
y mirada de niña feliz,
con tus pasos  breves
Y un camisón 
que casi  rozaba tus pies

Yo desde mi vejez 
te vuelvo a mirar:
Serena, 
sentada sobre una  piedra azul
en  medio de la corriente
a la hora que se ocultaba el sol

Soltando a las aguas  
anzuelo y cordel 
para después 
pasar la cosecha por un sartén

Sonreías con espíritu ingenuo 
y con gala, cada vez, 
que un pez de renombre enganchabas 
y con  elegancia triunfal,
desde lejos me  gritabas:
“Es para ti, catire viejo”.

Una vez te perdiste
por varias aquellas sabanas
Y yo profeticé que 
por los campos andabas
Cazando pescaditos de colores
dentro de los aguazales
Para utilizarlos como carnada.

Tiempo después 
te volviste a regresar
por el camino real

Ahora sí partiste 
por un sendero obscuro 
por donde no es posible 
devolverse jamás

Dejastes quebrantados
muchos  corazones
y  desolado aquel riachuelo
al cual  le silenciaste  su rumor

Hoy los niños del camino
te fueron a despedir:
¡Adiós Doña Manuelita!
En las tardes ya no te veremos pasar
hacia un recodo del río a pescar

En tu alforja te llevaste
El arpón,  el anzuelo y el guaral.




Acarigua, invierno de 2015







¿QUIÉN EN VILLA DE CURA NO RECUERDA LA CHICHA DE GREGORIO GARCÍA ?

     


 Por Oscar Carrasquel


                                                                                                    
¿Quién de los que fueron niños, adolescentes, y mayores de edad en la quinta y sexta década del siglo xx no conoció en Villa de Cura a don Gregorio García “El Chichero”?. Gregorio fue uno de esos personajes que dejaron huellas en la memoria colectiva.. Llegó desde Lara a deleitar a varias generaciones de villacuranos, dueño de una chicha con una característica muy especial..De pie siempre frente a su carrito. Con la chicha de don Gregorio soñábamos todos. Una ración servido en un vaso grande de cartón valía medio (0.25). Refrescaba, energizaba y daba valor todo un día al estomago y al espíritu, entre otras de sus bondades.. El sueño de cada niño en esos días era cómo conseguir "medio". Había clientes que le compraban por litro, servido en los envases vacíos de leche pasterizada "Silsa".

Gregorio García no solo ofrecía en la calle la típica bebida refrescante, sino que fue el inventor del proceso para elaborar una chicha artesanal con una textura y sabor espectacular..Mucho se dijo de su calidad  maravillosa y  que era igualita a la de Félix Pacheco en Maracay, la cual  se convirtió en una especie de leyenda. Capítulo aparte tenemos de otro famoso chichero en La Villa que se llamó don  Tomás García.
 
La elaboración de la "Chicha de Gregorio" abarcaba muchos detalles, fue cocinada en leña lo que le daba sabor casero. El arroz y los aderezos era cosa primordial, y lo otro, era la leche pasteurizada envasada en cartón. Era normal ver sobre el carrito la muestra de los envases de leche "Táchira" y "Silsa" para que el público no dudara. Me contaron que la señora Carmen Rodríguez, su compañera de vida y una excelente cocinera le colaboraba en la preparación de la mezcla.

Gregorio El Chichero solía salir bien temprano de su casa  pedaleando un triciclo que parecía un montacarga con un cajón en la parte delantera.. En su interior llevaba  dos latas donde venía la manteca "Los Tres Cochinitos" y una cantara de aluminio llena del producto. Se estacionaba y esperaba a los muchachos a la salida del colegio Arístides Rojas. Transitaba con su carro las principales calles de La Villa, pero su parada exclusiva era frente a la plaza Miranda, por allí cerca de la llamada ARC o terminal de autobuses de la Línea Demócrata. Su carrito poseía en la parte frontal un letrerito donde se leía: “CHICHA HELADA SIEMPRE IGUAL”…Bien pulcro al vestir. La espesa mezcla la batía  con un pesado cucharón de aluminio, mucho antes de servirla con  hielo pulverizado..Gregorio jamás utlizó la mezcla de ajonjolí ni otras especies. Su chicha era pura crema de arroz..

Para quien no lo sabe o no lo recuerda, don Gregorio  García era nativo de la bella población de Duaca, municipio Crespo del Estado Lara. Se trasladó en la mocedad a Villa de Cura en la tercera década del siglo pasado y jamás regresó a su lugar de origen. En esa época circulaban pocos automóviles en la población, no había  buhoneros ni troneras en las vías principales y era una hazaña encontrar una motocicleta por sus calles. La Villa contaba con su emblemática y hermosa sabana donde se practicaba béisbol. Allá en los desafíos de pelota béisbol llegaba los domingos la chicha de don Gregorio. En este terruño aragüeño .formó y levantó a dos familias, toda su vida fue trabajar como un  buey..

Gregorio García, nuestro tradicional y recordado chichero fue un hombre lleno de coraje, una cátedra de fino humor, conversador, refranero, mamador de gallo, aficionado a la pesca, pero al mismo tiempo de carácter recio. Lo más importante es que fue un hombre carismático,  se granjeó el cariño y afecto de muchas familias  villacuranas.

Cuánto diéramos hoy en día por volver a saborear esta chicha y escuchar su grito guerrero en las horas de reposo meridiano?  Era una fija a la hora cuando todas las familias estaban disfrutando del "Show de las 12", por Radio Caracas TV con Víctor Saume como presentador. La gente dejaba los que estaba haciendo y salía de sus casas en carrera en busca del chichero que rompía el silencio de mediodía con el siguiente pregón. 

                                     ¡Chicha Helada…Chicherooo! Tómate tu chicha, corazón

Cuando le conocimos era un hombre que apenas frisaba los 40 años de edad. Siempre calzaba zapatos negros tipo mocasín, muy bien arreglado al vestir, con una bata blanca pulcra con tachón atrás y unos grandes bolsillos. Muchas veces lo vimos en camisa manga corta. Jamás usaba cristina para la cabeza como todos los vendedores de chicha, siempre cargaba un fino sombrero marca Borsalino de ala ancha, de esos que utiliza el llanero. Las calles de  Villa de Cura fueron testigos muchos años de su optimismo y la gran pasión por su trabajo.

En torno al personaje surgieron en aquellos días muchas peripecias y anécdotas. Una de las cosas que  mas atormentaba a este hombre es que lo llamaran “chichero". Había que decirle simplemente Gregorio. Y es que don  Gregorio García gozaba defendiendo la dignidad de su humilde trabajo..Nunca salía sin una pulida vera encabuyada. "Porsi acaso" como dicen en El Tocuyo. 

Yo creo que  existe mucha gente de nuestra generación que sería capaz de pagar la cantidad que sea por volver a saborear una deliciosa chicha de antes..Todavía nos acordamos de la legendaria Chicha de Gregorio, la cual no se ha perdido del todo del gusto popular, aun permanece en la memoria  del villacurano de antaño.

Gregorio García enfermó, se nos fue yendo lentamente. Solo la muerte pudo interrumpir su alegre  transitar por la vida.  El 13 de enero de 2001, a la la edad de 86 años, dejó de latir el corazón de este gran larense de ojos pardos y achinados en su casa de habitación en el callejón 3 del barrio El Rincón, al norte de la ciudad; entre un montón de refranes escritos en las paredes, y de aves disecadas que coleccionaba, además unas cuantas  jaulas con pájaros en cautiverio que silenciaron su canto. Su osamenta descansa en el viejo cementerio municipal de la calle Comercio de  Villa de Cura. Paz a su alma.


Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, marzo 2015

La foto es cortesía de su hijo Félix García “El Chino Félix”.




sábado, 11 de julio de 2015

"ROSENDITO" MARTÍNEZ TRAIGO EL PAN DE PIQUITO A LOCHA LA UNIDAD


                                                   
Foto referencia. Sitio web de la imagen: http://acpinolere.blogspot.com/
No pertenece al personaje del relato.

Villa de Cura
Estado Aragua
                                           
Por  Oscar Carrasquel


En el pasado reciente nuestro pueblo  era más pequeño, existían pocos automóviles, entonces era frecuente observar  vendedores en bicicleta, a pie, y encaramado sobre carretas; las faenas laborales eran diversas en la época, pero era necesario proveerse de una actividad lícita que le permitiera a la gente generar ingresos para el sostén de la familia

Por allá alcanzando  la década de los años 50, cuando el pueblo comenzaba a desarrollarse,  los habitantes del barrio Las Tablitas en Villa de Cura y  franjas aledañas, en cada mañana, antes de la salida del sol, se acostumbraron a sentir el deambular de don Rosendo Martìnez por la calle.Vendía a domicilio el popular pan de piquito. Arreaba,  y otras veces andaba sobre un manso burrito, haciendo de su trabajo la cosa más sencilla. Los días domingos y en fiestas patronales y religiosas se anclaba en el sector de La Alameda de Crespo.

Cargaba sobre el costado izquierdo y derecho del jumento, sendos canastos llenos de algunos tipos de pan: Pan sobado, butaques, bizcocho redondo, piñitas; pero más numeroso era el inventario de pan de piquito, mejor conocido como “pan de a locha".. Vendía generalmente de contado y por encargo, no le faltaba una libreta de rayas y un  lápiz  en el bolsillo de la camisa donde anotaba los fiados.Se recuerda que cerca de la fecha 24 de diciembre no se daba abasto por los encargos de pan de jamón a 3 bolívares la unidad, las amas de casa de la barriada Las Tablitas le encargaban hasta tres panes de jamón para la Nochebuena de Pascua..

Don Rosendo fue fundador de una familia muy apreciada en Las Tablitas, Habitó  una casita solariega , una de las pocas que aún conserva su fachada, ubicada en la callejuela “Mateo Vargas”, subiendo hacia “La Caja de Agua”.. Fue don Rosendo Martínez un hombre de trabajo y padre de familia responsable. Era casado con doña Adela Rodriguez de Martínez. Sabemos que la señora Adela se distinguió por ser hacedora de las célebres arepitas dulces con anís, y  bollitos dulzones que degustábamos con guarapo  los patinadores, y feligreses que salían en cambote para  paseos después de las misas de aguinaldo. 

Tal vez por ser un hombre de contextura delgada  y bajo de estatura, lo empezaron a llamar  por el diminutivo de su nombre. En  el pueblo se le conoció a don“Rosendito” con un lenguaje muy popular. .Lo cierto  es que  tuvo mucho auge su trabajo, por ser el pan   un alimento con el sabor de las panaderías de antaño; pero con el surgimiento  de las panaderías de portugueses se fue imponiendo lo moderno. 

Lamentablemente no vivió lo suficiente don Rosendo Martínez, para ver lo que hoy en día son las Panaderías, y por donde nos conduce esta inflación indetenible . . Recuerdo que en aquellos tiempos el viejo panadero llevaba a la puerta de cada casa, ocho panes  de piquito envueltos dentro de una bolsa de papel, por solo un bolívar, es decir una locha/ (doce céntimos y medio) cada unidad. 

Comprado al mayor en la "Panadería El Comercio" donde don Juan Pancho Rodríguez o en la "Gran Panadería La Modelista" de don Francisco Pancho Parra, costaba 4 bolívares "la cuenta" (40 unidades)....El pan de a locha quedó para la historia, ahora es llamado "Pan Francés", su precio en los días que corren es calculado en moneda estadounidense. Todo eso que muchos llaman atraso se veía en aquella Venezuela bella.

Tuvo fama de buen caminador. el "burro de Rosendito”. El burrito siempre conservó la soltura y rapidez de cuando era pollino, verdaderamente se hizo muy popular, casi una leyenda en la barriada Las Tablitas. Un excelente burro. Me cuentan que Rosenditto le tenía fijo su ración de gamelote en un espacio de la sabana por donde cayó el avión.
 
Poseyó una simpática peculiaridad,  era un animal con un pasito nervioso,  caminaba muy de prisa. El redoblar de la pisada de sus cascos sobre el terrenal, era como un redoblante que alertaba a las amas de casa, la indicación que  por la esquina de Régulo, por donde se cruza para  la barriada, andaba Rosendito cargado de panes todavía calentitos, que todo el mundo esperaba en las puertas de las casas, todas las mañanas.
 
Aplicando un tradicional refrán criollo podemos decir que en el país "Se acabó el pan de piquito". Mucha gente de nuestra generación  que habita  el sector Las Tablitas, no titubean al recordar que el pollino del panadero caminaba apuradito, por eso es que emergió de la sabiduría popular un refrán que recorrió todos los rincones de La Villa, sentenciando a todo aquel que realizaba algo con presteza, es decir caminaba con mucha prisa: “¡Andas más apurado que el burro de Rosendito!”. No se oyó  mas ese proverbio,  poco lo conocen las nuevas generaciones.
 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, tricentenaria
Fotógrafo del blog Ramón Alfredo Corniel





miércoles, 8 de julio de 2015

A INGRID CHICOTE LE HUELGAN LAS PALABRAS




Por Oscar Carrasquel

A INGRID CHICOTE HUELGAN LAS PALABRAS

Por Oscar Carrasquel

Hoy dije para mis adentros: 
Voy salir a la calle
voy tocar a la puerta 
de INGRID CHICOTE,
mi poeta de sueños azules. 

Este nuevo encuentro
de verdad era mi anhelo.
Mucho nos conocemos. 
Por eso yo lo celebro.

En su casa de La Villa,
un buen momento
pasé con ella charlando,
mientras un aroma de café
andaba en el ambiente
rondando. 

Se trata de un libro,
que en fecha reciente
fue muy nombrado
-y muy divulgado-
y la escritora me estaba
entregando.

“HUELGA DE PALABRAS",
la madre del párvulo,
lo ha bautizado. 

Como primero de la fila, 
en el lejano estado Sucre,
este compendio de sentimientos
a bailar el vals 
de primero fue el invitado.

Silencioso, hermosos poemas,
como pinceladas de claveles 
en un lienzo pintados
en un cofre los tengo guardados

Un fuerte abrazo 
transformado en brindis.
y un beso que rueda como relámpago
en un  camino. 
Es, INGRID,
lo que hoy te traigo como regalo.


La Villa de San Luis, 22 de marzo 2014 




HISTORIA DE LA PIEDRA QUE MATÓ AL MUSIÚ EN VILLA DE CURA EN LA DÉCADA DEL 50.




La imágen es referencial, fue tomada de Internet

Villa de Cura
Estado Aragua

                                                                        Por Oscar Carrasquel

¿Quién de vosotros, los de distintas generaciones de villacuranos, han oído alguna vez hablar  de este lamentable suceso de "la piedra que mató al musiú"?  y un refrán típico del anecdotario local, que se popularizó durante la mitad del siglo XX, por este acontecer, no solo en Villa de Cura, sino en toda Caracas, en el centro del país, y más allá de nuestras fronteras.

El aforismo tuvo su origen en un episodio lamentable y conmovedor ocurrido en Villa de Cura en tiempos de Pérez Jiménez, por allá en la década del cincuenta,  el cual conmovió no solo a los nativos que le conocieron, sino especialmente a la colonia italiana residente en Villa de Cura, ya que la víctima pertenecía  a esa ciudadanía. Por cierto, en esos tiempos la inmigración más numerosa aquí llegada de las naciones europeas después de la segunda guerra mundial fue la italiana.

Fue un lamentable incidente  que provocó dolor y solidaridad en toda la población, ya que estos visitantes se ganaron el respeto y el reconocimiento de todos sus habitantes. Por cierto los venezolanos empezamos  a llamar "musiús" a los catires de cualquier nacionalidad. .La verdad  es que muchas cosas le debemos a estos ciudadanos extranjeros sobre nuestra transformación económica y social. Un día llegaron a este pueblo y desde entonces se convirtieron en villacuranos nacidos en otros pueblos, Recuerdo que los recibimos con aglutinante hospitalidad.
.
Se corrió la noticia que en una de las tantas voladuras  que solían hacerse en una conocida industria de cal ubicada a la salida de La Villa, una gigantesca piedra se le vino encima a un trabajador de nacionalidad italiana, lo que le provocó la muerte casi instantánea, causando una honda repercusión en toda la población.

Cuentan que cientos de personas,viejos y jóvenes de un vecindario cercano se llenaron de valor y corrieron diligentes para colaborar y ayudar infructuosamente.. Pasado un tiempo,  en cualquier fecha, algunos vecinos veneran el sitio, acudían para encender velas alrededor del peñasco y hasta le rezaban y pedían favores. Dicha piedra reducida de tamaño fue a parar al viejo cementerio municipal de la calle Comercio de Villa de Cura,  donde yace junto a la tumba del difunto (Que en paz descanse). El peñazco posee un  epígrafe testimonial grabado sobre su plano con la fotografía del finado. Y se puede observar por entre las rejas del cementerio desde la acera.

En esa época era muy rico el refranero popular venezolano, y entre los  villacuranos, se puso de moda un refrán  que reza: "Mas pesado que la piedra que mató al musiú".

Como es sabido suficientemente  los refranes no se les conoce autor, no son acuñados por mala intención, por duros que puedan parecer, sino que emergen generalmente de la cotidianidad de las sociedades. La gente fue entendiendo que la expresión solo  era un modismo de uso popular  que se sumaba a la cultura coloquial venezolana.

Ya pasados algunos años, el refrán popularizado en Villa de Cura como corolario de una tragedia, corrió como pólvora y empezó a repetirse por todos lados y llegó hasta la capital de la República. Allá en Caracas, en cualquier ambiente, en el estadio, en la política, en la universidad, el trabajo, era muy frecuente el refrán  “Más pesado que la piedra que mató al musiú”-



La Villa de San Luis, invierno de 2020 (reeditado)