martes, 29 de agosto de 2017

LA CASA GRANDE

 



LA CASA GRANDE

                                                       
 Por Oscar Carrasquel


A Rosana/ A Flor
               
La casa grande
se  asemeja
a la Viña del Señor

Por un camino de amor
se llega
a la casa grande

A ella se entra
por un sendero
lleno de lienzos,
de poemas

Por un cobertizo
se entretejen
vuelos
de mariposas,
de abejas

Dos corazas de amor
cohabitan
allí adentro

Resisten,
destruyen
toda clase de espadas

Hay paz,
armonía,
dulzura,
en cada sorbito
de café
recién colado

Lo armónico
es para vivirlo
mi cansado corazón
en cada latido.

                                                           

                                                                 Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 28 de agosto 2017

COMENTARIOS:


Rosana Hernandez Pasquier Gracias querido amigo, Oscar un hermoso poema. Y tú un amigo de lujo.


Sitio web de la imagen https://imagenes.4ever.eu/comida-y-bebida/taza-de-cafe-219176
 

LOS 15 AÑOS DE FAIVER GUTIÉRREZ


Las flores en la sabana
tienen mayor esplendor
en  julio y agosto

Allá, en lo  florido y  verde
de la llanura
a la orilla de un salvaje río, 
brotaba  una hermosa rosa
un día treinta de agosto.

Recuerdo que fue al minuto
cuando la colcha de la noche
se  tendía sobre un maizal. 

La  luna le guiaba el camino
a una garza solitaria
pintándole al paisaje su armonía

Todos en casa,
en coro de voces
te brindaban la bienvenida

Llegaba una encantadora niña,
con unos ojos grandiosos
dibujados en la gracia  de su cara

Han pasado ya quince años,
Y hoy te siento tan intensa, 
Tal  como si fueras
de este viejo árbol una rama

Por eso Faiver Gutiérrez,
muchachita quinceañera,   
de regalo quiero ofrendarte
un ramo de flores frescas

Y que Dios te  bendiga
esta  hermosa mañana de tu vida.



                           Oscar Carrasquel, San Nicolás, 30 de agosto 2017

jueves, 17 de agosto de 2017

REQUIEM A LA INOLVIDABLE CERVEZA

REQUIEM A LA INOLVIDABLE CERVEZA


La verdad es que hoy en  día, somos cuantiosos los que no dejamos de sentir una gran nostalgia por una cervecita bien fría,  esa popular bebida que hoy se ha puesto a volar como todo por las nubes. Por esa razón  dispuse la crónica a seguir la huella, ensalzar y a pronunciar odas a esta  popular y refrescante bebida
Debemos comenzar diciendo que la cerveza  es de antiquísima tradición en el mundo, según la creencia se remonta hacia el año 580 D C... En Alemania dicen que se fabrica  una de las mejores cervezas del mundo, y  apuntan muchos hispanoamericanos y europeos que el producto elaborado en Venezuela es una de las mejores.

Sin embargo,  otros ha escrito que fue en Australia, allá en Oceanía,  donde en la antigüedad se elaboró  la mejor cerveza del universo. Tengo nota que la cerveza es una bebida tan sana, provocativa y  única en todas partes, que la propia iglesia romana no impidió que San Arnulfo de Metz sea el santo patrón de la refrescante bebida. Así que de acuerdo con esta afirmación tomarla con discreción como bebida refrescante no es pecaminoso.

En España se le  llama, "Cerveza"; en Estados Unidos, "Beerd"; en Portugal, "Cerveia" y en Venezuela, cariñosamente la llamamos "Rubia" o "Catira". 

La historia que se relata reza que: “San Arnulfo  siendo obispo de Mertz, llegó a dicha región una peste terrible que contaminó el agua y mucha gente moría al consumirla. Por esta razón San Anulfo animaba a sus fieles a que en lugar de agua contaminada bebieran cerveza.  Cuando muere  el obispo llevan su cuerpo a enterrarlo en la Iglesia de Mertz; varios fieles agotados pararon en una taberna, pero al entrar comprobaron que solo quedaba un tarro de la bebida, así que tuvieron que compartirlo entre todos. Sorprendentemente el tarro nunca se terminó y la gente toda pudo satisfacer su sed. El milagro de le atribuye a San Arnulfo”. (EditorChurchPOP).

Según la enciclopedia católica, la fiesta del Santo Patrón San Arnulfo, para los católicos  que no lo sabían u olvidado, se celebra cada 18 de julio para beneplácito de los que somos del signo LEO. Así que mujeres y hombres mayores de edad a tomar "rubias" o "catiras" bien frías, pero eso sí, con moderación como lo recomienda nuestra Iglesia a sus fieles y hasta donde les alcance  el bolsillo.

Hoy hemos venido, no a patrocinar  ni estimular el consumo de cerveza, sino  a evocar a la popular espumosa  ya casi exterminada, a exaltar algo que un tiempo pasado no faltaba a nuestro lado, ni en nuestra  nevera, por humilde que uno fuera, a rendirle honor a esta popular bebida,  que cada vez  se ha visto alejada por su elevado costo  del paladar de los venezolanos.




 Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, agosto de 2017



lunes, 14 de agosto de 2017

HACE 52 AÑOS SE APAGÓ LA VIDA DEL NEGRO JOSÉ NÚÑEZ .



              José Núñez. Foto archivo rectificada por el retratista Ramón Alfredo Corniel




                                                                         Por Oscar Carrasquel


Me satisface en esta oportunidad entregar con placentero gusto esta nota sobre este personaje villacurano integral de formación ciudadana. Más que un ejercicio literario  es una deuda del corazòn. En el seno de nuestra casa paterna villacurana fue el "Negro" José  Núñez, como le llamamos familiarmente, un ser muy especial y querido. En casa todos lo respetábamos y  lo teníamos como familia. Todo indica que  su madre doña Virginia Núñez tuvo una amistad de mucha cercanía y de paisanìa guariqueña con nuestra madre María Flores de Carrasquel, lo cual  la convirtió honrosamente en tía de nosotros los hermanos que como tal le pedíamos la bendición..

Protegido siempre por el calor de la madre doña Virginia Nuñez, recién llegada su progenitora del llano habitó una casa  en la calle doctor Manzo en Villa de Cura, entre  calles Miranda y Sucre; al lado de la familia del maestro de casas el señor José Morales, donde transcurrió su infancia y adolescencia.

No se me hace nada difícil hablar sobre este personaje. .En nuestra casa quisimos mucho al “Negro Núñez”, y ese cariño tan especial era reciproco, algo así como el hermano mayor de palabra sabia que aconseja y proteje. A estas alturas nos enorgullece  haber seguido siempre su ejemplo y su conducta. Nacimos en el mismo pueblo y junto a su familia crecimos.
 
Su nombre completo era José de la Concepción Núñez. Fue el nombre que le puso doña Virginia por haber abierto los ojos al mundo en Villa de Cura un  8 de diciembre de 1924, día de la Santísima Virgen de la Inmaculada Concepción.

En conversaciones en nuestra casa conocimos que el padre de José Núñez fue el distinguido ciudadano don Plácido García, sastre de profesión y al mismo tiempo modesto servidor público, jefe de la Oficina de Registro Público del otrora Distrito Zamora, por más de tres décadas. Tanto  su renombrado taller de sastrería y aquella oficina pública se movían en un mismo espacio en la misma casa por la calle Comercio, frente a la Gruta Nuestra Señora de Lourdes. Bien recuerdo a mi mamá  en aquellas tardes tranquilas de conversa, mientras pedaleaba su Singer, me contaba  que don Plácido García, lo consentía y quería mucho y siempre sacaba tiempo para la tertulia y el consejo oportuno, donde no escaseaban cuadernos y libros y otras necesidades del muchacho.
Desde pequeño anduvo metido en un salón de clases, mirando al mundo a través del cristal de la alegría y la ternura. Sin embargo José casi no supo de juegos infantiles. Estudió la primaria completa en la Escuela Arístides Rojas bajo la rígida disciplina  del músico y pedagogo don Víctor Ángel Hernández. Escasa reprimendas recibió de la maestra calaboceña de primer grado misia María Amparo de Rodríguez. El bachillerato lo empieza a cursar en el liceo Germán Roscio de San Juan de los Morros. Esto me lo cuenta don Félix Hernández Castillo que  fue su compañero de liceo junto con Edgar Macero. Completó la secundaria en un colegio para varones regido por sacerdotes diocesanos, internado por don Plácido García en la ciudad de Calabozo. Su padre muere cuando estaba graduándose de bachiller. lo que lo obligó a regresar a su campiña aragüeña, por este motivo no pudo seguir estudios superiores. Entonces decide inscribirse en la  Escuela de Artes y Oficios en Villa de Cura donde aprendió Contabilidad o Teneduría de Libros. 

Ya mayor de edad,  con estas credenciales y la elegancia de su caligrafía, fue un tiempo reputado contabilista de las firmas comerciales de Villa de Cura más representativas, solicitado por las firmas Francisco Álvarez Rodríguez, Froilán José Aguirre ,Inocencio Adames Barrrios, Manuel Melo y Antonio Silva.  Pasado el tiempo comenzó a trabajar como contabilista de mucha confianza en el almacén de Don Norberto Ramón Vásquez, por los lados de La Alameda.  Allí se vendían víveres para surtir al comercio menor de la población villacurana y del llano, y a la vez funcionó en el mismo local la fábrica de alpargatas marca “El Abanico”.
 
Al cabo de algún tiempo trabajó para el almacén de Tomás María Hernández, sucesores, ubicado en la calle Páez, bajo el mando de los hermanos Josè Rafael y Falito Hernàndez. Fue  Agente Viajero de esta importante casa comercial y en ese desempeño tuvo que andar por muchos caminos del estado Guárico y  el sur de los valles aragüeños, convertidos en su rumbo de trabajo cotidiano.

Doña Virginia Núñez, su madre, era natural de El Sombrero, capital del municipio Mellado del estado Guárico. A Villa de Cura llega hacia las primeras décadas del siglo XX.  Una mujer hecha para la brega, una llanera alebrestada, acostumbrada a los tiempos buenos y menos buenos, y a las pruebas del destino.

Era una mujer obesa, irascible,  recia de carácter, pero con la ternura de la mujer llanera. En un altar veneraba un cuadro coloreado de  Nuestra Señora del Carmen, patrona espiritual de El Sombrero. Aprendió con las “viejas” que la criaron allá en el llano a fabricar toda clase de dulces criollos para la venta. Muy reconocida en La Villa por las hallacas navideñas que hacia todos los fines de semana. Sus clientes mañaneaban los sábados buscando sus hallacas y tamales. Madrugaba todos los días para poner en venta en los negocios las arepas asadas en budare y en fogón. Nuestro hermano mayor  Josè Eugenio las salía a repartir y vender en el vecindario, siete unidades por un real. Una mujer de una gran fortaleza corporal. Pertenecía a una raza de mujeres bregadoras. Gracias a sus condiciones físicas ella sola alzaba un lechón que había sacrificado para luego rasparlo sobre una mesa de madera.

En su casa tenía un hermoso jardín de vistosas flores y el patio sembrado  de naranjos. Le importaba poco que no llegara agua por medio de la tubería de acueducto, pues en el centro del solar había un  jagüey o aljibe de aguas cristalinas que surtía a toda la casa y mantenía fresco el solar amenizado de cantos de pájaros. Recuerdo muy bien que se tomaba agua  fresca y cristalina que destilaba de una piedra de tinajero verdecita de musgos. En una máquina de moler “Corona” molía el maíz ya pilado y salcochado para obtener la masa para las arepas y preparar las hallacas.

El “Negro” Núñez fue una de esas personas que despertaba en todos el deseo de tenerlo como amigo, porque tenía un don especial para tratar a la gente. Su entusiasmo y alegría daba gusto. No tomaba licor pero era un voraz consumidor de tabaco, no le faltaba un “Habano” cubano bailándole entre los labios. Era un hombre de contextura gruesa, de piel morena, pelo enroscado, cara de manzana , cachetes abombados, parecido a la madre, inspiraba respeto, aunque tenía una vista especial para poner sobrenombres, de esos que no se quitan nunca. Cualquiera endulzaba sus penas con su jocosidad. De sonrisa amplia. Cuando el chiste era bueno soltaba una  centelleante carcajada jamás borrada de mi mente. Fue un personaje amable, simpático y muy querido en La Villa. De probada honestidad que  todos reconocían en La Villa y otros pueblos.
  
Ocupó la atención de mucha gente del conglomerado por su carisma. Entre sus más íntimos  amigos cercanos en el afecto no puedo dejar de mencionar al yaracuyano Humberto Blanco y sus hijos Humbertico y Rebeca; Pedro Ezequiel González, Doña Hilda Romero de González y su hija Yajanira que era su ahijada; Jesús María Blanco, Félix Hernández Castillo, Inocencio Adames Barrios, Germán Cordero Padrón, Luis Nieves, Leandro Nieves, Ramón Vásquez Montaña, Víctor Hernández Ramos, Alcides Álvarez, Rafael Ortega, Félix Montaña, Teodoro Maury, Arístides Melo, Manuel Melo, Antonio Moreno, José Manuel Morgado, el “Negro” Testamar, Luis Manuel Botello, Oscar Morgado y otros que sería muy largo de enumerar.

Sacó tiempo para el juego de béisbol, Núñez. En su juventud aprovechaba los ratos libres y los días domingos para participar en un juego  de apuestas conocido como  "Pelota  Caimanera”. “El Negro” ocupaba una buena posición en la alineación porque era un temible bateador de líneas largas. Su compadre Pedro Ezequiel González, el escogedor de la partida, lo seleccionaba de primer lugar, siempre lo colocaba en la primera almohadilla y de cuarto bate en el lineup para aprovechar su bateo. El Negro fue un frenético Magallanero y en todas partes demostraba su fidelidad por esa divisa del béisbol profesional en Venezuela.

En este laborioso conglomerado se enamora y casa  con  una de las muchachas más hermosas y atractivas de la época, vecina de calle doctor Urdaneta,  amigos de la cuadra larga, llamada Hilda Álvarez, nacida en tierras guariqueñas, de Valle de La Pascua.. Quizá  la que mejor  conoció sus sueños, aciertos, derrotas, sus rutinas y cansancios. A La Villa llega Hilda siendo  pequeña de la mano de su madre Rosario Álvarez , en compañía de su hermana Josefina “Chepina” Álvarez y de Rita Álvarez. Se hizo mujer en este pequeño valle  y encontró en José Núñez el amor para toda su vida, ese que llaman eterno y se vuelve llama en el alma, de cuya unión nacieron ocho hijos: Rosa Elena, Edith Virginia, Hilda del Rosario "La Negra", José Rafael "Cheo" (fallecido en un accidente de tránsito el 2003), Rebeca Josefina, Aidee Columba ·"Chilin", Luisa Elena y Rafael Enrique. Ellos se encargaron de acrecentar la familia en 14 nietos y 12 biznietos.
 
Habitó la pareja Nuñez Alvarez y levantaron a sus hijos en dos direcciones, primero en la calle Miranda, a 100 metros de distancia una casa de la otra, luego cambiaron de domicilio para la calle Sucre. Sabido que algunos se residenciaron ya crecidos en la capital de la República. Hilda de Nuñez fue una demostración de empeño y dedicación al lado de su esposo y sus hijos, esta gran mujer fue una verdadera heroína del deber.

Hoy tuvimos el honor de tener de frente a su hija, la profesora Hilda Núñez Álvarez de Rosales, conocida mejor en el ámbito familiar como “La Negra”, con quien dialogamos lo suficiente, retrotrayendo el largo  tiempo transcurrido; una mujer que en la vida ha sabido avanzar, convencida que el mundo gira y que nada bueno es eterno. En medio de una  herida que nunca cicatriza recuerda muy claro a la figura de su padre trabajando con voluntad y con fe, esposo ejemplar, padre amoroso y consecuente. Lo evoca sosteniendo en sus manos un viejo retrato de su papá, con sus ojos humedecidos en lágrimas.

El Negro Núñez murió prácticamente en la plenitud de su vida el 15 de diciembre de 1970, pocos días hacían  que había cumplido  los 46 años de edad, víctima de un fulminante ataque cerebro cardiovascular que a todos nos dejó sobrecogidos y con asombro, no fue fácil asimilar ese dolor. Refresco estos días de fin de año, aún le recordamos y lloramos su ausencia.

Lamentablemente todo inicio tiene  su final, su tiempo de duración. En Villa de Cura, en la misma  tierra donde doña Virginia le dio  luz. lo crió y lo entregó para la vida, entrando al viejo cementerio municipal de la calle Comercio, cruzando a la izquierda, bajo el ramaje un samán y un silencio de soledades, allí  reposa su osamenta.

Que Dios le de descanso a  tu alma y la tierra te sea liviana..



                            Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 15 de diciembre 2020  

domingo, 6 de agosto de 2017

URBANO PADILLA TALABARTERO DE LA VIEJA GUARDIA MAESTRO DE LA NUEVAS GENERACIONES



 URBANO PADILLA TALABARTERO DE LA VIEJA GUARDIA MAESTRO DE LAS NUEVAS GENERACIONES

Por Oscar Cattasquel
                                                                                            

Dentro de la humanidad de este gran caballero que responde al  nombre Urbano Padilla se encuentra uno de los personajes más populares que tiene  el sector de Las Tablitas  de Villa de Cura. Brindaremos por la ciudad en su tricentenario colmada de sus pisadas. ¿Quien no conoce en el barrio a este señor con tantas peripecias en su vida llana? Conocido  por ser un viejo habitante de la barriada y con una rica experiencia como  artesano de la industria talabartera.

En efecto, hoy lo invitamos a la crónica para reconocerlo como artesano Talabartero, buen  padre de familia, conocedor de muchos caminos y encrucijadas de la vida. Más de medio siglo dedicado a la industria talabartera en Villa de Cura no es cualquier cosa,. además de ser un humorista natural de rápida improvisación y de muchas ocurrencias. Tiene un buen repertorio de anécdotas de su juventud, y las cuenta tan sabroso que uno no quiere cambiar la conversa, conocido por todos simplemente como “Urbano", su primer nombre. Hombre modesto y tratable. A veces se desaparecía como el Capitán Maravilla pero volvía envuelto con la brisa a su viejo terruño villacurano.

La pura verdad es que nos volvimos a encontrar con él un madrugón  de esos de fin de semana, atolondrados, metidos en una larga cola para entrar a un mercado a comparar harina. Su trato siempre es afectuoso, su corazón abierto  y una achinada sonrisa que siempre dibuja su rostro, son tan amplios y lleno de regocijo como  aquella vieja  Alameda que recorrió muchas veces en su juventud, con sus casas de techos rojos,  tarantines y bares, donde se paseaban alegremente las mabileras.

Del maestro Urbano guardamos un cúmulo de buenos encuentros y recuerdos. Algunas veces en nuestra tertulia aprovechamos para pasearnos por las vivencias del tiempo pasado, mientras saboreamos juntos un cafecito negro, cuando salimos a las acostumbradas caminatas matutinas, o, nos encontramos en las conversas tan frecuentes.

En Villa de Cura nació un 05 de diciembre de 1947. Acaba de cumplir en 2017( en diciembre) 70 años de edad, hijo natural de Manuel Isidoro Hernández y María Padilla. Su vida de soltero finaliza el año 1971 cuando junta su vida   con doña Gladys Custodia Oliveros, de cuya unión nacieron dos retoños: Jairo Antonio Padilla Oliveros y Deyanira Padilla Oliveros.
Aquellos días cuando decide  juntar vida con doña Gladys Oliveros se acabó la guachafita, fue la meta de aquella vida de soltero. Ya no podía rendir tributo a Baco. Cuando era soltero se le conoció como bebedor en la barra del bar El Samán, bohemio y serenatero. Peleón a puño limpio para hacerse respetar en el barrio Las Tablitas y su entorno, buscador de diversiones y nochiernago. Claro, después dejó de hacerlo. Su vida no ha sido del todo fácil. Con el tiempo nunca más se le vio en otra cosa que no fuera fajarse duro cada día, rompiéndose el espinazo, dando la batalla, sudado de cansancio en una banca de trabajo de una talabartería para forjar una hermosa familia.

Urbano en la década del setenta, fuera de la rutina, acostumbraba irse a Caracas con sus amigos. Me contó que allá en la capital se dedicó un tiempo al deporte del boxeo, por tanto conoció muchas de sus secuencias y detalles. En la capital tuvo una apasionante experiencia. Cuando eso  se dedicó junto con su compañero de viaje su contemporáneo Luis Navas a servir como sparring  en el ring del Nuevo Circo de Caracas. Cuenta que se se fajó en estos menesteres con peleadores reconocidos de la época; de este modo pudo cruzar guantes y conocer las habilidades  de unos púgiles ranqueados como Luis Vallejo, Pedro Gómez, Cruz Marcano y el Toro Paiva. Por cada sesión se ganaba veinte bolívares que entonces  era un realero. Alcanzaba para pagar la pensión, comer y beber. El publico del Nuevo Circo de Caracas se prendó de su arte, le oyó interpretar el pasodoble "César Girón".

Urbano en otros tiempos sobresalía cantando, fue muy amigo de las serenatas, de interpretar tangos de Carlitos Gardel acompañado de guitarra y amante de otras canciones del repertorio de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas; tiene una voz maravillosa. Ciertamente, comprobamos que tiene voz de tenor, todavía  es agradable oírlo cantar canciones  rancheras, igual  como lo hacen sus ídolos en las películas mexicanas..  Con el actor Pedro Infante se cansó de echarse los tragos y cantar a dúo en la pata de una rokola en el ambiente del botiquín de Rafaelito Mogollón y su mujer la simpática "Gorda"  Marìa Yusti, acá en el recodo de nuestra siempre recordada  Alameda, una taguara que estuvo ubicada en el cruce del callejón 2 con la calle Comercio. El silencio de los callejones en las noches era monótono.  

Nos contó que cuando contaba trece años de edad fue que  tuvo su primer encuentro formal con un empleo, se integra a la nómina al personal de la famosa Talabartería Venezuela, fundada por el señor Reinaldo Silvera en Villa de Cura, allí comienza su vida de trabajo haciendo correas,  roseticas, guruperas y cabezadas. Cuando eso estaba en pleno apogeo el famoso Grupo Silvera; aquello fue como su escuela primaria de labor. Lo más importante en todo caso, es que  allí  permaneció dentro en esta "universidad" que lo vio crecer, a donde se paseó por  el arte de la talabartería y se convirtió con el tiempo en un maestro en el oficio,  produciendo sillas completas de todas clases para montar a caballo. 

Urbano Padilla sabe lo que es una buena montura y sus aperos; cómo no lo iba a saber, si desempeñó durante más de 50  años el oficio, y las pudo producir tipo llanera para trabajo de vaquerìa y coleo; la chocontana americana y la mexicana.  Se convirtió en un especialista en la fabricación de sillines para montar  caballos pura sangre de carrera, muy alabados sus trabajos por destacados jockey del Hipódromo La Rinconada. Y Urbano feliz de poderles suplir sus exigencias cuando viajaban a solicitar sus encargos de Caracas para La Villa.

En su vida fue muy significativo tener de llave a veteranos talabarteros de Villa de Cura; comenzando por su primer maestro el señor Reinaldo Silvera, igualmente le tocó laborar, nada menos que al lado de la crema de un grupo de talabarteros encabezados por  Enrique Pérez, Lucio Pérez, Jesús Pérez, Heriberto Parra, Tomás Anzola, Juan Flores y otros más, quienes fueron testigos de su dedicación y esfuerzo.

Urbano Padilla es un hombre de muchas añoranzas, sereno y muy cuidadoso al hablar, de una gran agilidad mental, respetuoso, jamás se le oye pronunciar malas palabras, disonantes ni chocantes. Ya está prácticamente retirado del oficio. Jamás lo hemos visto arreglado de flux y corbata, pero  siempre anda impecable con su vestuario pulcro y bien aplanchado y su alma vigorosa, y ninguna vez le falta sobre su cabellera una gorrita de pelotero, de las cuales posee una de todos los conjuntos. 

Urbano Padilla a pesar de todo se siente feliz llegó a la edad en que se envejece, se arruga  la piel pero no el corazón. Aún anda por la barriada de Las Tablitas desafiando las hojas del calendario. Hombre de buenas acciones que se dedicó a laborar toda su vida al servicio de la importante industria talabartera de Venezuela, tan prestigiosa y floreciente en Villa de Cura en todas las épocas, como reconocida en otros países como Perú y Colombia..

No le  preguntamos cómo se las ingenia para vivir hoy día con el monto de la pensión del Seguro Social para no salir espantados. De repente, como un aleteo de pájaro montaraz lo vemos que cruza temprano todas las mañanas la plaza Bolívar, mensura uno y otro lado de la plaza y se acomoda en un banco entre pensativo y risueño a rumiar sus peroratas con muchas de las personas que conoce que son sus amigos de toda la vida.
  
Este Urbano Padilla, goza del aprecio de la mayoría que lo conocen en Villa de Cura, y en lo personal es un amigo entrañable de quien esto escribe, siempre buscamos la oportunidad de darnos un apretón de manos, y eso antes de la cuarentena. Lo metemos en la crónica, para que su modo de vivir, sus viejos sueños, ejecutorias y sus virtudes personales no queden sepultados en el olvido.


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 2017




miércoles, 2 de agosto de 2017

HABLANDO DE GALLOS Y GALLLEROS FIESTA DE CLAMOR POPULAR

                                       

                                                  A todos los galleros de Venezuela
"A pelear mi zambo/ salta al centro de la gallera/ firme la cola altanera/ y la cabeza bien alta/ Un jirón de sol esmalta/ el plumaje del costado/ y al mirarlo allí plantado/ mi grito fanfarronea:/!Sin comenzar la pelea/ mi gallo zambo ha ganado!. (Miguel Otero Silva)
                                  
                               
                                                                 Por Oscar Carrasquel

En la Villa de Cura actual todavía habitan personas a las que les fascina una pelea de gallos. En esta ciudad capital del municipio Zamora Edo. Aragua, pongo como ejemplo a mi querido amigo René González Romero, quien accedió de manera cordial a que habláramos sobre el asunto. René desde muy temprana edad anda metido entre la familia gallística de Venezuela.

Pero debemos decir también que existen los "antigalleros". De hecho,  en algunas partes del planeta está prohibido por considerarlo un acto en perjuicio del animal, porque los ejemplares sufren y generalmente mueren en la contienda, por el uso de espuelas instaladas para aniquilar más de prisa a su rival. 

Sin embargo el desafío de gallos en Venezuela es considerado como una diversión de arraigo muy popular que data de muchísimos años atrás. Dicen los cronistas que  los primeros desafíos fueron en la Isla de Margarita en 1570. Sostienen que se trata de una herencia de los conquistadores españoles  y desde entonces se arraigó en casi todos los países latinoamericanos y en Norteamérica, y por ende se entroncó en todo el territorio de nuestro país. Tan es así que en pleno siglo xx no había ciudad, pueblo o caserío en Venezuela que no tuviese su tradicional redondel destinado para las competencias gallisticas. Incluso los galleros están reunidos en una organización llamada "Asociación de criadores de gallos de riña de Venezuela"

En tiempos bastantes remotos fue un juego multitudinario de conmoción nacional, lo confirma el hecho que hubo presidentes de la República  que fueron furibundos  aficionados al juego de gallos. Este segmento lo consultamos con el profesor Oldman Botello, historiador y cronista de Maracay, con su gentileza característica nos respondió en una nota: “El general José Antonio Páez importó gallos de  pelea de Puerto Rico; también lo hizo el general Cipriano Castro. El general Juan Vicente Gómez fue muy aficionado, inclusive tuvo cuerdas de gallos; le preparaba los gallos Luis Perdomo, hermano de don Julio Perdomo, comerciante de La Villa. Gómez acudía a una gallera en Maracay en la calle Soublette, apostaba pero no se exaltaba como es de ley”.

La lista es todavía mas larga  de los mandatarios venezolanos que fueron furibundos jugadores de gallos.  Lo apunta  en una nota para ilustrarnos que nos ofreció el doctor Germán Fleitas Nuñez, historiador y Cronista de La Victoria: “José Tadeo y José Gregorio Monagas, Falcón, Linares Alcántara, Joaquín Crespo, Andueza Palacio e Ignacio Andrade, que tenía una gallera en Santa Rosalía (Caracas)”.

Los ejemplares plumíferos los conocen los amos de cuerdas con nombres propios como sacados de un diccionario, pero también por su  variedad de colores se clasifican en: giros, marañones, jabados, colorados, zambos, pintos y muchos más. Su cuidado y alimentación es regido  por normativas especiales. Predominan en su dieta los vegetales, tomates, maíz, arroz cocido, lechuga, frutas y también  carne de vacuno. Regularmente reciben vacunas de vitaminas para ponerlos en condiciones."Juez" se denomina a la persona que aplica el reglamento y da por terminada una pelea por triunfo o empate.

Villa de Cura tuvo mucho nombramiento  en aquellos lejanos tiempos cuando en cualquier parte del centro y del llano se hablaba de desafíos de gallos y de galleras. En  esa época,  y también en este momento, una de las galleras más grandes y nombradas en Villa de Cura se conoce con el nombre de “El Gallo Giro”, de nuestro paisano y amigo, el coronel José Ramón González, la cual se encuentra ubicada en el sector de Los Colorados en el corredor vial de Carrizalito.

Una de las más populares y buscadas que existió en Villa de Cura por los 50 fue la gallera de un carupanero llamado Don Pío Silvestre Zapata; la cual estaba ubicada en un terreno cercado debajo de un inmenso árbol de samán en la calle Guárico  o Rafael Bolívar Coronado, frente a lo que se llamó "La Vega de don Armando Carabaño".

"Cuerda" se llama a la casa o dueño de gallos de raza entrenados para pelear. Entre las cuerdas de gallos entroncadas en la tradición aquí en Villa de Cura tenemos en primer lugar la de don Pío Zapata, atendida por su propio dueño, vendía y compraba los ejemplares.. Otra de las afamadas fue la del señor   Ángel Molina, le cuidaba,  entrenaba y preparaba  sus gallos el popular Natividad Bermúdez, más conocido como “Meneco”. 

Julián Martínez,  venido en San Casimiro tuvo su casa de habitación y pulperia por la calle Comercio frente al INCE; al fondo tenía un espacio donde preparaba sus gallos. Otra cuerda famosa fue la del señor Juan José Vargas Castillo, poeta y gran bailador de joropo aragüeño, quien le dedicó un poema a un gallo invencible llamado “Repetición”, conocido como el terror de las galleras. Pasado el tiempo trasladó su cuerda para la urbanización  El Limón  (Maracay). Otro gallero famoso en La Villa fue el médico traumatólogo Oswaldo Carabaño, sus ejemplares se los cuidaba y preparaba don Ricardo Bolívar en la avenida Paradisi, al lado  del puente "La Loca".

En el barrio Los Colorados en 1980, estuvo funcionando gallera "La Encrucijada”, fundada por don Arturo González Vásquez. Y siguiendo la vía que conduce a la población de San Francisco de Asís existió gallera "Las Guacharacas", intensamente visitada en una época por los mejores galleros del centro del país.

En esta búsqueda no hay que olvidar  en el sector Los Tanques,   gallera "Los Tanques” de un gallero emperdino llamado  José Alejandro Peña. En el barrio “Araguita”  tuvo gallera don  Oscar Salvatierra dentro de las instalaciones del Bar Guárico. Yendo hacia el norte por la calle doctor Urdaneta, en toda la esquina de la calle Juan de Dios Agraz, tuvo  puertas abiertas una  bodega  del cagüeño don  León Muñoz, con un redondel para desafío de gallos al fondo del corral.

Los habitantes de la popular barriada  Las Tablitas en los años 60,  seguramente recordarán el nombre de don Nicolás Labastidas, quien tenía su gallera debajo de un frondoso tamarindo  en la prolongación de la calle Páez, casi llegando al urbanismo Víctor Ángel Hernández.

Las apuestas en los desafíos de gallos son consideradas como  un juego absolutamente lícito y libre,  se trata de una cosa muy seria y de pundonor; las apuestas son cazadas en forma verbal lo que sugiere que la palabra empeñada tiene el mismo valor de un documento. La crónica policial registra un caso en Maracaibo estado Zulia, sobre un hecho producto de una apuesta en un club gallístico, porque el perdedor se negó a reconocer una apuesta. Entre el público fuera de la gallera cualquiera pude apostar dinero al gallo que más le guste.

Sería ocioso negar que las competencias de gallos aglutinaban núcleos importantes de toda la población, sin distingo de clases sociales, por diversión y también por las apuestas dinerarias, además de su contribución al sentido hospitalario de ciudades y pueblos. En un tiempo fue la diversión preferido de los villacuranos después de los toros coleados. 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, julio de 2020


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