jueves, 20 de febrero de 2020

RELATO PARA RECORDAR Y ALEGRAR EL ALMA


A la izquierda el doctor José María Carabaño Tosta, lo acompaña J. E. Carrasquel

Por Oscar Carrasquel

      Esta añeja fotografía data de los años cincuenta. El lugar es el “Hato Tablantico” que ya no existe, fue propiedad de don Fernando Carabaño Tosta. El encargado y administrador  era mi padre José Eugenio Carrasquel, estaba situado al sur de Calabozo en la llanura quieta y ancha del estado Guárico.
      En los tiempos que era presidente el general Marcos Pérez Jímenez fue expropiado al igual que sus vecinos, los hatos “Uverito”, “Tablante” y “La Tigra”, esgrimiendo razones de “utilidad pública”,  para dar paso a los trabajos de la represa de Calabozo.
      En la gráfica en blanco y negro, de gruesos lentes, sombrero alón y ropa de cacería (una de sus aficiones) el médico José María Carabaño Tosta, hermano de don Fernando, ambos naturales de Villa de Cura. En 1983 le dieron su nombre al modernizado hospital del Seguro Social “Carabaño Tosta”, ubicado en la urbanización San José de la ciudad de Maracay. Allí está acompañándolo  mi padre J. Eugenio Carrasquel, amigo y compañero de viejas batallas. 
      Los niñitos entretenidos en las piernas de los viejos amigos me dicen que son los hijos del doctor José María, lo cierto es que tienen pelaje de Carabaño. Nuestros amigos Fernando Carabaño Mele o Miguel Adolfo Carabaño Mele, de la misma parentela, hoy seguramente nos podrían suministrar sus nombres.
      El atractivo sitio era un potrero donde se mezclaba el bramido de la vacada con el relincho de caballos. Al franquear  la casa y una puerta de trancas había un molino que giraba día y noche con el viento, el molino llenaba el tanque redondo australiano donde aparecen ellos recostados en grata conversación. El agua servía para el servicio de la casa principal y de los obreros y para abrevar el ganado y animales silvestres, se la pasaba una población de gallitos de agua, patos, gabanes y garzas de variadas especies y colores sobre el esplendor de unas charcas que se formaban en la sabana.
      Yo aún estaba tierno. Me fascinaba ir allí de vacaciones escolares junto con mis hermanos. A la orilla de dicho estanque uno se daba un exquisito baño con totuma. De vez en cuando colocaban alrededor, una mesita y unas sillas para que los visitantes se entregaran, en las noches brillantes de luna y estrelladas, a platicar y jugar partidas de dominó o barajas; a veces el lugar se convertía en recinto de cantos, del sonido de un arpa llanera, o de una guitarra grande tocada deliciosamente por una dama.
      Los buenos recuerdos, como esas cosas que no se pueden ver ni tocar, acaban con matarle a uno la melancolía.

La Villa de San Luís, carnaval 2020
Foto del álbum de Luís Fernando Carrasquel.

lunes, 17 de febrero de 2020

"EL NICHE DE ARAGUA" UNA VOZ IINCONDIBLE DEL JOROPO CENTRAL

 EL "NICHE DE ARAGUA" UNA VOZ INCONFUNDIBLES DEL JOROPO CENTRAL

El Niche de Aragua con los capachos en las manos.

                                                Por Oscar Carrasquel

      De un convite de fin de semana donde actuaba "El Niche" y el célebre músico guatireño don Silvino Armas, apedillado “El Feo”, fue donde le surgió a Valentín Barrios el  apodo de “NICHE DE ARAGUA”.. Desde entonces está considerado como una de las voces más oídas en la actualidad  de nuestro género autóctono. El ritmo fue llamado desde épocas remotas "Joropo Aragüeño", cuya mención poco a poco se fue quitado. Cambiaron su nombre y desde el año 1960.para acá se le conoce bajo la denominación de JOROPO CENTRAL una música muy común en todos los ámbitos  de los estados Aragua, Carabobo y Miranda; en toda fiesta en Villa de Cura y sus verdes y deliciosos campos y sierras. Lo hemos disfrutado varias veces en diferentes lugares. Hay gente que se desplaza unos cuantos kilómetros para bailar y escucharlo cantar en noches completa de jolgorios.
      El nombre completo como fue bautizado  “EL NICHE DE ARAGUA”  es  Valentín Barrios Bolivar.  La huella de un documento nos dice que lo trajo al mundo una mujer sumamente pobre llamada Eduviges Bolívar, fallecida en diciembre de 2019. Nuestro personaje nació entre trinos de aves silvestres en la bucólica Santa Rosa del Sur, municipio Carlos Arvelo del estado Carabobo el  l4 de febrero de 1961. 
      Nos interesamos en acércanos a “EL NICHE DE ARAGUA” a su periplo en la vida, procurando conocer todo de él, su sensibilidad, sus remembranzas, saber sobre el mundo de aquel viajero de origen campesino que un día llegó a La Villa  y comenzó a abrirse paso  en el estudio, el amor, el canto y el trabajo.
      Siendo un niño, era llevado a clases agarrado del brazo por su mamá; empezó en Santa Rosa estudiando las primeras letras en una escuela Rural de aquella sierra, después cuando le toca conocer el rostro de la ciudad de Villa de Cura, continuó cursando estudios de primaria en la "Unidad Educativa Padre Jiménez”. 
       Enamorado siempre de la manifestación musical ingresa a principio de los años 70 al muy reconocido coro de voces NIÑOS CANTORES DE VILLA DE CURA, donde aprovecha para aprender teoría y solfeo, Nos manifiesta que su  guía y  consejero en esta Academia musical fue el profesor Guillermo Hernández Pasquier,  quien lo nutrió de bastante conocimiento y se esmeró en enseñarlo a progresar. Sigue recordando que en la coral tuvo de condiscípulos al tenor villacurano  Francisco Flores, a Gianfranco Vigíleta, Jesús Vásquez y Lerman Nieves.
     Además de cantador de Joropo Central  también ha incursionado poco en la música llanera. Es compositor y dueño de un nutrido grupo de canciones, lo que le ha permitido  distinguirse en improvisaciones en los grupos de baile. El golpe titulado “Santa Rosa” es uno de los cantos que le ha compuesto a su tierra nativa y uno de los temas que más quiere, pero además tiene otras composiciones de elocuencia inocultable.
      La verdad que no es tan famoso como lo fue el cantor Julio Pérez durante las primeras décadas del siglo xx, pero nadie puede restarle méritos como artista popular. El hombre es quien hace sus propios pasos y él lo ha realizado a fuerza de constancia y de esfuerzo. Lo reconozco por su valor y el empeño que pone en cada una de sus presentaciones para poner a volar muy alto la música típica de nuestra región, lo admiro y pondero por su constancia y su clara expresión de humildad; y porque su voz  se escucha dura y clarita, y la metáfora del verso la desparrama con sus estelas  elogiando en versos los predios de Santa Rosa del Sur, que lo vio nacer.
      Tampoco se puede negar que le sobra garganta para cantar,con su variada versación y buen dominio de los capachos. . El caso es que “EL NICHE DE ARAGUA” pasó a ser uno de los cantadores en la lista de los “Viernes Culturales”, coordinados por la Dirección de Cultura de la Alcaldía del municipio Zamora del estado Aragua, cuyos festejos se realizan todas las semanas en espacios abiertos. Los grandes eventos se realizan en dos lugares simbólicos de Villa de Cura, unas veces en la Plaza Bolívar, y otras, en la plaza Miranda.
Todas las voces y músicos que concurren a participar en estos festejos son sus amigos, en especial se nota su compañerismo con el afamado músico del arpa don Alfredo Sánchez. Don Alfredo es un personaje de mucha cultura, arpista de renombre que, se extiende como la sabana, sabe recostar sus maravillosa manos sobre las primas y los bordones del arpa,  mueve los dedos como las alas de un colibrí cuando le llega a la flor.  Los dos artistas conforman una llave de cantador y músico  que nunca faltan en el disfrute de los Viernes Culturales.
      En estos espacios donde se presenta la gran fiesta se honra la presencia de otras destacadas figuras del joropo aragüeño, cantadores, arpistas; bailadores; contamos con excelentes presentadores como el Chino Rujano que solo descansan unos minutos; y las parejas de bailadores que salen entre los espectadores, zapateando hasta que desaparecen los destellos de la tarde-noche
      "El NICHE DE ARAGUA” registra en su currículo diversas presentaciones, tanto en la Casa de la Cultura, en los salones de fiestas, parques feriales, como en otros espectáculos públicos y privados. En los espacios de la Fundación del Niño Simón lo vimos actuando en un encuentro regional de joroperos. Canta bajo cualquier enramada donde se entable una fiesta de joropo. Allí siempre estará él en su rutina, con la versificación a flor de labios, describiendo los encantos del paisaje, ofrendando su canto en compañía del arpa aragüeña y el chapoteo rítmico y alegre de los capachos. 

De modo, pues, que no es que lo tenga que  exaltar  en balde, vengo a estrecharle la mano,. Ojalá  al  “EL NICHE DE ARAGUA” el tiempo no le apacigüe el espíritu ni se le destiña el alma.

     
                                                                Pareja de bailadores en la Plaza Bolívar de La Villa

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, febrero  2020
Foto de entrada cortesía del profesor Gabriel Sumoza, resto de gráficas del álbum del artista Ramón Alfredo Corniel.

domingo, 16 de febrero de 2020

A PROPÓSITO DEL MÁS RECIENTE LIBRO DE OLDMAN BOTELLO




                                                                                              Por Oscar Carrasquel

     No pretendo ser crítico literario ni tampoco echármelas de escritor presuntuoso, pero nunca puedo dejar de discernir aunque sea de pasada la más reciente obra llegada a nuestras manos del historiador don Oldman Botello. Titulase este libro LA RUBIERA Y LOS MIER Y TERÁN, UN LATIFUNDIO Y UN LINAJE,  que es como un diario de cuanto aconteció en aquellas tierras que fueron explotadas por una sola familia a partir del siglo XVIII,  del hato más  famoso y emblemático de toda Venezuela.
      El Hato La Rubiera fue el más grande en extensión  y  por supuesto en inventario de cabezas de ganado y atajos de bestias de trabajo. A don Sebastián Mier y Teràn, rubio de cutis, que traía fama de hombre acaudalado, se le atribuye la propiedad original de esas tierras, el mayor de “Los Rubios”, nombre que adquirió tanto la familia y la posesión.
     El autor nos da a conocer que entre sus propietarios figuran igualmente otros miembros de este linaje, también fue dueño el general Juan Vicente Gómez, adquirido en 1915. Por cierto, el último dueño particular en el siglo XX fue un comerciante y hacendado villacurano conocido con el nombre de don Adolfo Ramírez.
      Para conocer su historia  basta abrir bien los ojos y recorrer las 150 páginas del mencionado libro hasta que uno se puede dar por satisfecho con su lectura. Para conocerla les pido a los amables  lectores que nos acerquemos a ella con atención recordando que encierra el talento y la capacidad de este esclarecido escritor dedicado hace muchos años a la investigación histórica.
     El libro tiene la ventaja de haber sido editado por la Editorial Miranda  de Villa de Cura, con la asesoría de Inocencio Adames Aponte, con su reconocida capacidad modernista de impresión, y el diseño editorial bajo la responsabilidad de la licenciada Maribel Ovalles.
      A una distinguida dama calaboceña proveniente de la parentela de los Mier y Terán que comprendió que la existencia de La Rubiera es parte también de nuestra historia, se le atribuye el propósito para la edición de este libro. Otra característica que subyace en la obra es el prólogo muy elocuente de la profesora española Virginia Calvente Iglesias, QEPD.
     Abundan en el libro, no obstante, una temática muy variada centrada en la investigación genealógica con plenitud y precisión de una familia legendaria como fue los Mier y Terán, y la evocación de sus parientes muertos, desde sus inicios en su España de nacimiento y el recorrido de su vida de estilo habitual en Venezuela.
      Una premisa importante es que en el libro sobresale la belleza de la naturaleza, de continuo nos da a conocer la tierra  llana, áspera y blanda a la vez, cuando aparece recorrida por el autor palmo a palmo. Sostiene las  grandes extensiones de tierras de los mismos dueños, separadas por grandes distancias unas de las otras, en casi toda la geografía del llano guariqueño y apureño.
     Los llaneros, hombres de la sabana y de vida sencilla. Los nombres de viejas comarcas y caminos arruinados, ríos y caños; las grandes extensiones de sabanas donde eran abundantes las cosechas de ganado en cada año  y su fauna que ya no existe, tampoco son omitidas. Vamos a entender que en los tiempos  se imponía la maldad sobre el bien.
     Nos ofrece la obra al final de sus páginas un compendio de fotografías ilustrativas y de testimonios documentales. Creo que desde comienzo a fin en el libro no hay olvido ninguno de parte del autor, escrito con una sencillez expresiva como nos tiene acostumbrado este autor villacurano de gran valía.





La Villa de San Luís, 15 de febrero 2020
Fotos de portada y contraportada tomadas por Ramón Alfredo Corniel


miércoles, 5 de febrero de 2020

RAYMOND PÉREZ, SU VERDADERA PASIÓN ES LA MÚSICA.


Raymond Pérez en una pose artística

Por Oscar Carrasquel

Una verdadera pasión y explosión sentimental es lo que siente por dentro nuestro amigo RAYMOND PÉREZ por el mundo de la música. Es lo que le agrada desde que era pequeño y lo transforma en un hombre feliz, lo que hace que se le ensanche el alma. La música le llega igual como las furiosas aguas de un río a los sembradíos. El sentimiento y la sensibilidad son los componentes que acompañan su vocación de artista popular. Músico autodidacta con una  teoría y técnica que lo distinguen, aprendida desde que estaba pequeño con una vocación musical que le brota por la venas; son algunas de las cualidades que adornan la vida de nuestro personaje. Su nombre originalmente es Rafael Ramón Pérez Cusati. ,Casi nadie lo nombra por su nombre de pila, es mejor conocido en  el mundo musical y dentro de la vida artística como Raymond Pérez, quien con una guitarra grande en las manos sabe alegrar un corazón afligido, por eso se dice que existen interpretes y cancionees para la eternidad, interpreta nostálgicas melodías de julio Jaramillo, Los Panchos, los Ángeles Negros, de Gardel y música popular venezolana. Ha sido un artista viajante pero siempre apegado a su Villa de Cura natal. Cuando era necesario iba y venía a su feudo con la lluvia o con el viento veranero.
Rafael Ramón estudió primaria en la Escuela Arístides Rojas, cursó hasta 3er año en el Liceo Alberto Smith de la población y se graduó de bachiller en el Liceo nocturno  “Adolfo Ernst” de Maracay. Comenzó su vida musical aprendiendo sus acordes y tomando como ejemplo al  maestro de la guitarra y ejecutante de varios instrumentos, el veterano  músico villacurano don Esteban Nieves. Desde sus inicios Raymond fue un aventajado discípulo del Maestro Nieves. Nos manifiesta que  admira mucho a su Maestro, no sólo como músico, sino como creador de canciones de sus propios inventos   y además fundador de grupos musicales, además de baluarte de una dinastía musical reconocida en Villa de Cura y en España. Pero  Raymond con su talento y esfuerzo fue quien allanó su propio camino de las cosas que pensaba, y raudo  lo convirtieron en un personaje de creatividad musical..  
Raymond Pérez es un músico bastante reconocido en los mejores escenarios, aunque muchas veces le gusta disfrutarla como  un pasatiempo ameno, en veladas nocturnas y al aire libre. En “Las Tablitas” es una fija cuando se realizan reuniones bohemias entre músicos y artistas.  Son incontables las veces cuando  es invitado para alguna fiesta o celebración familiar. Cualquier día es bueno para llegarse de improviso a  “La Carluchera”,  la enramada de nuestro amigo Anseris Quintana. Esta madriguera que nunca está cerrada para sus amigos que lo quieran visitar. Los he visto reunidos durante prolongadas horas cuando se hacen acompañar de instrumentos musicales de voces y del Dios Baco que también esta asociado a la vida..
Raymond es nacido, criado y  todavía vecino de la inmensa geografía del barrio “Las Tablitas”, una cantera de músicos que ha dado mucho prestigio a Villa de Cura.  Raymond es un hombre que a cualquier hora de la noche no se pierde en el silencio de sus callejuelas, siempre anda activo con un instrumento colgado al espaldar, o bien, con una guitarra agarrada por el diapasón metido en su afanes  procurando tocar y cantar para consolar las almas. En ocasiones, cuando no lleva la guitarra en la mano, le basta con unas pistas electrónicas para hacerse acompañar.
A pesar de su autodidactismo ha formado parte de grupos musicales importantes que han tenido vida en Villa de Cura, Cagua y Maracay. Es bueno evocar aquellos maravillosos tiempos, horas de ensayo, de noches de serenatas al filo de una madrugada  cuando tocaba en el conjunto  LOS TABLISÓNICOS,  con ese nombre se hizo famoso este grupo en el barrio Las Tablitas de Villa de Cura, especialistas en música netamente popular y romántica. Recuerdo  la vocalización de Adrian Nieves que nos deleitaba con sus espléndidas guasas y merengues de aires venezolanos tituladas "El Muñeco de la Ciudad" “El Catre” y “Besos y Cerezas”. Se paseaba por diversidad de piezas jocosos y románticos.
Raymond Pérez también ejecutó la guitarra con la famosa banda LOS ANACOBEROS, que se destacó con incursiones en la ciudad, amenizando fiestas y eventos artísticos de toda índole.
Ha tenido la dicha de acompañar como guitarrista a diversos cantantes villacuranos tales como Pedro Ezequiel González, José Ángel Fagundez, Jesús Revilla, Dámaso Toledo, José Linero y otros. Una leyenda musical es también su hermano Diego López, conocido cantante de música llanera, compositor y ejecutante del arpa, el cuatro,  maracas y bajo. 
Su trayectoria es indicadora de su talento. Cuando la música llanera estaba relegada en Villa de Cura tuvo la oportunidad de trabajar al lado del cantante y compositor de música llanera el Maestro Lucio Seijas “El Cimarronero”,  acompañó al grupo de Manuel Rattia. También ha trabajado al lado del arpista Ramón Páez y su conjunto. Es una referencia, no solo como guitarrista, también es  ejecutante de una variedad de instrumentos de cuerdas y cueros, entre ellos el Bajo,  el tradicional Cuatro, el Bongó , ejecuta de forma maravillosa el “Tres”, que fue destronado en los conjuntos musicales por el teclado.
En Maracay acompañó  a la orquesta de “Los Hermanos Blanco” y “Hermanos Planchez”; también formó parte en la capital de Aragua del grupo de música italiana “Miky Boys” que contaba con el excelso saxofonista Gustavo Palma. Este conjunto lo dirigía musicalmente el maestro de origen italiano Vittorio Baronetto.
Los mismos músicos organizaban conjuntos para amenizar fiestas y eventos artísticos en la ciudad En Villa de Cura participó con el conjunto “Voces y Cuerdas de Villa de Cura”, “Grupo Llamas”, conjunto “Conoropo King”, grupo “Conservación”, “Mayoral Latino”, grupo “Integración Tropical”, agrupación “Noche Tropical”, del cual Raymond fue director, bajista y tecladista. Una de sus experiencias importantes fue tomar parte como bajista de los famosos conjuntos de gaitas “Los Turupiales de Aragua”, “Las Carruzas de la Gaita”, “Los Jomarcas” y “Alcides y su Parranda”. En la ciudad de Cagua municipio Sucre formó parte del conjunto de música de vallenato  “Zerpa Swing Show”. 
Participó como guitarrista en un acontecimiento artístico en la Casa de la Cultura de Villa de Cura denominado “Noche de Guitarras”, junto a  las guitarra eléctrica del Maestro Aly Hernández Calvo y Miguel Terán; con César Martínez en la flauta y Elías en el Bongó.
Raymond conoce toda La Villa y mejor el acogedor barrio Las Tablitas porque en él nació el 4 de junio de 1950, sabe que su gente es muy llana y también parrandera, le gusta la vida de su barriada, sabe bastante sobre el rostro y el nombre de las familias que lo habitan y de la marcha del antiguo caserío; sus padres fueron unos de los primeros habitantes de la barriada. Bucólico era el barrio y de gente trabajadora y todos nos conocíamos..
Aquí en nuestro barrio conoció a su compañera de vida a doña Lina Mercedes Delgado. El padre de Raymond se llamaba José María Pérez, y su progenitora doña Lucrecia Cusati, la cual tuvo mucho conocimiento en la fabricación de alpargatas, fue una de las primeras mujeres expertas en la confección de este calzado con el grado de “Oficial”, cuyo oficio era propio de hombres. Los hijos del músico  se llaman: Nilda Isabel Ochoa, Vleidys Franco, Senia Pérez Hernández, Raymond Virgilio Pérez Delgado, Marcos Antonio Pérez Delgado; también son sus hijos Jesús Enrique Mirabal, Leonardo Delgado y Reny Delgado.
A Raymond lo conocemos hace bastante tiempo como un hombre trabajador, recto, de una vida sencilla, el cual además de  variados oficios que ha desempeñado, aprendió a forjarse en el encantador arte de la música, especialista en cosechar buenas amistades, generalmente lo tropezamos en cualquier calle o esquina y nos entregamos a la conversa.
Siempre quise escribir y narrar un poco de su vida, para ello  bastó un bolígrafo y una hoja de papel en blanco, como si fuera una fotografía, para que los lectores conocieran más cosas de él. Siempre está a la disposición de los amantes de la música (cuando bien lo dispongan) para que disfruten de la sonoridad de los instrumentos que ejecuta muy bien este héroe, con un repertorio de las melodías de los mejores sabores para el alma...




Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, febrero de 2020

GRANDES INCENDIOS DEL SIGLO XX EN LA VILLA.

En esta esquina quedaba "Bodega Caracas", foto Ramón Alfredo Corniel


.

                                                                             Por Oscar Carrasquel

 En la historia del pasado no tan lejano de nuestro pueblo ocurrieron algunos episodios que también forman parte de la memoria histórica  de la ciudad. Víctor Hernández Ramos, era hijo  del músico y maestro Víctor Ángel Hernández Pérez. Escribió una nota que en nuestras indagaciones encontramos insertada en el quincenario “El Villacurano”, periódico que redactaba junto con otros colaboradores, donde indica que entre 1929/1930 se registraron dos colosales incendios en el comercio villacurano. las tragedias que mucho dolieron a la economía local en aquella época. 
El primero incendio fue en  el almacén mayorista establecido por don Manuel López, ubicado en la calle del Comercio.  Refiere la crónica que“Las latas de manteca sonaban en el aire como cañonazos”. Según la reseña, el otro  acaeció el año siguiente en la calle Real (Bolívar) fue en la “Casa Benarroch”. Ardió esa tienda con pérdidas materiales completo.
Con este preámbulo me  propongo referirme también a uno de los incendios de  grandes proporciones que conocimos en la población de Villa de Cura, sucedido a finales de los años 40 del siglo XX, recientemente finalizado.
En toda la esquina donde desemboca la calle Bolívar y Villegas  con la calle del Comercio, hace ya muchos años, existió una bodega de pequeño capital bautizada con la nomenclatura comercial de “Bodega Caracas”. No fue designada así en honor a la ciudad capital de Venezuela, sino que fue extraído del apellido de su propietariom un ciudadano nativo de La Villa de nombre Pablo José Caracas. Un hombre alto, trigueño, grueso, cachetón, que andaba siempre calzado de sus alpargatas, trajeado de lino blanco.
A las 9 de la mañana de un domingo (no recuerdo exactamente la fecha) cuando los feligreses se disponían a asistir a misa, se oyó repicar en arrebato, en todos los rincones de la población, las antiguas campanas de la Iglesia Matriz San Luis Rey, alertando a la población sobre lo sucedido. Al cura párroco le llegó un vecino en bicicleta con la novedad, que se había desatado un incendio de grandes proporciones por los lados de La Alameda Crespo. Inmediatamente subió corriendo de los altares hacia el campanario con el fin de repicar las campanas para avisar al pueblo la emergencia.
Tanto la casa de habitación de don José,  como la “Bodega Caracas” fueron consumidas en un santiamén por el fuego. Se tuvo por entendido que fue causado por un corto circuito. Las llamas sobrepasaban el techo. Afortunadamente el fuego no se metió en las casas aledañas, no causó pérdida ni lesiones de personas.
Como en esos tiempos no había cuartel de bomberos cerca, sino  a muchos kilómetros de distancia, la ciudadanía con perolas y recipientes con agua corrieron para ayudar a sofocar las llamas, pero el intento  fue infructuoso La candela arropó una carreta que se hallaba estacionada en aquella esquina. El comerciante era dueño de otras propiedades en la calle Páez y Puente de Hierro. Como se recordará transcurridos los años, en ese espacio funcionó hasta hace poco, ya cerradas sus puertas santa maría, la recordada Pescadería Cagua II.
Pero antes, a finales de la primera década del siglo xx, según el profesor Oldman Botello, ocurrió un desvalijador incendio en el negocio de ferretería de don Alberto Montenegro.
En 1953 explot´p una gandola cargada de combustible en el estacionamientode, al lado de la casa de habitación de don Luis Gonzalez, ubicado en la calle Sucre, en la esquina del abasto llamado "El Cofre de Oro". 
En esos mismo tiempos ocurrió una tragedia ocasionada por un incendio dentro de las instalaciones de la emprsa Plagatox, en la zona insdustrial de lLos Colorados. En dicho suceso lamentablmente ocurrieron dos pérdidas humanas. 



La Villa de San Luis, febrero  2020


martes, 4 de febrero de 2020

NOSTALGIA




 Por Oscar Carrasquel



Su casa la adornaba/ 
huérfana de aromas/
una mata de caimito
que ya no está/
y ella tampoco

La frondosidad 
de la mata
se fue marchitando 

Como un cántaro/
todas las mañanas
la llenaba de  "Otoño"/
la canción de "Mocedades"

Como un anochecer  
encendía su canto
destellos de lejanía

Al corazón llegan
(en día domingo)
suspiros y  fulgores
de la infeliz cantora

Aprendió a marcharse
entre un cielo negruzco
en un viaje sin regreso

La rama que a toda hora
florecía y daba fruto
en rápido vuelo
se llenó de silencio/
perdida quedó bajo negra tierra.



                              La Villa de San Luis, 21 de febrero 2020
                                  (A su memoria recordando el aniversario de su nacimiento)