miércoles, 25 de octubre de 2017

HOMENAJE A LA BAILARINA CLÁSICA GABI ADAMES




HOMENAJE A LA BAILARINA CLÁSICA GABI ADAMES

                                                     Oscat Carrasquel

La verdad es que una de las grandes figuras  de la cultura aragüeña y sus maravillas está representada en esta  villacurana de excepción que lleva por nombre María Gabriela Adames Ovalles, bella e inteligente para concebir el arte. En el mundo artístico  coreográfico sigue siendo una importante referencia,  es reconocida llanamente como Gabi Adames. Se hizo famosa afuera, en todas partes,

Cómo dejar de decir  que son innumerables los triunfos obtenidos, no solo en el ámbito de la cultura aragüeña, sino abundantemente también sus apariciones en  Caracas y en otras latitudes. Cursó sus primeros estudios de danza y ballet clásico en el Teatro de la Opera de Maracay, no obstante cultivó sus estudios superiores en la Escuela de Arte de la exbailarina universal la polaca Nina Novak en la capital de la República.

Gabi Adames sigue cursos de especialización en Australia, Argentina, Chile y otros países, habiendo cosechado aplausos y reconocimiento a nivel internacional sus actuaciones. El escenario del Teatro de la Opera de Maracay (TOM) ha sido testigo de sus más recientes presentaciones. Pertenece a la conocida Academia de Ballet LE TU TU, con sede en Villa de Cura, cabeza del municipio Zamora del estado Aragua. Ademas de bailar, junto con su progenitora y directora del instituto  profesora Maribel Ovalles quien nunca quita la vista de su vida artística,  fundan la citada escuela de baile la cual le proporciona a la juventud villacurana una formación artística, deportiva y pedagógica. A sus creaciones de obras diversas se mezcla el trabajo coreográfico, con  el fuego de la danza y la escenografía, sin faltar el latido de  la música y la poesía. El asistente a estas memorables presentaciones  en cualquiera de sus  manifestaciones lo debe  presenciar a casa llena;  inmóvil en su asiento,cautivo del hechizo que encierra la obra  rodeado de lo mejor del espectáculo.

Gabi destaca como bailarina  en  coreografía. Una suma de triunfos, bailando, con los cálidos vientos y una sucesión de importantes premios en su haber, sin precipitación pero sin descanso. Ovaciones, medallas de oro y bronce, primeros lugares en concursos, son entre muchos  los triunfos obtenidos; pero igual siguen apareciendo  presentaciones en ciudades capitales de estado en su país. 

Al referirme a la bailarina Gabi Adames me permite conocer  su rostro en medio de cuadros y fotografías, y el respeto y afecto no está distante de su padre Chencho Adames y su maestra Maribel Ovalles.  Se hace necesario  tener a esta asombrosa bailarina frente a los ojos para admirarle y quererla. Lo manifiesta la reacción del numen de mi sencilla inspiración abierta en esta oportunidad para  esta gran bailarina del ballet clásico para orgullo de la villacuranidad .

                                                                                                                            
              
     GABI ADAMES


Gabi,
es quien gira
con la brisa sonámbula
con una transfiguración
de maravilla

Ella mueve 
sus mágicos contornos

Parece un lirio gigante
cuando abre
su fragante corola

Patina con la brisa
un inefable canto
de música y poesía

A  ratos es árbol, 
Palmera en isla solitaria

Posee de una Reina
su belleza santa

Danza…
llena de colorido,
de gracia

Sus pasos firmes,
sienten
por el aire hundirse

Un arco de rosas
dibujan sus manos,
en una feria de colores

Mostrando su figura
un remanso de  luz

Gira y gira,
como una dorada
copa de cristal
de belleza inalcanzable

Mirando Gabi,
con un brazo en alto
perennemente su ciudad.


              Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, verano 2017






   


lunes, 23 de octubre de 2017

“VICENTICO” / ¿ACASO ES UN PERSONAJE MÍTICO?

                                 
                             Vicente Alfonzo Arias "Vicentico". Foto tomada con mi celular Jezz



Por Oscar Carrasquel

Vicente Alfonzo Arias es su nombre completo. Su lindero nativo fue San Juan de los Morros pero ya se hizo ciudadano villacurano por adopción, por los años aquí vividos. La Villa de San Luis  ha sido su hogar desde que era un niño. Hijo de Alfonsa Emilia Arias y de Humberto Alfonzo, ya difuntos. Nació el 22 de septiembre de 1975. Tiene cara de niño y cometido de adulto. Algunos lo miran como un personaje mítico, otros como una figura quijotesca. Posee unos ojos de almendra y una fachada rígida que lo hace aparentar mal humorado. Pero basta conversar un rato con él para cambiar esa creencia. Se mueve de un lado a otro con la tenacidad de una persona madura para una ciudad que va de prisa. Vive en La Villa en casa de familiares por parte de padre.

Aprendió desde que su madre lo trajo al mundo a manejarse con  cuatro  dedos en cada una de sus manos, y es feliz con un caminar tumbado apurado como de gabán herido, como ejecutando una danza, lastimado por las circunstancias de su destino. Eso me lo dijo un día.  Es común que  pase todo el santo  día en la calle. Sube y baja serenamente la camioneta de pasajeros cuando el recorrido es largo, pero ahora por la situación habitualmente lo vemos a pie, acometiendo diariamente su trabajo.

Para granjearse un salario y sacudir su pobreza debe fajarse todo el día en su trabajo como mensajero de una conocida empresa Funeraria local. No está esperando que le regalen todo. Su estatura es pequeña para un ser humano de tamaño corriente.  Para nada es un enano, se parece a la replica de un niño.  Dueño de una disminución de extremidades desde pequeño.  Su estatura no pasa de sesenta y cinco centímetros. Esto no le preocupa en absoluto, tampoco lo abruma ni le acompleja, más bien con su gracia hace florecer los ambientes.


Se queja con  resignación,  con mucha naturalidad, que a pesar de sufrir de una incapacidad motora en sus dos manos, aun no sea beneficiario de una pensión. Sin embargo nos atrevimos  recomendarle acudir a la sección de Desarrollo Socia de la alcaldía, quien con toda seguridad lo va a orientar y le ayudará a solventar  su caso.


Conoce a plenitud los linderos de enamorarse en donde ha perdido y ganado, y sabe escoger sus  amistades. Amigo de ofrecerle un halago a una dama. No lo piensa  dos veces para  lanzarle flores a una a una dama de estrechos bluyines. Siempre se le ve vestido con telas de sastrería, pulcro, con un par de zapaticos negros bien pulidos, protegiendo su cabellera con una cachucha deportiva,  con unos pantalones de talla ancha, mayor a su tamaño. Siempre lleva atado a la espalda un morral escolar al espaldar atestado de provisiones. Está pendiente de todo. No necesita carta de recomendación, con solo su trato uno sabe que es un hombre responsable y honesto. Pone su cara seria cuando ve que alguien quiere jugarle una broma.






Lo cierto es que “Vicentico” es un tipo muy simpático; casi todos los días nos sorprende caminando las aceras con un dinamismo y una agilidad envidiable. Saluda a todo aquel que pone la atención en él. Hace diligencias sin murmurar y lo llaman para hacerle encargos, lo cual es otra de sus facetas. Ya se ha convertido quizá en uno de los personajes populares de La Villa, prendido del fervor amistoso característico del villacurano.

No dura mucho en la cola a las puertas de los abastos cuando llegan productos, ni cuando se instala en las taquillas de los Bancos o en alguna oficina pública cancelando impuestos y servicios. Los porteros le brindan antelación en las filas siendo el número uno en comprar, para ir amontonando el sustento para la despensa familiar. Es el clásico tipo  sociable acostumbrado a entablar una larga conversa como la que hoy sostuvimos en su lugar de trabajo. De repente sus labios dejan fluir un refrán o una anécdota de sano humor, y a veces sin proponerse se le salen unas palabrotas. 


Aquel hombre menudito conoce cómo granjearse las buenas amistades y a pesar que tuvo poca escuela, sabe administrar  lo que aprendió por obra de  Dios y de las adversidades de la vida. Afable, cortés, pero se hace respetar cuando lo enfrentan. Lo mismo platica con una gerente china  que con una secretaria bancaria, con muchachas estudiantes cuando regresan o van para el liceo, quienes disfrutan con sus ocurrencias. También se confunde entre la multitud en cualquier acto social y público. Sin embargo en la calle es reservado y cauteloso. Está al tanto que la calle  está inundada de peligros y de mucha inseguridad, sin embargo nadie se mete con   “Vicentico”, pues él siempre  anda pila mirando para todos lados, precavido por si las moscas. Dios le ha dado esa sabiduría.

Vicente Alfonzo Arias “Vicentico”, es la viva estampa de un popular personaje  de la Villa de Cura presente, que jamás se aparta de la comarca, es parte de la historia menuda pueblerina que él mismo ayuda a forjar. Sigue aqui clavado en esta tierra, uno sin necesidad de buscarlo, lo cruza en cualquier boca calle o en la plaza hablando por su celular,  lo vemos dando vueltas cotidianamente por las diferentes calles del centro  de la ciudad, porque vive recorriéndolas con paso seguro,.


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis,  octubre de 2017

sábado, 21 de octubre de 2017

INVIERNO EN AGONÍA

      

   

Cayeron  sobre los huertos
los últimos aguaceros
y una alfombra de polvo
se  tenderá en el camino

Se asoma la mañana: 
majestuosa,
clara,
sobre el blanco azul
del  horizonte

Estamos anclados
en medio de octubre,
Así  lo describe
la amarillenta página
del calendario

Las verdosas ramas
del boscaje se desgajan,
flotan  las hojuelas
sobre  el  rumoroso río

La hierba se viste de dorado,
provecho de la  cosecha otoñal

Se suaviza el relámpago,
se va lejos en cruel ausencia
como un quejido del tiempo

El suspiro de una brisa
en su periplo
sacude la sedienta palma

En  lo ancho del cielo,
el estío  entonces trazará:
¡Aquí me tienen de nuevo!


    

Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, verano de 2017



IVETE PÉREZ SILVA, UN TRISTE ADIÓS

                                                 


   En el día de ayer 18 de octubre de 2017 hubo un silencio profundo en la familia carrasquelera, acudimos a darle el último adiós a nuestra fraternal amiga IVETE PÉREZ SILVA, que se nos marchó agitando un pañuelito blanco diciéndonos adiós allá en San Juan de los Morros. Que a pesar de una cruenta batalla no pudo ganarle la partida a la muerte que al final resultó vencedora. La muerte en su guadaña es la que en definitiva señala el día y la hora en que debemos mancharnos, unos primeros y otros después. IVETE, fue una joven profesional que sabía manejar muy bien el arte de la fe y la esperanza y a pesar de las adversidades del destino  supo enfrentar la vida para vivirla a su manera sin descanso. Siempre optimista apostando a salir adelante junto con Dios como estandarte. Recordaremos constantemente su cariñoso saludo, un beso en la mejilla y una eterna sonrisa dibujada a flor de labios para todas las alegrías que le acompañó siempre, incluso hasta los últimos suspiros de su jovial existencia.  Gracias IVETE por tu sincera amistad, apego y cariño que nos demostraste siempre a la familia Carrasquel. Que un hermoso viento acompañe a tu alma por esos rumbos de los cielos.


  Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 19 de octubre de 2017

                                                                                                                         

jueves, 12 de octubre de 2017

"MUSEO PRIVADO Y GALERÍA LA MOROCOTA"

Williams Saldeño, un saludo afable desde "La Morocota"




Es muy sencillo llegar y conseguir en Villa de Cura la ubicación de una tienda de antigüedades denominada “Museo Privado y Galería La Morocota”. Su dueño y dependiente se conoce con el nombre de William Federico Saldeño. Se encuentra establecida en una casa grande restaurada con una especie de fragancia de campo por el verdor de la naturaleza que le viene por su proximidad al valle de Tucutunemo. Como es de recordarse,está metida en terrenos de la llamada “La Providencia”.




Cada vez que se hable en Villa de Cura de coleccionar cosas antiguas  surge inmediatamente como una importante referencia el “Museo Privado y Galería La Morocota”. Se encuentra abierto todos los días de lunes a domingo. Un sitio concurrido por viajeros, principalmente los sábados por la tarde, los domingos y días feriados. Una persona especializada en coleccionar objetos antiguos pero muy bien conservados, la cual  se provee y se mantiene  de la compra venta,, y  otras   veces se surte por cambalaches de piezas  con otros coleccionistas de toda Venezuela.

Para orientar al foráneo basta tomar la Avenida Lisandro Hernández, como si viniera de San Juan de los Morros,  y 200 metros  antes de llegar a una  curva que hace la carretera, al frente del reductor de velocidad,  te vas a encontrar con esta tienda de antigüedades. Si no posees vehículo, no tienes pérdida, ya queque por la carretera asfaltada pasa una línea de autobuses  responsable que cruza toda la ciudad de Villa de Cura y te deja en todo el frente de negocio.


Esta exhibición artesanal es visitada diariamente por gente que vive en pueblos aledaños y lejanos; Como es de imaginar esta actividad como negocio no genera muchas ganancias económicas, pero sí muchas satisfacciones personales. Desde que el visitante se asoma a sus puertas,  siente y  respira la historia de la ciudad  a través de aquellos corotos inusuales que ya pasaron de moda.

Williams Federico Saldeño, es un joven poeta muy laborioso y ligado a la cultura. Es oriundo de San de los Morros, pero La Villa de San Luis ha sido como su arteria vital. Tranquilo, paciente, de buen trato, dueño de una humildad digna de admiración; de entrevistador ahora lo convertimos eventualmente en entrevistado. Bastante conocido porque además de escribir poesía, es locutor y productor independiente de programas de radio. 



 Williams Federico  es comparable  con una especie de enciclopedia de cosas antiguas, no tiene dificultad alguna a la hora de dar una explicación sobre el origen y significado de cada pieza, por remoto que sea. En algunas ocasiones toda la casa la convierten en escuela. Los docentes y alumnos de los diferentes planteles públicos y privados de la ciudad reciben charlas e ilustraciones sobre cada una de las secciones y objetos que se exhiben en su local. .


En los primeros días de diciembre el área delantera del Museo adquiere el nombre de “Pasaje de los Cultores”. Como la acera del frente  es espaciosa, Williams aprovecha para organizar espectáculos folclóricos y culturales en vivo para disfrute de grandes y chicos, con la exposición de títeres, burriquita y la presentación de diversos conjuntos de parranda de música navideña. En las navidades del año pasado presentó al tradicional conjunto Los Turupiales de Aragua.

Williams Federico Saldeño, es un coleccionista reconocido en toda Venezuela, y  metido de lleno entre esa gran familia ha asistido a reuniones y convenciones nacionales y regionales de coleccionismo, conociendo el mosaico histórico y cultural de muchos pueblos de Venezuela, no en balde su afición por el arte le viene desde que era un niño. No debe olvidarse que este señor de espíritu abierto para el universo de la cultura es  co-fundador y directivo de  ASOVENCO “Asociación Venezolana de Coleccionistas”.


Uno de verdad no es experto en esto pero cuando tiene oportunidad se asoma a estos espacios y anima, porque los museos poseen un candor cultural que compartimos plenamente. Una vez estuvimos de visita en este anticuario y como aquel que se dispone a recorrer un antiguo templo. Uno a uno fuimos examinando los tesoros de esta colección de antiguas y exquisitas muestras. De repente  te encuentras con envases de cerveza y refrescos añejos, un  long play de Chucho Avellanet, monedas antiguas; te tropiezas con máquinas de coser y moler, fonógrafos, cámaras fotográficas, cosas de decoración, teléfonos y relojes antiguos, balanzas, motores, y otros objetos que usaron nuestros padres y abuelos, esmeradamente protegidos en estanterías y vitrinas, acomodados de acuerdo con la antigüedad y naturaleza de las piezas.




El coleccionismo privado de antigüedades en Venezuela es variado y profuso, depende de los gustos de cada individuo, no se practica ni se mide pecuniariamente, sino más que todo por afición o fascinación; conocemos de grandes coleccionista en Venezuela por referencia de sus amistades,  uno de mayor surtido y  relevancia es el hermoso muestrario del ingeniero Régulo Briceño, el cual se puede ubicar en el interior de su Quinta en la Urbanización Santa Sofía, Caracas. Le siguen otros también de rango menor pero bastante surtido como es “El Basurelio”  del poeta  Elio  Martínez, situado en la parte alta del sector Funda Villa en la ciudad de Villa de Cura; de igual manera, la recopilación de botellas y otras antigüedades que posee el comerciante de origen portugués  Ricardo Rodríguez de Gouveia (hijo), en la parte de Pedregalito, en la carretera San Juan-Villa de Cura, antes de llegar a La Puerta;  el señor Germán Jaspe, anticuario llamado “Maestro Cervecero”, que se localiza en  Maracay.  Otro coleccionista de ancianidades que hemos visitado las veces que viajamos es la ventilada casa de Leonardo Aguilera, situada en San Francisco de Asís, municipio Zamora, frecuentado por gente de toda la geografía que vienen con el fin de adquirir o intercambiar piezas para sus colecciones. La otra exhibición de botellas y piezas antiguas bastante conocida es del señor Justo Flores, en la ciudad capital del estado Aragua. 


De manera pues que con todo estos detalles, no duden jóvenes, niños y mayores, aprovechen y anímense de visitar a  este   “Museo Privado y Galería La Morocota” propiedad del poeta Williams Federico Saldeño en Villa de Cura, que ya es como una pertenencia de los villacuranos; seguro te tropezarás  con artículos difíciles de localizar y tendrás la oportunidad de encontrar y  tener frente a tus ojos  una importante porción de la  historia ligada a nuestros antepasados.





                                         Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 12 de octubre de 2017






Nota: Colaboraron en la recopilación de información, la profesora María Teresa Fuenmayor y el poeta y coleccionista Elio Martínez.



martes, 3 de octubre de 2017

VICTORIO PÉREZ “BIGOTÓN”


Bigotón en compañía de J E Carrasquel 
frente a la placita Bolivar de La Unión. 
Foto tomada de la revista Expresión No 57/2006
      

                    
Camino de hermosos 
recuerdos
La voz de los vientos
me llama
Como el  olor del mastranto 
cuando perfuma la sabana

Es la voz de Victorio Pérez
Aquel que apodaban “Bigotón”,
con chinchorro y anzuelo 
un experto pescador

Del paso de la chalana 
Del  río La Portuguesa
muchos años fuiste patrón

Por un larga cordón 
columpiabas la embarcación,
En medio del impetuoso río 
para pasarnos  a La Unión

Y de noche te esperaba 
la boca de dos ríos,
-La Portuguesa y el Guanare-

Manga larga la camisa,
y más abajo de la rodilla
recortado el pantalón

En  tu pretina colgando
cuarta y media de cuchillo
y  en  la mano apretado
un cordel y un arpón

De  bastimento llevabas, 
nicotina en la vejiga
una arepa con chigüire
y un cuartico de ron

De regreso el hombre traía
Incrustado en un varón

Un bagre, una payara
y una doncella dorada.

Hoy  primo hermano,
el silencio de este mundo
estuvo  por ti  preguntando,
y  por la risa  centellante
de tus gruesos mostachos.


     


  Oscar Carrasquel, Calabozo, 02 octubre de 2017

¿QUE SIGNIFICADO TENÏA ANTES LA FRASE ”LUNES DE ZAPATERO”?

Don Fulgencio Silva

Por Oscar Carrasquel

En estos días de felicitaciones y abrazos de AÑO NIEVO conversando  con un viejo amigo nos trasladamos a tiempos lejanos para recordar con acendrado cariño un sitio en Villa de Cura, en el barrio La Represa, el cual fue bautizado con el nombre de “El Revolcadero”. Aclaro que no era botiquín, ni lugar de encuentro fortuito con mujeres como el nombre sugiere, sino el patio de una vivienda rural, era un remanso si se quiere de la bohemia espontánea y alegre en La Villa de los años 50 y comienzos del 60.

El administrador de aquel lugar era un veterano artesano de la suela, un hombre gentil que aun nos acompaña en la vida. Allí cosía él todos los días, docenas y más docenas de la criolla alpargata. Con la excepción del lunes,  día que los alpargateros  abandonaban  la faena por  ser de asueto semanal, al igual que el domingo. De allí la  viejísima y conocida frase que reza “Lunes de zapatero”.  Un día de descanso adicional  para todo aquel que fabricaba o arreglaba zapatos, pero igualmente válido para los que elaboraban alpargatas.

Es bueno recordar que las reconocidas alpargaterías en La Villa,  acataban y respetaban la vieja tradición y  concedían parada  a sus operarios el lunes en cada semana. Así como también los  restauradores independientes de calzado  que  hacían lo mismo. En Navidad y Año Nuevo disfrutaban de una semana completa. 

Surgido de la fábrica de zapatos de un inmigrante europeo que se llamó  Don José Soco,  de aquella Villa de Cura que ya se nos escapó de las manos es don Fulgencio Silva.  “Don Fulge” (como le decimos cariñosamente). De ser fabricante de calzado ahora cambió de aires, pasó  a sustituir suelas, tapitas, coser y aplicar betún  para resucitar calzados usados en  un local de la calle Comercio; El propio Fulgencio nos ofrece su versión en relación con el significado de la reconocida frase “Lunes de Zapatero”; afirma que estos artesanos   se ocupaban los  domingos del saneamiento del área de taller, remojaban y preparaban la suela, aprovechaban para encerar el pabilo y afilar los aparejos de corte y cosida; esto les daba derecho a librar el lunes. Eso se perdió –me dice este catire- desde los años 80, la industrialización y proliferación de tiendas de modas y líneas de calzados acabó con la vieja tradición de “Lunes de Zapatero”.

El sitio donde los lunes se reunían los artesanos de la suela era una casa de bahareque con el techo de dos aguas cubierto de zinc. El solar abajo, era un espacio pequeño parecido a un establo. El piso era de terrón y estaba cercado por una empalizada de alambre y puntales de madera,  sombreado por matas de “pat'eratón”. Se entraba abriendo un falso de empalizada. Como en ese gremio  siempre estaban en boga los sobrenombres y las echaderas de bromas, alguien puso a la entrada  un tabla clavada sobre un horcón donde se leía:  “El Revolcadero”. 

No más de cuarenta bolívares (de aquellos) reunían los presentes, lo suficiente para  preparar un hervido de gallina de corral, sancocho de res y a veces mondongo. Y como en aquellos tiempos no se cocinaba con gas, el  cocinero usaba una lata donde venía la manteca “Los Tres Cochinitos”,   la montaba sobre tres topias y la atizaba con  leña que abundaba en la falda del cerro “El Vigía”.

No podía faltar un tocadiscos reposando en un rincón,  con una variedad de música latina, y entonces comenzaba un verdadero oasis de buena diversión.   Se rociaban la garganta con guarapita, leche de burra (similar a ponche crema) y para las damas preparaban un coctel que llamaban  “amorcito”. Pero como el vino y la música empatan amigos y emociones, al poco rato  le estaban dando hurras y vivas al personaje anónimo que inventó y  enarboló la frase:   “Lunes de zapatero”.  

No era nada raro que esta especie de peña se convirtiera en trashumante. Hubo  lunes que dejaban “El Revolcadero” y bien temprano se mudaban para “La quebrada de Piritu” y para "La Planta", unos paisajes silvestre que queda en la vía San Juan de los Morros, a bañar sus cuerpos en las cristalinas aguas, donde  pasaban todo el santo día. Se llevaban en una cesta la provisión esencial, pero  muchas  veces el mismo riachuelo y San Rafael (el Santo pescador) les proveía de coporos, corronchos y palambras para el fogón.

De repente cargaban con dos desplumados gallos de raza recolectados por “Maestro Zurdo” Rojas, de aquellos que quedaban fuera de combate en la gallera de Don Pio Silvestre Zapata en la calle Guárico; con estos espeluéricos preparaban un sancocho y al atardecer  se retiraban, no sin antes dejar todo limpio.

Ya no están en la vida,  se marcharon casi todos con sus sonrisas a flor de labios aquellos reconocidos alpargateros de La Villa, que conocieron el arte de divertirse con poco dinero,  supieron albergar y trasmitir amor y solidaridad. Se fajaban  duro el resto de la semana pero también vivieron los momentos exquisitos que les brindaba el  famoso “Lunes de Zapatero”.

Qué bueno que estuvieran para que nos pudieran deslizar tantos episodios, anécdotas y peripecias aquellos que se ya se fueron pero dejaron  huellas que no las borra el tiempo, conocidos en la comarca, entre estos ellos  Alberto Pérez “El gato”;  Melquiades López “Casaguito”;  Marcelino Blanco “El mono•;  Dimas Zambrano “El Chivo”;  Emiliano Rojas “Maestro zurdo”; Roso Martínez “El cochino”; Julio Criollo “El negro criollo”;  Pablo Rondón “El negro”; Eduardo Rodríguez “Conejo”, Luis Rojas, “Cabeza fresca” y Justo Ilarraza “Carehacha”, y otros  como Ernesto Rojas y Julián Rojas.  

Hoy  notamos que aquel sitio único llamado “El Revolcadero” cerca de un cerro, ha quedado hundido en el olvido. El rancho se convirtió en casa de bloques de doble planta, asiento para dos familias. Las generaciones presentes no se preocupa en saber el por qué de la criollísima frase:  “Lunes de Zapatero”.

Uno a veces cierra los ojos y se pone a pensar en aquella romería de familias enteras que tenían la costumbre de salir el 1eo de enero,  en autobús o vehículos particulares, desde La Villa para el rio Guárico, a pescar y a darse unas cuantas zambullidas en aquellos pozos, desde que despuntaba la mañana hasta que oscurecía  el sol de la tarde.
                                            
                                                                                             
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 02 de enero 2017