viernes, 29 de junio de 2018

DOÑA IRMA GONZÁLEZ DE BOTELLO UN 27 JUNIO SE NOS FUE UNA AMIGA DE VIEJOS TIEMPOS





                                                                Por Oscar Carrasquel

Apaciguado el momento de su partida hoy volvemos a recordarla. Se nos marchó a los jardines del cielo doña Irma  de Botello. Así sencillamente se le nombraba en el vecindario. Una gran villacurana que nos ungió con su amistad. Hace pocas horas la vimos por última vez en una funeraria. Afloraba a su rededor un puñado las flores, las mismas que nutrían su vida y que hoy vuelan  con ella como maripositas hacia el ancho del infinito. Apenas hace unas horas fue entregado su cuerpo a la tierra madre que la vio nacer. 

La que fue esposa constante sin agotamiento en la vida terrenal del audaz barbero de San Fernando de Atabapo Luis Manuel Botello. La misma que sintió en su vientre los aporreos de Oldman, Manuel,  Pedrito y Zobeida, los hijos de la casa paterna que se quedó sola con Pedro.. Su fortaleza espiritual era muy sorprendente, resulta que hay dolores que consumen como el fuego, lo prueba cuando fue  sorprendida la primera vez por la temprana muerte de la única hija hembra Zobeida..

Doña Irna fue la confitera que mejor fabricó en  Villa de Cura, en el siglo pasado, la exquisitez de aquellos “Roscones” de masa dulce que preparaba y que gozaron de fama. Y degustó a la orilla de su fogón el doctor Guillermo Morón, cuando en La Villa la familia Botello un viernes hubo de recibir la visita del insigne escritor. Los comió y los pasó con guarapo guayoyo. Así lo hace constar el historiador trujillano en uno de sus libros..

En  modo alguno la matrona  lo anduvo buscando, pero el Cabildo de Zamora presidido por el señor Luis Herrera la distingue con una condecoración en el pecho como una fresca flor, en una fecha que se conmemoraba el “Día Internacional de la Mujer”, para reconocerle sus incontables méritos humanos.

Doña Irma era la única hija que quedaba del linaje del pulpero de la “La Alameda Crespo” don Arístides González. Maestra del arte de la humildad y la entrega ilimitada al hogar y a la familia. Profesó la fe católica, con devoción por la Virgen de Lourdes y el Santo Sepulcro villacurano.

Madre, abuela, tía, suegra, amiga incondicional en las muestras de cariño. Se nos marcha adelante por el camino que otros  después seguiremos. Esa en definitiva es el final  cuando llega el momento supremo en que debemos huir de las soledades para acudir a contemplar el rostro  de nuestro señor Jesucristo.

Yo pensaba que doña Irma pasaría de los 100 años en la vida. Pero no. Dios tenia dispuesto otra cosa, que solo llegara a la puerta del tiempo con 91 años de edad y unos cuantos meses. La verdad es que su  vida fue   un sueño que termina hoy cuando  comienza a ascender hacia el verdadero reino de la paz de donde no se regresa jamás.

Descanse en paz doña Irma, que la armonía del viento por esos pacíficos lugares de paz le acompañe en este viaje final sin regreso.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 27 de junio de 2018

sábado, 23 de junio de 2018

DON RAMÓN RODRIGUEZ "EL LOTERO” CONOZCAN QUIÉN FUE ESTE PERSONAJE POPULAR

                                                                   
                                                                     Villa de Cura
                                                                    Estado Aragua

                                                                                                        Por Oscar Carrasquel


Hoy evoco de por allá de la década de los 50 a don Ramón Rodríguez, más conocido como “RAMÓN El LOTERO”. Fue él una persona de nuestros recuerdos de niño, tenía fama, pues poseía mucho conocimiento de las peripecias de un juego de lotería. Desembocaba a cualquier hora  por el sector de La Alameda. No solo en época de fiestas en la ciudad, sino con mucha  periodicidad bajaba de su sector. Habitaba con su familia una vivienda en el barrio Las Tablitas. Trabajaba con su lotería todos los fines de semana. No había fiesta patronales y otras solemnidades populares y religiosas en que no estuviera presente este simpático personaje.

Un mesón de madera, una silla en la mano y dos lámparas a base de carburo, era todo el equipaje que siempre llevaba don Ramón. La lotería cantada por don Ramón era una cantidad de bolitas con diversas figuras de animales dentro de una marusa. Además, estiraba sobre una mesa un hule  dibujado con las mismas caras de animales de las pelotitas.

Don Ramón era un hombre de color trigueño, alto y de regular contextura, gozoso como ninguno de las fiestas populares en La Villa y otros conglomerados. Casi todo el mundo lo conocía en Villa de Cura y pueblos circunvecinos, con frecuencia se le veía andar por los lados de La Alameda, metido entre una hilera de ventorrillos y en bares con música mabilera, abriéndose paso entre aquella muchedumbre de parroquianos y de personas que llegaban de todas partes. En  ocasiones se le veía bajar o subir para el barrio Las Tablitas por el silencio de sus callejones llenos de trinos..

Desde la calle Comercio en esos tiempos se podían otear sin dificultad ninguna, los cerros que rodean al valle de Villa de Cura, la plaza Bolívar, el antiguo hospital José Rangel hoy Residencia Médica y su hermosa sabana con su campo de juego de béisbol. No había entonces esa cantidad de casas,  edificios y puestos de buhoneros que existe ahora.

Ramón “El Lotero”, era un hombre de probada honestidad muy serio pero con fama de jugador, andarín de pueblo en pueblo para mantener vivo su fantasía. En cualquier pueblo donde había celebración de fiestas patronales, allí estaba él, estacionado  con su lotería, San Juan de los Morros, Ortíz, Parapara, el Sombrero y otros. En La Villa lo veíamos siempre cerca de la plaza donde se hacía sentir casi todos los fines de semana, ocupaba  puesto su lotería en medio del callejón “Mateo Vargas", entre el Bar el Samán y la plaza Bolívar. Cuando la noche caía venía la luna clara a acompañarlo, se alumbraba con la titilaste luz de dos lámparas cargadas con agua y carburo.

Era un hecho que iniciara el inicio del juego antes de darle vuelta a la ruleta  con esta frase cortante y sonante: “juego no más”, y  la partida quedaba cerrada. Enseguida, ocupaba la mano derecha en batir y sacar una por una una cantidad de bolitas de una mochila,  mientras de sus labios salía este canto alegre, como el estribillo de una canción, con voz duro y sin parar.

 ¡Me voy con la lotería
pongan cuidado señores
para que mañana no digan
que Ramón el lotero no ha cantado!

El Lotero, como es de suponer, ganaba  con la apuesta de los perdedores, y era entonces cuando entraba en acción el  rastrillo de don Ramón, cobrando y a la vez pagando. Todo esto formaba parte del juego de lotería.

Falleció Don Ramón Rodríguez en su natal Villa de Cura hacia en 1952. Hoy, pasado tantos años, con mucho cariño lo traemos a la memoria. En la antigua barriada entrevistamos a su hija nuestra amiga Teresita Pérez quien nos habló un poco de la vida de su padre. También contamos con el testimonio de  personas que lo conocieron, tal como don Nerio López, en su tiempo jugador de béisbol y  habitante del sector Las Tablitas,  para que supieran quien era don Ramòn El Lotero, este personaje popular de la tierra de Amador Bendayan. 



La Villa de San Luis, Junio de 2018



viernes, 22 de junio de 2018

CAÑADA LA ROJEÑA


                                                                                                     Texto: Oscar Carrasquel

Me propongo  cantarle y rendir homenaje al paisaje portugueseño. “La Rojeña” es un paraje sencillo, rural. Y es también el nombre de una cañada angosta con puente sobre la carretera troncal. Corre con su algarabía paralela al caudaloso Rìo Acarigua. Se mete realenga entre solares de los caseríos “El Rio” y “La Isla”. Nace en la montaña, entre los estados Lara y Portuguesa. Sus aguas con sus latidos son tributarias  del río Acarigua. Corre incansable por el encaje de Araure y en conjunto, río y quebrada, cruzan  la llanura hasta encontrarse con el río La Portuguesa, para finalmente como un dinosaurio que se mueve chocar con el río Apure…Así, aparecieron de repente estos versos cuando la recordaba  rumiando con el sol de abril.

CAÑADA LA ROJEÑA

                  Oscar Carrasquel


Desde la orilla de carretera 
escucho
en el silbido del viento
tu canto cotidiano

Rumorosa, cantarina,
escurres entre raíces,
de árboles
cañada “La Rojeña”

En tu corriente turbia
escurren los caracoles
y beben las soledades

Viajas tediosa,
cansada de tanto latir, 
calmada en verano
y desafiante en invierno

Olorosa a mastranto
entre un laberinto de gallitos
En el capoteo de tus aguas 

Flotan las iguanas
y se  espantan
entre los herbazales

Hacen gárgaras tus aguas
en tu garganta de barro

En tus charcas se retrataron
los veteados ojazos
de la huidiza trigueña

Viajas a calmar la sed.
A declarar tu amor
al río grande.

No se cansan tus arenas
de rodar
hasta la eternidad del mar.

Araure, abril 2018


EL ESTELAR EQUIPO "CACHORROS B B C" DE LAS TABLITAS



EL ESTELAR EQUIPO "CACHORROS BBC" DE LAS TABLITAS

   Por: Oscar Carrasquel

Nuestro siempre recordado equipo de béisbol  CACHORROS  B B C,  de la llamada entonces Liga de Ascenso, fue otra de las divisas representativas de los colores del barrio Las Tablitas, empezó sus actividades por allá a finales de la década del 50; rivalizó en el campo donde se construyó el Estadio Ramón María Acosta de Villa de Cura con equipos locales y foráneos que solían visitarnos, con positiva marca de mayor triunfos que derrotas y participó en varios torneos que se escenificaron en este municipio zamorano. Siguió actuando en otros campos de pueblos circunvecinos.Nos relataron que el club fue dirigido por Carlos Viejo Graterol. En la foto los integrantes del equipo y madrinas los cuales logramos identificar.

En la vieja fotografía están parados de izquierda a derecha: Anseris Quintana, miembro fundador (anotador oficial de la liga), Nerio López, Germán Quero, Pío Cuzate, José Antonio Cuzate, Pedro José Flores “chachaita”, Roso Martínez “verraco”, Armando Flores, Florencio Colmenares “conejo”.
Agachados de izquierda a derecha: Félix Hernández “la vieja”; Gonzalo Hernández y su hermano Emiliano Hernández “el cochino”.Pues bien, las madrinas:son Teresita Pérez y Lourdes Perdomo. He querido recordar que la pequeña con turbante en la cabeza es Zoraida Quintana Cuzate, que fungía de mascota. Este es un breve perfil de lo que significó este equipo en el deporte local a mitad del siglo pasado.

La añosa fotografía pertenece al álbum de la familia Cuzate.

La Villa de San Luis, mayo de 2018     

jueves, 14 de junio de 2018

EL SILBIDO DE MI MADRE







Oscar Carrasquel

MARÍA INOCENCIA, así se llamaba mi mamá por haber nacido un 28 de diciembre. A mi mamá la alegría le llegaba por migajas y la tristeza le brotaba por borbotones. Como poseía una voz muy apagada no cantaba, silbaba la melodía, es decir prefería saborear entre los labios las canciones tristes de su predilección por medio del silbido. A veces brotaba de sus labios un silbido lejano con tono de pájaro solitario en un bosque recién talado..
Cuando estaba en la batea, regando las soñolientas petunias, o sentada en un sillón pedaleando su “Singer Negrita”;  entonaba con insistencia un bolero escrito por Diego el Cigala, muy aplaudido en la época, en la voz de Panchito Riset, la melodía lleva como titulo SI TE CONTARA.  Todavía me parece oír su profundo tatarear   por los  espacios de la casita llenando nuestro dormitorio y el alma de alegría envuelta en su congoja.
Hoy cada vez que oigo el tema SI TE CONTARA, sigue arrancándome lágrimas y  estremece mi sensibilidad, porque era la selección que silbaba, tarareaba y entonaba con amorosa insistencia doña MARÍA INOCENCIA FLORES, mi mamá.



                                          

Nota: Con este post  gané el CONCURSO PARA CELEBRAR EL DÍA DE LAS MADRES CUENTA LA HISTORIA DE SU CANCIÓN FAVORITA".  En la página web https://steemit.com en mayo de 2018, resumiendo el texto a 120 palabras según las exigencias del concurso.



      Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, “Día de la Madre” de 2018


jueves, 7 de junio de 2018

LA MAYOR TRAVESURA

                                           Villa de Cura
estado Aragua


                                                 Por Oscar Carrasquel


Hube de hacer un esfuerzo superior para acordarme de una diablura ocurrida durante la etapa de mi infancia camino hacia la adolescencia. Una historia sencilla de contar. Esto fue con la finalidad de participar en un concurso titulado "LA MAYOR TRAVESURA DE MI INFANCIA";  y ahora deseo compartir esta experiencia también con mis amigos  los lectores, no importa que haya quedado de antepenúltimo entre seis participantes.

Corrían entonces los años de la década del 50. Ya he contado que mi madre era una llanera muy laboriosa, calaboceña, seria, estricta y de carácter irascible, por esa circunstancia eran muy raro los deslices que uno le pudiera cometer.

He contado también que mi mamá fue una mujer muy humilde,  costurera y de oficios propios del hogar; en esta labor trabajó toda su vida, hasta que sus fuerzas fueron disminuyendo como consecuencia de las enfermedades y el paso del tiempo.

Cortaba y cosía exclusivamente para damas y niñas, asì decía en un cartel en la sala para evitar preguntas. Le cosìa a las mujeres del vecindario.

En el sector La Alameda Crespo de la calle Comercio de Villa de Cura, estado Aragua, en Venezuela, manejaba ella una clientela fija que le encargaban ropa hecha a la medida, recuerdo que fue recomendada por el “Negro Testamar”, el reparador de sombreros. Todas las chicas trabajadoras de bares en la Alameda fueron siempre buena paga, cancelaban de contado. Yo lograba hasta propinas por llevar la ropa que les mandaba mi vieja. No una, sino varias veces me tocaba llevar en una petaca los trabajos de costura. Recuerdo que como yo era un mozuelo de apenas 12 años tenía impedido la entrada a los botiquines que había en ese lugar de tolerancia.

Uno de los botiquines regentado por un viejo italiano lo frecuentaba los fines de semana una galería de mujeres de vida sibarita; se podía oír desde afuera la estridente música de un pianito de manilla accionado por un sordo gozòn llamado Víctor Criollo, moliendo merengues, bambucos y pasodobles, y voces de hombres y mujeres disfrutando. Muchas veces el ambiente quedaba callado.

Resulta que yo, muchacho curioso, me sentaba en la acera, con el azafate apoyado en las piernas, a mirar extasiado por debajo de un par de portezuelas batientes que estaban en la puerta, igual a las que usan las tabernas en las películas del oeste americano.  Me quedaba un buen rato mirando bailar apechugadas a las parejas en el salón. Mientras que por abajo salía un penetrante olor a “perfume de gardenia” bastante seductor. Yo me emocionaba porque algunas damiselas cuando salìan del local me picaban el ojo.

No importaba  al regresar a casa que  me esperara mi mamá con una tremenda reprimenda, porque creía me había entretenido jugando metra o pelota en la calle. Para evitar demoras echaba a correr. Urdí una salida, pues le decía que la cliente a quien llamaban por mal nombre "La Recorrida",  estaba ocupada en su pieza y la debía esperar sentadito en la acera para que me cancelara el importe de la ropa. Era el único modo de poder salvarme de una pela en los gozosos tiempos de mi infancia.




"JUAN DEL PUEBLO" UN PERSONAJE POPULAR A TODO LO ANCHO

JUAN DEL PUEBLO UN PERSONAJE POPULAR A TODO LO ANCHO

Villa de Cura
Estado Aragua

Por Oscar Carrasquel

Fue muchas las veces en la adolescencia que escuchamos mencionar el nombre de JUAN DEL PUEBLO. De mediados del pasado siglo xx fue habitante del barrio Aragüita de Villa de Cura. Su nombre de pila era Juan Heriberto López; la vida cotidiana y el sentir popular lo bautizo con ese nombre tan común. Fue otro de los personajes populares que deambularon en el pasado  por esta Villa de San Luis. En todos los rincones de esta Villa, que fue siempre su refugio, fue sentenciado con ese nombre. 

JUAN DEL PUEBLO era un hombre sano, ameno, de regular estatura, vestía siempre de ropa de kaki color marrón, calzado de alpargatas y camisa por fuera. Era medio sordo y hablaba con lengua enredada. Fue caletero a pulso en los almacenes de la población, pero aparte, se ocupaba de la limpieza de solares, hacía mandados a las familias del pueblo. Lo buscaban para entregar los regalos en las celebraciones de bodas. o llevar una corona a un entierro; y además era cómplice de amores de estudiantes que deseaban intercambiarse cartas y papelitos. Le regalaban dinero.

JUAN salía todos los días manejando un carretón de madera donde acarreaba escombros y basuras de las casas, y además era repartidor de pedidos de víveres y mercadería que los almacenes mayoristas despachaban a las bodegas.
 
JUAN DEL PUEBLO era un tipo muy popular lleno de humildad, pero también tenia su carácter, no le gustaba forzarse mucho en su trabajo, solía decir que él no era una máquina ni un buey. Para ganar centavos hacia mandados, repartía volantes, invitaciones para entierros, cargador de agua de las "pilas", cuando eso no había acueducto, 

Se refugió él  solo, porque no se le conoció familia, en parte baja de un rancho deshabitado, ya que no se le conoció  familia, al menos yo. Vivió en el barrio Aragüita al oeste de la ciudad de Villa de Cura, en la salida hacia San Juan de los Morros, deambulaba con frecuencia por esas soledades, su sitial ideal fue esa barriada donde era muy querido. 

En algunas ocasiones fue también celador de la casa  del partido Acción Democrática, que estaba situada  en la calle Blanca (hoy Miranda) en toda una esquina, cruzando la calle doctor Manzo. Lo cual hacía presumir a la gente que fue un militante  de las filas de esa organización política.

JUAN DEL PUEBLO simbolizaba aquel recordado personaje en un afiche del partido Acción Democrática, donde aparecía “Juan” calzado de alpargatas, con  sombrero de pajilla y un pan de trigo asomado en el bolsillo derecho del pantalón.

En la Villa de Cura de aquella época, JUAN DEL PUEBLO, un hombre amable, tranquilo, adquirió mucha notoriedad porque se convirtió en  perseguidor y una pesadilla para los borrachitos. Todos sabían  que Juan, cuando veía tirado a un borrachito dentro de un botiquín o en la acera, enseguida se lo tiraba al hombro como el pescado de la Emulsión de Scott, lo colocaba encima de su carretón y lo llevaba para que pasara la borrachera en la sabana; así se llamaba un paraje solitario que quedaba al lado del campo donde se jugaba béisbol, y Juan era asiduo y baqueano transitando ese camino. La gente ya estaba al corriente de sus propósitos. En ese sentido Juan se convirtió  en un hombre de mucha fama. 

Cuentan muchos que lo veían regresar, con la luz de los luceros, con la carretilla vacía sin la carga humana, y le preguntaban:

¿ Para dónde vas, Juan?

Mostrando una sonrisa picaresca, viendo hacia el claro de la sabana, lanzaba en su media lengua esta lacónica repuesta:

- ¡No voy, sino que vengo!

En lo último soltaba una sonora carcajada y seguía su camino.

Estas cosas sencillas carentes de interés -si se quiere- ocurrieron en nuestro querido pueblo de Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela, en el pasado reciente. Ha transcurrido mucho tiempo  y  Villa de Cura lo sigue recordando, sus huellas siguen presentes por todo lo que significó el personaje, por los hechos que adornaron su vida en el siglo pasado.

Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, junio de 2018 (corregido en abril 2023)