viernes, 28 de junio de 2019

UN VIAJE DE PASEO POR LA VIDA DE DON CÊSAR VARGANCIANO

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En el clarear de cualquier día o bien en el frescor de uno de esos atardeceres de Villa de Cura, en los momentos más significados de la vida cotidiana, en el cruce de una calle, o al subir y bajar una acera solíamos tropezarnos con el señor César Varganciano. Fuimos sus amigos pero sin aspavientos. Catire, callado, enchaquetado, gustaba vestir impecable. Para cumplir el correspondiente saludo le dábamos una palmadita con reverencia. Yo hablaba poco con él pero lo conocía mucho por la cercanía de los grupos familiares, por su condición humana y su trato campechano. Así fue siempre su estilo de vida.
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Todavía el pecho se ahoga por la muerte reciente de este amigo que un día llegó a La Villa proveniente de la sierra carabobeña de nubes y sol, de familia religiosa pobre pero de valores. Le tentó seguramente beber el agua fresca de la cañada de Curita cuando su cauce crecía y se quedó en el pueblo de Villa de Cura para siempre… Aquello pasó en su temprana juventud. La Villa fue su punto de llegada y también su paraje final. Aquí sembró familia y muchas amistades. Cèsar fue un hombre reservado pero de ánimo oportuno y espíritu alegre.

Había nacido don César Augusto Varganciano Reveròn el 11 de septiembre de 1941, en el apacible pueblo de Belén, ubicado al sur del Lago de Valencia, aquellas tierras de cultivo y viento fresco, municipio Carlos Arvelo, estado Carabobo, (así se lo refirió una vez a su amigo don Oldman Botello), aunque reza un documento que fue presentado en la ciudad de Maracay; hijo de doña Luisa Reveròn y don Jesús María Varganciano, agricultores de conuco; llega a Villa de Cura en los años sesenta durante el gobierno presidido por el señor Rómulo Betancourt. La ciudad de aquellas callejuelas tranquilas del ayer lo recibió con las puertas abiertas; era la Villa de San Luís de Cura una de las más segura y atractiva al visitante de toda de la región. Este belenense sintió a esta Villa como si fuese su misma tierra.

El hecho de provenir de una familia campesina cuyas raíces nunca cayeron en su olvidó, no le impidió a César iniciarse en la escuela en Belèn de Carabobo donde culminó el 6º grado; después migró a la ciudad se dedicó a cumplir aspiraciones que lo llevaron a juntarse con la Iglesia Católica. Abrazó una misión acorde con el destino divino de unas tías allá en Belén, las que en algún momento descubrieron su inclinación por la vida sacerdotal.

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Cuando apenas era un niño de 9 años fue ingresado al Seminario de Caracas y tuvo también una larga pasantía por los viejos Seminarios de Barquisimeto y Valencia; pero se vio en la necesidad de retirarse porque la carrera era demasiado larga, costosa, y no tuvieron como costearla. También para ayudar a sacar adelante a la familia. Duró 10 años de su juventud como estudiante en tres Seminarios distintos.
A Cèsar siempre le llenó el espíritu ser un ferviente servidor del Señor y la religión católica, era un joven talentoso muy estudioso de la Biblia; en su paso por el Seminario de Barquisimeto, guiado por el destino divino buscó la presencia de la madre de Dios a través de su devoción por la Santísima Virgen La Divina Pastora. Seguidor de la peregrinación mariana todos esos años en Barquisimeto, en fecha 14 de enero.

Los años siguientes en Villa de Cura estado Aragua fueron para entregarse a su nueva profesión donde se destacó como entrenador deportivo en el recién creado Parque de Recreación Dirigida del CVN en los años 60 (hoy parque Niño Simón). Estas instalaciones plenamente activas en esa época eran de verdadera belleza: con su escenario para teatro y danza y juegos didácticos, su cancha para hacer deporte, la banda escolar, su piscina apta para clases de natación y un horario fijo de clases para niños y niñas.

Varganciano aprovechó su enseñanza recogida de cuando era estudiante de colegios católicos y no tuvo dificultad para desempeñar la docencia, fue maestro interino de aula en colegios públicos de Villa de Cura, siendo de gran ayuda para maestros y alumnos.

Un día, César tuvo que escoger otro camino buscar otros horizontes, quería realizar otro trabajo que respondiera más a su vocación, a su espléndido humanismo; fue a parar al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, hizo cursos de capacitación en Valencia, en la CHET Ciudad Hospitalaria “Dr Enrique Tejera”, en cuyo laboratorio se preparaba el personal para la batalla contra la Oncosincosis, Leishmaniasis, Lepra, con la finalidad de atacar a fondo las enfermedades metaxenicas.

Allí confluían muchos ciudadanos provenientes de todas regiones del país, compartiendo idéntica preparación que luego fueron trasladados a diferentes centros de atención hospitalarios, hicieron análisis y pruebas en el hospital viejo de Villa de Cura. César cumplió labores como visitador sanitario en comunidades rurales en la campaña antimalàrica emprendida por el Dr Arnaldo Gabaldòn, finalmente se desempeñó durante un largo tiempo como Inspector y Supervisor de Sanidad.

Su cabal desempeño en la Dirección de Sanidad tuvo su compensación naturalmente, fue objeto de diversos reconocimientos por su destacadísima labor; placa por el Servicio de Dermatología Sanitaria del Estado Carabobo en febrero de 1999; reconocimiento por su destacados servicios, concedido por la Gobernación del Estado Carabobo el año 2003; diploma por la Fundación Instituto para la Salud carabobeño (INSALUD), entre otros.

Aquí en Villa de Cura conoció a una joven trigueña buenamoza de la calle Páez. Se enamora de la joven Gladys Ybarra Ortega, contraen matrimonio el 25 de mayo de 1961. Se juraron amor eterno y supo cumplir su palabra, compartió su vida con ella hasta el final.

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Para afianzar esa unión fueron llegando los retoños: Liseth Varganciano Ybarra, Yezenia Varganciano Ybarra, Cèsar Augusto Varganciano Ybarra y Jhonathan Varganciano Ybarra.

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Todos sus hijos optaron por el estudio, y después de concluidos estos deberes se dedicaron con amor a su trabajo. Fue un abuelo querendón fortalecido con la presencia de sus nietos: Lizz Estefanía, Augusto César, Yannaliz Valeria, Augusto Alejandro, Jhonathan Alejandro y Santiago Enmanuel.

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Entre sus hijos está la doctora Liseth Varganciano de Corniel, médico egresada de la UC, casada con nuestro amigo Ramón Alfredo Corniel. Creo que en cualquier rincón de la población conocen a Ramón Alfredo,  sobretodo por su costumbre de hacerle muecas a la vida, con los mil rostros este humorístico personaje . Para el viejo Varganciano, Ramòn Alfredo fue semejante a un hijo propio que la vida le regaló.

Don Cèsar Varganciano, cuando era sanitarista, en el ejercicio de su compromiso laboral, por ese ir y venir a su trabajo se pasaba casi todo el tiempo fuera de la ciudad de Villa de Cura, sin embargo sacaba tiempo para venir periódicamente, reunirse y compartir el gusto por la música en familia, departiendo su espíritu alegre y bonachón con un grupo de sus colegas. Le fascinaba disfrutar las cosas sencillas de la vida.

Ya retirado de su accionar de trabajo no se entregó implícitamente a la pasividad de la vida, prueba de ello era su dedicación a leer; según cuenta su viuda Gladys, poseía una envidiable memoria, una nítida letra y le apasionaba cartearse con sus amigos y reflexionar sobre diferentes temas de la cotidianidad.

Nuestra amiga la maestra de aula Yezenia Varganciano, hija del maestro nos dijo que ya había superado la barrera de los 77 años de edad cuando su padre enfermó de cuidado, entonces no era el mismo, no pudo vencer el desgano por el malestar. Por momentos César se le escapaba y le lanzaba guantadas a la muerte, pero ésta en definitiva lr ganó la partida. Expiró casi a la media noche del 11 de junio de 2019 en la casa que habitaba en la calle Páez de Villa de Cura.

Su nombre quedó grabado en el recuerdo de muchas personas que le quisieron a las que le dolió tanto su partida. No podemos dejar de mencionar a nuestro común amigo Pedro Botello con quien trataba los diferentes tópicos de la vida. Toda una multitud acompaño el féretro por el largo de las calles hasta llegar al cementerio principal de Villa de Cura. Ya se dijeron los rezos por el eterno descanso de su alma en la calle Páez, en una casa llena de afectos, de flores y de santos.

Reiteramos a nombre de nuestra familia la palabra de consuelo a sus familiares y amigos.

Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 24 de junio 2019
Fotos del álbum familiar
Diagramaciòn y publicaciòn a cargo de la profesora Marìa Teresa Fuenmayor


1 comentario:

  1. Excelente escritura, hoy me siento feliz de haber conocido, compartido y aprendido de este ser tan maravilloso.

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