Por Oscar Carrasquel
En una hondonada rodeada de una arboleda de samanes, a la orilla de una quebrada llamada “Curita”, a un lado de nuestro pueblo Villa de Cura, en una pequeña vaquera donde criaba bestias de potrero su padre Francisco Hernández Monroe, ·"cacharro", discurrieron los primeros años de vida de Francisco Antonio Hernández Valaríno. El mismo que después de haber transitado muchos caminos fue conocido en el universo musical venezolano y extranjero, con el nombre de El Pavo Frank Hernández. La historia que voy acontar de este villacurano tiene vatios créditos.
Vino al mundo el 26 de septiembre de 1934. Hubo de ser el alumbramiento, según dato que nos fueron aportados, en una modesta casa situada en el cruce de la calle doctor Rangel con Miranda, frente a la casona de la familia Carvallo en Villa de Cura, la cual habitó siempre el grupo familiar. Fue su madre la señora Alec Valarino de Hernández, persona de buena educación, natural de Caracas, de apellido español de remota antigüedad.
Como suele suceder muchas veces, en la intimidad familiar, en su casa se le redujo el nombre completo para llamarlo con uno más corto: Frank Hernández... Catire, el pelo abundante, bien cuidada su estampa, muy activo. No era un muchacho de esos revoltosos; lo que si me cuenta el músico jubilado Rafael Almeida “Petit”, es que ya a los ocho años, por el portón de su casa, lo podía observar dándole cachetadas a una perola lechera, apretadas en las piernas como si fuera un bongó..
Como es sabido, con el transcurrir de las décadas perteneció este villacurano a la historiografía musical venezolana salsera de la segunda mitad del siglo xx. Fue músico reconocido en Venezuela, en Norteamérica, algunos países hispanoamericanos y en Europa, como uno de los reyes ejecutando la batería y los timbales. Cuando todavía era un niño, su padre que era un hombre de oficina se traslada a Caracas empleado por la firma “El Almacén Americano”, ubicado en la esquina de Sociedad, empresa
distribuidora de automóviles nuevos, fundada por el empresario estadounidense William
Henry Phelps. En la misma firma estaba trabajando otro villacurano que hizo historia como pionero de la radio y el cine llamado Edgar J. Anzola.
Vino al mundo el 26 de septiembre de 1934. Hubo de ser el alumbramiento, según dato que nos fueron aportados, en una modesta casa situada en el cruce de la calle doctor Rangel con Miranda, frente a la casona de la familia Carvallo en Villa de Cura, la cual habitó siempre el grupo familiar. Fue su madre la señora Alec Valarino de Hernández, persona de buena educación, natural de Caracas, de apellido español de remota antigüedad.
Como suele suceder muchas veces, en la intimidad familiar, en su casa se le redujo el nombre completo para llamarlo con uno más corto: Frank Hernández... Catire, el pelo abundante, bien cuidada su estampa, muy activo. No era un muchacho de esos revoltosos; lo que si me cuenta el músico jubilado Rafael Almeida “Petit”, es que ya a los ocho años, por el portón de su casa, lo podía observar dándole cachetadas a una perola lechera, apretadas en las piernas como si fuera un bongó..
Como es sabido, con el transcurrir de las décadas perteneció este villacurano a la historiografía musical venezolana salsera de la segunda mitad del siglo xx. Fue músico reconocido en Venezuela, en Norteamérica, algunos países hispanoamericanos y en Europa, como uno de los reyes ejecutando la batería y los timbales.
En una Caracas de mejores oportunidades es donde don Francisco Hernández se
granjea su modo de vida, fija su residencia familiar de
Bucare a Carmen número 168, urbanización Quinta Crespo, parroquia Santa Teresa. Ninguno en su casa jamás se imaginó donde irían a parar las cosas con su hijo Frank. Atrás quedó el recuerdo de aquel pueblo villacurano sano, apacible de sus correrías infantiles..
Muy aprovechado el joven, muy dado y apegado a sus estudios de Dibujo Técnico y Topografía que comenzaba a cursar en Caracas. Empezó a recorrer y conocer la gran ciudad, pero la verdad es que otra era la historia que le aguardaba el destino. La música es una cosa que atrae y queda atrapada en el alma.
En Caracas fue prácticamente su formación musical, no podía sacarse aquello de la cabeza; el joven con apenas 12 años de edad inicia sus estudios de percusión con el maestro Germán Suárez, quien lo ayudó mucho en sus inicios. Se decide por la batería y el género jazz que ya comenzaba a expandirse en la ciudad capital.
Cuando no estaba en la Academia Técnica de Topografía, esperaba que comenzaran a trasmitir música en vivo las emisoras de radio de la capital y se lanzaba a Radio Caracas 750 AM en El Paraíso, donde se presentaba todas las tardes la orquesta de Luis Alfonzo Larraín. El muchacho empezaba a dar vueltas y vueltas entre los músicos como una lombriz de seda hasta que se hizo conocer en aquel ambiente.
De esta manera se hace amigo y consentido de los músicos de la orquesta de Luís Alfonzo, a quienes le formulaba miles de preguntas. Aprovechaba para agarrar los timbales y los cueros mientras descansaba el baterista oficial. Pasado el tiempo le toca materializar sus sueños, fue músico apreciado en esta banda caraqueña de renombre.
Cuando contaba 17 años fue la orquesta del saxofonista Manuel Ramos que se interesa y le da oportunidad y donde estuvo varios años. En 1953 aquel muchacho es convencido y contratado por el maestro Aldemaro Romero que se lo lleva a trabajar en su agrupación hasta que el pianista, arreglista y director decide abolir la orquesta.
Luego de aquella ruptura irrumpe con pasos seguros y consigue tocar en la orquesta del pianista y compositor Jesús “Chucho” Sanoja, que tuvo entres sus cantantes a Nelson Pinedo, Víctor Piñero, Víctor Pérez, Alci Sánchez, Paula Bellini y Kiko Mendive, entre otros.
Lo del sobrenombre de “Pavo”, de cuyo apelativo no pudo desprenderse nunca, se lo contó a través de una de sus tantas anécdotas a la periodista Lil Rodríguez, en una entrevista consignada en las páginas del diario Últimas Noticias el año 2002.
-- La cosa es que como yo era el más joven de la camada los músicos me decían… mira pavito…ven acá pavito… otros me pedían…toca tal cosa pavito. Con el pasar del tiempo el pavito se convirtió en "pavo" y así me quedé para siempre.
El Pavo Frank, aun cuando no había cumplido la mayoría de edad, consigue permiso de su padre para trasladarse a Santo Domingo en compañía de los hermanos Héctor y Sócrates De León, músicos que había conocido con Aldemaro Romero, allá en la capital dominicana el grupo monta la música de baile.
Un año después regresa a Caracas firmando contrato con la orquesta cubana del maestro Armando Orefiche, cuya agrupación musical fue contratada para la rumbosa inauguración y la elección de la reina del Hotel Tamanaco en época de Pérez Jiménez.
En el año 1958 viene a ser tiempo propicio para buscar moldear su futuro. Decide trasladarse a Estados Unidos con la finalidad de perfeccionar y especializarse en el dominio con la batería.
“El Pavo” Frank en New York conoce y posteriormente logra tocar con la orquesta de Tito Puente “El rey del timbal”. Ya contando con una sólida formación en esta banda va a compartir escenario con Dámaso Pérez Prado, “El rey del Mambo”; con la orquesta del cantante y compositor Machito Ponce; con la orquesta de Armando “Chick” Corea, mejor conocido como el tecladista del jazz fusión; también con el salsero Natividad Martínez “Naty”, el rey de la flauta mágica.
Todo este recorrido le valió entonces la contratación con la famosa orquesta del cubano Ramón “Mongo” Santamaría, quien fue una de las primeras figuras del jazz latino. En Puerto Rico trabaja con la famosa banda salsera de Cesar Concepción. Ya alcanzado ese superior rango va a participar como timbalero de la orquesta cubana de Mario y sus Diamantes
Ciertamente ya estaba cansado de estar fuera de su terruño, fue en 1964 cuando decide atender un nuevo llamado que le hizo desde Caracas el maestro Aldemaro Romero, quien lo coloca, mientras tanto, como músico de planta en el recién inaugurado canal 8 de televisión.
Posteriormente en 1968 pasa a integrar la nueva orquesta de Aldemaro Romero, quien recién había creado el nuevo género musical llamado "Onda Nueva", una combinación de Jazz y Bosanova instrumental. Además de las presentaciones en Venezuela, viaja a Francia, Suecia, Holanda y luego realiza una gira por varios países del Caribe. Dicen las cronistas de la farándula que Aldemaro Romero sentía una admiración muy especial por el Pavo Frank, por su desempeño maravilloso en la especialidad de Jazz..
En los años 70, después de regresar de Estados Unidos, el famoso timbalero villacurano de gorrita blanca que lo hacía más simpático, se independiza, y bajo contrato con un sello nacional, graba cinco CD dirigiendo su propia agrupación musical que se llamó “Frank Hernández el Pavo y su Orquesta”.
.Luego en lo que podría llamarse tiempos de retiro va a ingresar a la famosa “Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas”, donde entra por la puerta grande, toca con este grupo en conciertos sinfónicos en escenarios cerrados y plazas públicas de la capital..
Y ya para concluir su larga y exitosa carrera, en 1977 fue a parar a una orquesta muy popular en Caracas llamada “Trabuco Venezolano”, que fue una banda de salsa y jazz latino creada por su amigo, el arreglista y compositor venezolano Alberto Naranjo, la cual reunía a los más destacados músicos de la ciudad de Caracas de aquel tiempo. También participa en la orquesta de concierto "Gran Mariscal de Ayacucho".
Dicen las crónicas caraqueñas de aquella época que la ancianidad y el acorralamiento por las enfermedades nunca le apagaron el ánimo. Su entusiasmo hasta lo último fue titánico y sus presentaciones en TV nunca desmejoraron. Enferma y fallece Francisco Antonio Hernández Valarino, mejor conocido como el Pavo Frank Hernández a los 75 años de edad, en la Caracas que fue su definitiva querencia el 16 de junio de 2009.
Así de esta manera termina la trayectoria y la vida de este paisano villacurano, tan llena de realizaciones en el mundo de la música popular de una generación.
Muy aprovechado el joven, muy dado y apegado a sus estudios de Dibujo Técnico y Topografía que comenzaba a cursar en Caracas. Empezó a recorrer y conocer la gran ciudad, pero la verdad es que otra era la historia que le aguardaba el destino. La música es una cosa que atrae y queda atrapada en el alma.
En Caracas fue prácticamente su formación musical, no podía sacarse aquello de la cabeza; el joven con apenas 12 años de edad inicia sus estudios de percusión con el maestro Germán Suárez, quien lo ayudó mucho en sus inicios. Se decide por la batería y el género jazz que ya comenzaba a expandirse en la ciudad capital.
Cuando no estaba en la Academia Técnica de Topografía, esperaba que comenzaran a trasmitir música en vivo las emisoras de radio de la capital y se lanzaba a Radio Caracas 750 AM en El Paraíso, donde se presentaba todas las tardes la orquesta de Luis Alfonzo Larraín. El muchacho empezaba a dar vueltas y vueltas entre los músicos como una lombriz de seda hasta que se hizo conocer en aquel ambiente.
De esta manera se hace amigo y consentido de los músicos de la orquesta de Luís Alfonzo, a quienes le formulaba miles de preguntas. Aprovechaba para agarrar los timbales y los cueros mientras descansaba el baterista oficial. Pasado el tiempo le toca materializar sus sueños, fue músico apreciado en esta banda caraqueña de renombre.
Cuando contaba 17 años fue la orquesta del saxofonista Manuel Ramos que se interesa y le da oportunidad y donde estuvo varios años. En 1953 aquel muchacho es convencido y contratado por el maestro Aldemaro Romero que se lo lleva a trabajar en su agrupación hasta que el pianista, arreglista y director decide abolir la orquesta.
Luego de aquella ruptura irrumpe con pasos seguros y consigue tocar en la orquesta del pianista y compositor Jesús “Chucho” Sanoja, que tuvo entres sus cantantes a Nelson Pinedo, Víctor Piñero, Víctor Pérez, Alci Sánchez, Paula Bellini y Kiko Mendive, entre otros.
Lo del sobrenombre de “Pavo”, de cuyo apelativo no pudo desprenderse nunca, se lo contó a través de una de sus tantas anécdotas a la periodista Lil Rodríguez, en una entrevista consignada en las páginas del diario Últimas Noticias el año 2002.
-- La cosa es que como yo era el más joven de la camada los músicos me decían… mira pavito…ven acá pavito… otros me pedían…toca tal cosa pavito. Con el pasar del tiempo el pavito se convirtió en "pavo" y así me quedé para siempre.
El Pavo Frank, aun cuando no había cumplido la mayoría de edad, consigue permiso de su padre para trasladarse a Santo Domingo en compañía de los hermanos Héctor y Sócrates De León, músicos que había conocido con Aldemaro Romero, allá en la capital dominicana el grupo monta la música de baile.
Un año después regresa a Caracas firmando contrato con la orquesta cubana del maestro Armando Orefiche, cuya agrupación musical fue contratada para la rumbosa inauguración y la elección de la reina del Hotel Tamanaco en época de Pérez Jiménez.
En el año 1958 viene a ser tiempo propicio para buscar moldear su futuro. Decide trasladarse a Estados Unidos con la finalidad de perfeccionar y especializarse en el dominio con la batería.
“El Pavo” Frank en New York conoce y posteriormente logra tocar con la orquesta de Tito Puente “El rey del timbal”. Ya contando con una sólida formación en esta banda va a compartir escenario con Dámaso Pérez Prado, “El rey del Mambo”; con la orquesta del cantante y compositor Machito Ponce; con la orquesta de Armando “Chick” Corea, mejor conocido como el tecladista del jazz fusión; también con el salsero Natividad Martínez “Naty”, el rey de la flauta mágica.
Todo este recorrido le valió entonces la contratación con la famosa orquesta del cubano Ramón “Mongo” Santamaría, quien fue una de las primeras figuras del jazz latino. En Puerto Rico trabaja con la famosa banda salsera de Cesar Concepción. Ya alcanzado ese superior rango va a participar como timbalero de la orquesta cubana de Mario y sus Diamantes
Ciertamente ya estaba cansado de estar fuera de su terruño, fue en 1964 cuando decide atender un nuevo llamado que le hizo desde Caracas el maestro Aldemaro Romero, quien lo coloca, mientras tanto, como músico de planta en el recién inaugurado canal 8 de televisión.
Posteriormente en 1968 pasa a integrar la nueva orquesta de Aldemaro Romero, quien recién había creado el nuevo género musical llamado "Onda Nueva", una combinación de Jazz y Bosanova instrumental. Además de las presentaciones en Venezuela, viaja a Francia, Suecia, Holanda y luego realiza una gira por varios países del Caribe. Dicen las cronistas de la farándula que Aldemaro Romero sentía una admiración muy especial por el Pavo Frank, por su desempeño maravilloso en la especialidad de Jazz..
En los años 70, después de regresar de Estados Unidos, el famoso timbalero villacurano de gorrita blanca que lo hacía más simpático, se independiza, y bajo contrato con un sello nacional, graba cinco CD dirigiendo su propia agrupación musical que se llamó “Frank Hernández el Pavo y su Orquesta”.
.Luego en lo que podría llamarse tiempos de retiro va a ingresar a la famosa “Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas”, donde entra por la puerta grande, toca con este grupo en conciertos sinfónicos en escenarios cerrados y plazas públicas de la capital..
Y ya para concluir su larga y exitosa carrera, en 1977 fue a parar a una orquesta muy popular en Caracas llamada “Trabuco Venezolano”, que fue una banda de salsa y jazz latino creada por su amigo, el arreglista y compositor venezolano Alberto Naranjo, la cual reunía a los más destacados músicos de la ciudad de Caracas de aquel tiempo. También participa en la orquesta de concierto "Gran Mariscal de Ayacucho".
Dicen las crónicas caraqueñas de aquella época que la ancianidad y el acorralamiento por las enfermedades nunca le apagaron el ánimo. Su entusiasmo hasta lo último fue titánico y sus presentaciones en TV nunca desmejoraron. Enferma y fallece Francisco Antonio Hernández Valarino, mejor conocido como el Pavo Frank Hernández a los 75 años de edad, en la Caracas que fue su definitiva querencia el 16 de junio de 2009.
Así de esta manera termina la trayectoria y la vida de este paisano villacurano, tan llena de realizaciones en el mundo de la música popular de una generación.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, enero 2019
Fuentes consultadas:
Lil Rodríguez (periodista)
José Seijas (editor de El Vigía)
Asocosalsa (Asociación de Coleccionistas de la Salsa)
Pedro Revette (coleccionista)
Rafael Almeida “Petit” (músico villacurano de su generación)
Don Félix Hernández Castillo (referencia oral)
Don Roger Barreto Álvarez (oral)
Fuentes consultadas:
Lil Rodríguez (periodista)
José Seijas (editor de El Vigía)
Asocosalsa (Asociación de Coleccionistas de la Salsa)
Pedro Revette (coleccionista)
Rafael Almeida “Petit” (músico villacurano de su generación)
Don Félix Hernández Castillo (referencia oral)
Don Roger Barreto Álvarez (oral)
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