sábado, 24 de octubre de 2020

MI SENCILLO HOMENAJE AL TANGUERO JOSÉ CHACÍN "GARDELITO" CONOCIDO TAMBIÉN COMO "EL GARDEL VILLACURANO"


          José Chacín "El Gardel Villacurano". Foto Editorial Miranda. EXPRESIÓN 35/sept/1994


                                                                            Por Oscar Carrasquel

 

Con inmenso cariño traigo a la crónica de hoy a José Chacín, un personaje de un gran arraigo popular en la Villa de Cura de los años 50 y 60 del siglo pasado. Bastante lo conocí por andar siempre en la compañía del poeta Vinicio Jaén Landa. El otro carnal que nos acompañaba era “El gallo” Andrés Delgado, quien era sastre, ademas cantante de tangos y buen ejecutante de una guitarra grande a la que le arrancó bellos arpegios de la música argentina.

José Chacín era nacido en la población de Zaraza, estado Guárico hacia 1920.   Buscando la ruta del centro llegó a Villa de Cura en 1935, con su progenitora cuando aún el muchacho no había cumplido los quince años de edad. El chico muy dinámico y de buen comportamiento.  enseguida se incorporó buscando la cuerdita de amistades jugadores de pelota en la sabana de La Villa y entregado a las diversiones sanas junto con los muchachos en la plaza Miranda.

Su educación se resentía porque prematuramente abandonó los estudios. Escribió Vinicio Jaén en la revista EXPRESIÓN que, en La Villa por penurias económicas hizo de mandadero en casas de familia pudientes, fue vendedor en una canastilla de confites y maní tostado en el cine El Corralón, además de aprendiz de barman laborando en el popular “Bar Palumbo” de la calle Real (Hoy avenida Bolívar). 

Sus amigos cercanos como mi compadre Juan Alayón y el Ché Julio Martínez, sostenían  que de tanto escuchar cantar a Carlitos Gardel, a Libertad Lamarque y un sinnúmero de cantantes en películas y en sinfonolas de bares en la época, le fue cogiendo y creciendo el gusto a la melodía argentina.

Algunas veces lo encontrábamos reunido en el bar Morfetta o en la panadería El Comercio de don Juan Pancho Rodríguez… “Chimiguencha” fue como yo por cariño y confianza saludaba  a “Gardelito” y los dos  estallábamos en hilaridad. Su  sonrisa era veloz como una centella. Siempre de buen humor. Arregladito, de buen vestir el caballero, envuelto en pantalón de dril blanco o crema y camisa por fuera, y zapatos de patente. La mayoría de las veces andaba a pie, algunas veces lo veíamos por la calle dándole pedal a una bicicleta Raleig de las grandes.

No existía milonga en el el repertorio y el cancionero del mítico artista argentino Carlos Gardel que “Gardelito” no supiera,  cantaba acompañado de guitarras o a la sordina sin que se le olvidara la música y la letra. La peña tanguera villacurana lo bautizó con el sobrenombre de “Gardelito”. 

Lugares periféricos de La Villa, pero en particular  el barrio Las Mercedes que era su ruta preferida,  conocieron muchas veces su voz de cantor popular. Melodías argentinas muy conocidas como “Mano a Mano”, “Las Cuarenta” “Melodía de Arrabal”, “El Día que me Quieras”, fueron tangos gardelianos que se oyeron en su voz inolvidable en la barra del botiquín “Tango Bar” allá en Las Mercedes del también milonguero José Pérez. 

Cuando cantaba sus hermosas interpretaciones todo el mundo se paraba de las mesas a escucharlo. No interpretaba otro género musical que no fuera la música Rioplatense. Cantaba tangos en su voz de barítono desgarrado de nostalgia en los actos culturales, celebraciones, reuniones de la peña y en las inolvidables serenatas villacuranas de media noche para la madrugada.

            Nuestro fraterno amigo Vinicio Jaén  en plan de trabajo, de vendedor y cobrador por cuotas, para no viajar solo y disfrutar de sus cuentos y de sus canciones, lo contrató como ayudante, lo montaba de pasajero en su camioneta Willys y pasaban días en el llano, pernoctaban en la población de El Sombrero, estado Guárico. En las noches causaban furor los dos cantando en casas de amigos. De allá para acá Gardel  nos entretenía con sus chistes y evocaciones.

A don Crispulo Gallo, director de teatro, le habían comentado el talento del joven cantor, le bastó con oírlo cantar una sola vez en un botiquín y enseguida se lo llevó con su compañía de teatro a participar en las veladas artísticas y musicales que programaba El Cine El Corralón. A partir de allí don Gallo con su capacidad pedagógica se convirtió en su protector.  Del maestro Crispulo Galo fue que adquirió el artístico nombre de “El Gardel Villacurano”. El poeta  Vinicio lo presentaba en su estelar programa de las 8 de la noche “Variedades Pampas” por las ondas de Radiodifusora La Villa como “El Gardel Villacurano”, donde difundía sus más hermosas canciones acompañado de las guitarras del Ché Julio Martínez y el "gallo" Andrés Delgado.

En Villa de Cura, el pueblo que lo adoptó desde que era un adolescente recibió las más consideradas expresiones de aprecio y cariño de sus contemporáneos, por su trato amigable, por su forma de cantar, por ser un hombre humilde y sin tachas.

Con el paso del tiempo, poco a poco, su voz se fue desvaneciendo. En los años finales de su existencia se vio caer en un mutismo interminable cuando  eligió una bohemia absurda y descontrolada. Esto según lo escrito por  su entrañable amigo Vinicio Jaén “lo llevó a una prematura muerte”.

Aún nos queda el recuerdo cerca del alma de este gran amigo que hoy venimos a recordar como si fuesen las notas de" La Comparsita", ese viejo tango que siempre interpretaba Gardel.  Descanse en paz amigo.

 

La Villa de San Luís, octubre 2020

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