Por Oscar Carrasquel
Para conocer y hablar de la condición humana de Priscila Bolívar de Izzo y de su carrera como maestra es preciso abrirse y desgajar el alma hasta más allá del infinito. La conocemos de trato desde que yo era un niñ, la vi crecer en ideas y mentalidad, conozco su estatura humana y supe de sus vínculos con la educación. Primero en su casa de familia, y después al servicio de Instituciones educativas públicas.
Priscila Bolívar, alta ,robusta, morena de piel, nació el 16 de enero de 1923, en la Villa de San Luis de Cura. Casó con Francisco Izzo Maure, de familia italiana, conocido en todo lugar como “Musiù Izzo”. Trabajar la tierra era la rutina de su marido, el hombre sembraba una parcela en el hermoso valle de Tucutunemo, cuando estas tierras eran un emporio en la producción de rubros agrícolas y de ganadería. De esta feliz unión nacieron José Francisco, José Aníbal y Thaimi Rafaela Izzo Bolívar. No se detuvo aquí este interminable recorrido, todo lo contrario, el camino se hizo más ancho, multiplicándose en nietos y biznietos..
Fue su padre don Aníbal Bolívar, oriundo de Valencia, un hombre alto de sombrero, de poco hablar y de noble trato; acá en La Villa ancló para quedarse el resto de su vida. De profesión herrero, conocedor del arte de fabricar hierros para marcar ganado y restaurador de herraduras de caballos, fabricaba empuñadura para armadura.
La experiencia la trae de Río Negro y sus alrededores, donde se hace experto de alistar caballos para el combate en el cuerpo de caballería del Coronel barloventeño Tomás Funes, toda una leyenda en el Territorio Amazonas en las primeras décadas del siglo XX. En aquel entorno de hostilidades y refriegas había que poseer arrojo y tener presente la delicada advertencia de Funes, que “Sin una buena herradura no había caballos para la guerra”.
Instalado en Villa de Cura, el maestro Aníbal Bolívar se dedicó a lo que sabía hacer, al trabajo de herrería, instaló su propio taller en la calle Sucre. A un niño de mi edad en aquel tiempo le resultaba curioso ver a aquel hombre soportando calor frente a una fragua de fundición y golpeando un yunque. Claro, debía de entregarse a esa jornada para garantizar el sustento familiar y el estudio de sus muchachos.
La madre de la maestra Priscila fue doña Elvira Antonia Rodríguez de Bolívar, nativa de San Juan de los Morros, generosa como pocas, de quien no podemos olvidar su sonrisa de cariño. Parecía una monja. Católicos fervientes todos y sembradores de valores.. Un hogar con el Corazón de Jesús y Viden de Lourdes de Lourdes como estandartes.
Allí nos enseñaron que debíamos amar a Dios por sobre todas las cosas, como primer mandamiento. La devota familia acudía a oír misa todos los domingos y días de festividad religiosa ..Aquella trilogía de jóvenes maestras para la educación y para la vida, en la gestión del gobierno del maestro Rómulo Gallegos logró con voluntad y sacrificio poner a marchar una “Escuela Unitaria” de su pertenencia. Utilizaban técnicas educativas tradicionales, empezó a funcionar en su modesta casa de habitación de la calle Urdaneta, entre Miranda y Sucre. Y allí comenzaron la titànica labor de enseñar. Pasado el tiempo Tula y Priscila lograron obtener sus títulos de Maestras Normalistas, en aquellos antiguos cursos de "Mejoramiento Profesional del Magisterio" en Caracas.
Aquella fue nuestra primera escuelita y funcionó en la misma cuadra y acera donde vivíamos.. Era una habitación confortable donde comenzaron a enseñarnos a un grupo de niños y niñas de diferentes edades y niveles las primeras letras. Era una de las pocas que existían en La Villa. Tendría yo algo más de siete años cuando me inicié.
De allí pasamos directamente con suficiente preparación a estudiar tercer grado en la escuela nacional “Arístides Rojas”. En esta casa de estudio nos dio el visto bueno sin presentar exámen de admisión su director, el siempre recordado bachiller, exquisito violinista y tribuno don Víctor Ángel Hernández.Hoy la maestra Priscila ya supera la barrera de los 93 años de edad. Camina lento.. El tiempo le arrugó la piel pero no la memoria. Nos hizo comprender durante la conversa que conserva una lucidez sorprendente, aunque ya debe apoyarse en un bastón para no perder el equilibrio. Está pendiente y recuerda con nitidez a todos los seres que la rodearon, cuando los apellidos de la vecindad se pronunciaban: Infante, Linero, Matute, Pineda, Barrueta, López, González, Paredes, Almeida, Carrasquel, Sarramera, Hernández, Mendía, Martínez, Garrido y Arteaga-Montenegro, entre otros.
Maestra de generaciones enteras de villacuranos. Cuántos de ellos después fueron graduados en universidades de prestigio en Venezuela.. Fueron los mismos que desfilaron por aquellas bancas de madera en hileras, y su salón de clase oloroso a lápiz Mongol y a tiza de pizarrón, y el resonar de aquel bullicio juvenil que tronaba en los oídos.
¿Quién no evoca a su primera aula de clases? ¡Quién no recuerda su primera escuela? Quién no retiene el nombre de su primera maestra?. La que nos metió en la cabeza las primeras letras. La que nos enseñó a deletrear. A juntar aquella cantidad de signos del abecedario para formar silabas y oraciones. La primera que vio el dibujo sin buen cálculo que hicimos del Escudo y el Pabellón Nacional. La que muchas veces nos llamó la atención y nos reprendió. La que nos enseñó a venerar el retrato de nuestro Libertador Simón Bolívar, sin maquillaje en su cara. La que nos acercó al hábito de la lectura. La que le oíamos en silencio aquellos “dictados” salidos de sus labios ingenuos. La que nos inculcó que deberíamos ser honestos y responsables y la que nos hizo ver que las letras eran para toda la vida..Uno no sentía que ella era la maestra sino nuestra madre.
La maestra Priscila fue una dinámica activista en la defensa de los derechos de los educadores, y sobre la marcha de su acción docente, arrima el hombro para impulsar la fundación de la seccional del Distrito Zamora de la “Federación Venezolana de Maestros”. Y luego de retirada dedicó sus esfuerzos junto a Lourdes Cáceres, Ligia Montenegro, La Nena Cira Esaà y un grupo de maestros y maestras que siguieron su legado, a la creación de la sede zamorana de la “Asociación de Maestros Jubilados y Pensionados”. En diversidad de ciudades y pueblos del estado Guárico y Aragua y hasta en Caracas fue muy conocida por sus actividades gremialistas.
Para corresponder a estos sentimientos hubiésemos querido en su momento secar las lágrimas cuando sintió la punzada en el corazón de perder a Don Aníbal, su padre, a Doña Elvira Antonia, su madre, a Tulia Isabel, la hermana que le seguía, el brumoso recuerdo de la muerte de su hermano Aníbal José, asi como también la despedida para siempre de José Aníbal, uno de sus hijos.
La poesía es bella y siempre hemos percibido que toda mujer algo de ella lleva muy adentro. Pues hoy, la maestra Priscila ha expresado ese sentir y nos ha demostrado que posee la inspiración de una mujer que escribe canciones y versos, y hasta un acróstico con el título de “Oscar”, como un puñado de delicadas florecitas ha puesto hoy sobre mis manos.
Muchas veces, según me cuenta una hija educadora Thaimi en la quietud de las tardes veraniegas o en noches de retozos de luceros, cuando la brisa sopla por el noreste, sus hijos, nietos y biznietos la escuchan en un rincón de la casa, vocalizando un manojo de versos o susurrando viejas canciones.
Fueron numerosos los reconocimientos y condecoraciones recibidos durante su ejercicio profesional: entre los que se pueden contar: Condecoración 27 de junio, otorgada por la presidencia de la República de Venezuela; Orden Hilda López Graff,;Orden 60 Aniversario de la escuela Arístides Rojas; Orden al Mérito San Luis Rey; Orden Luis Beltrán Prieto Figueroa, Orden Ciudad de Villa de Cura, entre otras más.
Son más de nueve décadas de dignidad, de bendiciones, aquellos que se fueron al más allá, y ahora los hijos, nietos y biznietos y demás familiares que quedan disfrutando de su presencia. Bendígalos a todos maestra Priscila Bolívar de Izzo, a todos los que fuimos sus discípulos ayer, que su bendición es la más grande satisfacción para agradecerle tantas enseñanzas en este transitar. Usted fue la maestra que les puso a estos viejos caminantes las primeras luces en este prolongado camino. Nada nos satisface h de mas de alegría y orgullo hoycuando se celebra en toda Venezuela el Día del Maestro.. Que Dios la cuide siempre maestra Priscila.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, 15 de enero 2018
AMIGO OSCAR, BELLO HOMENAJE A MI MAESTRA PRISCILA, QUE DIOS LA TENGA EN SU SANTA GLORIA, ME HICISTE RECORDAR MIS AÑOS INFANILES EN LA ARISTIDES ROJAS, LA MAESTRA PRISCILA, BELLA MORENA, ALTA, ROBUSTA, SU NOBLE VOCACION DOCENTE. HACE POCO TIEMPO, MI HERMANA OMAIRA LE TOMO UNA FOTO EN LA IGLESIA PARROQUIAL CON LA CONDICION DE QUE ME LA HICIERA LLEGAR, LA GUARDO EN EL MEJOR LUGAR DE MI CORAZON, BESOS MAESTRA, DONDE QUIERA QUE EL SEÑOR LA HAYA COLOCADO. Ramòn José Vásquez
ResponderBorrarEl Ministerio de Educación y el Gobierno Nacional NO están ni si quiera considerando la posibilidad de pagar ese beneficio a jubilados ni pensionados ... y los jubilados saben eso , quien no se haya dado cuenta es muy inocente
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