lunes, 2 de mayo de 2016

COMPARTIENDO UN REENCUENTRO


                                     
                                                         Por Oscar Carrasquel

Un grupo numeroso de profesionales de la medicina, mujeres y hombres,  pertenecientes a la X promoción de médicos cirujanos egresados en el año 1990 de la ilustrísima Universidad de Carabobo, núcleo La Morita de Maracay,  se reunieron el sábado 23 de abril de 2016 para recordar  de la mano de Dios y la Santísima Virgen María, el duodécimo sexto aniversario de haber culminado su carrera. 

La reunión comenzó antes de mediodía y se prolongó hasta casi entrada la noche. La actividad comenzó en primer lugar  con el episodio de la caravana por la carretera. Después fue  la gran nave central de Paveca que se llenó  de colorido, de música especialmente seleccionada y por supuesto de muchas caras lo suficientemente conocidas.

Aquella tarde fue algo especial, allí hicieron acto de presencia solo un grupo de ellos, el encuentro fue afortunado a pesar de las distancias de donde tuvieron que venir los participantes. Hicieron lo que llamamos "una vaca" para sufragar el costo de la reunión. No hace falta decir que volvieron a acordarse de los años pasados, como amigos vitales, como compañeros de carrera, de su etapa de estudiantes,  caminando  juntos con optimismo y como profesionales que hoy se desempeñan en el área de la deontología médica. No fue nada difícil   abrazarse, juntar pecho con pecho y volver a chocarse  las manos. Con la misma alegría de aquel día que recibieron sus pergaminos y arrojaron  sus birretes al aire. Fue una tarde feliz, de gozo y fraternidad. Saben que se aman como hermanos. Que caminan juntos en la lucha cotidiana, debemos de reconocer que hoy  más que nunca no es  nada fácil desempeñar la especialidad médica, en unos tiempos donde sigue creciendo la carencia asombrosa de medicinas en centros de atención y hospitales. Pero siguen siendo salvadores de vida trabajando con fe y voluntad con el aprendizaje adquirido. De todas maneras estaba de por medio una cena, postres, entremeses, allí estaban  unos  pasteles sobre un mesón prepararas para cantar el "cumpleaños feliz".

Hubo que decir que la atención de estos esposos y sus hijos fue muy distinguida, nada más cabría en el alma de los celebrantes y de las personas que estuvieron presentes  en el salón. Se multiplicaban las emociones y  la tarde joven todavía  tardaba en transcurrir. Se sirvieron bebidas que nunca repugnan, paralelamente hubo música grabada, posaron para las cámaras de sus celulares, se volvían a fotografiar, iban y venían como el latir de las olas, jugaron a la partida de dominó, hubo baile, karaoke, mujeres y hombres querían cantar como gitanos.
 
Todos ya en la madurez pero con ánimo juvenil con el corazón henchido de alegría. Hubo un señor de pelo rubio que en su propia voz cantó de manera romántica hasta más allá de lo que le permitía su garganta y fue muy aplaudido. Y también llegó la inevitable hora loca, todos ellos girando como unos niños en el salón con las manos en la cintura y otras veces con las manos en alto. Todo observado y compartido también por esposas, esposos, hijos y familiares cercanos que forman parte de sus vidas. La brisa también aprovechaba cantaba afuera,  en las copas de los árboles de mangos,  en el ramaje más alto de los eucaliptos, y en las flores que caían como gotas de lluvia de los apamates. Los médicos y sus familiares se divirtieron un buen rato en aquel estupendo reencuentro.

De la manera más emocionante, recordaron que fueron 116 los integrantes de esta X promoción de médicos cirujanos egresados el 30 de marzo de 1990 de esta casa de estudios superiores; por supuesto no estuvieron todos presentes de manera física, pero si se llamaron para rememorar la ocasión,  se cruzaron mensajes de texto  y  se pasaron imágenes en whassap; algunos se encontraban de viaje, y la mayoría diseminados por el resto del país cumpliendo  con voluntad sus quehaceres profesionales de sus respectivas especialidades, en donde cada uno decide el camino a seguir, sin embargo no olvidaron la ocasión.

No dejaron escapar  el momento, y no faltó quien se acordara de cuatro de sus colegas ya fallecidos; los mencionaron con nombres y apellidos porque la vida tiene sus verdores pero  también sus eriales, las subidas pero también sus bajadas, tampoco pasaron desapercibidos el resto de sus compañeros ausentes que eternamente estarán presentes en sus mentes.

Hubo un instante, exactamente antes de marcharse, en que todos hicieron un alto para recordar  que al salir de allí saldrían a visitar a la doctora María del Carmen, otra de sus colegas que se encuentra convaleciendo en la cama de una clínica en Maracay, salió una representación  hacia esa dirección, para estar un rato junto a ella y al borde su cama dedicarle también un pedazo de la noche.

Instalado  en un mueble cómodamente,  manoseando las hojas de un libro, conseguí  observar cómo los niños hijos y nietos también bailaban y se divertían.  Trato de abordar  la reseña del acontecimiento, no tan bien  como lo hiciera un buen reportero profesional, pero sí, con  la frescura y la nitidez de un pintor que acaba de esbozar sobre un lienzo. 

                                                                              

  Valencia, 25 de abril de 2017 

COMENTARIOS:

De: Gilda Elena Carrasquel Cordova
2 de mayo de 2016, 21:50
Extraordinaria narración... un día histórico

1 comentario:

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