PEDOR EL POLLINO CONOCINEDO SUS MULTIPLES FACETAS
Pedro Mejías "pollino" en su carro de raspao. En fecha 29-09-2024 murió su esposa doña a la edad de 94 años. Nuestras condolencias a sus familiares y amigos.
Por Oscar Carrasquel
Hoy venimos a referirnos a Pedro Mejías " el pollino". A evocar momentos de su vida. Así le decían en una época pasada a este querido personaje popular en Villa de Cura, y él nunca se ofendía ni se disgustaba, y como muestra basta un botón, es decir la anécdota siguiente:
Un día ingresó con unos tragos a la casa de una señora a quien apodaban "La Burra", dueña de una pensión en la villa, entró de sopetón pidiéndole la bendición. La mujer sorprendida le preguntó porqué le pedía la bendición, Pedro le respondió con su risa jodedora: ¡Es que tú eres la burra y yo el pollino!. Así era el comportamiento de este personaje popular que adondequiera irradiaba alegría.
La verdad que el trajinar de Pedro Mejías no fue nada fácil, más bien fue largo el trayecto, incesante y de sacrificio. Yo que lo conocí en su juventud voy a hablar de algunas de sus peripecias.
Incansable trabajador que se destacó en varias facetas y oficios. Un hombre pequeño de estatura, de cabellera abundante que le caía de un lado de la frente , delgado, blanco, con dentadura curva sobresaliente.
Hombre de pueblo, recto, sin torcer el rumbo, se distinguió por realizar cualquier trabajo honesto que se le atravesara para sostener a su familia. De espíritu alegre , de buen carácter Fue vendedor de raspao, peón de almacén, alpargatero, botiquinero;. En los años 50 cargando víveres, empujando un carretón de madera, con el cual distribuía los pedidos de los almacenes.
Se desempeñó como barman, para lo cual debía de arreglarse y vestirse con ropa de sastrería y corbata de lazo, para servir las mesas en el Club Social en La Villa ubicado en la calle Miranda, mesonero de sitios noctámbulos como el bar Sabery, particularmente en celebraciones de boda y fiestas de 15 años, siempre bajo las ordenes de su cuñado, el siempre recordado barman don Samuel Flores.
Fue caletero a pulso en los almacenes mayoristas de don Manuel Melo, Enrique Piñero y don Francisco Matute. Igualmente fue dependiente del Bar Palumbo, un negocio que tenía adosado un salón de billar, ambos establecimientos ubicados por la calle Bolívar.
Don Samuel Flores, quien mucho lo apreció y fue su cuñando fue quien le enseñó el oficio de alpargatería que desempeñó a su lado.... .Muchas veces lo veíamos andar por las calles pedaleando una bicicleta marca ring 28.
Convirtió en costumbre participar en pruebas ciclísticas de bicicletas de paseo en días de fiestas patronales..En una competencia cayó al suelo con todo y bicicleta se negó que lo llevaran al hospital, solo pedía que le dieran de tomar una chicha de Gregorio. Esto lo contaba el poeta J M Morgado.
Formó un hogar de mucho respeto. Habitó siempre una casa con su esposa y todos sus hijos en la calle Doctor Rangel de Villa de Cura, haciendo frente con la casa de familia de don Pedro Ezequiel González, quien fue su gran amigo.
El oficio donde estuvo mayor tiempo fue como vendedor de raspados. En todas las calles , pero su parada habitual fue en la Plaza Miranda en la misma acera del "Cine Ayacucho", allí se estacionaba todas las tardes antes de la función de vespertina. Fue un vendedor ambulante muy pulcro, usaba siempre una bata limpia almidonada y una cristina militar color blanco.
Recuerdo que acondicionó una moto de tres ruedas con un cajón atrás bien equipado, donde llevaba las panelas de hielo y las botellas de sabor artificial En definitiva, Pedro El Pollino encontró en la rutina de este trabajo la mejor forma de ganarse la vida y mantenerse activo.
La última labor que le vimos realizar en los últimos años de su vida, ya bastante disminuido por los años, fue la de recolectar latas vacías de cerveza y refrescos en una mochila colgada sobre su hombro. Como bien pudimos apreciar, su vida fue siempre desarrollar un trabajo sin esperar dádivas.
Pedro Mejías murió hace unos cuantos años, pobre pero apreciado por todo el mundo,.. Nada más grato que traer el imborrable recuerdo a este amigo y darle las gracias por sus cuentos y brindarnos su amistad.
Oscar Carrasquel. Villa de San Liis, Tricentenaria
Fotos archivo cortesía de un familiar +
diagraman por Ramón Alfredo Corniel.
la historia viva de un pueblo donde sus grandes protagonistas nunca gozaron de alabanzas pero si del cariño y el reconocimiento moral y afectuoso de quienes han tenido el honor de compartir esos gratos recuerdos
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