Concertista Efraín Silva
Foto : Pedro Ruiz
Soy vida,
Soy un poema
Soy una canción de amor,
decía en su lamento una guitarra.
Soy un silencio largo de corazón que enamora,
Soy el rumor de una ola que juega con la arena.
Soy la princesa de un palacete
donde reinan la belleza y el encanto.
Nada es imposible
Nada es absurdo para mi guitarra.
Ella pidió a Dios
que a la mujer se pareciera
con sus caderas y contornos,
le diera a su piel el color de los crepúsculos
y embriagara de amor todo su cuerpo.
Es el primer amor de su músico,
aquel que teje con sus dedos las cuerdas
por donde desgajan las canciones.
La misma que enseña a amar a la risa
y también a las lágrimas sin dejar huellas.
Con ganas siempre de sonreír,
de soñar y de reinventar la vida
para descubrir su estela de laberintos.
Con solo verla seducida
es una muestra de heroicidad
y de victoria
Ella evoca los pasajes de la infancia,
añora la frescura de la juventud,
enseña a dialogar con un querer
Y descubre el amor en una noche
de estrellas y serenatas
.
Vaticina lo soñado y
tiene la misma sensibilidad
de un corazón humano.
Seis cuerdas paralelas,
Seis pistones de oro.
Seis sirenas blancas y doradas
que enamoran en la playa
Acompaña a los juglares,
amor eterno implora,
llora con lágrimas verdaderas.
Sabe trasmitir una declaración de amor
Se alegra por una llegada
Se aflige por una despedida.
Está al tanto del ímpetu
y de las confesiones del alma
de tanto andar y desandar caminos,
de abrigar amores y desamores…
Hablo de la guitarra mía.
Ahora,
en el remanso de una hamaca
puedo sentirla.
Cabizbaja,
recostada sobre mí pecho
convertida en una juglar
de soñadas melodías.
La Villa de San Luis, septiembre 2016
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