miércoles, 12 de octubre de 2016

ANHELO



 Por Oscar Carrasquel


             ANHELO

Si Dios me permitiera, 
llegada la hora postrera
de la fija mirada
al manto oscuro de la noche.

Para este árbol 
ya caído en el seco cauce,
yo  le pediría:

Que este madero
de rostro marchito,  
nunca vaya a reposar 
en una mansión de oscura tierra
de silencio y de olvido.

Que se convierta en humo
su encrespada hojarasca
y en polvo gris su dura raíz.

Que le brinde
a su  quebrantado corazón,
la  última súplica 
que perennice su alegría.

Que los polvillos 
de un solo soplo
sean esparcidos
por  la brisa vespertina
para que regresen 
en  agua de mar convertidos.

Y como una gran masa,
sean llevados por el torrente
de  arenas cristalinas
y se vayan esparcidos por la playa.



                          

   La Villa de San Luis, Verano, 2016



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