sábado, 27 de noviembre de 2021

DOÑA TERESA SOJO CONOCEDORA DEL MUNDO DE LA AREPA VENEZOLANA Y BAILADORA DE JOROPO ARAGÜEÑO

   DOÑA TERESA SOJO CONOCEDORA DEL MUNDO DE LA AREPA VENEZOLANA Y BAILADORA DE JOROPO ARAGÜEÑO. Por Oscar Carrasquel Esta crónica la dedicamos a la señora Teresa Sojo quien cultivó en tantos años de su vida el hábito de la buena cocina. Una de esas madres trabajadoras con grandes valores, muy conocida a mitad del siglo xx,  y que por su carisma llegaba a todos. Fueron tiempos que ya se marcharon pero la mente y el alma de quien la conoció queda pensativa.  Evocamos su nombre y un poco de su vida como parte de un pasatiempo muy hermoso. Ana Teresa Sojo Gómez es el nombre que aparece en su registro de nacimientos. Nació en el asentamiento campesino  “El Chorro” en el Valle de Tucutunemo, llegó al mundo y comenzó a ver aquel paisaje el 27 de noviembre de 1927, hija de los labriegos Juan Teodoro Sojo y de María Eugenia de Sojo  Después saboreó el hermoso mundo de la ciudad. Sus estudios alcanzaron hasta sexto grado en la escuela Teresa Carreño de Villa de Cura, lo demás fue trabajar sin pausa. La gente le resumió el nombre y la llamó simplemente TERESA SOJO. Tuvo varias direcciones en Villa de Cura. La familia vivió primero en la calle Sucre; después, se estableció en la calle principal de la Parroquia Las Mercedes, posteriormente en la calle El Ganado. Su casa propia de habitación fue en la calle Miranda hasta lo último de sus días..  Muy joven trabajó como obrera en una fábrica de pastas alimenticias que funcionó en La Villa en los años cincuenta. Trabajando en esta factoría sufrió un accidente en una mano y se retiró. Supo lo que es la faena de lavar y planchar ajeno. Pero en realidad lo fuerte de ella fue la cocina. Todo el día, No tenía hora de comenzar ni de terminar. La humildad fue una de sus principales virtudes. Con escasos recursos montó un kiosco que abría todos los días para la venta de arepas y empanadas en un cuartico de la casa ubicada en la calle Miranda, casi llegando al  Colegio de las Hermanas Catequistas de Lourdes. Era un sitio muy pequeño pero la gente se aglomeraba. Durante tantos años el negocio de la señora Teresa Sojo instalado en este estratégico lugar ofreció  empanadas, rosquitas y la popularísima “arepita frita”, así como también  se encontraba cualquier cosa de tomar,  leche en cartón, refrescos y jugos.  En diciembre disfrutaba haciendo sus hallacas para la temporada navideña. Se cansó de repartir el buen sabor de la gastronomía criolla que tenía muchos seguidores en el pueblo de Villa de Cura. También era experta en la elaboración de la dulcería criolla que ella servía en raciones individuales La neblina del mes de diciembre  le pintaba a este cielo villacurano un bello rostro como de mujer aragüeña recién bañada.  Era la época de  misas de aguinaldo el último mes del año. En los años cincuenta, el reloj de la catedral marcaba veinte y cinco para la seis, y la gente salía disparada de la Iglesia para.los acostumbrados paseos a pie a dar una vuelta por la calle El Ganado (avenida Lisandro Hernández) hasta que llegaba la luz del sol. La elaboración y venta de arepas fue lo que la catapultó a la fama. Sin duda alguna que, entre otras variantes, la humeante “arepita frita” criolla aliñada con semillitas de anís era la comida que más  se consumía en Villa de Cura como elemento principal en un desayuno, y muy particularmente buscada en la temporada decembrina. Doña Teresa sentía una gran pasión por su labor de tantos años, no existía nada que la detuviera. Desde la madrugada ya doña Teresa Sojo, la dueña absoluta del pequeño negocio, tenía lista  la primera camada de las crujientes “arepitas fritas”  que servía de antesala, así también tenía listo un rico cafecito negro colado en manga. No había nada más poderoso que estos dos elementos de la cocina criolla  para acompañar un delicioso desayuno. Cuando se agotaban las primeras “arepitas fritas”  la gente esperaba que estuviera el resto. La “arepita frita” de maíz pilado se convirtió como una expresión popular en el paladar de los villacuranos. La gente la solicitaba bien de mañana como buscar las noticias del día en la prensa. Los sábados y domingos la señora Teresa no se daba abasto. Entre algunas de sus facetas, laboró muchos años en el  Grupo Escolar Arístides Rojas de Villa de Cura donde realizaba trabajos de mensajería y de bedelía en dicha institución, hasta 1980 que el Ministerio de Educación Nacional acordó su jubilación por haber finalizado su actividad laborar su hoja de servicio. La actividad cultural en la comunidad también llenó una parte de su vida, figuró como bailadora dentro el ámbito de la familia joropera villacurana. En la décadas del 50 fue pareja en los grandes bailes de Joropo Aragüeño que se daban en el centro y en los campos aledaños a La Villa, esos de amanecer hasta el día siguiente, lo cual ilustraba su espíritu alegre y su buena salud. Dedo destacar que en el año 1988 le fue entregado la condecoración “Orden Samán de Aragua”, en su única clase, condecorada por el gobernador de aquel entonces profesor Didalco Bolívar.  Siempre llamó la atención como una persona que profesaba la religión católica devota del Nazareno, la imagen de Jesús cargando la cruz y del Santo Sepulcro, el mayor signo de  la multitudinaria procesión del Viernes Santo  en la que ella todos los años participaba con devoción. Doña Teresa tuvo una descendencia nutrida, fueron sus hijos: Rosa Teresa, la primogénita, le siguen Germán, José, Judith Josefina, Luís, Pedro, Ramón, Orlando, Freddy, Yanet, Roger y Mallerín, la bordona. La familia hasta ahora se ha visto multiplicada en 22 nietos y 26 bisnietos. Doña Ana Teresa Sojo Gómez falleció un Viernes Santo el 22 de abril de 2011 en Villa de Cura, municipio Zamora,  estado Aragua, sus restos reposan en el viejo cementerio municipal. Hay quienes creemos que la señora Teresa Sojo por su obra formó parte de la militancia cultural de un pueblo. Es encantador, por supuesto, rendirle este pequeño homenaje de recuerdo. En nuestra búsqueda de su vida contamos con el aporte informativo de mucha gente que la conoció, uno de ellos el cantautor de música criolla Moisés Rondón que la metió en una de sus creaciones, el video está rodando  por la plataforma de YoubTub; así como también los testimonios que nos dio por vía digital su hija de nombre Judith Josefina Sojo.  Que Dios la tenga en la Gloria. Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 22 de septiembre de 2021
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