Por Oscar Carrasquel
Sin un ¡adiós! decirnos siquiera,
hoy te marchaste cantor de mi tierra.¡Qué pronto te embarcaste poeta!
en el “jueradeborda” de la muerte
Una sola vez te vi navegando el Rio Guanare,
desembarcaste en “Puerto Las Animas”
-era una mañana de domingo clarita-
con una guitarra grande debajo del brazo
Ibas rumbo hacia “Paso Arauquita”
Recuerdo que compartiste un rato
entre amigos y cervezas,
y almorzaste, fresco picadillo de ternera.
Viajero empedernido
de fiestas sabaneras,
vestías liqui liqui azul sereno
con sombrero color de zorro corriendo.
Del mismo tamaño de la sabana
-como dice el proverbio-
Es el compromiso contraído por el llanero
Escribiste canciones a la población de Arismendi,
tu hogar nativo,
Y compusiste “Amores en Puerto Ayacucho”,
y cantaste “La Española”
entre tus incomparables composiciones.
Poeta trashumante de la sabana
Y de versos fluviales
mojados de café colado
Tu corazón a una linda damisela
llamada “Barinas” entregaste,
y le regalaste tus letras encendidas
de inspiración y de canto
Le escribiste con tinta del alma
a la ciudad Marquesa
un himno segundo a esa capital
Le ofrendaste a esta novia andina
tu inmortal canción “Linda Barinas”.
Al mundo llegaste un siete de junio,
Y un siete de junio te marchastes
por un camino de brumas
“Mañana cuando yo muera/
Que nadie clame un lamento”
Cabrían estos, tus versos,
como un epígrafe en tu tumba
sin latidos.
La Villa de San Luis, 07 de junio 2017
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