sábado, 17 de febrero de 2018

OTRA DEL CACHICAMO (CUENTO INFANTI)



Villa de Cura
Estado Aragua

Dedico a todos los niños, y a los que lo fueron.

                                                                                                                                                                                 Por Oscar Carrasquel


Aquel hombre no tenía compasión por la naturaleza ni se sentía representado por aquel animalito de la fauna silvestre con su cuerpo oculto en un caparazón, de larga cola y extremidades cortas, de andar lento, el cual se desplazaba  entre una hilera de arboles montaraces, empujando con su cuerpo el espeso rastrojal, huyendo de unas llamaradas altas favorecidas por  el viento de verano.

El hombre le había prendido fuego al monte, controlando malezas y con el fin de tumbar rosa para fundar conuco y sembrar la tierra, al mismo tiempo aprovechaba para salir a cazar animales silvestres, lo cuales huían despavoridos buscando amparo en la cima de la montaña. Todos los animales pequeños y grandes huían sin imaginarse las verdaderas razones de la especie humana. Ya se sabían de memoria los caminos para huir.

Estaba cansado el armadillo de caminar, se encontraba fatigado, pero ya había andado tres cuartos de legua. Por entre el ramaje de los árboles todo se veía negro por la humareda.

Al fin en la tarde-noche encontró un castillo abandonado; fue cuando  cachicamo reconoció que había cesado el peligro, vio una puerta sin cerrar, abandonada, cubierta  la entrada de plantas parásitas, asomó su cabecita, abrió bien los minúsculos ojos viendo a todas direcciones y buscó refugió debajo de una chimenea de umbrío techo; había sentido que ese día se le había detenido la vida, pero batallaba, jugándosela, y tal vez pensando que para el mundo animal, a pesar de todos las inconvenientes, también la vida es maravillosa.

Una cosa estaban pensando los dos; el cazador que había pasado el  todo el santo el día viendo para todos lados, procurando una presa para llevar a su estancia y comer su carne frita; y por otro lado el cachicamo huyendo del hombre que lo acechaba; los dos tenían estrategias diferentes, pero seguros que perseguían un solo fin, sobrevivir.


Oscar Carrasquel


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