sábado, 24 de febrero de 2018

EL POBRE BORRICO



No era tan ducha AGRIPINA en el arte pero si tenía necesidad. Recibió enseñanza de la madre para confeccionar a mano objetos en cerámica. Vive en un valle pequeño, por cuyo caserío discurre una corriente de agua fresca con matas de flores por la orilla, que corre tanto en invierno como verano, generoso su costado porque le provee de arcilla para el fogón del horno todo el año.

La madre se cambió de oficio porque según ella aquello "no le daba", entonces se dedicó a lo que mejor sabía, a vivir de un pequeño restaurant, a vender comida a las personas que ocasionalmente transitaban por allí y atender a los inquilinos de la posada.

AGRIPINA atiende ella sola los clientes de un reducido puesto de venta de cerámica los domingos, al lado izquierdo del altozano de la iglesia matriz. Al frente el bronce de la plaza, diagonal queda la comisaría.

Un día domingo de festejo patronal en su natal pueblo llevó el borrico cultural que había confeccionado por encargo. A su modo de ver y entender le parecía bien terminado… "-Demasiado precioso" - le sumó la vecina de al lado.

En efecto, finalizada la misa celebrada en honor a Nuestra Señora del Rosario encontró a su cliente: una señora llamada Luisa Elena, conocida maestra de la vieja escuela del pueblo, quien salía de la iglesia atada de la mano con su única hija, una niña que andaba más o menos por los 10 años, aficionada a la poesía y quien atiende por el nombre de LUISA DEL VALLE.

Hubo un día en que, no se recuerda por qué, no hubo clases en el colegio. LUISA DEL VALLE emocionada reunió a un grupo de sus amigas de la cuadra de su misma edad, algunas compañeras de curso de la escuela de la parroquia donde viven, pensó de inmediato de presentarles y explicarles al grupo lo novedoso de la pieza que le compró su mamá el domingo de fiesta patronal en la plaza.

"Tengo un borrico que carga flores. Aquel que llega se queda abismado. De todas maneras voy a describir su historial. ¡Pero véanlo!...Tiene cuerpo de rinoceronte, cara de vaca, ojos de cóndor, frente de cochino, cascos de danta y cuernos de cabra; de burro no tiene nada. Pobre mi borrico es quien siempre me acompaña."

Lo anterior fue todo lo explicado por LUISA DEL VALLE en la reunión. Al terminar la visita, el rumor se corrió por toda la comarca, que su desdichado borrico no es parecido en nada a lo que su madre tenía encargado para regalárselo el día de su cumpleaños.

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