martes, 5 de mayo de 2015

"LA PARADA" DE CASUNGA

Casunga frente a "La Parada". foto álbum Ramón A. Corniel

                                                 Por Oscar Carrasquel

                           Villa de Cura, 
                           Estado Aragua



Casunga/mi viejo y dulce amigo
como las uvas del tiempo.
Yo tengo la leve impresión  
que no del todo se ha marchado,
tu humilde ranchito
apostado frente al Paredón.

Algo queda de aquella casita,

de planchones en el techo/
de horconadura de chaparro
de tablones por los costados.

Allí estaba en este cruce

lo que desde lejos parecía,
los restos de una pulpería
de escaso inventario

"La Parada"/ así se llamaba/

situada en este fragante sendero
donde a diario 
los arreos de asnos sesteaban.

El lugar era refresquería
de renombre/
se podía chuchear sobre el mostrador
y tomar espumosas bien frías

Tenía en el  fondo
un espejo mayor, 
y otro de tamaño menor,
para que uno con otro
sirvieran de retrovisor,
y no perder de vista 
a cualquier que te llamara 
desde el mostrador.

A la vista del visitante
un tabique empapelado,
con recortes de periódicos/ 
de hechos simbólicos
que por la vida de La Villa 
han pasado.

Y una empalizada de alambre

con su acequia de agua tierna 
cubriendo todo el rededor 
donde llegaban las paraulatas
a picar semillas de cundeamor.

No faltaba como cosa vital
el clásico avisito/ 
con una mansa ovejita
"Así te pones para pedirme fiado"
y la figura de un fiero león
para complementar la expresión
"Y así cuando te cobro"

En sus dominios un perrito

con cara de gruñón/
durmiendo la siesta/
estirando su  cuerpecito
bajo un árbol de mamón.

Y la cancha de bolas criollas
bajo la fronda de un samán
cercada de troncos de palmas 
sobre llantas de camión

Desde la altivez de un techo 

abren las ondas sonoras
de un gran altoparlante
donde dejas salir tu voz 
como relincho de potrón.

Otra cosa de gran atracción/

es la vista fascinante
desde aquel corralón/ 
de los cerros El Vigía  y  Platillón.

No me causa sollozo 

la suerte de tu pobre casita/
pues te fue suplantada
por una moderna de arcilla

Una sola "agua" 
es lo que va quedando 
de este chozón de planchas y tablones/ 
atravesado en esta encrucijada

De lo que allí quedó 
se eternizan/ 
tres de tus más caros anhelos:
la hamaca, el catre
y el retrato de tu mamá.

Y sobre un armario 

los pergaminos ganados/
y venciendo tu soledad 
Dos retratos de santos en un altar

Y tu sonoro cuatrico,
y tus  instrumentos de parrandero
descansando en un rincón,
son  otros de los elementos 
que alegran tu corazón.


                                          Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 2020


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