sábado, 9 de mayo de 2015

LA TIA-ABUELA


Por: Oscar Carrasquel
Villa de Cura, estado Aragua





A Héctor Rivas Núñez, allá en Valle de la Pascua






Yo, cuando estaba chico, no tuve la dicha de conocer abuela.
Pero tuve una tía-vieja, con palabra suave y dulcita - tal como si lo fuera-.

Recuerdo que de mañana mientras me vestía para mandarme a la escuela
suero de una tapara y un tarro de espumosa nata en mis manos entregaba.
de un tobo de leche fresca que antes que despuntara el alba una generosa vaca le regalaba.

La vaca de vinoso pelaje mucho se alegraba cuando ella con espíritu musical la llamaba:
"Nubedeagua"..."Nubedeagua".

La tenía rumiando su nostalgia, comiendo hierba, sal y melaza, metida todo el día dentro de un corral de guafas.

Poco a poco la vaca se le acercaba y la tía la ordeñaba sentada a la orilla de un banco de palma.

Entonaba coplas aprendidas de memoria y le ataba de su pescuezo a un becerrito que 
quebraba el alma.

La vaca en la corraleja mansamente se acomodaba
para que los picos de sus tetas la abuela los estrujara.

La ubre se le esponjaba del tamaño de una palmera.
Gruesotas como las mamas que tenía la tía-abuela.


Calabozo, mayo 2015

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