No pertenece al personaje del relato.
Villa de Cura
Estado Aragua
Por Oscar Carrasquel
En el pasado reciente nuestro pueblo era más pequeño, existían pocos automóviles, entonces era frecuente observar vendedores en bicicleta, a pie, y encaramado sobre carretas; las faenas laborales eran diversas en la época, pero era necesario proveerse de una actividad lícita que le permitiera a la gente generar ingresos para el sostén de la familia
Por allá alcanzando la década de los años 50, cuando el pueblo comenzaba a desarrollarse, los habitantes del barrio Las Tablitas en Villa de Cura y franjas aledañas, en cada mañana, antes de la salida del sol, se acostumbraron a sentir el deambular de don Rosendo Martìnez por la calle.. Vendía a domicilio el popular pan de piquito. Arreaba, y otras veces andaba sobre un manso burrito, haciendo de su trabajo la cosa más sencilla. Los días domingos y en fiestas patronales y religiosas se anclaba en el sector de La Alameda de Crespo.
Cargaba sobre el costado izquierdo y derecho del jumento, sendos canastos llenos de algunos tipos de pan: Pan sobado, butaques, bizcocho redondo, piñitas; pero más numeroso era el inventario de pan de piquito, mejor conocido como “pan de a locha".. Vendía generalmente de contado y por encargo, no le faltaba una libreta de rayas y un lápiz en el bolsillo de la camisa donde anotaba los fiados.Se recuerda que cerca de la fecha 24 de diciembre no se daba abasto por los encargos de pan de jamón a 3 bolívares la unidad, las amas de casa de la barriada Las Tablitas le encargaban hasta tres panes de jamón para la Nochebuena de Pascua..
Don Rosendo fue fundador de una familia muy apreciada en Las Tablitas, Habitó una casita solariega , una de las pocas que aún conserva su fachada, ubicada en la callejuela “Mateo Vargas”, subiendo hacia “La Caja de Agua”.. Fue don Rosendo Martínez un hombre de trabajo y padre de familia responsable. Era casado con doña Adela Rodriguez de Martínez. Sabemos que la señora Adela se distinguió por ser hacedora de las célebres arepitas dulces con anís, y bollitos dulzones que degustábamos con guarapo los patinadores, y feligreses que salían en cambote para paseos después de las misas de aguinaldo.
Tal vez por ser un hombre de contextura delgada y bajo de estatura, lo empezaron a llamar por el diminutivo de su nombre. En el pueblo se le conoció a don“Rosendito” con un lenguaje muy popular. .Lo cierto es que tuvo mucho auge su trabajo, por ser el pan un alimento con el sabor de las panaderías de antaño; pero con el surgimiento de las panaderías de portugueses se fue imponiendo lo moderno.
Lamentablemente no vivió lo suficiente don Rosendo Martínez, para ver lo que hoy en día son las Panaderías, y por donde nos conduce esta inflación indetenible . . Recuerdo que en aquellos tiempos el viejo panadero llevaba a la puerta de cada casa, ocho panes de piquito envueltos dentro de una bolsa de papel, por solo un bolívar, es decir una locha/ (doce céntimos y medio) cada unidad.
Comprado al mayor en la "Panadería El Comercio" donde don Juan Pancho Rodríguez o en la "Gran Panadería La Modelista" de don Francisco Pancho Parra, costaba 4 bolívares "la cuenta" (40 unidades)....El pan de a locha quedó para la historia, ahora es llamado "Pan Francés", su precio en los días que corren es calculado en moneda estadounidense. Todo eso que muchos llaman atraso se veía en aquella Venezuela bella.
Tuvo fama de buen caminador. el "burro de Rosendito”. El burrito siempre conservó la soltura y rapidez de cuando era pollino, verdaderamente se hizo muy popular, casi una leyenda en la barriada Las Tablitas. Un excelente burro. Me cuentan que Rosenditto le tenía fijo su ración de gamelote en un espacio de la sabana por donde cayó el avión.
Poseyó una simpática peculiaridad, era un animal con un pasito nervioso, caminaba muy de prisa. El redoblar de la pisada de sus cascos sobre el terrenal, era como un redoblante que alertaba a las amas de casa, la indicación que por la esquina de Régulo, por donde se cruza para la barriada, andaba Rosendito cargado de panes todavía calentitos, que todo el mundo esperaba en las puertas de las casas, todas las mañanas.
Aplicando un tradicional refrán criollo podemos decir que en el país "Se acabó el pan de piquito". Mucha gente de nuestra generación que habita el sector Las Tablitas, no titubean al recordar que el pollino del panadero caminaba apuradito, por eso es que emergió de la sabiduría popular un refrán que recorrió todos los rincones de La Villa, sentenciando a todo aquel que realizaba algo con presteza, es decir caminaba con mucha prisa: “¡Andas más apurado que el burro de Rosendito!”. No se oyó mas ese proverbio, poco lo conocen las nuevas generaciones.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, tricentenaria
Fotógrafo del blog Ramón Alfredo Corniel
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