miércoles, 15 de julio de 2015

DOÑA MANUELITA



Por Oscar Carrasquel




Doña Manuelita, 
inolvidable viejecita

Tú que fuiste una mujer buena
y de paz inaudita.
Hoy que Dios
decidió mandarte a buscar
mi alma de trovador te viene a recordar

Chiquitica, arrugadita 
y mirada de niña feliz,
con tus pasos  breves
Y un camisón 
que casi  rozaba tus pies

Yo desde mi vejez 
te vuelvo a mirar:
Serena, 
sentada sobre una  piedra azul
en  medio de la corriente
a la hora que se ocultaba el sol

Soltando a las aguas  
anzuelo y cordel 
para después 
pasar la cosecha por un sartén

Sonreías con espíritu ingenuo 
y con gala, cada vez, 
que un pez de renombre enganchabas 
y con  elegancia triunfal,
desde lejos me  gritabas:
“Es para ti, catire viejo”.

Una vez te perdiste
por varias aquellas sabanas
Y yo profeticé que 
por los campos andabas
Cazando pescaditos de colores
dentro de los aguazales
Para utilizarlos como carnada.

Tiempo después 
te volviste a regresar
por el camino real

Ahora sí partiste 
por un sendero obscuro 
por donde no es posible 
devolverse jamás

Dejastes quebrantados
muchos  corazones
y  desolado aquel riachuelo
al cual  le silenciaste  su rumor

Hoy los niños del camino
te fueron a despedir:
¡Adiós Doña Manuelita!
En las tardes ya no te veremos pasar
hacia un recodo del río a pescar

En tu alforja te llevaste
El arpón,  el anzuelo y el guaral.




Acarigua, invierno de 2015







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