jueves, 28 de enero de 2016

DON TOMÀS GARCÍA, EL “CHICHERO” DE LA CALLE REAL

    

Don Tomás García el chichero de la calle Real. Foto tomada del álbum de Ana Lucy Hernández

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 A la amiga Yessica Herrera

                                                                                 Por Oscar Carrasquel                                                                                    


En la historia  de  chicheros que fueron símbolos  de la Villa de Cura de hace una suma de años atrás, imposible de  olvidar el nombre de don Tomás García; un personaje de extracción popular de mediados del pasado siglo XX. Se dice que poseyó un don especial  para preparar la base y la fórmula propia, y luego vender de forma ambulante la popular chicha criolla en este pueblo. Son incontables las raciones  de chicha servidas, como también de sus andanzas por las calles y su relación de amistad con adultos, jóvenes y niños de distintos sectores sociales que moraron y transitaron por los espacios de la Villa de Cura antigua.

Don Tomás, fue un personaje que se sembró en el sentimiento de todos los villacuranos de una época, dejando el calor de su huella en el transitar por este pueblo. Se dice, y es cierto, que fue uno de los expendedores ambulantes del producto que vendió chicha a medio (o.25) la pequeña, y a real (o.50) el vaso tamaño grande.

Los villacuranos de la época a quienes atendió con diligencia le tomaron mucho cariño y las viejas generaciones le recuerdan todavía en la paz y silencio de la calle Real  o Bolívar, apostado todos los días en una de las esquinas de la plaza Miranda,frente a la placita El Águila, fueron largos años de trabajo despachando su chicha  en el mismo lugar.


Quien  mejor  puede atestiguarlo son las ramas de un viejo  samán ubicado al lado izquierdo de la Iglesia Matriz. Allí  bajo su sombra verde, entre silbos de pericos instalaba don Tomàs  su carro chichero... En ese andar  cotidiano conoció muy bien a un pueblo que entonces era bonito. Para él nada quedaba lejos, ya que hacìa el recorrido hasta el centro con su carrito desde su casa  ubicada por la calle Jaime Bosch, cruce con calle Padre Jimènez. En definitiva don Tomàs García fue un hombre  enamorado de su trabajo y de su Villa, el pueblo que tanto quiso.

Había nacido Josè Tomàs García Mejías (como fue bautizado) entre rìscos altos y pequeños, cerca de un rumoroso caño que corrìa todo el año, en un asentamiento llamado Santa Rosa del Sur, el 19 de julio de 1910. Saldría muy joven en pos de superación, por supuesto, deteniendo su periplo en su próximo destino  la ciudad Villa de Cura.

Fue llamado por sus amigos y devotos clientes simplemente como Tomàs Garcìa. De allà de la sierra del sur también era nativa  su esposa Àngela Pèrez de García, fallecida a los 98 años en La Villa el año 2018. A este matrimonio le nacieron dos hembras: Sonia Margarita Garcìa Pèrez y Flor Marìa García Pèrez. También es su hija natural reconocida Carmen Beatrìz García, su tercera hija la crió desde cuando ella comenzó a traspirar la fragancia del mundo. 


Don Tomás trajeado de impecable liliquiliqui bailando con una de sus hijas

Del mismo modo es placentero reseñar que su vecina por la otra calle, la educadora Milagro Almenar le fue muy grata su amistad, siempre lo nombra en sus conversaciones, porque además de ser amiga de la familia, tuvo la dicha de estar al tanto  de su trabajo,  siempre nos recuerda que, ella y sus hermanas cuando pequeñas, y uno varón, cuando alcanzaban a sentir al chichero pasar por el frente, enseguida lo paraban. Don Tomàs se inclinaba  para  serviles sus porciones de chicha. Reiteradamente. Después seguía su rumbo hacia la plaza Miranda...La brisa le abría la bata cuando comenzaba a pedalear su triciclo por la calle Blanca..


En lo particular,  nos  quedó sembrado  en la memoria  sus rasgos físicos, sus vivencias y su perfil humano... . Don Tomás fue un hombre que no creció mucho, sosegado, hermético, sereno, no  se le observó enfadado nunca, así lo llamaran en la calle "chichero”;  por el contrario, lo celebraba con una sostenida  sonrisa. 

Todas las mañanas se presentaba en la plaza de  pantalones de dril o bluyin azul y una pulcra bata blanca de grandes bolsillos que parecían unas alcancías; usaba cachucha blanca deportiva y otras veces sombrero. De modo pues que toda su vida fue trabajar y es de comprender que con el  esfuerzo y fruto de su trabajo levantó a su gran familia y cosechó muchas amistades. En especiales circunstancias metía su talla en un blanquísimo liquiliqui de sastrerìa y zapatos mocasines.


A todo el mundo en la Villa de Cura de aquella época  le consta que fue un hombre serio, prudente, sereno, por eso cuando promocionaba y vociferaba  su refrescante bebida lo hacía con seriedad y respeto. No se puede soslayar que en algunas ocasiones tenía tropiezos con otro vendedor conocido como Gregorio El chichero,  de su mismo rol pero de carácter murmurador, el cual siempre estaba pendiente de jugarle una broma;  los precios eran iguales,  pero  cada uno  resguardaba su fuero y defendía en paz,  pero con ahínco, su espacio laboral frente a la plaza. Se dice que la confrontación era solo a través gruñidas, y  haciendo refranes.


Durante todo el  tiempo de relación con el público  en Villa de Cura y  con personas de otros lugares, don Tomás García  supo ganarse un puesto en el corazón y el buen gusto de toda una generación; propios y extraños. Cualquier día y hora era bueno para que se apiñara un grupo de gente de diferentes edades al lado  de su carrito y alargaban las manos para solicitar su rica chicha de larga tradición. En Semana Santa y Peregrinación, tanto don Tomás como don Gregorio no se daban abasto.

Se recuerda que este hijo  de Santa Rosa del Sur fue homenajeado por el ejecutivo del estado Aragua,  fue condecorado con la "Orden Samàn de Aragua", premio creado durante la gestión del gobernador Carlos Tablante. La banda en su pecho le  fue colocada por el mandatario en el auditorio del Teatro de la Opera de Maracay el 5 de mayo de 1991.

Pasaron los años y don Tomàs Garcìa comienza a apocarse, ya se había retirado del oficio y estaba bajo la tutela y el cuidado de sus tres hijas. .A la edad de 87 años cumplidos fallece en Villa de Cura el 18 de mayo de 1998 donde descansan sus restos en el viejo cementerio municipal. Tuvimos así la suerte de conocer a este gran caballero cuando la Villa era un pueblo seguro y tranquilo. Se poda caminar sus aceras  sin tropezarse con tarantines de buhoneros.


Diversos vendedores de chicha han aparecido en estos nuevos tiempos por la calle con numerosas etiquetas y fórmulas distintas. Los villacuranos de aquella generación tenemos que preguntarnos : ¿Serà que alguna estas chichas tendrá el mismo sabor de aquellas que  vendían  por las calles en los años 50 don Tomàs García y  don Gregorio García?


Es nuestro deseo rendir por medio de esta reseña un pequeño pero merecido homenaje de recordación a don Tomàs García.  Ojalà  logremos el propósito, para alegría de aquellos que saborearon la especialidad de su chicha,  y mejor para los que poseyeron la dicha de conocer y tratar a este gran caballero. Exactamente ubicamos a este personaje en el marco de aquella Villa de Cura antañona, gentil y apacible que ya se nos escapó de las manos. 

                                                                                                            


Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, febrero 2019





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