jueves, 2 de febrero de 2017

DOÑA GENOVEVA ORTEGA DE YBARRA LIBRADORA DE MÚLTIPLES BATALLAS



DOÑA GENOVEVA ORTEGA DE YBARRA LIBRADORA DE MÚLTIPLES BATALLAS

Por  Oscar Carrasquel
                                                                                                                                
Hace  tiempo atrás, en la llamada  cuadra más alegre de la calle Páez  de Villa de Cura, por aquello de que en este sitio se celebraban las famosas fiestas carnavalescas de febrero, costumbre ya extinguida. Al sur de la ciudad habitó una casa de ventanales de balaustre, paredes de bahareque y  techos rojos la matrona:  Genoveva Ortega de Ybarra (1911-1977) quien llegó a la Villa siendo muy joven desde su tierra nativa La Victoria, capital del municipio José Félix Rivas, estado Aragua. 

Su vida fue como un río  que en su carrera se bifurca en tres vertientes: humilde, valiente y  trabajadora. Una de esas mujeres que se hicieron villacuranas por adopción. No estudió mucho pero aprendió a defenderse en la vida por instintos naturales. Su destino no le facilitó tiempo para conocer la historia de  Villa de Cura, ni la fecha de su fundación, ni mucho menos podía saber el nombre de su fundador. Una auténtica guerrera que hizo de madre y también de padre a la vez, quien nunca se dejo abatir por las situaciones que le toco enfrentar,  prototipo  de la mujer  luchadora que se entregó en cuerpo y alma  a la crianza y formación de Gladys y Belén, sus  dos únicas hijas, dos damas que con el correr del tiempo se convirtieron en maestras de escuela.

El grupo familiar fue creciendo con la llegada de nietos. La madre  enseñó a sus hijas a soñar y aprender que la patria de cada uno  es una sola y les inculcó el amar a Dios sobre todas las cosas. Formó ella sola un hogar equiparado con la virtud,  la ética, la amistad y el amor por la familia.


TÍPICA DULCERA

Primero, pues, aprendió el arte de la  repostería con su hermana Amanda Ortega que fue  maestra de esa especialidad en la ciudad de La Victoria.. Amanda su amada hermana se traslada a la Villa de San Luìs contratada por misia Marìa Palumbo para que trabajara en la cocina, en cuyos humeantes hornos entregó a los los villacuranos toda su pasión creadora. Según se  pudo conocer las manos de su hermana eran mágicas para inventar recetas de tortas y  todo tipo de dulce casero. De allí le nació a Genoveva la iniciativa.

En una chimenea de ladrillos construida en el fondo de la cocina de su casa, porque el pueblo carecía de luz eléctrica, Genoveva se dedicó al  igual que su hermana Amanda   a la hechura de dulces criollos para la venta, cuya labor con el paso de las décadas se convirtió en parte esencial de sus costumbres cotidianas para ayudar al  sustento de la familia. Utilizaba como materia prima la  harina de maíz, azúcar, papelón y la delicia de las frutas tropicales que se daban en nuestros campos aledaños y  en el litoral aragüeño.

Todos los días  colocaba aquella variedad de golosinas criollas  en azafates de madera y una tropa de mujeres y hombres del pueblo se encargaban de venderlos al menudeo, y ocasionalmente en la plaza Miranda en tiempo de Peregrinación y en Fiestas Patronales. Asimismo    los mandaba a poner  para  exibiciòn y venta en las bodegas de Nerio Hernàndez y José Antonio Hernández, en la calle Comercio cercanas a su residencia y en otro negocio situado a dos cuadras de su casa.

Entre los postres señalados destacan en primer lugar la famosa catalina, seguida de cortados, conservas de coco, bizcochuelos, suspiros, tortas y una larga lista de dulces cuyos nombres cabían completos en la memoria  de cualquier niño. Allí en el cuadro que mostramos está la señora Genoveva con su mirada viva en plena laboriosidad acompañada de “El Negro” Julio Criollo, tal como los retrató el pincel y la agudeza del famoso pintor villacurano Carlos José Martínez, que firmaba sus obras al pie con el seudónimo de “Cejota”. El cuadro que engalana la crónica, entre otros más,  adorna la pared derecha del corredor   de la  casa grande, la casa de doña Genoveva de la calle Páez.


ARTESANA DE LA CRIOLLA ALPARGATA 

Doña Genoveva se hizo una de las pocas mujeres que en Villa de Cura ejerció el arte de  la alpargatería, llegando a alcanzar la categoría de "Oficial".  Categoría que solo llegaban los hombres.  Se le veía  todo el santo día  al frente en una banca de madera como cualquier hombre,  entre puntada y puntada, pegando capelladas, taloneras y trenzas laterales  y  rematando docenas y más docenas de pares de este popular calzado listas para su distribución y venta. 

Genoveva  sabía de mando ¿Cómo no iba a saberlo?, si  el traspatio de su casa era como una pequeña fabrica de alpargatas ? Allí trabajaron aprendices y salieron graduados  “oficiales” como  Mateo Vargas, Eduardo Rodríguez “Conejo” y Antonio Martínez “El Catire”, entre otros que arribaron del estado Lara. A muchos forasteros Genoveva les ofreció cordial y respetuosa hospitalidad en su casa. 

Una vez tocaron la puerta de su vivienda  “El Mono” Marcelino Blanco, al cual se juntó también “El Negro” Julio Criollo, dos  artesano con reciedumbre  para el trabajo de alpargatería.  Un día llegaron a la Villa, uno primero y otro después, acá se quedaron y se integraron a esta familia y  recibieron atención en esta casa hasta que les llegó la muerte. Aquí en este pueblo descansa la huesera de estos hombres trabajadores.

Fue también la señora  Genoveva de Ybarra  desde su humilde posición conocedora de  la constitución del primer y único "Sindicato de Trabajadores de la Suela" que agrupaba a todos los artesanos de alpargatería en la Villa; y asimismo fue  testigo  presente de la creación por allá por los años 50 de mitad del siglo XX, de un equipo beisbolero, categoría amateur doble A,  que llevaba estampada en la camisa de un uniforme de kaki  la insignia SS, que significaba "Sindicato de la Suela".



CRISTIANOS CATÓLICOS

Sus hijas,   Belén y Gladys Ybarra Ortega, conservan en la casa materna un altar mayor  donde asumen en custodia  una representación del Niño Jesús, cuyo símbolo del Espíritu de la Navidad todos conocemos. Todos los meses de enero en esta vivienda se le rinde homenaje  al Niño Dios con murmullo de rezos, coplas, alabanzas y encendido de cirios. Los cánticos son entonados por un grupo de parrada llamado “Las Voces Alegres de Villa de Cura” con un cuatro, charrasca, tambores y mucho sentimiento. Una celebración católica popular muy antigua que quizás comienza a celebrarse en Venezuela desde tiempos coloniales,  denominada “Paradura del Niño”. Ahora en tiempos modernos se unen a esta tradición  sus nietas la doctora Liseth  Varganciano y la educadora Yezenia  Varganciano, integrantes éstas damas del famoso grupo gaitero Las Carruzas de la Gaita. 

  
Desde hace exactamente 17 años las hermanas Gladys y Belèn Ybarra Ortega pusieron en marcha la iniciativa de incorporar a la comunidad religiosa a esta actividad bucólica de genuina expresión cultural. La inspiración tuvo su génesis por el conocimiento y estrecha relación de amistad que mantuvo doña Genoveva con una tachirense llegada a la Villa de nombre Rosalba García, quien arraigó la costumbre en la familia.

Este año la ceremonia cayó día domingo y nos enorgullece haber podido unirnos con  ellos y numerosos vecinos a esta celebración y disfrutar de la grata sombra de este alero familiar. El evento religioso fue muy exitoso, concurrido y hermosamente atendido por los anfitriones.

La fiesta correspondiente a este año arrancó el  domingo 22 de enero y mientras transcurría la tarde los miembros de la familia se encargaron de repartir entre los asistentes unas raciones de sangría para los adultos y brindar por la salud de los niños y de todas las personas presentes, guarapo de papelón,  tortas, tequeños y golosinas para los más pequeños. El padrino del infante mostraba su euforia y obsequió velas a la concurrencia. Fue un evento totalmente hogareño realizado por la familia, apoyados en la valiosa colaboración de la mayoría de  vecinos y personas amigas. El programa muy variado contó con el reconocimiento y una confesión  de un milagro por parte de una dama que llegó a celebración..

Culminó como todos los años con  una procesión a la redonda de una manzana y la integración de un conjunto de niños y niñas cubiertos sus cuerpecitos por ruanas a la usanza de los pueblos andinos. Hay que reconocer el trabajo que realizan  Gladys y Belén junto a sus hijas.

De hace tiempo para acá se integra a la familia el afable  Ramón Alfredo Corniel junto a sus dos hijas. Con tan solo  mencionar el nombre de este personaje, trasciende  en el calor de esta casa la  alegría y la buena atención. Ya se ha convertido  toda la familia con abnegación como propiciadores de esta antigua tradición en Villa de Cura.

EL ADIÓS A DOÑA GENOVEVA

Habitante de aquel pequeño mundo de alegría de la calle Páez donde parece que la brisa del atardecer aleja las soledades, se formó para la vida  la señora Genoveva Ortega de Ybarra. Se marchó de este mundo el día 03 de enero de 1977.  Dejó a su paso por la vida un hermoso legado y la huella de su sonrisa de  amorosa madre y amiga, asimismo su bonhomía y su ejemplo de trabajo para también deleitarnos hoy con su recuerdo.




La Villa de San Luis, enero de 2017

                                                
Cuadro del pintor Cejota donde aparecen Julio Criollo  alpargatero y 
Genoveva Ortega de Ybarra alpargatera y fabricante   de dulcería criolla.


Fotos tomadas por Yezenia Iveth Varganciano Ybarra

2 comentarios:

  1. Muy agradecidos@ con usted señor Oscar por tan hermosas líneas muy asertivas y llenas de sentimiento. Mamà Genoveva como soliamos llamar sigue siendo motivo de admiracion, ejemplo a seguir entre todos sus nietos, sobrinos, vecinos y amigos. Una mujer de temple pero la abuela mas consentidora. la amaremos hasta el infinito. Dios le Bendiga señor Oscar y a usted señora Maria Teresa Fuenmayor. Que sigan en tan loable labor de investigar y difundir a esos Personajes de nuestro Pueblo. Yezenia.

    ResponderBorrar

Deja tu huella en este blog con tu comentario.