miércoles, 4 de abril de 2018

ALES ANDRA Y SU HERMANITA GEMELA



Texto:Oscar Carrasquel

La mayor confidente mas allá de sus sueños. Las dos viven en un cuarto de corta dimensión.  Es una de las  hermanas que más ha amado en la vida. La que siempre está bajo su abrigo y amparo. La ALMOHADA atestigua lo vivido, lo plácido, lo triste y todo lo que las dos han sentido en su propia piel. Su hermanita preferida se la pasa inmóvil recostada sobre la parte superior de la cama que ALES usa desde su pequeña. Sobre el colchón  desplegada como un mapa una  colcha gruesa  de pelusa color azul.

Por fin llegó el instante más angustioso, el momento cuando ALES ANDRA debe preparar su maleta nueva de rueditas toda llena con rótulos por todos lados porque le espera un largo viaje. Jamás  pensó que seria una migrante del día, el ocaso y la noche. Estruja en sus manos una y otra vez su boleto de viaje. Ya ella es mayor de edad. Su padre y su madre sienten miedo, es natural su preocupación pero no se lo hacen saber. Al final queda como ritual: un interminable abrazo, un beso en ambas mejillas, una sonrisa forzada, la bendición de Dios y unas cuantas lágrimas derramadas de aquellos ojos conque siempre se miraron.

ALES ANDRA está muy bien arregladita, ella es una chica de sonrisa dulce. Ya tiene colocado el estrecho bluyín, la cabellera negra y como un helecho  le llega hasta la mitad del cuello y un mechón de su cabello le cae sobre la frente. En realidad, lo que ha decidido es abrir nuevos caminos. Y no es porque se sienta una niña especial,  pero sí una mujer superada que soñaba y reía, aprendió desde pequeña a querer a su país.
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Muchas son las veces que le han preguntado y la reacción es que desde hace tiempo se está sintiendo una chica inútil, sin porvenir y con arrechera por no poner en practica su capacidad y sus conocimientos en tantos años de estudio, piensa que su futuro no está aquí, acá, tantos los días como las noches ya le resultan aburridos. No tiene otra salida.

ALES ANDRA ya es una viajante. Debe dejar a su almohada íngrima y sola como una niña huérfana,  la que siempre fue su acompañante,.tanto en las penas como en las alegrías. La ALMOHADA calla, no quiere aceptar la realidad, se queda inmóvil, sabe que su hermana no la va a escuchar. Ese sentirse sin nadie la ha puesto desconsolada, aunque a veces oye la voz de su hermana  que deambula por el jardín, y son la ramas de un árbol de acacia que con la brisa golpea los cristales de su ventana.

Optó por vender todo. La ALMOHADA observa al frente lo que queda, lo que deja ella, el televisor, la calculadora científica y una mini computadora encima de una mesita de metal. En un rincón recostada a la pared su guitarra española de cuerdas destempladas. Y unas cuantos retratos de su infancia y recortes de revistas fijados a la puerta del closet.  Sus ropas y calzados en el almario. Bastante pena le da porque  fueron su fieles  acompañantes.

Hay días en que la ALMOHADA ve llegar a su abuelo con los ojos en alto como si  quisieran saltarle de sus órbitas y le pregunta  por la niña de ojos de caracol dormido, ella le responde que indague con las estrellas que andan escoltando  los densos nubarrones  que se desplazan hacia el sur de nuestra América.
Hay otra amiga que fue  inseparable que no deja de venir,  entra sin tocar,  corre a revisar el bolso de espaldar de la chica, busca consultar la agenda de su teléfono para llamarla y aprovecha para acariciar en la pared lateral el desaprovechado titulo de la  reconocida Universidad venezolana  que tan bien la preparó.

Cuando llegue cada sombra de la noche la hermana tomará impulso para alcanzar un libro de literatura de su mesita de noche para pasárselos al abuelo. Cuando llegue la noche el viejo también hurgará en los peldaños de su biblioteca para reencontrase con García Lorca y con otras prominentes poetisas venezolanas que admira ella: Hanni Ossott, Patricia Guzmán, Ida Gramcko,. En un estante reposan dos poemarios que su abuelito le dejo de regalo en Navidad  de la escritora villacurana Rosana Hernàndez Pasquier y otro de la poeta Ingrid Chicote,  uno seguido del otro, ella que conoce el arte de almacenar textos.

Los padres saben que su ausencia tiene limite, que  cualquier día la chica pueda sentir ganas de regresar según lo que reza el horóscopo, o a la inversa, decida quedarse en esa nación suramericana… ¡UHH… Qué terrible  sorpresas da la vida!

En Valencia, navidad de 2018


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