martes, 27 de marzo de 2018

JUDAS EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Judas de la bodega La Mora. Fotos cortesía de don Miguel Hinojosa
      
 
Por Oscar Carrasquel


Jesús de Nazaret según rezan las escrituras ciertamente  fue crucificado y resucitó entre los muertos. Ahora está vivo lo que  significa el triunfo de la vida ante la muerte, de la luz sobre las tinieblas. Ésta es la única y verdadera razón por la que podemos afirmar los cristianos del mundo que  Cristo es el único que siempre vive. Por eso hay alegría en nuestros corazones.

Una de las celebraciones simbólicas  y populares más arraigadas en casi todas los pueblos y comunidades apartadas de toda Venezuela es la quema de Judas Iscariote, una ceremonia realizada para marcar el final de la Semana Santa, específicamente llevado a cabo el Domingo de Resurrección, que es el día  que  Nuestro Señor Jesucristo resucita,  pero la fiesta se hace para aclamar la muerte de Judas el traidor... Existen fuentes indicadoras que el primer Judas que se quemó en Venezuela fue en Caracas en los albores del siglo XIX.

Se celebra de diferentes maneras de acuerdo con el sentimiento y la costumbre de cada pueblo esta práctica simbólica de justicia popular, aunque hay que decirlo con franqueza, ésta es otra de nuestras viejas tradiciones  que van desapareciendo paulatinamente. 

En horas de tarde del  Domingo de Resurrección la población católica villacurana procede a la horca y luego se quema a Judas Iscariote, quien a pesar de ser uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret, entregó  a su Maestro a los miembros del Sanedrín y al prefecto Poncio Pilato por unas 30 monedas.

En tiempos no muy lejanos acostumbraban algunos sectores o barriadas de nuestra Villa de Cura a elaborar su propio Judas. Famoso fue el que quemaban en la célebre  esquina “El Taparito”, sector El Zamuro, antigua calle Guàrico; el entusiasta seguidor de la fiesta fue don Teodoro Rodriguez, un barman que apodaban “Bigote”, el cual  regentaba el "bar  Molfeta" ubicado en la referida esquina "El Taparito".

Muy nombrado fue el Judas de la redoma de Los Colorados, vía Carrizalito, el cual era  patrocinado por la Talabartería Venezuela de don Reinaldo Silvera. Quien preparaba y leía el testamento era  nuestro afable ex cronista de Villa de Cura y actual Cronista de Maracay profesor Oldman Botello.

Hubo el de la esquina de La Sapera, calle Sucre con doctor Urdaneta, con palo ensebado y competencia de pelota de goma, organizado con el aporte  de los vecinos de dos cuadras en el norte de la ciudad.

Uno muy reconocido comúnmente fue el  Judas de la Hacienda El Ancón, conurbano con la parroquia Nuestra Señora Las Mercedes, ofrecido por los encargados de la citada posesión a los vecinos, incluía cochino ensebado y carreras en saco y piñatas para los niños.

En  "La Mora" calle el ganado, hoy Avenida Lisandro Hernàndez, fue muy rumboso y popular el Judas en toda la esquina de la bodega "El Sol" de don Nicolás Hinojosa. Previamente era exhibido por casi todas las calles de la Villa en caravana de automóviles y bicicletas.

A solo cien metros del bar "Pan Pan" prolongación de la calle Urdaneta, se reunían todos los años los vecinos del barrio La Coromoto para calcinar un Judas. Había piñata, palo encebado y reparto de  golosinas para la chiquillerìa. Los actos eran organizados por el pulpero don Pío Olivares y los hermanos Cancines, de grata memoria.

Recordemos que en la propia falda del cerro El Vigìa, concretamente en el Barrio Las Tablitas, el sitio escogido para la quema de Judas se llama todavía "Esquina de Juan Nieves". Los actos eran  aupados por el conocido beisbolista Nerio Lòpez, siempre presto todos los años a cumplir con esta tradición. Se leía antes de la quema un testamento de fino humorismo elaborado por el panadero don Armando Pèrez y otros habitantes de nuestra barriada. Incluía el programa, maratón y competencia de pelota de goma.

El barrio La Represa que nunca escapa a  alegría de estas celebraciones también quemaba su Judas, nombraban al efecto una junta entre los vecinos que se encargaba de recolectar fondos. El sitio de ajusticiamiento era frente a la bodega "La Loca", entre calles Urdaneta y Guárico,  los principales animadoes de esta fiesta popular fueron el popular "Casunga", don Miguel Alayón junto a los hermanos Francisco y Pompilio Martínez. Una de las fundamentales atracciones era el palo encebado, piñatas para los niños y el tradicional concurso de cochino encebado. 

Judas Iscariote también recibía  lo suyo  en la calle Urdaneta norte, con Juan de Dios Agráz. La esquina donde tenía bodega don José Tenería. Quien comenzaba la alegría, destapaba y leía el testamento era el fallecido poeta Omar Gutierrez Peña. A las 5 de la tarde ya el traidor estaba convertido en una  antorcha; simultáneamente se escuchaba un ensordecedor ruido de cohetes y traquitraquis. La tradición la siguió llevando a cabo la familia Peña, de donde es la Lcda Yvoni Peña, con la colaboración de un grupo de vecinos de la comunidad Juan de Dios Agráz. Por cierto, aprovecho para recordar que la profesora Yvoni Peña posee un valioso trabajo editado sobre el significado de este acto de justicia popular en la cultura venezolana.   

Como es de recordar se trata de un muñeco del tamaño de una figura humana, le colocan flux y corbata, gorra, lentes oscuros, finos calzados y bien pertrechado de cohetes, triquitraquis y fuegos artificiales, para representar a Judas Iscariote. Previamente lo pasean en caravana sobre autos, camiones o bicicletas, algunos  con música cañonera por todas las calles del pueblo, para que la gente se de cuenta de sus faltas.

La mayoría simboliza figuras públicas que no le han cumplido promesas ni llamados a las necesidades del pueblo. Ante tal expectativa  casi toda la ciudadanía se lanzaba en romería a estos lugares para presenciar y hasta celebrar con bailes de joropo y bebidas el sacrificio.

                                Judas en su paseo por las calles antes de la condena. Foto archivo Mihuel Hinojosa

Antes de cumplir la sentencia a la horca es leído un estrafalario testamento, el cual sintetiza la vida y un extenso es decir un inventario de pertenencias dejadas para repartir entre mucha gente representativa del pueblo con su nombre y apellido. 

El documento la mayoría de las veces es elaborado por personalidades muy queridos del terrón villacurano. En aquellos tiempos los encargados de redactar el documento de su imaginario fueron el poeta J. M. Morgado, el profesor Oldman Botello, señor Teobaldo Parra Coronado, el concejal Oscar Morgado, don Pedro Ezequiel González, don Antonio Moreno, Víctor Hernández Ramos, don Juan Lombano, don Pascual Nieves ( el mismo de las cartillas de aguinaldo); don Armando Pérez (panadero de Las Tablitas); el periodista y humorista Rafael Viloria, expresadas todas las donaciones en charlatanería, y otras manifestaciones creadas en versos octosílabos. 

La celebración contempla bailes de joropo aragüeño en algunos sectores de la población, los cuales se caracterizan por la presencia de los mejores arpistas, cantadores y bailadores de la región. 

Cada año  en la culminación de la Semana Santa  se esperaba con emoción la  ceremonia de la quema de Judas Iscariote, y sobre todo expectativa sobre los personajes escogidos  para representarlo; sobre la lectura de su testamento y la repartición de su fabulosa fortuna. Los más representativos medios de comunicación escritos de la región se hacían presentes para reseñar el evento. No hay duda que hoy en día dicha costumbre de Quema de Judas está casi extinguida.

Diagramación  Ramón Alfredo Corniel.

    Oscar Carrasquel, la Villa de San Luis, Semana Santa de 2018

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