Foto referencial bajada de Internet.
"Nada existe mas valioso, mas fuerte, mas dulce, mas sano, ni mas útil para el porvenir que el querido recuerdo de la infancia". Feódor Dostoievski
Por Oscar Carrasquel
A través de la experiencia, así tengamos cien años o más, hilvanamos el camino transitado y lo dejamos guardado en el baúl de los recuerdos Es una hermosa senda de la vida. Nuestra juventud fue bonita . Ya lo he dicho, campeaba la pobreza pero era muy distinta a la moderna. Nuestra juventud fue de dedicación al calor del hogar, de respeto mutuo, preocupados por el estudio. De trabajar desde temprano. De gusto por los paseos y bañarnos en los ríos. A veces por tonterías los muchachos nos dábamos puños a la salida de la Escuela Arístides Rojas, pero enseguida estábamos juntos.. Entregados al ejercicio del deporte y a la sana diversión. Todo esto nos guió en la vida y deja una marca indeleble que nunca se olvida con todas sus bajadas y subidas.
Los años transcurridos hacen que todo evolucione. Hemos andado y desandado ciudades y pueblos y conocido otros mundos, con acierto y también con errores. En la salud y en la enfermedad. Los años de experiencia nos han convencido que la juventud que nosotros conocimos fue nuestro mejor trofeo.. Hablamos de esto sólo para hacer una retrospectiva del camino recorrido, en esa etapa inolvidable de nuestra vida. Contar una parte de los años juveniles es lo que nos anima.
Nuestra amada Villa de Cura, para quien no la conoce, es una ciudad rodeada de colinas que se elevan por todo su contorno, conformando un solo valle: con sus lugares para el paseo donde se forma un bonito paisaje. El Vigía, Platillón, Cerro Azul, Picacho Blanco, Barranquilla, Cerro Pelón, Los Chivos, El Calvario, y La Virgen, se cuentan entre sus cerros. Y un cañón por donde se desparraman los valles aragüeños hacia los llanos guariqueños y apureños.
Hace más de seis décadas atrás Villa de Cura era una ciudad de ríos rumorosos y de aguas limpias por todos lados. Y de agua abundante en el subsuelo. En todos sus linderos se sentía el accionar de la naturaleza. Había que saber lo que era antes Pozo Azul y el Valle de Tucutunemo.
No hacen muchos años en El Cortijo y todo el Valle de Tucutunemo no se percibía otra cosa que el riego por aspersión, siembra y cultivo de extensos sembradíos de maíz, tomate, yuca, papa, aguacate, caraota, pimentón, hortaliza, además cría de ganado vacuno y porcino. A un costado de la vía siempre había una pulpería con un caldero de chicharrón y carne de cerdo hirviendo, y un budare de cachapas.. El Valle de Tucutunemo tenía fama nacional, se daba entonces la semilla certificada de maíz y caraota de calidad mejorada distribuida por una conocida firma. Muy requerida por los productores de la Colonia de Turén y Asociación de productores de Calabozo estado Guárico y del estado Cojedes y Portuguesa...
Había que ver la cantidad de litros de leche y sus derivados que durante invierno y verano salían hacia el centro de las haciendas "La Providencia", "El Ancón", "Montero", "Santa Rosa", "Caicara" "El Banco", "El Ocumo", "La Lagunita" y granjas de medianos y pequeños productores de Los Bagres, El Pao de Zarate y El Cortijo.
Hay que recordar aquellos tiempos de cosecha cuando se podían ver en fila india los camiones 600 y 750 cargados hasta la coronilla de productos para ser llevados a los Mercados Periféricos de Caracas y el centro del país. Es muy saludable recordar que los dueños de parcela, a mucha gente pobre le daban luz verde para el "rebusque", que no era otra cosa que el aprovechamiento de los frutos que en su paso dejaba las máquina cosechadora.
Seguramente los villacuramos de esa época, que aún nos acompañan en la vida, recordarán que a mediados del siglo pasado, algunas familias se organizaban en romería a bañarse y pescar en el río Guárico y río Tucutunemo, porque siempre había en su curso una abundante cosecha de palometas, bagre rayado, coporos, palambras y corronchos.
Rafael "Rafucho" Castillo Zamora, Justo Ilarraza, José Carrasquel y Raúl Carrasquel. Foto archivo O. C.
Si uno deseaba disfrutar de un suculento hervido de "roncador", o de una ración de pescado frito, solo había que llevar al río anzuelos, un caldero, aceite de comer y fósforo, porque el río le daba la comida y el bosque el haz de leña para el fogón.
En los días de infatigable calor veraniego, de sol ardiente y cielo azul, los villacuranos de diferentes edades y estratos, nos fuimos acostumbrando a darnos un baño en las pozas que se hacían en el curso del río Guárico. La mayoría de las veces en excursiones dominicales. (Salíamos después de desayuno y regresábamos con el ocaso). No estás demás de recordar aquellos días cuando por vía de la jubilada de nuestras horas de clases, burlábamos el seguimiento de los policías escolares don Brígido Alagar y el señor Lucio Reina..
¿Cuántas veces el grupo no pasó buscando por su casa a nuestro amigo Rafael Pasquier Suárez, y en aquella oportunidad doña Ana de Pasquier, su madre, nos brindaba una bandeja de tortas de "merengues" para que lleváramos de bastimento?.
Con frecuencia marchábamos a pie por la carretera de macadam disfrutando del paisaje y de sus campiñas; y derribando con hondas las iguanas de las ramas de los samanes y caros, para degustar la hermosura de sus huevos salcochados. A disfrutar de las plantas frutales que crecían silvestres entre plantíos y en las márgenes de los ríos. Los muchachos derrochábamos el gusto comiendo frutas de mamón, mango, algarrobo, cotoperíz y jobo..
Sigue nuestra memoria recorriendo los verdes aledaños del otrora encantador río Tucutunemo, con sus pájaros de todas las especies trinando sobre la arboleda. Los pozos que surcaban su caudal fueron nuestros mejores cómplices también frecuentados por las lavanderas de Las Mercedes: "Pozo azul", "Quita Calzón", "El Caracol". "El Deleite", "El Paso del Caballo"..
A un costado de la carretera a San Juan de los Morros se ubicaban los pozos de "Quebrada Honda","La Planta" y "El Carmen". En el limítrofe de Aragua con Guárico a orilla de carretera, "La Quebrada de Piritu"; siguiendo mas adelante las profundas aguas del "Salto de Piritu"..
Del curso del río "Guárico", un río anteriormente invadeable , tan solo quedan ahora sus barrancos y uno que otro pocito de aguas fétidas, restos de neveras , perolas de cerveza y unos cuantos zamuros disfrutando de la siesta.
Flamea en la pantalla del recuerdo el balneario bajo el puente de la vía a Santa Rosa, con sus clarísimas y rumorosas aguas que descienden desde la Sierra del Sur. Allí calmaron su sed y llenaban sus taparitas de agua los Peregrinos en febrero.
El río "Curita", metido entre un nudo de árboles, en cuyos remansos se lanzaban anzuelos y redes para la pesca; y en especial las muchachas y muchachos se bañaban en las pozas que dejaba la crecida invernal.
Las aguas represadas del "Paredón de la Represa". En su orilla los carreteros se bañaban y ponían a beber a sus cansadas mulas. En sus tranquilas aguas abundaba la sardina, la anguila, guabinas, empollaban los gallitos de agua, nadaban en las tardes los patos silvestres y pernoctaban las garzas blancas y paletas en sus garceros.
Por la salida de La Villa vía a Cagua los pozos "El Caño", la "Quebrada de Guayabal", convertida en aguas cloacales. Y de la misma parentela le sigue el caño "La Chapellinera", bajo la sombra de amables árboles y bejucos que muchas veces usábamos como trampolín. .
El río "Las Minas", corría libremente en invierno y verano, ahora solo corre cuando son muy fuertes las precipitaciones en su cabecera..
Evoco a "Los Tanques", porque en medio de un bosque de cujíes, existía una laguna natural, allí iban a realizar su faena y echar cuentos las lavanderas.
Por la cercanía de San Francisco de Asís o Garabato, había una chorrera de abundantes aguas cristalinas que se deslizaba por un elevado tobogán de piedras azules, bautizado "La Ceniza". Algo así como un "Tobogán de la Selva" amazónica en miniatura. Me echan el cuento que ahora sus aguas se fueron evaporando..
Todavía es tiempo de memoria, toda esa maravilla de parajes que nos brindó a los villacuranos la madre naturaleza, que marcaron excelente progreso, ya no están, porque el hombre los abandonó, nunca los cuidó, Cuando fuimos niños y adolescentes nos hicieron saltar de alegría,y por eso su desaparición no deja de causarnos nostalgia y dolor.
Oscar Cattasquel. La Villa de San Luís, verano 2015.
Sitio web de la imagen: http://imagenesdetolox.blogspot.com/2015/03/excursion-cerca-de-la-rejia-fines-de.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja tu huella en este blog con tu comentario.