Por Oscar Carrasquel
Dedico a: Juan Pablo y Ana Sofía
En una mañana taciturna,
siendo un venadito bebé
a la vera del camino que va al río
echado junto a la madre le encontré
Tirados ambos sobre un pañolón de arena
entre mastranto y florecitas del camino
donde las mariposas detenían su vuelo
Espantó la venada como flecha rauda
con claro sentido adivinatorio
comprendiendo lo sucedido.
Se ocultó dentro de una acequia
surtida de agua por un molino ruinoso.
Me miró con sus ojos brillantes
masticando su lenguaje rabioso
Corrí a la casa de familia,
y con la emoción de un niño
enseguida al recién nacido
le presté alimento y abrigo
Empezó a escuchar voces y risas de niños
y sus nuevos dueños, LUCERITO,
por apodo le pusieron.
Debió ser por su color leonado claro
que su cuerpecito poseía
y unas manchas como luceritos
iguales a gotas de lluvia blancas
que de las nubes se desprendían.
Fue pasando la vida en su cautiverio
al lado de un florido vergel
Un puñado de frescos helechos y rosas
custodiaron su predio lleno de aromas.
Esta no es una historia
son apenas recuerdos que saltan de un lápiz
sobre un pedazo de blanco papel
de las sombras de mi vida de un ayer.
En plena alegría navideña de un año
por el camino del viento lo vi desaparecer
¡No sé por qué!
Pero por dentro sentí
que algo de mí se marchaba con él.
Invierno de 2016
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