EL DÍA DE SAN VALENTÍN EN LA VIDA DE LUIS "SALDIGUERA"
Por Oscar Carrasquel
En la década de los años 50s anduvo
recorriendo las calles de Villa de Cura, un popular personaje, un simpático catire que adquirió
el nada cariñoso epíteto de “Saldiguera”, pero sobre todo un hombre con fama de coqueto y
enamorado.
Me dicen que Luís había venido procedente de Guacamaya. Por vocación trabajaba la
albañilería. Por muchos años lo vimos andar por las calles a bordo de una
envejecida bicicleta “Raleigh”. Gustaba vestir siempre de
ropa de lino blanca bien arregladito, sombrero Borssalino, calzado de alpargatas nuevas. Alto, flaco, pecoso, medio calvo, de ojos azules y sombrero. La verdad es que no era vicioso, nunca se le observó tomando
tragos de licor, ni faltando el respeto a una
dama.
La vida de la villa en aquel entonces era apacible y tranquila. En el atardecer de cada viernes, después de terminar su labor, estacionaba su vehículo de dos ruedas en una de las esquinas más traficada. Se acomodaba sobre el asiento de su bicicleta, colocaba la pierna derecha encima del manubrio, como si fuera la carabina de un cazador y comenzaba a piropear con elegancia a cuanta encantadora muchacha le pasaba por el frente.
Poco le importaba el desprecio de una jovencita de mal genio que racionara con hilaridad, ni que lo llamara “catire mala sangre”. Había otra que lo tildaban de “catire viejo”. Ese tipo de reacción que rompen el alma,
Como se la daba de bello se enamoraba. Y en su ingenuidad seleccionaba su
“novia”. Cuando llegaba el 14 de febrero se esmeraba en
obsequiarle regalos tontos, bombones, caramelos que llevaba en un bolsillo de la blusa, Y de paso le recitaba unos versos que cualquiera se sabía de memoria.
Don Luis lucía estampa de hombre serio, enamoradizo. Era el comentario que se oía en los corrillos. Luís "Saldiguera" dejó innumerables anécdotas y una estela de sonrisas que arrancaban sus barrabasadas. Dios lo tenga en la gloria.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
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