DON JUAN ROJAS "JUAN TORERO" SUPO DISFRUTAR LA VIDA CON ALEGRÍA
Por Oscar Carrasquel
Tres semanas después de recibido el año nuevo me repicó el celular. El poeta Elio Martínez me llamó para darme la noticia que el 18 de enero de 2015 don Juan Rojas había agarrado su bastón, la guitarra, todos sus corotos y apartó cupo en un tren con rumbo a la eternidad. Que había fallecido en la madrugada Juan Torero en su hogar en el sector El Rincón de Villa Cura donde últimamente residía. Un hombre alegre, feliz a pesar de su pobreza, librador de muchas batallas hasta su ultimo respiro.
Juan Torero siempre será recordado con mucho cariño por ser un personaje inolvidable que disfrutó la vida y la compartió a plenitud.. Fue uno de esos personajes populares más prominentes de aquella Villa de Cura de los años 50 . Fue un hombre de pueblo muy trabajador con familia numerosa, un artesano de la madera. El arte de la carpintería fue su principal fuente económica. Tuvo su taller de carpintería en el patio de su casa en el casco central de La Villa, a dos cuadras de la calle Real.. Pagaba 20 bolívares mensuales por el arriendo, pero cuando el alquiler se lo aumentaban prefería mudar la familia junto con la carpintería. En esos tiempos era fácil encontrar casas en alquiler.
Juan Rojas, así de sencillo fue el nombre que su progenitora mandó a colocar en la papeleta y el libro de nacimientos el año 1921, es decir, Juan resistió 94 años de recorrido antes de despedirse de este mundo.
Para escribir estas lineas hube de recurrir a un trozo de la adolescencia de mi hermano José. No se me ha borrado de la mente el regocijo que sentía Juan Torero cuando se encontraba con uno de mis hermanos. Una vez le pregunté a Juan el origen de su sobrenombre, me aseguró que la peña taurina de aquella época en complicidad con la cuerda de jodedores de la época fue quienes le acuñaron ese sobrenombre de "Juan Torero" .
Me contó mi hermano mayor que, ciertamente Juan cuando mozo se despojaba de la camisa para sacarle pases a los toros creyéndose un Diamante Negro. Se metía dentro de las improvisadas mangas de coleo en la calle Jaime Bosch, en la Sucre y en la calle El Ganado, cuando sus cuadras eran cerradas con guafas para coleo en las fiestas patronales de agosto, eso fue por allá en la última década de los años 40. Me confirmó mi hermano que, Juan Rojas fue un torero espontáneo, muy ágil usando la talanquera como burladero, sabía cómo quitarse de encima la embestida de un toro fiero con la camiseta en la mano derecha como si fuera una muleta.
Me contó mi hermano mayor que, ciertamente Juan cuando mozo se despojaba de la camisa para sacarle pases a los toros creyéndose un Diamante Negro. Se metía dentro de las improvisadas mangas de coleo en la calle Jaime Bosch, en la Sucre y en la calle El Ganado, cuando sus cuadras eran cerradas con guafas para coleo en las fiestas patronales de agosto, eso fue por allá en la última década de los años 40. Me confirmó mi hermano que, Juan Rojas fue un torero espontáneo, muy ágil usando la talanquera como burladero, sabía cómo quitarse de encima la embestida de un toro fiero con la camiseta en la mano derecha como si fuera una muleta.
Por otra parte hay que recordar que Juan Rojas fue un laborioso carpintero, se conocía todos los secretos de la carpintería, fue artesano de todo lo que saliera de la madera para el bienestar común. Una vez en casa le encargaron hacer un tinajero, una sombrerera y un aguamanil.
Juegos de comedor, escaparates, juegos de recibo, plateras, camas, taburetes, aguamaniles y tinajeros, provenían de su rústico taller de carpintería, el cual funcionaba frente a mi casa paterna en la calle doctor Urdaneta.
Juegos de comedor, escaparates, juegos de recibo, plateras, camas, taburetes, aguamaniles y tinajeros, provenían de su rústico taller de carpintería, el cual funcionaba frente a mi casa paterna en la calle doctor Urdaneta.
Según pudimos conocer Juan Rojas ·"Juan Torero" era hijo natural de don Pablo Monegui, un fabricante y vendedor ambulante de escobas, su mamá se llamó doña Estefanía Rojas. Vivió toda la vida con su inseparable compañera la señora Ana Rosa Salas, con quien procreó una prole numerosa de 15 hijos, de los cuales, para la fecha de hoy, sobreviven solo cinco que residen en La Villa, son ellos Isidro, Juan Ramòn, René, Luis Alberto y Nelly Josefina. Se le conocieron tres hermanos, Ernesto Rojas, comerciante de la alpargata en Villa de Cura; Ana Rojas y doña Marcolina Rojas, de oficio doméstico.
Juan manejaba una vieja bicicleta Raleig tipo reparto. Muchas veces colocaba la mercancía sobre la cesta de su bicicleta y surtía a las familias por todo el vecindario, igualmente llevaba el mueblaje por encargo al domicilio de su clientela. Sus compradores siempre quedaban satisfechos.
Juan Torero fue un tipo de muchas ocurrencias, además de ser un hombre trabajador fue un ser excéntrico, un tipo alegre, festivo y enamoradizo. Cuidaba mucho su apariencia, se peinaba su cabellera a la moda con brillantina Palmolive. Para salir de parranda vestía bien, y calzaba zapatos de dos tonos tipo cubano bien puliditos. Siempre se le conoció como un hombre honesto, bohemio, libertino como el viento, siempre acompañado del Dios Baco, le gustaba beber el licor de los dioses de vez en cuando, pero no se emborrachaba. Los anteojos se los hacía el doctor Eladio Lovera. Que me perdonen sus hijos pero su experiencia como parrandero fue bastante amplia y conocida en La Villa.
En ciertas ocasiones, especialmente los fines de semana, cogía su rumbo, nunca salía sin la compañía de su inseparable guitarra, amaba a su instrumento musical, la llevaba ya afinada, siempre debajo del brazo, uno veía cuando la besaba y piropeaba y la acariciaba tal como si fuese una novia.
Me contó Juan Torero, la vez que quiso ser baquiano en el pueblo de un rico ganadero que visitaba a La Villa, oriundo de Valle La Pascua y con fama de "pocas pulgas". Echándose los palos , lo puso a tocar y cantar hasta la madrugada en el Bar el Samàn. en La Alameda "Hasta ponerme ronca la garganta y las uñas me olieran a cacho quemado, con un "ocho y media" colocado sobre el mostrador, por si buscaba una excusa para irme".
En ese plan de parrandero anduvo calles, barrios, visitó casas de cita y bares de arrabal, conoció todos los rincones de La Villa. En cada botiquín donde se reunían parroquianos de su misma comparsa, en cada barra y en cada mesa de un bar, siempre había un puesto para el popular Juan Torero; eso sí, no le gustaba pararse donde hubiera rokola.
Se aprendió de memoria la manera de producir en su garganta el sonido de casi todos los instrumentos de viento y de percusión; hacia reír con un estridente silbido que salía de sus labios tal como si fuera una sirena. Imitaba con el movimiento de sus labios el sonido de timbales, güiros, tumbadora, charrasca y bongó, silbaba como un turupial. Hacía como un bajo... Con solo apretarse la nariz con el dedo gordo y el índice de la mano derecha originaba el sonido de una trompeta, de un saxofón o un clarinete, casi a la perfección.
Se transformaba él solo en un hombre orquesta y un artista Show, y la gente hacía un círculo para oírle y después aplaudirle.Colaboraban con él y así Juan Torero aliviaba su estrechez económica.
Era muy dado a cantar con un estilo muy especial, al ritmo de una sabrosa guaracha, y él mismo acompañaba sus morisquetas con el choque del puño de la mano derecha contra el respaldar de la guitarra.
Y no solo en La Villa montaba su espectáculo, Juan Torero se divirtió muchas veces junto al mar aragüeño, conoció las bellas playas de Turiamo, Choroní y Ocumare de la Costa, convidado por espléndidos amigos de su pueblo para animar las tenidas. En cada lugar dejaba su actuación artística y su alegría.
Juan Torero tuvo muchas amistades, ejecutaba bien la guitarra grande, poseía buena voz para cantar, era especialista en toda clase de ritmos tropicales, boleros, merengues, pasodobles, rancheras y guarachas. Se sabía todo el repertorio de moda, ya que se ponìa a oìr y se aprendía las canciones en un radio de tubos Telefunken que tenía en la carpintería.
Juan era muy especial, lo curioso es que se solazaba cambiándole en parte la musicalidad y la letra a las canciones, para imprimirle mayor entusiasmo a la interpretación. En vez de decir: “María Cristina me quiere gobernar”, decía “María Cristina a mi quiere pegar”, pero le quedaba casi perfecto.
Entre otras cosas, recuerdo que para decir: "Se va el caimán para la Barranquilla”, lo cambiaba por "Se va el caimán a enamorar a las muchachas de La Villa”. Juan era un hombre super gracioso. Cantaba y todo el aquello se quedaba en silencio,
La buena memoria de nuestro amigo el profesor y artista del pincel Leopoldo Guevara "Leo", nos recuerda que Juan Torero, a comienzo de los años 80 fue presentado en el canal de Venevisión, en un espacio llamado "Sábado Sensacional" por donde pasaron muchos artistas nacionales y extranjeros. Fue presentado por el actor y productor de radio y televisión villacurano Amador Bendayán. A ese espacio televisivo acudió Juan Torero invitado por el señor Bendayan. A Caracas se encargó de llevarlo el poeta Vinicio Jaén Landa.
Un montón de historias y muchas anécdotas que contar, y que no caben en el riguroso espacio de esta crónica, nos dejó en las alforjas del alma este amigo de muchos años. Yo lo veía desde que estaba pequeño, la vida es un viaje al que hay que disfrutar al máximo, el vecino de nuestra casa paterna allá en la "Cuadra Larga", el popular JUAN TORERO como se le nombraba. Descansa en paz querido Juan..
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 2015, reeditado en 2021
Foto No 01 tomada por O C
Foto No 2 Tomada de la revista maracayera "El Comunicador" No 7 mayo 1972 colección del anticuario don Elio Martínez.
Publicación Ramón Alfredo Corniel
y pensar que el amigo falleció y nunca le salió su pensión, no hubo quien le ayudará a gestionarla...
ResponderBorrar