Por Oscar Carrasquel
Ella tuvo, señores hidalgos,
la labor de enseñar.
Ella tuvo su primer abrir de ojos
en Santa Bárbara de Rubio
la "Ciudad luminaria"
de los paramos andinos.
En la Sultana del Ávila
enmudeció la noche,
se extinguió la luz
de esta estrella brillante
Yo quisiera poder adivinar,
yo quisiera conocer sus sueños
de lánguida congoja
Yo quiero
(pidiò ella)
Cuando tenga el tiempo vencido,
Cuando se desvanezca
el sueño de la noche,
y Dios me ofrezca
la sombra de su alero
Cuando no sea posible auscultar
el lamento de una lira,
ni oír la voz de unos juglares.
Ni el coro de arrendajos y turpiales
Yo quiero que,
mis despojos de color celeste
se conviertan en arena.
Yo quiero,
que el polvo se lo lleven los vientos
que mecen la aurora
Yo quiero
que mis cenizas viajen
en la corriente de un río crecido
Yo quiero,
que un tronco seco
de una palmera de los llanos
acompañe al cofre
para que seamos dos
entre las barrancas del río
Yo quiero,
que un par de garzas blancas
volando en pareja,
vuelen sobre la torrente
besando las ondas del río
y se beban toda nostalgia.
Yo al final quiero en esta hora,
que el polvo gris de esta difícil batalla
se confunda con la arena blanca
del mar infinito.
Yo al final quiero,
que a la hora crepuscular,
el soplido de la brisa del mar
con su voz sonora
vuele en las alas de una gaviota
YO AL FINAL QUIERO
Ella tuvo, señores hidalgos,
la labor de enseñar.
Ella tuvo su primer abrir de ojos
en Santa Bárbara de Rubio
la "Ciudad luminaria"
de los paramos andinos.
En la Sultana del Ávila
enmudeció la noche,
se extinguió la luz
de esta estrella brillante
Yo quisiera poder adivinar,
yo quisiera conocer sus sueños
de lánguida congoja
Yo quiero
(pidiò ella)
Cuando tenga el tiempo vencido,
Cuando se desvanezca
el sueño de la noche,
y Dios me ofrezca
la sombra de su alero
Cuando no sea posible auscultar
el lamento de una lira,
ni oír la voz de unos juglares.
Ni el coro de arrendajos y turpiales
Yo quiero que,
mis despojos de color celeste
se conviertan en arena.
Yo quiero,
que el polvo se lo lleven los vientos
que mecen la aurora
Yo quiero
que mis cenizas viajen
en la corriente de un río crecido
Yo quiero,
que un tronco seco
de una palmera de los llanos
acompañe al cofre
para que seamos dos
entre las barrancas del río
Yo quiero,
que un par de garzas blancas
volando en pareja,
vuelen sobre la torrente
besando las ondas del río
y se beban toda nostalgia.
Yo al final quiero en esta hora,
que el polvo gris de esta difícil batalla
se confunda con la arena blanca
del mar infinito.
Yo al final quiero,
que a la hora crepuscular,
el soplido de la brisa del mar
con su voz sonora
vuele en las alas de una gaviota
extraviada..
Maracay, 07 de junio de 2015
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