jueves, 15 de marzo de 2018

"BODEGA LA LOCA" FUNDADA POR DON FRANCISCO MARTÍNEZ


 

"BODEGA LA LOCA" FUNDADA POR DON FRANCISCO MARTÍNEZ

                                                                  Por Oscar Carrasquel


A  mí se me hace imposible pensar que la pobre Nicolasa era una persona loca, pero sí una mujer trastornada y abandonada, un ser  de un fuerte sentimiento y de alma buena. Yo la lleguè a ver con mis propios ojos. Era experta en observar y definir mejor que cualquiera. Sobre ella en el barrio La Represa se contaron muchas anécdotas y peripecias. Iba y venía todos los días  a los bares de las orillas y se la pasaba en El Taparito y en los negocios en la antigua calle Guárico, hoy calle Rafael Bolívar Coronado, sector La Represa de Villa de Cura,..Vivía sola en un recueste de la muy nombrada “Peña Ñá Cirila” bebiéndose las lunas y los soles de verano.

Hace ya tiempo en el cruce de la calle Guárico con la calle doctor Urdaneta existió una pulpería de tres puertas de madera a la calle, fundada por don Francisco Martínez, un hombre bonachón muy querido venido de la población guariqueña de Guardatinajas, estado Guárico.  A la bodega, hoy de puertas clausuradas aún le queda en pie la fachada, respirando su tristeza, negándose a morir.

La loca Nicolasa hacía siempre lo mismo, no paraba en casa,  muchas veces se la daba por frecuentar la bodega de don Francisco,. a cualquier hora del día, allí no se bebía pero había desayuno, luego se entregaba a la tertulia y la echadera de broma con el pulpero y la clientela que entraba y salía a diario al local.

Ocurrió que un día lunes en la mañanita le cayó a don Francisco de sorpresa la inspección de un organismo adscrito al Concejo Municipal del antiguo Distrito Zamora, llamado “Junta Municipal Reguladora”; un organismo que se encargaba de regular y vigilar en todo establecimiento comercial los precios de los artículos de mayor consumo, y a la vez se dedicaba a verificar tanto los pesos de reloj como de pesas y romanas, y lo contramarcaban con una especie de sello; de manera de evitar que los negocios metieran gato por liebre, es decir que no te fueran a entregar 800 gramos de una compra en vez de un kilo, como muchas veces ocurre.

El funcionario que fungía de jefe inquirió a don Francisco, primeramente preguntándole por el nombre e identificación del negocio; a lo que el viejo comerciante respondió ingenuamente que  la bodega como era nueva  aún no tenía nombre.

De nada le valió el argumento al viejo pues el fiscal sin compasión insistió en preguntar por el nombre del negocio, porque era una normativa y un requisito indispensable para cumplir cabalmente con las leyes municipales y llenar el acta de inspección.

La consentida Nicolasa que por casualidad en ese momento se encontraba ubicada muy cercana de la conversa, recostada al mostrador como un ser extraño, con un mundo en su mirada, peló sus ojos grandotes, dirigió una insinuante mirada hacia Francisco, quien de inmediato, como buen llanero, leyó como si fuese un telegrama la sugerencia dibujada en los ojos de la loca, y enseguida respondió al funcionario municipal:

¡Póngale Bodega La Loca!

Y fue así con este nombre, gracias a las extravagancias y a la insinuante mirada de la loca Nicolasa, se llamó esta bodega durante más de seis décadas, hasta el día que sus puertas de madera cerraron por la muerte que  un día irrumpió sin avisar a llevarse a don Francisco Martínez. Aun nos duele la partida de este llanerazo sin cansancio, amable, gran  amigo,. Gracias por hacer llegar tu recuerdo a mi humilde pluma.

. Foto de don Francisco cortesía Ramòn Alfredo Corniel
"Bodega La Loca". Foto archivo  O.C.

  Oscar Carrasquel  La Villa de San Luis, octubre 2018

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